Quisieron maximizar votos imponiendo retenciones: una mala teoría distorsiona la realidad, y se paga

Del libro El Foro y el Bazar

Ideas erróneas, malas políticas, peores efectos

Las ideas que sostuvieron estas políticas agrícolas son, al menos, cuestionables. El problema de la “Enfermedad Holandesa” existe solamente para quienes consideran que el tipo de cambio es un instrumento de política y no el resultado de la interrelación entre compradores y vendedores en el mercado reflejando las ventajas comparativas de un país, quienes también piensan que es el “único” instrumento disponible para promover la competitividad.

Argentina no exporta solamente “commodities” y podría agregar valor para convertirse en un gran exportador de alimentos elaborados. ¿Por qué no puede competir en estos otros campos? Básicamente porque sus costos son elevados. Los analistas de la “Enfermedad Holandesa” sostienen que son altos porque el tipo de cambio refleja la competitividad de la producción agrícola a bajo costo. Pero nunca mira a un responsable más directo: elevados impuestos, barreras comerciales y regulaciones. Regulaciones laborales costosas, insumos caros protegidos por altos derechos de importación, servicios públicos deficientes, un sistema judicial kafkiano, una moneda poco confiable, débil sustento de los derechos de propiedad y los contratos impiden que muchas emprendimientos sean competitivos.

Si, como la teoría de la “Enfermedad Holandesa” proclama, la eficiencia del sector agrícola y sus voluminosas exportaciones revalúan la moneda local y vuelve no competitiva la producción local de otras actividades, también debería considerarse que dicho tipo de cambio vuelve más baratas las importaciones de bienes de capital, y la producción local más eficiente. Asimismo, la competitividad de este sector podría ser mejorada con menores regulaciones e impuestos, sólo que éstos son, precisamente, los instrumentos del clientelismo político y la redistribución.

El interés personal en la política

La política agrícola argentina de la primera década del siglo XXI tiene su “lógica” y puede ser explicada en términos de una teoría económica, un cálculo político y una ideología que tiñen la visión de quienes la aplican, persiguiendo su propio interés, que en el caso de la política es la conquista y retención del poder por medio de obtener el apoyo de la mayoría de los votantes. Fue  “irracional” en cuanto a sus resultados económicos se refiere: no permitió al país aprovechar las nuevas oportunidades en los mercados mundiales de commodities, reduce el crecimiento y destruye riqueza. Eventualmente también puede haber sido fatal para quienes la veían como una forma de acumular poder y ser reelectos. Supuestamente su objetivo es maximizar votos, pero ese velo ideológico refleja la realidad con cierta óptica que influye en el cálculo político.

La “Enfermedad Holandesa” no era un efecto temporal. Se basaba en reformas de largo plazo en Asia y otras regiones que incrementaron su consumo de commodities. Estos cambios sin duda impactaron en la estructura económica argentina, pero siendo más una oportunidad que un problema. El episodio no duró mucho en Holanda: el gas natural comenzó a fluir desde el Mar del Norte a fines de los años 1950 y redujo las exportaciones de productos no gasíferos durante el comienzo de los años 1960, pero hacia fines de esa década las exportaciones se habían incrementado del 40 al 60% del PBI y los temores de desindustrialización nunca se materializaron (Gylfason, 2001). Noruega es el segundo exportador de petróleo después de Arabia Saudita, y todavía no ha mostrado los efectos de la enfermedad.

En el caso de Argentina, la preocupación del gobierno por evitar los efectos del crecimiento de la demanda de commodities llevó a poner en riesgo las posibilidades del sector agropecuario para relanzar una nueva era de crecimiento económico. Tomando en cuenta la preocupación del gobierno por redistribuir rentas de estas actividades, no percibió la nueva configuración de los mercados de capitales en la producción agropecuaria. La distribución de dichas rentas ya era extendida, no concentrada, a través del impacto de otras actividades laterales y la participación de pequeños inversores en los fideicomisos. Dicha distribución era eficiente y no politizada y había ayudado al país a salir de su peor depresión. Ignorando los efectos redistributivos, el gobierno alienó a los productores, los comerciantes en actividades relacionadas y las clases medias urbanas.

El supuesto de la maximización de votos se sostiene, solo que puede llevar a un fracaso si está distorsionado por teorías y evaluaciones equivocadas.

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