Mueren esperando trasplantes de órganos y mientras tanto nos negamos a ponerles precios

Hay temas que son urticantes. Uno de ellos es la compra y venta de órganos humanos. Los economistas han señalado hace tiempo ya, que cuando un bien tiene un precio cero, es decir, es gratis, entonces tendrá una alta demanda y una restringida oferta. Esto parece suceder con los órganos, ya que en todos los países escasean al mismo tiempo que mucha gente se lleva órganos sanos a la tumba. Pero plantear la existencia de un mercado ofende a más de uno.

trasplante

Un trabajo de Julio Elías (Ucema), Nicola Lacetera (Universidad de Toronto) y Mario Macis (John Hopkins University) analiza este tema: “¿Valores sagrados? El efecto de la información sobre las actitudes hacia el pago por órganos humanos”, NBER Working Paper 20866, http://www.nber.org/papers/w20866.pdf

Aquí su resumen:

“Muchas transacciones económicas son prohibidas –aún en ausencia de preocupaciones sobre la salud o la seguridad o externalidades negativas- debido a las preocupaciones éticas que ocasionan estos intercambios, los que son percibidos como ‘repugnantes’ si se realizan a través del mercado. Establecer un sistema de pagos por órganos humanos es un ejemplo particularmente relevante dadas sus implicancias para la salud pública. En casi todos los países estos pagos están prohibidos porque con considerados moralmente inaceptables –una prohibición que las sociedades parecen aceptar a pesar de las largas listas de espera y las altas tasas de mortalidad para las personas que esperan un trasplante. Hemos investigado cuán profundamente se enraízan estas actitudes y, en particular, si proveer información sobre cómo un mecanismo de precios podría aliviar la escasez de órganos puede cambiar la opinión de la gente sobre la legalización de estas transacciones. Realizamos una consulta experimental con 3.147 personas en los Estados Unidos y encontramos que la provisión de información aumenta significativamente el apoyo en favor de pagos por órganos desde una base del 52 al 72%, y este aumento se aplica a los subgrupos más relevantes de la muestra analizada. Otros estudios sobre el apoyo a otras actividades moralmente controversiales muestra que el cambio de actitud en respuestas a la información depende del tipo de actividad en consideración y la interacción con otras creencias.”

Para quienes efectivamente repugnan estas posibles transacciones, el trabajo trae algunos datos:

“Solamente en los Estados Unidos hay más de 120.000 personas en listas de espera para trasplantes de órganos. Cada año se realizan solamente unos 29.000, y unas 10.000 personas mueren esperando un órgano o dejan la lista de espera porque están ya muy enfermos. El período promedio de espera para un trasplante de riñón es de 4,7 años, más de 2,9 más que hace una década. El costo de la escasez de oferta también se muestra en la carga financiera de procedimientos alternativos, tales como la diálisis en el caso de los riñones, que tiene en costo estimado de 250.000 dólares por paciente”.

Muchos se preguntarán cómo podría ser un mercado posible. ¿Acaso los pobres venderían sus órganos para salir de una urgencia económica? Nada de eso. Walter Block señalaba hace tiempo que muy probablemente existiría un sistema de seguros donde la compañía contrataría con sus clientes para que le entregaran sus órganos sanos al morir, sabiendo que también podrían recibirlos en caso de necesidad de otros clientes. Y la empresa no tendría incentivos para matar a sus clientes, la reputación al respecto sería de fundamental importancia para atraerlos en primer lugar. En fin, poco podemos saber sobre cómo desarrollarían los emprendedores un mercado de este tipo, asumiendo una estricta vigencia y respeto del derecho a la vida, la propiedad y los contratos.

 

 

3 pensamientos en “Mueren esperando trasplantes de órganos y mientras tanto nos negamos a ponerles precios

  1. Cruzar este problema con el que tienen millones de pobres o hasta familias acomodadas por la falta de liquidez ante los gastos mortuorios previstos o no, sin duda daría como resultado una sorprendente cantidad de personas dispuestas a dejar en venta sus órganos como forma de recuperar para sus familias el gasto que implican los funerales y disposición final de sus restos. Yo lo haría.

  2. Me resultó interesante y de gran ayuda para comprender el tema planteado un articulo publicado por Ernesto Garzón Valdés, «Algunas consideraciones éticas sobre el trasplante de órganos» (http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/isonomia-revista-de-teoria-y-filosofia-del-derecho-3/html/p0000011.htm)

    Comparto aquí algunos párrafos de interés:

    «Si se admite el derecho de propiedad de cada persona sobre su propio cuerpo, no habría inconveniente alguno en aceptar la vía del mercado. Las transacciones podrían realizarse in vita o post mortem.

    Frente a la posibilidad del mercado de órganos pueden hacerse valer las siguientes objeciones:

    a) Si se establece el mercado de órganos, es probable que disminuya el número de donantes: el atractivo económico puede inhibir la disposición a la cesión gratuita; ello traería como consecuencia un aumento de los costos de los trasplantes;
    b) si el mercado funciona plenamente, sólo los ricos serán compradores ya que el «bien» órgano seguirá siendo necesario y escaso, dos hechos que permiten vaticinar precios relativamente elevados: las actuales desigualdades de ingreso y fortuna se manifestarían también en desigual por lo que respecta a las chances de salud y prolongación de la vida; una sociedad que confiere importancia al principio de igualdad de oportunidades no habrá de aceptar este procedimiento de asignación de órganos;
    c) quienes propician la idea del mercado no tienen en cuenta que este sistema sólo serviría para reforzar la vulnerabilidad de sectores de la población que no tienen otros productos que vender como no sean partes de su propio cuerpo;
    d) un mercado libre de órganos provocará la aparición de mayoristas que concentrarán las ventas; se establecería una especie de «rufianismo de órganos». Los anuncios publicitarios de países del Este de Europa citados más arriba parecen testimoniar la existencia de estos centros de venta al por mayor.

    A estas objeciones podría responderse lo siguiente:

    a’) conviene tener en cuenta que aquí no se cuestiona la licitud moral de la venta sino más bien las consecuencias negativas por lo que respecta a la adjudicación o accesibilidad de los órganos por parte de los distintos sectores de la población; en este sentido, si el mercado puede asegurar una mejor oferta, los mayores costos que puedan resultar deberían correr por cuenta de los organismos estatales o por las cajas de enfermedad. Si el problema fuera sólo el mayor costo, habría que renunciar también a la medicina atómica y a buena parte de los tratamientos médicos. En este sentido, los órganos ocuparían una posición intermedia entre los bienes privados y los bienes públicos. No son públicos porque su uso es excluyente y distributivo; pero no serían estrictamente privados porque su disponibilidad tiene una relevancia tal para la salud que se asemejan a ciertos bienes públicos tales como la disponibilidad de recursos técnicos en los hospitales.
    b’) el mercado podría funcionar restringiendo la calidad de comprador a centros oficialmente autorizados que luego distribuirían los órganos comprados de acuerdo con criterios estrictamente medicinales; de esta manera no se violaría el principio de igualdad de oportunidades de recibir un órgano, cualquiera que fuera el status económico del paciente;
    c’) el argumento de la vulnerabilidad es correcto a medias. En efecto, desde el punto de vista del comprador (y también desde el punto de vista imparcial) él se encuentra en una situación de mayor vulnerabilidad ya que la posesión del órgano en cuestión es un asunto de vida o muerte, en cambio, para el vendedor, se trata de un asunto de mayor o menor riesgo.»

  3. El acto de donación de organos es un verdadero acto de solidaridad hacia la comunidad en general que puede salvar vidas!! Son pocas las situaciones en la vida donde una decisión nos pone a prueba para salvar la vida a nuestros semejantes.
    La necesidad de órganos en muy alta y hay mucha gente tanto adultos como jóvenes o niños que requieren de un trasplante para continuar con sus vidas.
    Las posibilidades de poder donar son tanto como para la necesidad de recibir un órgano, por lo tanto la vida nos puede llevar a alguna de esas dos situaciones. Eso nos obliga a pensar que bueno sería conseguir un donante para un allegado en la familia y si desearíamos que alguien done los órganos de su ser querido.
    El temor por la falta de donantes ha propiciado la aparición de un mercado negro donde solo aquellas personas con dinero pueden adquirir un órgano para trasplante, aprovechándose de la necesidad de aquellos que tienen menos recursos. Este es un fenómeno mundial, que va creciendo por ello los Estados previniendo estas conductas prohíben su comercio!!

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