Un debate sobre los faros que en verdad es un debate acerca del papel del Estado en la sociedad

Con los alumnos de la materia Historia del Pensamiento Econ]omico y Social, vemos a Samuelson y a Coase en un debate central. Es sobre los faros, pero en verdad sobre los bienes públicos y el papel del Estado.

En cuanto a la provisión de bienes públicos, la respuesta casi inmediata es que deben ser provistos por el Estado, ya que el mercado sería incapaz de hacerlo. El caso típico, presentado por distintos economistas, es el de un faro, en relación con el cual la imposibilidad de excluir a quien no pague, una vez que la luz es emitida, daría como resultado una conducta de free rider, que trataría  de evitar el pago, dado que es imposible evitar que vea la señal de todas formas. El ejemplo aparece en John Stuart Mill, Henry Sidgwick y Alfred C. Pigou, con ese mismo argumento de la “no exclusión”, y reaparece en Paul Samuelson con otro adicional, según el cual no tendría sentido excluir a los que no pagan, ya que no hay congestionamiento en el servicio; es decir, no hay ningún costo extra, si un barco más observa la señal del faro para guiarse. En este caso no solamente sería improbable que el sector privado proveyera los faros, sino que, de poder hacerlo, no sería conveniente, ya que cada barco desincentivado para navegar por dichas aguas debido al pago del peaje por los servicios del faro, representaría una pérdida económica social

Conocida es la respuesta de Coase (1974) a este ejemplo, después de estudiar la historia de los faros en Inglaterra y demostrando que durante varios siglos fueron financiados y administrados por los dueños de barcos y emprendedores privados. Durante varios siglos, en Gran Bretaña, los faros fueron construidos y mantenidos por Trinity House (Inglaterra y Gales), los Comisionados de Faros del Norte (Escocia) y los Comisionados de Faros en Irlanda, cuyo presupuesto provenía del Fondo General de Faros, formado a su vez por los cargos que pagaban los armadores de buques. Esto en cuanto se refiere a los faros que ayudaban a la navegación general, ya que los faros de tipo “local” eran financiados por los puertos, que recuperaban los gastos en que incurrían mediante los cargos que hacían a quienes los utilizaban.

 

Casi todos proponen políticas públicas, pero la coerción no resuelve los problemas

Los políticos argentinos entienden que van a resolver los problemas de la sociedad a través de “políticas públicas”, es decir, medidas que toma el Estado; esto es usando la coerción, que es lo que las distingue de las decisiones que se toman en el mercado. Este paper trata de la coerción: Geloso, Vincent, “The Coercion Bias in Economic Measurement” (January 17, 2023). GMU Working Paper in Economics No. 23-02, Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=432732 4 or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4327324

“¿La coerción mejora el bienestar económico? En términos de narrativas estándar en economía normativa, alguien puede responder afirmativamente usando modelos positivos basados ​​en derechos. En esos modelos, los poderes coercitivos del estado se utilizan para extraer ingresos fiscales que financian la producción de bienes y servicios que los mercados no proporcionarían (por ejemplo, bienes públicos como la defensa nacional o el control de inundaciones que no son rivales ni excluibles o la gestión de externalidades). En este caso, tanto la producción medida como el bienestar deberían aumentar. ¿Qué pasa si los gobernantes aplican una coerción extrema esclavizando a su pueblo, introduciendo la servidumbre u otras instituciones coercitivas? Lo que respondo en este capítulo es que la producción medida (es decir, medida por los datos de las cuentas nacionales) exagera el bienestar bajo coerción extrema. Esto crea lo que yo llamo el “sesgo de la coerción”, en honor a Robert Higgs, que frustra el significado de las medidas económicas. Argumento que este sesgo tiene ramificaciones importantes tanto para los debates históricos como para los debates políticos modernos. Ilustro esa importancia al considerar los debates sobre las consecuencias económicas de la esclavitud en los Estados Unidos durante el período anterior a la guerra y los debates sobre el papel de la libertad económica para estimular el crecimiento económico.”

Provisión voluntaria de bienes públicos: los grupos resuelven la falta de cooperación social

Este tema no es sencillo, vamos a darle una introducción. Según la teoría económica neoclásica hay bienes y servicios que, por sus características, el mercado no llegará a brindar y de allí se concluye que el Estado debe hacerlo. Esta es una de las principales explicaciones, desde la economía, de la intervención estatal. A esos se los denomina bienes públicos.

Hay una enorme cantidad de investigación que muestra casos históricos de provisión voluntaria de bienes públicos, es decir, a través de mecanismos de mercado, donde no es necesaria la compulsión estatal. También hay toda un área de investigación en economía experimental que ha mostrado cómo se resuelven problemas de falta de cooperación (usuarios gratuitos). Este trabajo pertenece al segundo grupo, donde los autores muestran cómo los grupos son más eficaces que los individuos para resolver esa falta de cooperación:

Kenju Kamei de Keio University Tokyo y Katy Tabero de Durham University Business School:, Durham: “The Individual-Team Discontinuity Effect on Institutional Choices: Experimental Evidence in Voluntary Public Goods Provision”: https://ies.keio.ac.jp/upload/DP2022-015_EN.pdf

“Este documento demostró, por primera vez, que los equipos pueden ser más capaces que los individuos para formar instituciones eficientes votando y, por lo tanto, superar el parasitismo en grupos de manera más efectiva. En el experimento, las unidades de toma de decisiones, equipos o individuos, tuvieron la oportunidad de votar para construir un esquema de sanción formal o usar un castigo informal en un dilema de bienes públicos. Los resultados mostraron que los equipos lograron niveles sorprendentemente más altos de contribuciones grupales que los individuos en el juego de los bienes públicos. Los fuertes efectos de la toma de decisiones en equipo fueron impulsados ​​por el uso efectivo de las instituciones sancionadoras por parte de los equipos. Cuando se seleccionó el esquema formal, los equipos votaron para promulgar tasas de sanciones disuasorias con mucha más frecuencia que los individuos. La diferencia en la votación es notable: mientras que la mayoría de las personas en los tratamientos individuales votaron por la tasa de sanción cero, los equipos votaron por las tasas de sanción disuasorias más del 50 % de las veces. Cuando se seleccionó el castigo entre pares, los equipos infligieron castigos costosos con más frecuencia a los contribuyentes bajos que a los individuos. Estos resultados son consistentes con 33 la hipótesis de que «la verdad gana». Esta hipótesis explica que los equipos logran mejores elecciones que los individuos a través de la deliberación y el aprendizaje. Si bien los resultados obtenidos del presente experimento son suficientes”

Resolver el cambio climático es un bien público… y la gente está dispuesta a colaborar voluntariamente

El cambio climático es un hecho, un hecho que ha ocurrido siempre. Ahora puede haber algo más por la acción humana. Pero esto se enfrenta a un serio problema teórico para la teoría económica predominante: de ser así, el cambio climático es un “mal” público que requiere para su solución de un “bien público”, pero éstos han de ser provistos por el Estado y el tema es que no hay un Estado global que pueda imponer ciertas normas y límites. Muchas veces he comentado aquí distintos trabajos sobre la provisión “voluntaria” de bienes públicos y esto es lo que también sucede en este caso a través de la capacidad de adaptación de la gente, y como veremos en este artículo, su voluntad de contribuir a esa solución general, sin importar que otros tengan incentivos a ser free riders.

El artículo al que me refiero es “The economic psychology of climate change: An experimental study on risk preferences and cooperation”, por Sven Grüner, Martin Luther University Halle-Wittenberg: https://econpapers.repec.org/scripts/redir.pf?u=https%3A%2F%2Fosf.io%2Fdownload%2F630cea2980b0d841c7fe8f39%2F;h=repec:osf:osfxxx:jq57n

Sus conclusiones:

“Los fenómenos meteorológicos extremos, la escasez de agua y la pérdida de biodiversidad son algunos de los desafíos globales del cambio climático provocado por el hombre. Estimar con precisión las posibles consecuencias y el diseño (política) medidas, es importante comprender cómo se comportan las personas ante tales desafíos. El objetivo de este artículo era examinar la toma de decisiones cuando la gente piensa en las consecuencias futuras del clima cambio. En nuestro estudio principal, reclutamos agricultores para analizar las preferencias de riesgo y su disposición cooperar. Usando un experimento de intervención de información controlada, encontramos que los agricultores aumentan su voluntad de invertir en activos de riesgo, pero su comportamiento de cooperación no se ve afectado en gran medida.

Para decirlo de otra manera, hay alguna evidencia de que las personas se adaptan a los desafíos y que las preferencias de riesgo no son estrictamente exógenas. A diferencia de estudios previos sobre el suministro de información, nuestros resultados sugieren que las emociones no pueden explicar los comportamientos de los sujetos. Argumentamos que recordar Las consecuencias anticipadas del cambio climático pueden reactivar la memoria de las personas de que las acciones son necesarias y, a su vez, superar los comportamientos habituales (es decir, la inercia). Por el contrario, los estudiantes reaccionan muy emocionalmente para recordarles el cambio climático. Sin embargo, esto no implica comportamiento consecuencias en nuestro estudio experimental. La investigación adicional podría abordar la relación entre ciclos de vida emocional y comportamientos del mundo real.

En nuestro estudio, los agricultores fueron reclutados como un grupo de sujetos que es probable que se vean afectados por las consecuencias del cambio climático. Los cambios sociales provocados por el cambio climático son tan perjudiciales que es probable que afecte a muchos grupos ocupacionales. Estudiarlos queda abierto a investigación futura. Es probable que esta sea una vía fructífera porque, dependiendo de sus objetivos concretos ocupación, las personas pueden actuar en un rol específico. También hay que mencionar que nuestro estudio fue realizado en invierno. Esto podría ser relevante para la toma de decisiones. Tal vez, nuestros hallazgos son una subestimación de lo que se habría encontrado en los meses de verano, cuando las consecuencias del cambio climático son mucho más evidentes. Se requieren estudios de replicación sobre esto.”

No existe un «estado» global: la provisión de bienes públicos a ese nivel ha de ser voluntaria

Una teoría profundamente establecida entre la mayoría de economistas y no economistas es que existen ciertos bienes o servicios, cuyas características hace que no los pueda ofrecer el mercado en cantidades suficientes ya que como no se puede excluir a nadie la provisión se ve afectada por el incentivo a ser “free rider” o usuario gratuito de un servicio sin necesidad de pagarlo. En la teoría se llama a estos bienes “públicos”. Por otro lado, muchos economistas han mostrado cómo el mercado se las arregla para proveer bienes públicos en forma voluntaria, comenzando por un ya famoso artículo de Ronald Coase sobre la provisión privada de faros en Inglaterra.

Bien. Al margen de las discusiones históricas, lo cierto es que si se trata de bienes o servicios “globales” nos encontramos que no existe un estado global que pueda proveerlos, hay que descansar inevitablemente en la cooperación voluntaria, al menos de los más de 200 estados que existen en este mundo.

No es la intención del paper que voy a comentar, pero inevitablemente tiene que terminar proponiendo soluciones cooperativas cuando analiza el futuro del Acuerdo de París. El artículo se titula “Short-run and long-run cooperation in the Paris Agreement”, por Gabriela Mundaca de la Universidad de Delaware: http://www.journals.elsevier.com/journal-of-environmental-economics-and-management

El tema aparece ya en el resumen:

“En un modelo de juegos repetidos, determinamos las condiciones bajo las cuales la cooperación para trabajar hacia un bien público es un resultado de equilibrio entre países desarrollados y en desarrollo en un foro internacional como el Acuerdo de París. Encontramos que el monitoreo, la presión de los pares y las recompensas (financiamiento climático) son cruciales y necesarios para lograr el cumplimiento de los acuerdos realizados y así lograr objetivos comunes deseables e intereses compartidos del Acuerdo de París. Si los países y sus gobiernos están menos preocupados por la reputación de sus países y los efectos del cambio climático en el bienestar, la cooperación continua podría volverse más desafiante.”

Más sobre la provisión privada de bienes públicos: es más factible cuando la gente piensa que forja su rumbo

Siempre sigo los trabajos que exploran la provisión privada de bienes públicos, no importa cuál sea su perspectiva, y en general encuentro que terminan señalando la posibilidad de esa provisión. Estas conclusiones tienen un sentido profundo que no todos esos autores plantean o, tal vez, vean. Es que si la cooperación social voluntaria para la provisión de bienes públicos es posible, es otra forma de decir que el libertarianismo no es una utopía.

EN fin, ahora aparece este paper, titulado “Locus of Control and Prosocial Behavior”, NBER Working Paper No. 30359: http://www.nber.org/papers/w30359

Los autores son: Mark A. Andor RWI – Leibniz Institute for Economic Research ; James Cox Department of Economics Andrew Young School of Policy Studies;Andreas Gerster University of Mannheim; Michael Price Department of Economics, Finance, and Legal Studies The University of Alabama;;Stephan Sommer RWI – Leibniz Institute for Economic Research y Lukas Tomberg RWI – Leibniz Institute for Economic Research

“A partir de Andreoni (1989), una rica literatura se ha propuesto develar los motivos de la provisión privada de bienes públicos. Este trabajo se ha centrado en gran medida en dos motivos distintos: la preocupación por los beneficios para uno mismo (altruismo impuro) y la preocupación por los beneficios para los demás (altruismo puro) y el diseño de estrategias empíricas para desentrañar la importancia relativa de cada uno (Ottoni-Wilhelm et al. ., 2017; Hungerman y Ottoni-Wilhelm, 2021).1 En este artículo, exploramos un posible fundamento psicológico de tales motivos: las creencias del lugar de control (LOC). LOC mide el grado en que un individuo cree que los eventos en su vida están determinados por sus propias acciones (Gatz y Karel, 1993; Rotter, 1966). Específicamente, se considera que las personas que creen que tienen control sobre el resultado de los eventos en sus vidas tienen una LOC interna. Por el contrario, se considera que aquellos que creen que la vida está controlada por el azar o el destino tienen un LOC externo.

Incorporamos la noción de LOC en un modelo de provisión de bienes públicos como ponderaciones que el individuo asigna a los retornos de su propia contribución (altruismo impuro) y las ponderaciones otorgadas a las contribuciones agregadas (altruismo puro). Nuestro enfoque formaliza el trabajo de la psicología social argumentando que es más probable que aquellos con una LOC interna ayuden a otros o actúen de manera respetuosa con el medio ambiente porque creen que tales esfuerzos pueden generar cambios (Midlarsky y Midlarsky, 1973; Trevino y Youngblood, 1990; Bierhoff et al. ., 1991; Bierhoff, 2007).2 Al hacerlo, mostramos cómo la provisión de bienes públicos está directamente relacionada con la medida en que las personas creen que tienen control sobre los eventos que dan forma a sus vidas; es más probable que tales individuos crean que los problemas sociales se pueden resolver a través de la acción y que los beneficios subjetivos de actuar de manera prosocial superan los costos de hacerlo.”

Más sobre la producción privada de bienes públicos. En este caso, energía verde

Las contribuciones a la reducción de emisiones que causa la energía tienen las características de “bien público” (no exclusión y no rivalidad en el consumo) que, según la teoría económica del bienestar, generarían incentivos a ser “free rider” de los esfuerzos de otros y, por lo tanto a una subprovisión de dicho bien, por lo que debería proveerlo el Estado. Hay una larga tradición e historia de casos exitosos de provisión privada de esos bienes públicos. En un paper titulado “Private Provision of Public Goods: Subscription Mechanisms in Voluntary Green Electricity Programs”,  Arnab Mitra del Department of Economics, Portland State University y Michael R. Moore,  School for Environment & Sustainability, University of Michigan, tratan sobre la provision voluntaria de “energía verde”:

Mitra, Arnab and Moore, Michael, Private Provision of Public Goods: Subscription Mechanisms in Voluntary Green Electricity Programs. Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=4143256  or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.4143256

Así comienza:

“Introducción

Casi 1,1 millones de hogares en los Estados Unidos se inscribieron en programas voluntarios de electricidad verde en 2020 (Heeter et al., 2021). Los clientes residenciales pagan primas mensuales para participar en estos programas, y las empresas que ofrecen los programas utilizan este dinero para financiar la generación de electricidad a partir de recursos renovables como la energía solar y eólica. La electricidad verde normalmente desplaza la generación de electricidad a partir de combustibles fósiles. Al desplazar la generación fósil, estos programas proporcionan bienes públicos en forma de reducción de emisiones de dióxido de carbono y otros contaminantes del aire. Los programas de electricidad verde son un escenario rico para estudiar la economía de la provisión privada de bienes públicos ambientales (Kotchen y Moore, 2007).

Desarrollamos un estudio empírico de los tipos comunes de mecanismos de suscripción utilizados para inscribir a clientes residenciales en programas de electricidad verde. Nos basamos en dos líneas de investigación que estudian la provisión individual y agregada de electricidad verde por parte de estos programas. Una línea adopta un enfoque teórico al estudiar los programas de electricidad verde a través de la lente de la provisión privada de un bien público. Kotchen y Moore (2007) y Mitra y Moore (2018) utilizan este lente para estudiar el desempeño, en teoría, de los mecanismos de suscripción comunes para estos programas. Una segunda línea de investigación adopta un enfoque empírico mediante la evaluación de los programas de electricidad verde a nivel nacional en los Estados Unidos. Conte y Jacobsen (2016) y Knapp et al. (2020) analizan conjuntos de datos que incluyen todos esos programas en el país. Fusionamos estos dos enfoques al estudiar el desempeño empírico de los mecanismos de suscripción del programa utilizando un nuevo conjunto de datos sobre 75 programas de electricidad verde en todo el país.

Nos enfocamos en los tres mecanismos de suscripción comunes para la inscripción al programa (Kotchen y Moore, 2007). Los mecanismos son: (i) un mecanismo de donación, denominado Mecanismo de Aporte Voluntario (MCV), que solicita un aporte mensual independiente del consumo eléctrico del hogar; (ii) un mecanismo tarifario en el que el monto de la contribución mensual es una función de una fracción elegida del consumo de electricidad de un hogar y la prima de precio verde del programa, denominado Mecanismo de Tarifa Verde (GTM); y (iii) una variación del GTM en la que la prima del precio verde se cobra sobre el 100 por ciento del consumo de electricidad de un hogar en el mes, denominada Mecanismo de Tarifa Verde Todo o Nada (ANGTM). Además de los tres mecanismos, algunas empresas combinan un VCM con uno de los mecanismos GTM como opción de inscripción; llamamos a esto un mecanismo híbrido (Híbrido).”

El impacto de los conflictos violentos en la cooperación social. El caso de Colombia

En el Discussion Paper No. 176 titulado “Trust, Violence, and Coca”,  July 2022,  Melissa Rubio-Ramos, de la Universidad de Colonia, Alemania, considera el efecto de la violencia en la cooperación social tomando en consideración a Colombia, que ahora ha elegido un presidente que proviene, precisamente, de un grupo guerrillero. El paper no trata sobre este tema coyuntural sino sobre lo siguiente:

“Los conflictos tienen efectos devastadores en el desarrollo económico. Cada año, aproximadamente el 10 % del PIB mundial se gasta en abordar y contener la violencia (IEP, 2019). Además de sus costos directos para la sociedad a través de la destrucción del capital físico y humano, los conflictos también pueden conducir a la desintegración social y política (Collier et al., 2009, Rohner et al., 2013b). También es más probable que ocurran en los países en desarrollo donde, en ausencia de instituciones sólidas, el capital social es crucial para el desarrollo económico. De hecho, un número creciente de estudios muestra que el capital social, medido por la confianza, la participación en organizaciones comunitarias y la cooperación, no solo brinda apoyo en situaciones adversas, sino que también garantiza una provisión más eficiente de bienes públicos, mejores resultados en términos de capacidad fiscal. , la gobernanza, el comercio y la rápida difusión del conocimiento.2 Sin embargo, los efectos de la violencia relacionada con los conflictos en el capital social se han descrito como «los menos comprendidos de todos los impactos de la guerra» (Bauer et al., 2016) y la evidencia es mezclado. Algunos estudios documentan que la exposición a la violencia socava la confianza (Rohner et al., 2013a Cassar et al., 2013),3 mientras que otro grupo de artículos argumenta que la violencia mejora la cooperación local (Bellows & Miguel, 2009; Voors et al., 2012, Bauer y otros (2016)). Sigue siendo un enigma por qué hay casos de efectos negativos y positivos de la violencia en el capital social. Colombia ofrece un escenario ideal para estudiar esta cuestión por varias razones. Primero, este país tiene uno de los niveles más altos de violencia a nivel mundial. Para el período de análisis, la tasa de homicidios fue de 25 por cada 100.000 habitantes. Además, existe una variación sustancial en la violencia a lo largo del tiempo y en todo el país (UNODC, 2009).4 Segundo, Colombia ha recopilado datos sobre medidas de capital social durante tiempos de conflicto, mientras que la mayor parte de la evidencia actualmente disponible se basa en entornos posteriores al conflicto. En tercer lugar, los grupos armados dependen en gran medida de la producción de coca para financiar su lucha, de modo que los impactos exógenos en el mercado colombiano de la coca pueden utilizarse para identificar el efecto de la violencia en el capital social. Estas fuentes exógenas de variación están dadas por la variación transversal de las condiciones ecológicas para el cultivo de coca y los choques en otros países productores de coca. Por lo tanto, puedo combinar datos ricos sobre conflictos con diferentes medidas de capital social, con efectos fijos de ubicación. Finalmente, el conflicto colombiano no está impulsado por polarizaciones basadas en características identificables, como la religión o la etnia, sino que ofrece un escenario unificado, donde es posible distinguir entre enfrentamientos donde los perpetradores pueden o no ser identificados. De hecho, este es un conflicto sin divisiones visiblemente marcadas, y los grupos armados no siempre visten uniformes ni portan armas. En muchos casos, visten ropa de civil, lo que dificulta diferenciar quién pertenece a un grupo armado. Argumento que esta característica particular del conflicto permite estudiar los efectos aparentemente contradictorios del conflicto sobre el capital social presentados en la literatura.”

https://www.econtribute.de/RePEc/ajk/ajkdps/ECONtribute_176_2022.pdf

La provisión y el mantenimiento de servicios de bienes públicos como dos cuestiones diferentes

En el Discussion Paper No. 2022-09 del Centre for Decision Research and Experimental Economics basado en la School of Economics de la University of Nottingham, Simon Gächter, Felix Kölle y Simone Quercia continúan sus investigaciones sobre la provision de bienes públicos, en este caso con un trabajo titulado “Preferences and Perceptions in Provision and Maintenance Public Goods”: https://www.nottingham.ac.uk/cedex/documents/papers/cedex-discussion-paper-2022-09.pdf

Forma parte de una serie de investigaciones que este centro y otros vienen realizando sobre la provisión voluntaria de bienes públicos y la cooperación social. En este caso, el tema que consideran es:

“Estudiamos dos versiones genéricas de los problemas de bienes públicos: en Problemas de provisión, el bien público no existe inicialmente y necesita ser provisto; en Problemas de mantenimiento, el bien público ya existe y necesita ser mantenido. En cinco experimentos de laboratorio y en línea (n=2584), documentamos una fuerte asimetría en las preferencias y percepciones en dos versiones equivalentes a incentivos de estos problemas de bien público. Encontramos menos cooperadores condicionales y más oportunistas en Mantenimiento que en Provisión, una diferencia que es replicable, estable y reflejada en las percepciones de amabilidad. Las preguntas de control incentivadas administradas antes del juego revelan percepciones erróneas específicas del dilema, pero controlarlas no elimina la cooperación condicional dependiente del juego ni las diferencias en la bondad percibida de la cooperación de los demás. Por lo tanto, incluso cuando comparten la misma forma de juego, el mantenimiento y la provisión son dilemas sociales diferentes que requieren análisis de comportamiento separados. A pesar de algunas inconsistencias, una teoría del altruismo revelado se acerca más a la explicación de nuestros resultados.”

Una crítica a la teoría de los bienes públicos y su necesaria provisión por parte del Estado

Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca vemos una visión crítica de la teoría de los bienes públicos y su provisión estatal, considerando el artículo de Hans-Hermann Hoppe «Falacias de la teoría de los bienes públicos y la producción de seguridad»: https://mises.org/es/library/falacias-de-la-teoria-de-los-bienes-publicos-y-la-produccion-de-seguridad

De ese artículo, aquí un párrafo donde comienza a criticar esa teoría:

«Antes de continuar con la presentación y el examen crítico de la teoría de los bienes públicos, investiguemos hasta qué punto resulta útil la distinción entre bienes privados y públicos para ayudar a decidir cuáles deben ser producidos en forma privada y cuáles por el Estado, o con ayuda de éste. Ni siquiera el análisis más superficial podría dejar de señalar que si se utiliza el supuesto criterio de no exclusión, en lugar de encontrar una solución razonable, se originarían grandes dificultades. Por lo menos a primera vista parecería que algunos de los bienes y servicios provistos por el Estado podrían calificarse verdaderamente como bienes públicos, pero no se ve con claridad cuántos de ellos, cuya producción está realmente a cargo de aquél, pueden incluirse en esa categoría. Los ferrocarriles, los servicios postales, los teléfonos, las calles y otros por el estilo, parecen ser bienes cuyo uso puede ser limitado a las personas que los financian, por lo cual se manifiestan como bienes privados. Lo mismo puede decirse sobre muchos aspectos de un bien tan polifacético como la «seguridad»: cualquier cosa pasible de ser asegurada puede calificarse como un bien privado. Con todo, esto no basta, ya que, así como hay un sinnúmero de bienes provistos por el Estado que parecen ser en realidad privados, también existen muchos, producidos en forma privada, que podrían incluirse en la clase de los bienes públicos. Es obvio que mis vecinos pueden disfrutar contemplando los rosales de mi jardín, con lo cual se benefician sin haberme ayudado jamás a cuidarlos. Lo mismo puede decirse de todas las mejoras que yo haya hecho en mi propiedad, que al mismo tiempo han aumentado el valor de las aledañas. La actuación de un músico callejero proporciona placer incluso a aquellos que no depositan una moneda en su gorra. Los pasajeros que viajan conmigo en el ómnibus no me han ayudado a comprar mi desodorante. Y todos aquellos que se relacionan conmigo son beneficiarios de los esfuerzos que he realizado, sin su aporte económico, para convertirme en una persona digna de aprecio. Entonces, todos estos bienes que poseen evidentemente características de bienes públicos —los rosales de mi jardín, las mejoras en mi propiedad, la música callejera, el desodorante, el perfeccionamiento personal—, ¿deben ser provistos por el Estado, o con ayuda de este?»