Angus Deaton comenta «El Gran Salto Adelante» de Mao, que fue un terrible salto para atrás en China

En su libro “The Great Escape”, el último premio Nobel de Economía, Angus Deaton, analiza los procesos de crecimiento económico que permitieron a millones de personas dejar atrás la pobreza, en general, en economías de mercado capitalistas. Ya casi no existen las hambrunas ocasionadas por catástrofes naturales y las poca que hubo en el siglo XX fueron causadas por el Estado. Aquí analiza una de ellas, “El Gran Salto Adelante”, impulsado por Mao en China:

“Mao Zedong y sus camaradas estaban decididos a mostrar la superioridad del comunismo, alcanzando rápidamente los niveles de producción de Rusia y Gran Bretaña, y estableciendo el liderazgo de Mao en el mundo comunista. Se establecieron estrafalarios objetivos de producción para abastecer las necesidades de alimentos de las ciudades industriales en rápido crecimiento y para obtener divisas con las exportaciones de alimentos. Bajo el sistema totalitario establecido por el Partido Comunista de China, las comunas rurales competían entre sí para exagerar su producción, inflando aún más las cuotas que ya eran inalcanzables y dejando nada a la gente para comer. Al mismo tiempo, el Partido generó un caos en el campo ordenando que toda la tierra privada fuera convertida en comunas, confiscando la propiedad privada e incluso los utensilios de cocina privados, y forzando a la gente a comer en cocinas comunales. Dados los enormes aumentos en la producción que se esperaban, se desvió a trabajadores rurales hacia obras públicas y fábricas rurales de acero, muchas de las cuales no produjeron nada. Las drásticas restricciones a los viajes y la comunicación impidieron que se corriera la voz, y las penalidades para los disidentes eran claras; se había ejecutado ya a 750.000 personas en 1950-51 (en estos años tempranos de la revolución la gente todavía confiaba en el Partido).

Mao

Cuando Mao supo de los desastres (aunque no probablemente de su escala real), duplicó la apuesta con las políticas, purgando a los mensajeros, etiquetándolos como “desviacionistas de derecha”, y culpando a los campesinos de acaparar alimentos en secreto. Haber hecho otra cosa y admitir el error del Gran Salto Adelante hubiera puesto en peligro la propia posición de liderazgo de Mao, quien estaba dispuesto a sacrificar a decenas de millones de sus compatriotas para impedirlo. Si Mao hubiera revertido el curso cuando la magnitud de la hambruna masiva se hizo evidente, hubiera durado un solo año, y en todo caso había más que suficiente granos en los depósitos del gobierno para evitar que cualquiera se muriera de hambre.

Según diversos relatos, la expectativa de vida en China que era cercana a los 50 años en 1958, cayó a menos de 30 en 1960; cinco años después, cuando Mao había frenado las matanzas, había subido a unos 55. Casi un tercio de los nacidos durante el Gran Salto Adelante no lo sobrevivieron. A veces nos cuesta identificar los beneficios de las políticas, o aun de convencernos que ciertas políticas dan resultados. Sin embargo, los resultados catastróficos de las malas políticas son demasiado obvios, como lo muestra el Gran Salto Adelante. Aun en ausencia de guerras o epidemias, las malas políticas en un sistema totalitario causaron decenas de millones de muertos. Por supuesto, hay malas políticas todo el tiempo sin que causen muertos. El problema en China es que se tardó tanto en revertir la política por el sistema totalitario y la falta de mecanismos para que Mao cambie de rumbo. El sistema político en China hoy no es tan diferente del que Mao creó; lo que es diferente es el flujo de información. A pesar de un control estatal permanente, es difícil creer que una hambruna tal podría ocurrir sin que los líderes chinos, y el resto del mundo, lo sepan rápidamente. Si el resto del mundo podría ayudar hoy más de lo que pudo entonces, no está claro.”

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