¿Puede la «economía de la conducta» mejorar Public Choice y así acercarla más a los Austriacos?

Con los alumnos de la materia Public Choice, vemos el trabajo de Schnellenbach, Jan; Schubert, Christian sobre un campo nuevo en esta área, “behavioral public choice” o, ¿cómo traducirlo? ¿análisis económico de la conducta política?. El paper se titula “Behavioral public choice: A survey” Freiburger Diskussionspapiere zur Ordnungsökonomik, No. 14/03; Freiburger Diskussionspapiere zur Ordnungsökonomik, No. 14/03 (2014). Disponible en: http://hdl.handle.net/10419/92975 Walter Eucken Institut; ORDO Constitutio in Libertate. Algunos párrafos:

“En el origen de la teoría de Public Choice se encuentra un llamado para alinear los supuestos motivacionales que subyacen en el estudio de la política con los de la economía. Se asume típicamente que la gente maximiza su utilidad subjetiva tanto en el mercado (como productores o consumidores) como en la política (como votantes, políticos, burócratas o lobbystas). Como enfatiza Brenna (2008), sin embargo, esa simetría motivacional no se traslada necesariamente a simetría conductual, dados los débiles incentivos para invertir en una toma de decisiones racional en el campo de las decisiones colectivas. Esto ocurre particularmente con los votantes, cuya conducta perfectamente racional puede llevar a resultados colectivos catastróficos, porque los mecanismos individuales de aprendizaje en la política son mucho más débiles y más indirectos que los del mercado.

Por ello, se espera que los sesgos cognitivos jueguen un papel tan importante en la política como en el mercado. La teoría de Public Choice es, por lo tanto, uno de los campos que muy probablemente se beneficiará de aplicar conceptos de la economía conductual (behavioral economics). Sorprendentemente, estos enfoques son relativamente nuevos en Public Choice. Tal vez se explique porque los académicos de PC se enfocaron originalmente en exportar el enfoque de la elección racional a áreas de no-mercado, y no consideraron modificar sus propios métodos analíticos (Wallerstein, 2004).

Al aplicar enfoques conductistas al Public Choice, afirmando que los individuos son más proclives a sesgos y otros problemas cognitivos cuando entran la arena política no ha de ser el fin de la historia. Más bien, un análisis sistemático de los desvíos del supuesto básico de conducta racional es requerido. Por ello, muchos autores han alentado a los académicos a que se aventuren más allá  de los supuestos básicos de racionalidad y maximización de utilidad (p. ej., Simon 1995; Ostrom 1998; Kliemt 2005).”…

“Hay un cierto número de ancestros del Behavioral Public Choice (BPC). No sorprende que Adam Smith se haya adentrado en este territorio cuando especulaba, primero, que una razón clave para la existencia del gobierno es la protección de la propiedad privada de transgresiones que se alejen de la conducta “razonable” (que, para Smith, implicaba actuar moralmente). Segundo, argumentaba que los individuos racionales van a subinvertir en la calidad de las decisiones políticas: como observara George Stigler, Smith era un pesimista al respecto, en el sentido de que ‘daba un papel más importante a la emoción, el prejuicio y la ignorancia en la vida política de lo que diera alguna vez en los asuntos económicos ordinarios’ (Stigler 1982). Luego de Smith, la creencia que los individuos pierden algo de su capacidad de razonamiento cuando entran en la esfera política puede encontrarse en Mill (1948), quien defendiendo al laissez-faire advertía sobre la conducta de ‘manada’ en la política, la incompetencia debida a la falta de especialización, malos incentivos debido al pequeño interés personal en juego en las decisiones gubernamentales y el peligro que los individuos perdieran su capacidad de contribuir voluntariamente a los bienes públicos si se acostumbraban a delegar más y más competencias en el estado.”

4 pensamientos en “¿Puede la «economía de la conducta» mejorar Public Choice y así acercarla más a los Austriacos?

  1. Fernando Salazar Silva

    1. Resumen
    Si consideramos que en sus principios los teóricos del Public Choice se introdujeron en los pormenores del análisis económico y los articularon al ámbito político, no es de extrañar que los autores del actual artículo, señalen la importancia del comportamiento conductual en el tema político.
    En razón del carácter de la participación de los electores en el mercado del voto, amplía la disertación teórica en relación a asimetrías cognitivas, racionalidad limitada, entre otras. En este sentido, los autores permiten que se comprenda la actuación de los individuos en el mercado del voto, a partir del enfoque conductual. El resultado de este particular desarrollo suministra las suficientes bases para asumir que las preferencias son endógenas y sujetas de ser transformadas por los políticos.
    A pesar del éxito político y académico que constituye el diseño de las políticas públicas, como resultado del consentimiento de los individuos hacia el Estado y por su supuesto del uso de la perspectiva conductual, no se puede pasar desapercibido que los emprendedores políticos actúan en el terreno de la información dispersa y la incertidumbre.

    2. Novedad
    Dada la reputación que la elección pública ha logrado en los ámbitos políticos y académicos, el lector podría sorprenderse al conocer que los límites teóricos en favor de la actuación en el mercado político se halla en la introducción del enfoque conductual y la distancia que se toma de los principios neoclásicos. No carece de sentido, pues, que se describa las formas de razonar limitadamente la política. Los autores en esta línea argumentativa dejan abierta la posibilidad de percibir a los gobernantes.

    3. Preguntas

    1) ¿Puede plantearse una convergencia entre el enfoque conductual y la perspectiva austriaca?
    2) ¿Hay evidencia de alguna resistencia por parte de autores del Public Choice al enfoque conductual?

  2. FORO 8
    Paper: Behavioral public choice: A survey
    Schnellenbach, Jan; Schubert, Christian

    En este trabajo los autores destacan la relación existente entre los votantes y los operadores de mercado, evidenciada esencialmente que se encuentran diferencias significativas entre las acciones de unos y otros, partiendo del hecho mismo de que en el mercado las decisiones suelen ser claramente de corte individual mientras los votantes las toman en un proceso de decisión colectiva que tiene implícita una serie de distorsiones.

    En muchas ocasiones el comportamiento de los votantes frente a su toma de decisión se ve afectado más que por su preferencia racional por un candidato o idea, por su preferencia democrática por las instituciones, o por motivaciones internas tales como la competencia, la autonomía y sus necesidades de afiliación o simplemente por la oportunidad de expresarse frente a los asuntos públicos que se estén debatiendo o decidiendo.

    Otra explicación del comportamiento del votante parte de la reacción a estímulos que, aunque no necesariamente sean monetarios, obtienen respuesta positiva, práctica que según Frey, debe atacarse, desde el establecimiento de leyes que sanciones a todos aquello que la utilicen.

    Lo interesante para mí del artículo es la relación que hacen los autores entre el modelo de mercado con consumidores y productores, y los procesos políticos con candidatos, partido y electores.

    Preguntas:

    ¿Cómo reforzar en la población latinoamericana, un comportamiento más responsable de tal forma que al momento de tomar sus decisiones de participación política prevalezcan su moral y sus principios sobre los estímulos que generan los candidatos y partidos?

    Dados los tropiezos que sufre el tratado de paz en Colombia, ¿qué recomendarían los autores para mitigar el efecto generado por la supremacía de los intereses particulares sobre el bien colectivo?

    ¿Se ajustaría la expresión racionalmente ignorante, en el caso de la toma de decisiones en países como Venezuela? ¿Cabría allí otro apelativo?

    Jorge Eliecer Gaitán Méndez

  3. Resumen:
    Schnellenbach y Schubert proponen comenzar a relacionar las disciplinas de “Public Choice” con “Behavioral Economics (BE)”, o mejor dicho resumen algunos de los estudios que hasta la fecha de publicación relacionan ambos campos de Estudio. Lo llaman “Behavioral Public Choice (BPE)”.
    ¿Por qué es de importancia? Porque como BE ha sugerido con múltiples estudios no siempre lo que motiva a la persona es igual a como reacciona. Y si es así con consecuencias personal que los afectan directamente, los resultados pueden ser mucho más dramáticos en elección pública porque el interés y el conocimiento de los electores son mucho más bajo. Ejemplifican explicando que las motivaciones del elector no necesariamente son el resultado de la elección sino podría ser la percepción que su círculo social pueda tener sobre ellos. Es decir, hay una racionalidad irracional a la hora de votar, como en la mayoría de las conclusiones de Behavioral Economics.
    Entre algunos de los efectos que pueden afectar dicha irracionalidad están: las valoraciones temporales de un beneficio y una visión más perfecta del futuro (Prefiero gastar ahora y ahorra en el futuro), El número de elecciones que el elector tiene que hacer el elector, el anclaje que pueda tener el elector, la percepción de lo que creo que los demás quieren, etc.

    Preguntas:
    • Existen diferencias significativas entre el “Behaviroal Public Choice” entre países con poder local desarrollado y países que no?
    • Considera Ud que “Behaviroal Public Choice” y Behavioral Economics se contraponen a las creencias de la escuela austriaca?

  4. Resumen del paper

    Desde el surgimiento de Public Choice, políticos y gobernantes son considerados como racionales y con intereses propios, como cualquier persona fuera del ámbito gubernamental. La economía de la conducta es una disciplina más reciente que también ha sido aplicada al proceso político, y sus abordajes dentro de Public Choice es cosa más o menos nueva.
    Los autores sugieren que lo anterior se explica porque los académicos de Public Choice estudian ámbitos más allá del mercado sin modificar sus presupuestos analíticos de racionalidad y maximización de la utilidad.
    Luego explican los autores que distinguen entre dos modalidades de lo que llaman Behavioral Public Choice (BPC), una “débil”, y otra “fuerte”. La primera ofrece postulados, mientras que la segunda intenta ofrecer explicaciones sobre, por ejemplo, las implicaciones que tienen en la conducta de los actores de la escena política, cuestiones como los sesgos cognitivos, los límites de atención y el nivel de autocontrol de los votantes.

    Lo que encuentro sorprendente en el paper

    • El análisis que hace la BPC del sentido de participación del votante, que le confiere un grado de satisfacción y de auto respeto por su involucramiento en la cosa pública. Este sentido de participación es considerado como una fuente importante de beneficios-no-económicos (procedural utility).
    • La disección de lo que los autores llaman “voto expresivo” o voto de expresión, y que explica no solo por qué los ciudadanos, sino cómo votan. La cabina donde se emite el voto, explican, es un lugar que incentiva que un individuo se desprenda de consideraciones instrumentales y actúe con auto indulgencia, emitiendo un voto meramente de expresión.
    • El concepto del paternalismo liberal (libertarian, en inglés). Aunque por el paper me enteré de que se acuñó hacia 2008, resultó un concepto nuevo para mí.

    A los autores les preguntaría

    1. Mientras que la BPC “débil” considera junto a la economía ortodoxa, a la escogencia racional como un producto del pensamiento, la modalidad “fuerte” toma en cuenta los procesos subyacentes y precedentes de tal escogencia. ¿No es eso psicología más que economía? Sin pretender minimizar los aportes de la BPC “fuerte”, ¿no corre el riesgo de abordar cuestiones, como las motivaciones individuales por ejemplo, que por su naturaleza quedan fuera del alcance del estudio de la ciencia económica?
    2. ¿Dirían ustedes que la sorpresiva elección de Donald Trump constituyó un ejemplo del voto de expresión? Las encuestas daban como ganadores al SÍ en Colombia, al STAY en Reino Unido, y a H. Clinton como presidente de Estados Unidos. ¿Su desmoronamiento ilustra la figura y las funciones del voto expresivo que estudia la BPC?
    3. ¿Es el paternalismo libertario un obstáculo serio que salvar en los estudios de economía y política, y en el diseño y aplicación de políticas públicas? ¿Es racionalismo constructivista? Si la respuesta es afirmativa, ¿cómo abordarlo y contrarrestarlo?

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