Política industrial e innovación: el papel de las universidades privadas y estatales en competencia (II)

El tema del papel del estado en el desarrollo de la industria ha estado en discusión por décadas. Ahora, Alberto Mignardi discute en el Cato Journal la visión de Mariana Mazzucato, autora del libro “The Entrepreneurial State”, http://object.cato.org/sites/cato.org/files/serials/files/cato-journal/2015/9/cj-v35n3-7.pdf . Allí, entre otros casos, Mignardi plantea una pregunta que ya es un mito: ¿creó el gobierno a Internet? Esto dice:

“El historiador Fishback Price (2007: 516) admite que «nadie puede negar las enormes repercusiones de las actividades motivadas militarmente «en el desarrollo de la Internet. Él continua señalando: «El papel militar era con claridad suficiente para desarrollar las primeras tecnologías, pero podría decirse que no era necesario. El mérito de estas tecnologías debe ir a las personas reales que realizaron la investigación «(521). La pregunta relevante es, pues, si el desarrollo de la Internet se llevó a cabo como el resultado de alguna «direccionalidad orientada a las misiones» por parte del gobierno, o si es mejor visto como una mera externalidad positiva de la intervención pública.

De acuerdo con Fishback (2007: 519), » La financiación militar contribuyó beneficios indirectos para el desarrollo comercial de Internet «al no tratar de controlar de cerca los proyectos, mediante el fomento de una amplia difusión de los resultados de la investigación, y la financiación de las pequeñas empresas. Esto sugiere que había poco «direccionalidad orientada a las misiones» detrás la creación de Internet.

Por otra parte, en la defensa de DARPA y reclamando que el gobierno inventó, efectivamente, Internet, Mazzucato da la impresión de que ella ve universidades de Estados Unidos como algo homogéneo y listo para marchar a las órdenes del gobierno. Esto podría estar más cerca de la verdad en la medida en que el sistema universitario europeo continental se refiere, pero no es una forma precisa para caracterizar las universidades americanas.

Al igual que Mazzucato, Nathan Rosenberg (2000) señala el importante papel desempeñado por las universidades de Estados Unidos en el desarrollo de prototipos, y más generalmente en la investigación básica. Sin embargo, a diferencia de Mazzucato, reconoce que son muy sensibles a las necesidades de la economía y de la sociedad en general mostrando una mayor flexibilidad, que sus homólogos europeos. El «entorno competitivo» en el que operan las universidades de EE.UU. (Rosenberg 2000: 38) podría ser una explicación de su alta productividad en investigación. Sin duda, es importante señalar que la financiación del gobierno se canaliza a través de las instituciones que compiten entre sí para atraer capital (ya sean subvenciones públicas o donaciones privadas), así como para atraer a los mejores factores de producción (profesores), y también para ganar clientes (estudiantes).

Aquí, como tantas veces en su libro, Mazzucato simplemente asume que si algo sale bien, el gobierno debe ser responsable. Pero en el mundo real, la mera existencia de dinero del gobierno no tiene en cuenta los diferentes matices de las instituciones. El dinero del gobierno que se canalizó a través de un entorno competitivo puede tener efectos muy diferentes que el dinero del gobierno transferido a una estrictamente jerárquica, lógica de arriba abajo”.

Los ricos son cada vez más ricos:,… en realidad es al revés, los ricos no pueden mantenerse ricos

Mas sobre los ricos que son más ricos y los pobres que son más pobres. Ahora un artículo publicado en el Cato Journal, “The Myth of Dynastic Wealth: The RIch get Poorer”, por Arnott, Bernstein & Wu: http://object.cato.org/sites/cato.org/files/serials/files/cato-journal/2015/9/cj-v35n3-1_0.pdf

“El libro ‘El capital en el siglo XXI’ de Thomas Piketty explotó en los primeros puestos de los libros más leídos en cuanto fue publicado en 2013, y allí estuvo por meses. Si bien es un logro destacable para un pesado volumen de economía, no es un misterio porqué ha creado tal sensación: está bien articulado, es accesible para el no-economista y contiene muchas observaciones históricas.

Creemos que el argumento principal de Piketty es probablemente errado en varios niveles, como resultado de errores fundamentales y evitables en sus supuestos básicos. Comienza con la sensata presunción de que el retorno sobre el capital invertido, r, excede el crecimiento macroeconómico, g, como debe ser en cualquier economía saludable. Pero desde esta casi tautología, avanza para presumir que las familias ricas van a ser cada vez más ricas en las generaciones futuras, llevando hacia una sociedad dominada por la riqueza hereditaria, no ganada.

Ahora bien, esta lógica resulta cierta solamente si los ricos nunca disipan su riqueza a través del gasto, las donaciones caritativas, los impuestos, malas inversiones, y la división de la propiedad entre muchos herederos. Como individuos, y como familias, los ricos generalmente no son más ricos; después que se construye una fortuna, generalmente los ricos se vuelven lenta e inexorablemente más pobres.

La evidencia que usa Piketty en apoyo de su tesis es básicamente anecdótica, sacada de novelas de Austen y Balzac, y de las fortunas actuales de Bill Gates y Liliane Bettencourt. Si Piketty está en lo cierto, ¿dónde están ahora los actuales descendientes hiper-ricos de las dinastías empresariales del pasado: los Astors, los Vanderbilts, Carnegies, Rockefellers, Mellons y Gettys? Casi todos ellos están fuera de las listas de los super-afluentes. Nuestra evidencia –presentada para refutar el argumento de Piketty- es empírica, resultado de la alta rotación entre los rangos de los super-ricos de la revista Forbes 400, y sugiere que en cualquier determinado momento, la mitad o más de la riqueza conjunta de los hiper-ricos es riqueza generada por esa primera generación, no heredada.

Los que originan grandes riquezas son genios que se encuentran uno en un millón: su innovación, inventiva, y su focalización en el esfuerzo empresarial crean cantidad de empleos y mejoras de productividad para toda la sociedad. Ellos crean riqueza para la sociedad, de la que extraen riqueza para sí mismos. En contraste, los descendientes de los hiper-ricos rara vez poseen ese genio de uno en un millón. Bettencourt, citada por Piketty, es una excepción. Típicamente, encontramos que los herederos reducen esa riqueza a la mitad –en relación al crecimiento del PIB- cada 20 años o menos, sin ninguna asistencia adicional de las recetas redistributivas de Piketty.

La acumulación dinástica de riqueza es simplemente un mito. La realidad es que cada generación  produce sus propios emprendedores que crean vastas sumas de riqueza totalmente nueva, y disfrutan una parte de ella, desplazando a muchos de los emprendedores que crearon riqueza en generaciones anteriores. Hoy, las enormes fortunas del siglo XIX se ha prácticamente vaciado y casi todas las fortunas generadas medio siglo atrás también se han ido. ¿Realmente queremos frenar la empresarialidad, la invención y la innovación en un esfuerzo para acelerar el ya rápido proceso de redistribución de la riqueza?”

¿A qué escuela pertenece la Constitución Argentina según quien la inspirara? Alberdi lo aclara

Con los alumnos de la UBA Derecho comenzamos a ver el libro de Juan Bautista Alberdi, “Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina”. En su introducción, Alberdi analiza las distintas escuelas económicas y a cual pertenece la Constitución:

Alberdi 3

“Hay tres elementos que concurren a la formación de las riquezas:

1° Las fuerzas o agentes productores, que son el trabajo, la tierra y el capital.

2° El modo de aplicación de esas fuerzas, que tienen tres fases, la agricultura, el comercio y la industria fabril.

3° Y, por fin, los productos de la aplicación de esas fuerzas.

Sobre cada uno de esos elementos ha surgido la siguiente cuestión, que ha dividido los sistemas económicos: – En e1 interés de la sociedad, ¿vale más la libertad que la regla, o es más fecunda la regla que la libertad? Para el desarrollo de la producción, ¿es mejor que cada uno disponga de su tierra, capital o trabajo a su entera libertad, o vale más que la ley contenga algunas de esas fuerzas y aumente otras? ¿Es preferible que cada uno las aplique a la industria que le diere gana, o conviene más que la ley ensanche la agricultura y restrinja el comercio, o viceversa? ¿Todos los productos deben ser libres, o algunos deben ser excluidos y prohibidos, con miras protectoras?

He ahí la cuestión más grave que contenga la economía política en sus relaciones con el derecho público. Un error de sistema en ese punto es asunto de prosperidad o ruina para un país. La España ha pagado con la pérdida de su población y de su industria el error de su política económica, que resolvió aquellas cuestiones en sentido opuesto a la libertad.

Veamos, ahora, cómo ha sido resuelta esta cuestión por las cuatro principales escuelas en que se divide la economía política.

La escuela mercantil, representada por Colbert, ministro de Luis XIV, que sólo veía la riqueza en el dinero y no admitía otros medios de adquirirla que las manufacturas y el comercio, seguía naturalmente el sistema protector y restrictivo. Colbert formuló y codificó el sistema económico introducido en Europa por Carlos V y Felipe II. Esa escuela, perteneciente a la infancia de la economía, contemporánea del mayor despotismo político en los países de su origen galo-español representa la intervención limitada y despótica de la ley en el ejercicio de la industria.

A esta escuela se aproxima la economía socialista de nuestros días, que ha enseñado y pedido la intervención del Estado en la organización de la industria, sobre bases de un nuevo orden social más favorable a la condición del mayor número. Por motivos y con fines diversos, ellas se dan la mano en su tendencia a limitar la libertad del individuo en la producción, posesión y distribución de la riqueza.

Estas dos escuelas son opuestas a la doctrina económica en que descansa la Constitución argentina.

Enfrente de estas dos escuelas y al lado de la libertad, se halla la escuela llamada physiocrática, representada por Quesnay, y la grande escuela industrial de Adam Smith.

La filosofía europea del siglo XVIII, tan ligada con los orígenes de nuestra revolución de América, dió a la luz la escuela physiocrática o de los economistas, que flaqueó por no conocer más fuente de riqueza que la tierra, pero que tuvo el mérito de profesar la libertad por principio de su política económica, reaccionando contra los monopolios de toda especie. A ella pertenece la fórmula que aconseja a los gobiernos: – dejar hacer, dejar pasar, por toda intervención en la industria.

En medio del ruido de la independencia de América, y en vísperas de la revolución francesa de 1789, Adam Smith proclamó la omnipotencia y la dignidad del trabajo; del trabajo libre, del trabajo en todas sus aplicaciones -agricultura, comercio, fábricas- como el principio esencial de toda riqueza. «Inspirado por la nueva era social, que se abría para ambos mundos (sin sospechado él tal vez, dice Rossi), dando al trabajo su carta de ciudadanía y sus títulos de nobleza, establecía el principio fundamental de la ciencia.» Esta escuela, tan íntima, como se ve, con la revolución de América, por su bandera y por la época de su nacimiento, que a los sesenta años ha tenido por neófito a Roberto Peel en los últimos días de su gloriosa vida, conserva hasta hoy el señorío de la ciencia y el respeto de los más grandes economistas. Su apóstol más lúcido, su expositor más brillante es el famoso Juan Bautista Say, cuyos escritos conservan esa frescura imperecedera que acompaña a los productos del genio.

A esta escuela de libertad pertenece la doctrina económica de la Constitución Argentina, y fuera de ella no se deben buscar comentarios ni medios auxiliares para la sanción del derecho orgánico de esa Constitución.”

El socialismo francés: ¿abanderado del liberalismo, los derechos y las libertades individuales?

Hace unas semanas, el presidente de Francia, François Hollande, visitó la Argentina. Fue uno de los primeros en visitar al país luego del cambio de gobierno. Hollande encabeza un gobierno del Partido Socialista. ¿Socialista? El Institut Économique Molinari, comenta el tema y trae una discusión acerca de la tradición liberal francesa, que parecía olvidada hasta ahora:  http://www.institutmolinari.org/radio-la-france-renoue-t-elle-avec,2526.html

Esto comenta:

“La reforma del derecho laboral, la ley Macron, el pacto de responsabilidad. El gobierno acumula reformas liberales. ¿Volver a la tradición francesa?

Si Myriam El Khomri (Ministra de Trabajo, miembro del Consejo Nacional del Partido Socialista) cree que deshacerse tan pronto como se pudiera de su proyecto de ley sobre el trabajo, la presentación del texto por el gabinete se pospone por una quincena. ¿Será esta vez suficiente para dar cierta cohesión dentro de la mayoría de gobierno? Esto es poco probable, ya que la ley que la Ministra de Trabajo representa es, a los ojos de parte de la izquierda, el peor espantapájaro: un arsenal de medidas tanto más liberales que el otro.

El liberalismo sin embargo parece estar en racha últimamente: en el gobierno, primero con Emmanuel Macron (Ministro de Economía, también miembro del Partido Socialista), que se reivindica como un «liberal». Y más a la derecha, a juzgar por los programas de los candidatos para la próxima primaria: fin de la ISF, la tasa de impuesto único, reforma del estatuto de la función pública, drásticos recortes de gastos…  como un homenaje póstumo a Margaret Thatcher y Ronald Reagan.

Hace tan sólo unos pocos años, sin embargo, pocos fueron los que se aventuraron (políticamente) en el campo del liberalismo económico. Sin embargo, esta forma de pensar no es totalmente ajena a nuestra historia política. Fue incluso un motor en el momento de romper con el antiguo régimen.”

arton2526-b97c9

En una entrevista con Le Parisien, define Macron su visión sobre el papel del Estado:

“El Estado debe establecer un marco para que emerjan los campeones del mañana y creen empleos aquí, en Francia. Debe continuar avanzando en la flexibilización del mercado laboral, en proteger a las personas más que a los empleos. Debe proteger los datos y las libertades individuales. Y sobre todo luchar contra la tendencia francesa de ver a los datos y números como una amenaza.”

Y sobre su posición política:

“La división entre los progresistas y los conservadores no tiene sentido. Pero hay algunos en la izquierda que no son progresistas, y otros en la derecha que quisieran serlo. Mi izquierda, es una izquierda que brinda derechos para la libertad. No es una izquierda que se cierra sobre sí misma. Yo me declaro liberal. Yo reivindico que, históricamente, el liberalismo es un valor de izquierda, de defensa de la igualdad de derechos”.

http://www.leparisien.fr/magazine/grand-angle/emmanuel-macron-le-numerique-est-une-chance-pour-tous-12-11-2015-5269423.php

Política industrial e innovación tecnológica: ¿fue el gobierno Americano el que creó a Internet? (I)

El tema del papel del estado en el desarrollo de la industria ha estado en discusión por décadas. Ahora, Alberto Mignardi discute en el Cato Journal la visión de Mariana Mazzucato, autora del libro “The Entrepreneurial State”, http://object.cato.org/sites/cato.org/files/serials/files/cato-journal/2015/9/cj-v35n3-7.pdf . Allí, entre otros casos, Mignardi plantea una pregunta que ya es un mito: ¿creó el gobierno a Internet? Esto dice:

“Con el fin de argumentar que los Estados Unidos tiene un estado emprendedor, Mazzucato presenta cuatro supuestos casos de éxito del gobierno: la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA), el programa de investigación e Innovación en la pequeña empresa (SBIR), los medicamentos “huérfanos”  y las nanotecnologías. Lo que estos ejemplos comparten, de acuerdo con Mazzucato, es «un enfoque proactivo del Estado para dar forma a un mercado con el fin de impulsar la innovación «(Mazzucato 2013: 73).

La idea es que las agencias gubernamentales prevén la innovación, y a continuación, se realiza. Las empresas privadas, a lo sumo, agarraron al fruto que colgaba bajo más adelante. Es un hecho que, después de la Segunda Guerra Mundial, la investigación básica en los Estados Unidos fue nacionalizada en gran medida, de una manera consistente con la «los esfuerzos de guerra permanente» que absorbieron la atención del país durante la guerra fría. Para Mazzucato, después el Proyecto Manhattan «se convirtió en el negocio del gobierno para entender qué tecnologías proporcionaban posibles aplicaciones para fines militares, así como uso comercial «(Mazzucato 2013: 75). A este respecto, DARPA no solamente financió la investigación sino que «financió la formación de departamentos de informática en empresas de nueva creación, con el apoyo de primeras investigaciones, contribuyó a la investigación de  semiconductores y el apoyo a la investigación de interfaces humanas con la computadora, y supervisó las primeras etapas de la Internet «(Mazzucato 2013: 76). Mazzucato ve a DARPA como modelo de eficiencia. Tenía una «estructura dinámica y flexible,. . . aumentó el flujo de conocimientos a través de grupos de investigación en competencia,. . . [y] funcionarios de DARPA se involucraron en los negocios y la intermediación tecnológica » (Mazzucato 2013: 77). Pero ¿cómo ocurrieron esos éxitos notables?

Mazzucato es más parsimoniosa con detalles administrativos y de organización y no explica por qué los criterios de distribución de subvenciones eran, qué tipo de asistencia de DARPA realmente implicaba, o cómo las oficinas se organizaron. Ella pretende convencernos de que «la clave es que el Estado empresario sirve como un líder «(Mazzucato 2013: 79), pero esto es señalado pero no explicado.

El argumento principal para tal afirmación parece estar en que DARPA es ampliamente reconocida como «inventora» de la Internet. La cuestión clave aquí, radica en la intencionalidad detrás de las innovaciones. ¿Imaginó el gobierno americano alguna vez algo similar a lo que resultó ser la Internet comercial?

No se puede negar que el gobierno federal apoyó a universidades para desarrollar las ideas y el hardware de que se formaron los componentes básicos de Internet, tales como el (protocolo de transferencia de archivos FTP) y estándares TCP/IP (Transmission Control Protocol / Internet Protocol). La idea fundamental detrás de la Internet es la de «Conmutación de paquetes», un método de comunicaciones de redes digitales en que se transmiten datos en bloques de tamaño adecuado, llamados paquetes. Este concepto fue desarrollado por dos investigadores del MIT, Joseph Carl Robnett Licklider y Leonard Kleinrock, quienes finalmente trabajaron en ARPANET, la red que se convirtió en la base de la Internet. Desde la perspectiva actual, tal vez DARPA simplemente escogió a las personas adecuadas para el trabajo (Chandler 2005: 170).

También vale la pena recordar que el router TCI/IP fue desarrollado (para ARPANET) por una empresa privada, Cisco (Chandler 2005:172), mientras que las fibras ópticas que hicieron posible que Internet llegara a millones de casas fueron desarrollados por Corning Glass Works, otra empresa privada. Otros dos puntos que no deben pasarse por alto:las subvenciones del gobierno que supuestamente llevaron a la invención de la Internet eran esencialmente los gastos de defensa, y las subvenciones fueron canalizados a través del sistema universitario de EE.UU.”

Cómo medir la desigualdad: entendamos que nos pueden decir el índice de Gini y la curva de Lorenz

Muy interesante estudio de Ignacio Moncada y Juan Ramón Rallo sobre la desigualdad en España, publicado por el Instituto Juan de Mariana: La desigualdad en España: ¿Realmente es España uno de los países más desiguales de Europa?, pero que trata temas generales, aplicables a cualquier país: https://www.juandemariana.org/investigacion/archivo-de-publicaciones/mitos-y-realidades-sobre-la-desigualdad-en-espana

¿CÓMO SE MIDE LA DESIGUALDAD?

El índice Gini y la curva de Lorenz

El índice Gini es tal vez la métrica más utilizada para medir la desigualdad de riqueza, renta y consumo, denominada así por haber sido desarrollada por el sociólogo italiano Corrado Gini. La razón es que es un índice estadístico que sintetiza toda la información de la distribución poblacional de la variable a estudiar y permite hacer comparaciones entre países de forma sencilla y compacta. Sin embargo, autores como Thomas Piketty señalan que su principal inconveniente es que sintetiza en exceso toda la información en una sola cifra y por tanto no proporciona una información demasiado intuitiva. Por ello es interesante pararse a comprender qué es lo que el índice de Gini está midiendo realmente.

Para entender el significado del índice de Gini, es preciso primero entender la curva de Lorenz, desarrollada por el economista estadounidense Max O. Lorenz. La curva de Lorenz es la representación gráfica en la que se relaciona el porcentaje de riqueza, renta o consumo total (eje de ordenadas) que posee o disfruta el X% más pobre del país (eje de abscisas).

Por ejemplo, el punto en la curva de Lorenz correspondiente al 50% sobre el eje horizontal nos indica el porcentaje de la riqueza, renta o consumo que acumula el 50% más pobre de la población.

Curva Lorenz

La curva de Lorenz, obviamente, siempre pasa por el punto (0%,0%) y por el (100%,100%): el 0% más pobre del país siempre tiene el 0% de la riqueza, renta o consumo total; y el 100% más pobre de la población (es decir, la totalidad de la población), siempre tiene el 100% de la riqueza, renta o consumo total. La recta que une el punto (0%,0%) y el (100%,100%), y que forma 45 grados, se denomina Recta de Igualdad. Dicha recta sería la forma que adquiriría la curva de Lorenz si todos los hogares o individuos tuvieran exactamente la misma riqueza, renta o consumo. El extremo opuesto, formado por el eje de abscisas inferior y el eje de ordenadas del lado derecho, representa el caso en el que sólo un hogar posee toda la riqueza, renta o consumo, mientras el resto de la población no percibe nada. La curva de Lorenz casi siempre estará entre estas dos situaciones extremas, con la posible excepción de distribuciones que toman valores negativos en su tramo inferior, como en el caso de las distribuciones de riqueza.

El coeficiente o índice de Gini puede expresarse de forma matemática a partir de la curva de Lorenz a través de la siguiente ecuación, en la que X representa la proporción acumulada de la variable población, e Y representa la proporción acumulada de la variable riqueza, renta o consumo (en función de lo que se pretenda medir). Sin embargo, aunque esta formulación matemática resulta útil a la hora de realizar las mediciones, a la hora de interpretar los datos es preferible disponer de una definición más intuitiva, visual y fácil de comprender. Para ello, es más práctico entender que el índice Gini representa la ratio del área entre la Recta de Igualdad y la curva de Lorenz (denominada A en la figura anterior) sobre el área total bajo la Recta de Igualdad. Por tanto, el índice de Gini podría definirse de forma sencilla a partir de la figura anterior como: El índice de Gini se mueve en un rango entre 0 (situación en la que todos los hogares o individuos tienen exactamente la misma riqueza, renta o consumo, y por tanto la curva de Lorenz coincide con la Recta de Igualdad) y 1 (situación de máxima desigualdad, en la que solo un individuo u hogar posee o percibe toda la riqueza, renta o consumo, mientras el resto no tiene nada). En teoría, el índice de Gini podría ser superior a 1 para los casos en los que capas muy extensas de la población tengan riqueza neta negativa, pero en la práctica no ocurre.

Algo para aprender: Irlanda salió de la crisis del 2008 y es un centro de inversiones tecnológicas

El Instituto Libertad y Desarrollo, de Chile, publica “Economía Internacional al Instante” que en su Nº 847 presenta un informe sobre Irlanda, el cual resulta de interés para países latinoamericanos que han de realizar reformas para poner sus economías en orden: http://www.lyd.org/lyd/EII/EII847Irlanda04032016.pdf

Al respecto, dice el Informe:

Irlanda no se vio tan afectada como otros países durante la crisis de 2008. Sorprendentemente sólo se mantuvo en recesión durante dos años, para luego dar cabida a una rápida y sostenida recuperación que se mantiene hasta hoy en día. En 2014 el tigre celta sorprendió con un crecimiento de 5,2%, el cual se explica principalmente por un crecimiento de 11% en la inversión ese mismo año. Sin embargo, la desaceleración mundial y la no tan auspiciosa recuperación de la Zona Euro explican la disminución en el crecimiento con respecto a 2014, obteniendo un 3,4% el año 2015. Bajo los factores anteriormente mencionados, se mantiene una proyección en torno al 3,2% para el año 2016, la cual sigue siendo una tasa de crecimiento elevada para la Zona Euro.

En cuanto a consumo privado, no hubo crecimiento por seis años seguidos, en 2014 comienza una leve recuperación, para luego fortalecerse 2015, con una expectativa de 2% y proyecciones en torno al 2% para 2016. La demanda interna junto a la inversión ha contribuido para mejorar el crecimiento del PIB desde 2013. Para la demanda interna se espera una leve desaceleración de las cifras en 2015 y 2016, con un crecimiento en torno al 3% y 2,5%, respectivamente.

La inversión total sufrió una importantísima caída desde la crisis. En 2006 alcanzaba niveles por sobre el 30% del PIB. Cinco años después, en 2011, esta cifra no superaba el 17,7%, habiendo sufrido una de las mayores caídas de inversión privada desde la Gran Depresión. El año 2014 la inversión alcanzó el 20,3% del PIB, y se espera que para los años 2015 y 2016 se encumbre hacia 20,8% y 21,6%, según cifras del FMI, lo cual apoya las expectativas positivas de crecimiento.

Irlanda ha logrado enfrentar las consecuencias de la crisis con perseverancia y buenas políticas públicas. El costo para el gobierno del Primer Ministro, Enda Kenny, fue altísimo, puesto que debió impulsar un importante recorte de sueldos en el sector público y aumentar la deuda pública del país seis veces para rescatar al sistema financiero. En la actualidad la ciudadanía y los inversionistas han recuperado la confianza en la conducción política y económica del país.

Quizás el aspecto más paradigmático en esta materia sea el nuevo impulso que se ha llevado adelante en materia de inversión tecnológica. Lo que partió como un incentivo tributario al ahorro, se ha trasformado ahora en un motor del crecimiento. Empresas como Google, Apple o Microsoft tienen sus oficinas centrales para Europa ubicadas en Irlanda, lo que se ha traducido en un aumento del 65% del volumen de negocios de las empresas irlandesas durante 2014, y lo más destacable de todo, un 70% de las pymes también lo ha hecho. La inversión tecnológica en Irlanda desde EE.UU. es cinco veces mayor al promedio de otros países europeos.

El aumento de la presencia de la industria tecnológica tiene dos motivos. Por una parte, la claridad de las reglas del juego y una institucionalidad confiable, sumado a una tasa efectiva de impuestos del 11,8%. En segundo lugar, la alta calidad del capital humano disponible, con amplias brechas de capacidad debido al desempleo que generó la crisis. De esta forma, Irlanda es hoy el segundo mayor exportador de software del mundo, y aloja nueve de las diez farmacéuticas más grandes. El país está catalogado dentro de los mejores lugares para hacer negocios del mundo.”

FIEL y la regulación de los servicios públicos en las últimas décadas: ¿privatización o estatización?

Se ha dado a conocer en estos días, el que debe ser el estudio más profundo y comprehensivo sobre el estado de los servicios públicos en la Argentina. Es una publicación de FIEL (www.fiel.org.ar) y su autor es Santiago Urbiztondo, seguramente el economista argentino con más conocimiento sobre esta área específica. El título del trabajo es “La regulación de los servicios públicos en Argentina, 2003-2015: Lógica y balance de tres períodos presidenciales bajo un mismo signo político”. El documento aparece comentado en el Boletín de FIEL, donde hay también un link para acceder a él: http://www.fiel.org/publicaciones/FIEL_NEWS/FIEL_NEWS_1457643014018.pdf

Ahora bien, más que el análisis puntual de lo ocurrido, me interesaría discutir sus fundamentos. Comienza la introducción con este párrafo:

“La historia económica argentina reciente está caracterizada por la aplicación de criterios regulatorios contradictorios a lo largo del tiempo, que han ganado adeptos en dos categorías relativamente extremas en relación a cuál es la forma en que el Estado debe intervenir en el funcionamiento del proceso económico. Las opciones del Estado omnisciente (interventor) y el Estado ausente (“laissez faire”) han contado con distinto grado de apoyo en distintos contextos históricos –económicos, políticos y culturales–, típicamente en base a argumentos superficiales o primordialmente ideológicos. Sin embargo, el análisis económico marca claramente que el debate en torno a cómo puede y debe intervenir el Estado en la economía es central para adoptar una posición más o menos cercana a alguno de esos extremos, y que ésta no tiene porqué ser la misma en distintos ámbitos o aplicaciones: la consistencia en el análisis económico no necesariamente conduce a recomendar la privatización o la estatización de todas las empresas de servicios públicos en cualquier circunstancia, sino –casi seguramente– a adaptar la recomendación al contexto específico en que se vaya a aplicar; puede que lo más apropiado sea privatizar, o por el contrario estatizar, una misma empresa o servicio en distintas circunstancias históricas, puede ser conveniente privatizar una empresa y estatizar otra en un mismo contexto histórico, etc.”

Hay muchas cosas que algunos querrán discutir, tales como si hubo alguna instancia de “Estado ausente” en los 90s y si se puede caracterizar esos años como de ‘laissez faire’’. No es lo que más me interesa sino la mención a que el problema que plantea la provisión de servicios públicos sería meramente “contingente”; esto es, sujeto a las circunstancias de tiempo y lugar, las que podrían indicar una cosa en un momento, y otra cosa en otro.

En el fondo, este argumento implica que la teoría económica no tiene nada que decir, o tiene poco. Siendo que las circunstancias son determinantes, en realidad todo el análisis termina siendo histórico. Esto recuerda el debate de Carl Menger con los historicistas alemanes, quienes presentaban un punto similar y despreciaban la teoría.

Sin embargo, esto no es así en este caso. El trabajo presenta una teoría, ya que no habría otra forma de interpretar la realidad que a la luz de ella y hace énfasis en la claridad de los contratos que guíen la conducta de empresarios, en el sector privado, o funcionarios, en el público. El punto que voy a presentar aquí es que esa teoría está incompleta, y que, de completarse, puede resolver el tema del primer párrafo, determinando teóricamente la superioridad de un arreglo institucional (el mercado libre) sobre otro (el mercado regulado).

Al respecto dice:

“En tal sentido, si bien la cuestión sobre la provisión pública o privada de servicios públicos de infraestructura (energía, transporte público, saneamiento, telecomunicaciones) ha motivado fuertes debates académicos y políticos en los países occidentales, la discusión dicotómica generalizada es inevitablemente superficial y errónea. Tanto bajo la provisión pública como la provisión privada de servicios públicos, siempre intervienen seres humanos –agentes económicos privados por definición al ser individuos libres– que están sujetos a contratos de distinta naturaleza que moldean sus incentivos y provocan distintas conductas y por ende distintos resultados. Por lo tanto, es en el análisis de esos contratos e incentivos donde debe juzgarse la calidad de cada modelo específico, llámense de provisión pública o de provisión privada. En esta materia, los fracasos de la provisión privada no dejan de ser fracasos del Estado, de igual forma que los fracasos del Estado no dejan de ser  responsabilidad de toda la ciudadanía, y en particular de los agentes económicos (privados) intervinientes.”

Pero no es solamente en los contratos e incentivos con lo que debemos juzgar la calidad de cada modelo. Además de eso hay que considerar la generación y uso de conocimiento. Este es un tema que se planteó por primera en el debate sobre el cálculo económico en el socialismo y que luego desarrollara Hayek en su famoso artículo “El uso del conocimiento en la sociedad”.

En esencia, el problema del planificador, y del regulador de servicios públicos, además de los incentivos es la falta de información y conocimiento, ante la inexistencia de precios. Ante tales circunstancias (habría que desarrollar este tema mucho más, pero no hay espacio aquí), el mercado genera y utiliza mucho más el conocimiento que se encuentra disperso entre todos los participantes en el mercado, conocimiento que es, sobre todo, de las circunstancias de ‘tiempo y lugar’, que no pueden transmitirse formalmente. Mientras tanto, el regulador sólo cuenta con conocimiento de tipo ‘técnico’, pero alejado de las preferencias de los dueños de los recursos y de los consumidores. Esto, y no es ideología, es lo que permite afirmar la superioridad de la asignación de recursos a través del mercado por sobre la asignación vía regulación.

¿Cómo se mide la desigualdad? El porcentaje de riqueza, renta o consumo de los más ricos y pobres

Muy interesante estudio de Ignacio Moncada y Juan Ramón Rallo sobre la desigualdad en España, publicado por el Instituto Juan de Mariana: La desigualdad en España: ¿Realmente es España uno de los países más desiguales de Europa?, pero que trata temas generales, aplicables a cualquier país: https://www.juandemariana.org/investigacion/archivo-de-publicaciones/mitos-y-realidades-sobre-la-desigualdad-en-espana

¿CÓMO SE MIDE LA DESIGUALDAD?

A continuación, se expone un breve resumen de las principales métricas que se van a utilizar para representar y comparar la desigualdad.

Porcentaje de riqueza, renta o consumo del X% más rico

Una de las métricas más sencillas para representar la desigualdad es expresar el porcentaje de la variable a estudiar, sea ésta riqueza, renta o consumo, que posee o percibe un cuantil determinado de la población. Por ejemplo, en el estudio de la desigualdad en la riqueza, es muy habitual la medida de la concentración de la riqueza total que está en manos del 10% más rico del país analizado. Esta métrica es la favorita de autores como Thomas Piketty, cuya obra El Capital en el Siglo XXI se basa en la comparativa temporal de esta magnitud.

Según Piketty esta forma de medir la desigualdad, al estar expresada en porcentajes de unidades monetarias, es más fácil de interpretar que los coeficientes estadísticos artificiales como el índice Gini. Esta forma de medir la desigualdad, añade Piketty, “permite que tengamos una comprensión más concreta y visceral de la desigualdad social” (Piketty, 2014).

Sin embargo, este método de medición de la desigualdad también tiene inconvenientes. Uno de los principales es que no tiene en cuenta cuál es la distribución de desigualdad de la variable estudiada a lo largo de toda la población. Si el estudio se concentra en el comportamiento de la variable en el decil más rico de la sociedad, por ejemplo, no se estarán incorporando los datos de los nueve restantes deciles, obteniendo una imagen muy incompleta de la distribución de la variable en toda la población. Este inconveniente puede superarse proporcionando las distribuciones completas para cada decil, quintil o cuartil. Sin embargo, con las distribuciones completas, la comparación de los datos entre países se vuelve difícil y engorrosa. Al final,  terminan seleccionándose para la comparación las medidas para unos pocos percentiles seleccionados de forma arbitraria, facilitando la manipulación de las conclusiones a extraer. Por ello el uso de índices sintéticos como el de Gini, que se explicará más adelante, está más extendida en la comunidad científica.

Ratio de riqueza, renta o consumo del X% más rico y el Y% más pobre

Otra medida similar a la anterior es la ratio entre el porcentaje de riqueza, renta o consumo que posee o percibe el X% más rico y el Y% más pobre de la población. En ocasiones X e Y son iguales. Por ejemplo, una de las medidas más usadas para representar la desigualdad de la renta es la ratio 20:20, es decir, la renta disfrutada por el 20% más rico del país dividida por la renta disfrutada por el 20% más pobre.

Esta métrica revela cuánta más renta disfruta el quintil que más renta percibe comparado con el que menos renta obtiene. En el caso del estudio de la distribución de la riqueza no suele usarse la ratio 20:20, puesto que es habitual que el 20% más pobre de un país tenga una riqueza neta negativa, es decir, que tengan deudas por un valor superior al valor de sus activos. Ésta es la situación, por ejemplo, de muchos jóvenes que se endeudan para cursar estudios universitarios o de postgrado, de los que esperan extraer rendimientos futuros en forma de rentas más altas. Por ese motivo, es mucho más habitual usar la ratio 20:80, es decir, comparar la riqueza en manos del quintil más rico de la sociedad con el del restante 80%.

Las ventajas y desventajas de usar esta métrica para representar y comparar la desigualdad de riqueza, renta y consumo son similares a las vistas para el porcentaje de riqueza, renta o consumo del X% más rico del país. Por un lado, son métricas sencillas de usar y de interpretar; pero por otro, no suelen tener en cuenta todos los datos de la distribución, son incompletas y se prestan a la arbitrariedad de elegir los cuantiles más convenientes

Silicon Valley: el aporte de los inmigrantes y la baja productividad de la economía norteamericana

En un trabajo publicado por el Cato Institute, Brink Lindsey considera las causas de la baja productividad que muestra la economía norteamericana en las últimas décadas, atribuyéndole el hecho en buena medida a regulaciones retrógradas, entre las cuales considera especialmente a: beneficios monopolísticos excesivos brindados por las normas de patentes y derechos de autor; restricciones a la inmigración, protección de servicios y licencias profesionales y escasez generada por las normas de uso del suelo y edificación: http://www.cato.org/publications/white-paper/low-hanging-fruit-guarded-dragons-reforming-regressive-regulation-boost-us

En particular, sobre la inmigración, y luego de haber planteado los beneficios que genera el ingreso de trabajadores con baja calificación, considera lo que ocurre con los más preparados:

“Admitiendo más de la mayoría de los trabajadores con talento y productivos del mundo en la mano de obra americana es una inequívoca mejora, no sólo para la producción agregada, sino también para la productividad y por lo tanto el PIB per cápita.

En particular, existe abundante evidencia que tales inmigrantes son desproporcionadamente emprendedores e innovadores. En un estudio realizado en 1999, Anna Lee Saxenian documenta el extraordinario papel de los inmigrantes en el ascenso del Silicon Valley. A partir de 1990, los trabajadores nacidos en el extranjero constituyeron hasta un tercio de los científicos e ingenieros en las industrias de tecnología de Silicon Valley. (Notar que, en 1990 las personas nacidas en el extranjero eran un 7,9 por ciento de la población total de EE.UU.).

Casi dos tercios de estos trabajadores llegaron de Asia, y la mayoría eran indios o chinos. Estos trabajadores eran muy educados: 32 por ciento de los indios y el 23 por ciento de los chinos trabajando en el Valley tenían grados avanzados, en comparación con sólo el 11 por ciento de los nacidos en el país. Además, los trabajadores nacidos en el extranjero, no solamente trabajaban como profesionales y directivos: ellos también eran desproporcionadamente quienes creaban  y dirigían nuevas empresas de alta tecnología.

A partir de 1998, el 24 por ciento las empresas de tecnología de Silicon Valley fundada desde 1980 tenían un director general que era de origen indio o chino. (Téngase en cuenta que los inmigrantes constituyeron 11.1 por ciento de la población en el 2000.)

Desde el innovador estudio de Saxenian, ella y otros investigadores han ampliado sus hallazgos yendo más allá de los confines de Silicon Valley. En 2007, Saxenian junto con sus co-autores examinaron una muestra grande de las empresas de ingeniería y tecnología fundadas entre 1995 y 2005. Encontraron que el 25,3 por ciento de estas empresas tenían al menos un fundador nacido en el extranjero. Aquellas empresas fundadas en el transcurso de una década mostraban ventas totales de $ 52.000 millones en 2005 y empleaban cerca de 450.000 trabajadores. En un estudio posterior sobre esos inmigrantes fundadores, Saxenian y coautores documentaron cuan altamente educados que son: 96 por ciento tienen licenciatura y 74 por ciento tienen un título de maestría o PhD. Otro estudio de seguimiento por Saxenian, Vivek Wadhwa, y Daniel Siciliano analizando firmas de alta tecnología fundadas entre 2006 y 2012 y encontró que el 24,3 por ciento de ellas tenían al menos un fundador que era inmigrante.

Mientras tanto, en un par de estudios encargados por la Asociación Nacional de Capital de Riesgo y publicados en 2006 y 2013, Stuart Anderson, de la Fundación Nacional para la Política Americana examinó las empresas de venture capital financiadas por capital público. Para las empresas que salieron a bolsa entre 1990 y 2005, Anderson determinó que el 25 por ciento de estas empresas innovadoras ha tenido al menos un fundador inmigrante; y para las empresas que salieron a bolsa entre 2006 y 2012, la proporción de uno de los fundadores nacidos en el extranjero fue de un tercio. (Téngase en cuenta que los inmigrantes eran un 12,9 por ciento de la población norteamericana en el año 2010.)