Fritz Machlup y la verificación empírica de principios generales en economía

Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca, en UCEMA, vemos a un autor poco considerado entre los autores austriacos, Fritz Machlup. Aquí de su artículo “El problema de la verificación en Economía”, Revista Libertas 40 (Mayo 2004)

“Cada uno de nosotros ha estado últimamente tan ocupado con el análisis estadístico de curvas de demanda, de funciones de ahorro, consumo e inversión, de elasticidades y propensiones, que una descripción de estas y similares investigaciones no es realmente necesaria. El problema con la verificación de hipótesis empíricas basadas en análisis estadísticos y econométricos es que la sucesión de estimados sobre la base de nuevos datos ha sido siempre seriamente divergente. Por supuesto, esas variaciones en el tiempo entre las relaciones numéricas no son realmente sorprendentes. Pocos de nosotros han esperado que esas relaciones sean constantes o incluso aproximadamente estables. Así, cuando nuevos datos y nuevos cómputos arrojan estimados revisados de parámetros económicos, no existe manera de decir si las hipótesis previas eran incorrectas o si las cosas han cambiado.

El hecho que las relaciones numéricas descriptas por las hipótesis empíricas pueden estar sujetas a cambios impredecibles altera esencialmente su carácter. Las hipótesis que están estrictamente limitadas al tiempo y al espacio no son “generales” sino “especiales,” o también llamadas proposiciones históricas. Si las relaciones medidas o estimadas en nuestra investigación empírica no son universales sino históricas, el problema de la verificación es completamente diferente. Tan diferente que de acuerdo a las intenciones expresadas en la introducción no deberíamos estar interesados en ellas. Pues nuestro propósito fue discutir la verificación de generalizaciones, no de eventos o circunstancias confinadas a particulares tiempos y lugares. Si todas las proposiciones de la economía fuesen de este tipo, el dictado de la vieja escuela histórica, que la economía no puede contar con “leyes generales” o con una “teoría general,” sería plenamente justificado.

Si una hipótesis acerca de una relación numérica entre dos o más variables fue formulada sobre la base de datos estadísticos cubriendo un período particular, y luego es comparada con datos de un período diferente, esa comparación podría contarse como verificación sólo si la hipótesis hubiese sido formulada como una de carácter universal, es decir, si la relación medida o estimada hubiese sido considerada como constante. En la ausencia de tales expectativas, el test por un “acierto” continuo (entre hipótesis y nuevos dato) es simplemente una comparación entre dos situaciones históricas, un intento de encontrar si las particulares relaciones eran estables o cambiantes. Una verificación genuina de hipótesis previamente formuladas acerca de un período dado requiere de una comparación con datos adicionales del mismo período, para así evaluar si las observaciones previas y su descripción numérica fueron o no precisas. En breve, una proposición histórica sólo puede ser verificada por nuevos datos acerca de la situación histórica a la cual refiere. Esto es así también para proposiciones geográficas y comparaciones entre distintas áreas.

Sin embargo, aunque las “estructuras” cambiantes estimadas por la econometría y la estadística no son más que proposiciones históricas, pueden existir límites en sus variaciones. Por ejemplo, seguramente podemos generalizar que la propensión marginal a consumir no puede ser en el largo plazo mayor que la unidad, o que la elasticidad de la demanda para ciertos tipos de exportación de cierto tipo de países no será en el largo plazo menor que la unidad. Proposiciones sobre límites definitivos en la variación de proposiciones especiales o históricas son de nuevo hipótesis generales. Estas no son estrictamente empíricas sino universales, en el sentido de ser deducibles de generalizaciones de alto nivel en el sistema teórico de la economía. Los varios estimados sucesivos de estructuras cambiantes pueden ser considerados como verificaciones de hipótesis generales, de acuerdo a las cuales ciertos parámetros o coeficientes deben estar dentro de ciertos límites. Debido a que estos límites son usualmente bastante amplios, la verificación no será por supuesto de la rigurosa manera en que lo es en las ciencias físicas, con sus constantes numéricas y estrechos márgenes de error.

Pero ni esto ni ninguna otra cosa que se ha dicho en este artículo debería ser interpretado como un intento de desanimar el testeo empírico en economía. Por el contrario, la conciencia de los límites de la verificación debería tanto prevenir de las desilusiones como presentar desafíos al trabajador empírico. Él debe ponerse a la altura de ellos, y proceder con inteligencia y fervor mediante cualquiera de las técnicas que se hallen disponibles.”

Mises en Acción Humana sobre los precios y la competencia

    • Con los alumnos de Ucema, Escuela Austriaca, vemos a Ludwig von Mises en “Acción Humana”, considerando el tema de los precios, su formación, la competencia en los mercados y las distorsiones de precios que pudieran existir ante la existencia de monopolios. Aquí algunos de sus comentarios:

“Suele hablarse de competencia imperfecta o monopolística cuando las mercancías ofrecidas por los diferentes productores y vendedores, si bien del mismo género, son dispares entre sí. Con arreglo a tal sistemática, la inmensa mayoría de los bienes de consumo caería en la categoría de bienes monopolizados. Lo único, sin embargo, que interesa, al abordar el problema de la determinación de los precios, es lo referente a si el vendedor se halla capacitado para explotar dicha disparidad y, mediante deliberada restricción de la oferta, incrementar sus ingresos netos. Sólo cuando ello es posible y efectivamente se practica surge el precio de monopolio diferenciable del competitivo. Tal vez el vendedor tenga una clientela tan adicta que prefiera comprar en su tienda antes que en las de la competencia, hasta el punto de no abandonarle aun cuando eleve el precio solicitado por encima del de los demás comerciantes.

Para dicho vendedor, el problema estriba en saber si el número de tales clientes llegará a ser lo suficientemente amplio como para compensar aquella reducción de ventas que la abstención de otros adquirentes inexorablemente habrá de provocar. Sólo en tal caso le resultará ventajoso sustituir el precio competitivo por el de monopolio. Gran confusión engendró torcida interpretación de eso que se denomina control de la oferta. Todo fabricante de cualquier bien participa en el control de la oferta de cuantas mercancías se ofrecen en venta. Si el interesado hubiera producido una cantidad mayor de a, habría incrementado la oferta, provocando una tendencia a la baja del precio correspondiente.

Ahora bien, la cuestión estriba en saber por qué el actor no produjo a en mayor cantidad. ¿Procuró acaso, de esta suerte, acomodar su actuación del mejor modo a los deseos de los consumidores, dejando restringida la producción de a exclusivamente a la cuantía p? O, por el contrario, ¿prefirió violentar los mandatos de los consumidores en provecho propio? No produjo más a, en el primer caso, por cuanto el fabricar a en cuantía superior a p habría supuesto detraer escasos factores de producción de otras inversiones que permitían atender necesidades más urgentemente sentidas por los consumidores; no produjo p -+- r, sino sólo p, pues dicho incremento habría reducido o incluso anulado sus ganancias, mientras todavía había otras muchas provechosas aplicaciones en que invertir el capital disponible. En el segundo supuesto, dejó de producir r porque le resultaba más ventajoso no emplear una parte de las existencias de cierto factor específico de producción, m, que monopolizaba.

Si el interesado no gozara de ese monopolio sobre m, habríale resultado imposible derivar ventaja alguna de restringir la producción de a. Sus competidores, ampliando la suya, habrían llenado el vacío, de tal suerte que no hubiera podido aquél exigir precios incrementados. Al analizar supuestos precios de monopolio resulta ineludible buscar cuál sea ese factor m monopolizado. Si no existe, resulta imposible el precio de monopolio. Condición sine qua non para la aparición de los precios de monopolio es que haya cierto bien monopolizado. Si no se detrae del mercado cantidad alguna de dicho bien m, jamás puede el empresario proceder a la sustitución de los precios competitivos por los de monopolio.

El beneficio empresarial no guarda relación alguna con los monopolios. Si al empresario le resulta posible vender a precios de monopolio, su privilegiada situación deriva de que monopoliza el factor m. La específica ganancia monopolística brota de la propiedad de m, no de las actividades típicamente empresariales del interesado. Supongamos que una avería deja a cierta localidad durante varios días sin suministro eléctrico, constriñendo a los vecinos a alumbrarse con velas. El precio de éstas se incrementa hasta $; al precio s la totalidad de las existencias se vende. Los comerciantes en velas cosechan mayores beneficios a base de vender la totalidad de su stock al precio s. Ahora bien, cabe que dichos comerciantes se confabulen y detraigan del mercado una parte de sus existencias, vendiendo el resto a un precio s + t. Mientras s es precio competitivo, s -j- / es precio de monopolio. Sólo esa diferencia entre lo ganado por los comerciantes al vender al precio s + / y lo que hubieran ingresado vendiendo a s constituye el específico beneficio monopolista. Indiferente es la fórmula que efectivamente los interesados apliquen para restringir las existencias puestas a la venta. La destrucción física de parte de las mismas constituye típica sistemática adoptada por los monopolistas. A ella, no hace mucho, recurría el gobierno brasileño quemando grandes cantidades de café. Ahora bien, el mismo efecto cabe conseguir dejando de utilizar una parte de las existencias.”

Los incendios de Corrientes, la ayuda voluntaria y la cooperación social. Ahora interesan a la academia

No es la primera vez que vemos una catástrofe de este tipo: los incendios en la provincia de Corrientes han destruido una cantidad de viviendas, recursos y las expectativas de vida de muchos; tampoco es la primera vez que vemos la inoperancia del Estado al respecto. Claro, está muy ocupado en otras cosas: en cobrar cada vez más impuestos, en regular las actividades productivas de la población, en subsidiar esto o aquello.

Por otro lado, la tragedia mostró nuevamente la enorme solidaridad espontánea de la gente, sobre todo a partir de la increíblemente exitosa colecta organizada por Santi Maratea: https://www.instagram.com/santimaratea/?hl=en

Un paper publicado en Current Opinion in Psychology, Volume 44, April 2022, Pages 124-129, titulado Prosocial behavior and altruism: A review of concepts and definitions, por Stefan Pfattheicherde  y Yngwie Asborjn Nielsen de Aarhus University en Dinamarca e Isabel Thielmann de la Universidad de Koblenz se titula “Prosocial behavior and altruism: A review of concepts and definitions”: https://doi.org/10.1016/j.copsyc.2021.08.021

Comienza así:

“El comportamiento prosocial es una cosa maravillosa. Las personas ayudan a extraños que nunca volverán a ver, donan tiempo y objetos de valor a la caridad y se preocupan intensamente por sus amigos y familiares. En correspondencia con esta ubicuidad, el estudio del comportamiento prosocial ha recibido una atención notable en las últimas décadas (ver Figura 1). En cierto sentido, el estado actual de la investigación sobre el comportamiento prosocial se asemeja a un campo de flores silvestres: por un lado, conlleva una hermosa diversidad en forma y expresión. Por otro lado, el campo está desordenado, salvaje e indómito.”

Y muestra un gráfico con la evolución de trabajos de investigación sobre este tema:

¿Será que la academia está buscando la respuesta a problemas sociales en otro lado? Antes no había otra cosa que el Estado….

¿Por qué la racionalidad es importante? La importancia de las «discusiones» y el debate

Steven Pinker, el reconocido profesor de Harvard, ha publicado el año pasado un libro titulado “Rationality: What It Is, Why It Seems Scarce, Why It Matters”. Este es un tema de fundamental importancia. Aquí, la Heterodox Academy Organization le hace un reportaje sobre el libro y es interesante ver sus respuestas: https://heterodoxacademy.org/hxannouncements/qa-with-steven-pinker-author-of-rationality-what-it-is-why-it-seems-scarce-and-why-it-matters/

Le preguntas, por qué la racionalidad es importante. Así responde:

  1. Primero, la racionalidad es importante para nuestra vida personal. Las personas que siguen modelos normativos y evitan las falacias cognitivas, en promedio tienen menos accidentes y percances, tienen mejores resultados financieros, de salud y de empleo, y tienen menos probabilidades de ser estafados por charlatanes médicos o psíquicos.

En segundo lugar, la racionalidad es importante para el progreso material. En mi libro anterior, Enlightenment Now, mostré que la longevidad, la paz, la prosperidad, la seguridad y la calidad de vida han aumentado con el tiempo. Esto no vino de alguna fuerza mística llamada “progreso” que nos eleva siempre hacia arriba. Provino de desplegar la razón para mejorar el florecimiento humano.

Tercero, la racionalidad es importante para el progreso moral. Cuando investigaba un libro anterior, Los mejores ángeles de nuestra naturaleza, me sorprendió ver cuántas de las grandes mejoras morales de la historia, como la reducción de la persecución religiosa, los castigos crueles, la autocracia, la guerra, la esclavitud y la opresión de las mujeres. y homosexuales, comenzó con una discusión. Un filósofo o activista presentaría argumentos de por qué alguna práctica del día era incompatible con los valores que todos decían tener. Su tratado se distribuiría, traduciría y discutiría en salones, pubs y cafeterías, se extendería a los que estaban en el poder y eventualmente se convertiría en la ley del país. La racionalidad no solo ha inspirado el progreso moral, sino que debería inspirarlo: marca la diferencia entre la fuerza moral y la fuerza bruta, entre marchas por la justicia y linchamientos, entre el progreso humano y romper cosas. Y será necesario para asegurar que el progreso moral continúe: que las prácticas abominables de nuestros días sean vistas por nuestros descendientes como subastas de esclavos y quemas de herejes.

La economía política desde otra perspectiva: cultura, sociabilidad y moralidad

  • Cultura, Sociabilidad y Moralidad 

Paul Dragos Aligica, Ginny Seung Chhoi y Virgil Storr son los editores de este nuevo volumen, titulado Culture, Sociality, and Morality: New Applications of Mainline Political Economy (Rowman & Littlefield International). Estos son sus temas:  

“Los capítulos de este volumen exploran, involucran y amplían los pensadores e ideas clave de las escuelas de economía política de Austria, Virginia y Bloomington. El libro enfatiza la relevancia continua de las contribuciones de estas escuelas de pensamiento a nuestra comprensión de los procesos culturales, sociales, morales e históricos para la investigación interdisciplinaria en las ciencias sociales y las humanidades. Un análisis de la acción humana que deliberadamente la divorcie de los procesos culturales, sociales, morales e históricos limitará (al menos) y (en el peor de los casos) distorsionará nuestra comprensión de los fenómenos humanos. La diversidad en temas y enfoques hará que el volumen sea de interés para los lectores en una variedad de campos, que incluyen antropología, comunicaciones, idiomas y literatura de Asia oriental, economía, derecho, musicología, filosofía y ciencias políticas.”  

https://ppe.mercatus.org/publications/austrian-economics/culture-sociality-and-morality  

La innovación y el uso del conocimiento disperso en las organizaciones

Con los alumnos de UCEMA vemos el capítulo del libro “International Business” de Mason & Dunung donde se trata el tema de la innovación. Quisiera aquí relacionar esto con un artículo clásico de la economía. Se trata de “El Uso del Conocimiento en la Sociedad” de Friedrich A. Hayek, donde el autor sostiene que el principal tema que la economía debe resolver es el de la generación y uso de un conocimiento que nadie posee en su totalidad sino que se encuentra disperso entre todos los participantes en el mercado. Esta información es transmitida esencialmente por el sistema de precios: http://www.hacer.org/pdf/Hayek03.pdf

Este análisis parece aplicarse al funcionamiento de los mercados, pero en verdad se extiende a todo tipo de situación en la cual el conocimiento sea limitado y disperso. Y esto ocurre también en el caso de los recursos humanos y la innovación dentro de las organizaciones, sobre todo ahora que están globalizadas. El problema, similar al planteado por Hayek en su famoso artículo, es conocer dónde está  la capacidad de innovación.

La fertilidad de una teoría económica se muestra cuando luego aparece explicando fenómenos sociales y económicos que aparecen como nuevos y necesitan ser comprendidos. La idea esencial de Hayek aparece,  en la búsqueda de innovación ¿Dentro o fuera de la empresa?

Y si no es el conocimiento que se encuentra “dentro” de la organización, se puede buscar ese conocimiento que se encuentra disperso “fuera”. ¿Pero dónde? Aquí es donde los mercados de conocimiento e innovación permiten alcanzarlo. “Mercados” de innovación son organizados de forma tal que se pueda acceder a quienes tengan la innovación pero no sabemos en verdad dónde están.

Por ejemplo, ¿necesitas alguna innovación? La organización puede conseguirla en estos “mercados”:

Innocentive: http://www.innocentive.com/ ;

NineSigma: http://www.ninesigma.com/ ,

IdeaStorm: http://www.ideastorm.com/

¿Es necesario algún software?

TopCoder: http://www.topcoder.com/

¿Necesito que diseñen mi producto?

Threadless: http://www.threadless.com/

Todos ellos ejemplos en la gestión global de recursos humanos e innovación confirmando la visión que presentara Hayek en su famoso artículo.

Joseph Schumpeter, quien no se consideraba miembro de la EAE, pero desarrolló varios de sus temas

Con los alumnos de la materia Historia del Pensamiento Económico II (Escuela Austriaca), vemos a un autor conocido pero que no se consideraba miembro de esa escuela. Se trata de Joseph Schumpeter. No obstante, sus contribuciones respecto a la función empresarial se ubican fácilmente en el marco de análisis austriaco y no en el neoclásico. No es lo único, también en Capitalismo, Socialismo y Democracia comparte con Mises y Hayek la crítica a la planificación e incluso adelanta algunos de los temas que desarrollarán luego autores del Public Choice. Leemos un texto publicado por el Fraser Institute de Canadá titulado «The Essential Schumpeter», que dice:  

«Durante sus estudios universitarios (en la Universidad de Viena), Schumpeter fue muy influenciado por diversos profesores –incluyendo a Friedrich von Wieser y Eugen von Böhm-Bawerk-, ambos estudiantes con Carl Menger, miembro fundador de la Escuela Austriaca. Ludwig von Mises, uno de los economistas más aclamados en la Escuela Austriaca, era compañero de estudios de Schumpeter en la Universidad de Viena. A diferencia de Mises y muchos contemporáneos en esa universidad, Schumpeter no se consideraba miembro de la Escuela Austriaca de Economía, y se describía como un conservador más que como un ‘austriaco’, en cuanto a la política económica.” 

“Si bien Schumpeter deseaba permanecer en Viena, sus mentores Böhm-Bawerk y von Wieser solo pudieron conseguirle una posición temporaria en la relativamente nueva Universidad de Czernowitz. Mientras estaba allí escribió lo que entonces se consideró un libro que era un descubrimiento sobre el progreso económico, titulado simplemente Teoría del Desarrollo Económico. Por primera vez, Schumpeter introdujo el papel central del emprendedor para explicar el progreso económico. El libro catapultó a Schumpeter a la fama muy rápido.” 

“El renombrado economista de Chicago Jacob Viner alabó el texto de Schumpeter, Historia del Análisis Económico, diciendo…. “por mucho margen es la contribución más constructiva, más original y más erudita y la contribución más brillante sobre la historia de las fases analíticas de nuestra disciplina que jamás se haya hecho. Sin embargo, fue el libro Capitalismo, Socialismo y Democracia, publicado en 1942 el que fuera su trabajo más popular y exitoso. El libro incluye muchos aportes de trabajos previos de Schumpeter pero es el más sucinto, y tal vez el más penetrante, análisis sobre la naturaleza del capitalismo. Schumpeter describe los mecanismos –emprendedores, innovación y reasignación del capital- que impulsan la “incesante” recreación del capitalismo. Es este núcleo dinámico del capitalismo que llevó a Schumpeter s utilizar la frase que mejor captura la singularidad del capitalismo empresarial: “destrucción creativa».  

Hayek sobre el mérito, la igualdad y la justicia social

Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca, de UCEMA, vemos a Hayek sobre el mérito y la justicia social en Los Fundamentos de la Libertad. En ese gran libro uno de los capítulos trata los temas de la igualdad, el valor y el mérito. Así comienza:

“Ha constituido el gran objetivo de la lucha por la libertad conseguir la implantación de la igualdad de todos los seres humanos ante la ley. Esta igualdad ante las normas legales que la coacción estatal hace respetar puede completarse con una similar igualdad de las reglas que los hombres acatan voluntariamente en sus relaciones con sus semejantes. La extensión del principio de igualdad a las reglas de conducta social y moral es la principal expresión de lo que comúnmente denominamos espíritu democrático, y, probablemente, este espíritu es lo que hace más inofensivas las desigualdades que ineludiblemente provoca la libertad.

La igualdad de los preceptos legales generales y de las normas de conducta social es la única   clase de igualdad que conduce a la libertad y que cabe implantar sin destruir la propia libertad. La libertad no solamente nada tiene que ver con cualquier clase de igualdad, sino que incluso produce desigualdades en muchos respectos. Se trata de un resultado necesario que forma parte de la justificación de la libertad individual.

Si el resultado de la libertad individual no demostrase que ciertas formas de vivir tienen más éxito que otras, muchas de las razones en favor de tal libertad se desvanecerían. Las razones en favor de la libertad no exigen que el gobernante trate a todos igualmente, porque se presuma que los hombres son de hecho iguales, ni tampoco porque se pretenda hacerlos iguales. La dialéctica en pro de la libertad no sólo proclama que los individuos son muy diferentes, sino que en gran medida se apoya en dicha presunción; reitera, por lo demás, que las diferencias existentes entre los humanos no pueden servir de justificación cuando el gobernante intenta discriminar coactivamente entre los gobernados, y obstaculiza la implantación de aquel trato diferencial a  que habría de acudir la autoridad si deseara garantizar posiciones iguales en la vida de los individuos que de hecho presentan entre ellos notables diferencias.

Quienes modernamente abogan por una igualdad material de más largo alcance, rechazan constantemente que su pretensión se fundamenta en el supuesto de que todos los mortales, de hecho, sean iguales. Ello no obstante, amplios sectores todavía creen que esta es la principal justificación de tales aspiraciones. Pero nada produce más daño a la pretensión de igualdad de tratamiento que basarla en una presunción tan obviamente falsa como la de la igualdad de hecho de todos los hombres. Basar los argumentos para la igualdad de trato de las minorías nacionales o raciales en el aserto de que no difieren de los restantes hombres es admitir implícitamente que la desigualdad de hecho justificaría un tratamiento desigual y la prueba de que en realidad existen algunas diferencias no tardaría en manifestarse. Es esencial afirmar que se aspira a la igualdad de trato no obstante el hecho cierto de que los hombres son diferentes.”

Juan Bautista Alberdi y la escuela en que se inspiraba la Constitución de 1853: la de Adam Smith

Con los alumnos de la UBA Derecho comenzamos a ver el libro de Juan Bautista Alberdi, “Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina”. En su introducción, Alberdi analiza las distintas escuelas económicas y a cual pertenece la Constitución:

Alberdi 3

“Hay tres elementos que concurren a la formación de las riquezas:

1° Las fuerzas o agentes productores, que son el trabajo, la tierra y el capital.

2° El modo de aplicación de esas fuerzas, que tienen tres fases, la agricultura, el comercio y la industria fabril.

3° Y, por fin, los productos de la aplicación de esas fuerzas.

Sobre cada uno de esos elementos ha surgido la siguiente cuestión, que ha dividido los sistemas económicos: – En e1 interés de la sociedad, ¿vale más la libertad que la regla, o es más fecunda la regla que la libertad? Para el desarrollo de la producción, ¿es mejor que cada uno disponga de su tierra, capital o trabajo a su entera libertad, o vale más que la ley contenga algunas de esas fuerzas y aumente otras? ¿Es preferible que cada uno las aplique a la industria que le diere gana, o conviene más que la ley ensanche la agricultura y restrinja el comercio, o viceversa? ¿Todos los productos deben ser libres, o algunos deben ser excluidos y prohibidos, con miras protectoras?

He ahí la cuestión más grave que contenga la economía política en sus relaciones con el derecho público. Un error de sistema en ese punto es asunto de prosperidad o ruina para un país. La España ha pagado con la pérdida de su población y de su industria el error de su política económica, que resolvió aquellas cuestiones en sentido opuesto a la libertad.

Veamos, ahora, cómo ha sido resuelta esta cuestión por las cuatro principales escuelas en que se divide la economía política.

La escuela mercantil, representada por Colbert, ministro de Luis XIV, que sólo veía la riqueza en el dinero y no admitía otros medios de adquirirla que las manufacturas y el comercio, seguía naturalmente el sistema protector y restrictivo. Colbert formuló y codificó el sistema económico introducido en Europa por Carlos V y Felipe II. Esa escuela, perteneciente a la infancia de la economía, contemporánea del mayor despotismo político en los países de su origen galo-español representa la intervención limitada y despótica de la ley en el ejercicio de la industria.

A esta escuela se aproxima la economía socialista de nuestros días, que ha enseñado y pedido la intervención del Estado en la organización de la industria, sobre bases de un nuevo orden social más favorable a la condición del mayor número. Por motivos y con fines diversos, ellas se dan la mano en su tendencia a limitar la libertad del individuo en la producción, posesión y distribución de la riqueza.

Estas dos escuelas son opuestas a la doctrina económica en que descansa la Constitución argentina.

Enfrente de estas dos escuelas y al lado de la libertad, se halla la escuela llamada physiocrática, representada por Quesnay, y la grande escuela industrial de Adam Smith.

La filosofía europea del siglo XVIII, tan ligada con los orígenes de nuestra revolución de América, dió a la luz la escuela physiocrática o de los economistas, que flaqueó por no conocer más fuente de riqueza que la tierra, pero que tuvo el mérito de profesar la libertad por principio de su política económica, reaccionando contra los monopolios de toda especie. A ella pertenece la fórmula que aconseja a los gobiernos: – dejar hacer, dejar pasar, por toda intervención en la industria.

En medio del ruido de la independencia de América, y en vísperas de la revolución francesa de 1789, Adam Smith proclamó la omnipotencia y la dignidad del trabajo; del trabajo libre, del trabajo en todas sus aplicaciones -agricultura, comercio, fábricas- como el principio esencial de toda riqueza. «Inspirado por la nueva era social, que se abría para ambos mundos (sin sospechado él tal vez, dice Rossi), dando al trabajo su carta de ciudadanía y sus títulos de nobleza, establecía el principio fundamental de la ciencia.» Esta escuela, tan íntima, como se ve, con la revolución de América, por su bandera y por la época de su nacimiento, que a los sesenta años ha tenido por neófito a Roberto Peel en los últimos días de su gloriosa vida, conserva hasta hoy el señorío de la ciencia y el respeto de los más grandes economistas. Su apóstol más lúcido, su expositor más brillante es el famoso Juan Bautista Say, cuyos escritos conservan esa frescura imperecedera que acompaña a los productos del genio.

A esta escuela de libertad pertenece la doctrina económica de la Constitución Argentina, y fuera de ella no se deben buscar comentarios ni medios auxiliares para la sanción del derecho orgánico de esa Constitución.”

¿Qué somos, altruistas o egoístas? El dilema de Adam Smith y la economía experimental

Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico I, de Económicas, UBA, completamos el análisis de las contribuciones de Adam Smith y los escoceses leyendo un artículo de otro Smith, Vernon, premio Nobel de Economía 2002 por sus aportes para el desarrollo de la economía experimental. El artículo se llama “Las dos caras de Adam Smith”:

Vernon Smith - copia

“No es de la benevolencia del carnicero, del cervecero, o del panadero, de quienes debemos esperar nuestra cena, sino de la preocupación de estos por sus propios intereses… Esta división del trabajo no está originada en ninguna sabiduría humana, que anticipa y procura la opulencia a la que da lugar. Lo está en la necesaria, aunque muy lenta y gradual consecuencia, de una cierta propensión que observamos en su naturaleza, que sin buscar esa utilidad generalizada, lo inclina al trueque e intercambio de una cosa por otra”. La riqueza de las naciones, Adam Smith, 1776

“No importa cuán egoísta se suponga al hombre, es evidente que hay ciertos principios en su naturaleza que lo hacen interesarse en la fortuna de los demás, y transforman la felicidad de aquellos en necesaria para él, aunque no obtenga de eso otro placer más que observarla”. La teoría de los sentimientos morales, Adam Smith, 1759

Para Vernon Smith, como para Coase en un post anterior, no hay contradicción y recurre a la antropología y la sicología evolutiva para concluir:

“Sin embargo, estas dos visiones no son inconsistentes si reconocemos como un rasgo distintivo fundamental de los homínidos su propensión universal al intercambio social. Esta propensión se expresa tanto en el intercambio personal en las transacciones sociales en pequeños grupos, como en el comercio impersonal, por medio de extensos mercados de grandes grupos. De esa manera, podemos decir que Smith tenía solo un axioma de comportamiento: “la propensión al trueque e intercambio de una cosa por otra”, donde los objetos de intercambio los interpretaré de tal manera que incluyan no solo bienes, sino también regalos, asistencia y favores, fundados en la simpatía y preocupación por los demás. Esto es, “en la generosidad, humanidad, amabilidad, compasión, amistad y estima” (Smith, 1759).”

“Como se puede observar en los registros etnográficos y en experimentos de laboratorio, ya sea que se intercambien bienes o favores, en ambos casos se producen ganancias, que son las que los seres humanos buscan incesantemente en todas las transacciones sociales. Así, este axioma de Adam Smith, interpretado de manera que incluya el intercambio de bienes y de favores -cuando éste ocurre en distintos instantes del tiempo-, así como el comercio de bienes -cuando éste es efectuado en un instante preciso del tiempo, ya sea por medio del dinero o por medio del trueque por otros bienes-, es suficiente para caracterizar la mayor parte de los emprendimientos sociales y culturales humanos. Esto explica por qué la naturaleza humana parece inducir a las personas a preocuparse simultáneamente de sí misma y de los demás, y permitiría entender el origen y fundamento último de los derechos de propiedad.”

“El derecho de propiedad es una garantía que permite que ciertos actos sean realizados por personas dentro de los marcos definidos por ese derecho. Nosotros automáticamente pensamos en el Estado como el garante contra represalias cuando los titulares del derecho lo ejercen. Pero los derechos de propiedad preceden a los estados-naciones, porque el intercambio social al interior de tribus sin Estado, y el comercio entre estas tribus precede a la revolución agrícola ocurrida hace solo 10.000 años, un mero pestañeo en la escala de tiempo de la emergencia de los humanos. Tanto el intercambio social como el comercio reconocen implícitamente derechos mutuos para actuar que se traducen en lo que normalmente llamamos “derechos de propiedad”. ¿En qué sentido son estos derechos “naturales”? La respuesta, creo, se encuentra en la universalidad, espontaneidad y valor adaptativo evolucionario de la reciprocidad. La reciprocidad en nuestro actuar, que se observa en la conducta humana (y también prominentemente en la de nuestros parientes cercanos, los chimpancés), es el fundamento de nuestro rasgo distintivo como criaturas de intercambio social, intercambio que hemos extendido para incluir el comercio con personas sin parentesco y también con miembros de otras tribus mucho antes que adoptáramos la agricultura y la ganadería como formas de vida.”