Haciendo negocios (2) en Argentina: análisis de ciertos sectores específicos

Con lo alumnos de la materia Empresas y Negocios Internacionales vemos el informe de Marval O’Farrell Mairal sobre las condiciones para hacer negocios en Argentina, como una forma de ver lo que hay que saber de un país antes de comenzar los primeros pasos para desarrollar un negocio.

En la segunda parte se tratan temas específicos de las regulaciones existentes y las que corresponden a ciertos sectores. En el caso argentino, esas regulaciones son extensas y complejas lo que demandará, seguramente, consejo profesional para dar los primeros pasos.

Entre los temas que se tratan están:

  • Resolución de disputas
  • Normas de insolvencia y quiebra
  • Sobornos y corrupción

Y entre los sectores

  • Minería
  • Energía
  • Petróleo y gas
  • Telecomunicaciones
  • Televisión, radio

Calidad Institucional: Argentina, uno de los que más ha caído. Primero: Suiza, en América: Canadá

Presentamos ayer con la Fundacion Libertad y Progreso el Índice de Calidad Institucional 2015. Disponible aquí:

Español: http://www.libertadyprogresonline.org/wp-content/uploads/2015/04/ICI-SPA_2.pdf

Inglés: http://www.libertadyprogresonline.org/wp-content/uploads/2015/04/ICI-2015EN-_2.pdf
El ICI evalía la calidad instiucional de 192 países del mundo. La Fundacion Libertad y Progreso enfatiza en su comunicado, por supuesto, la situación argentina. Pero en el texto puede verse la situación de todos esos países. Aquí lo que dice LyP:

Según el Indice de Calidad Institucional 2015, presentado ayer por la Fundación Libertad y Progreso vía Agrositio.com; la Argentina está peor que Líbano, Rusia y Uganda en calidad de instituciones, ocupando el lugar 137 en una lista de 193. “Desde 2005, Argentina es el país que más deterioro tuvo en todo el mundo en instituciones como libertad de prensa, vigencia del estado de derecho o libertad económica. Estamos, en cuanto a calidad de instituciones, en niveles comparables a los de Mozambique, Ucrania y Gabón”, explicó el académico Martín Krause, encargado de presentar el Indice ayer junto a los economistas Diana Mondino y Aldo Abram, en un panel moderado por el periodista Ricardo Bindi.

De acuerdo a Krause, el deterioro argentino en instituciones no es un dato menor, ya que afecta directamente y palpablemente la posibilidad de desarrollo de los argentinos y las empresas. “Los países que cuidan la calidad de sus instituciones tienen mucho mayor porcentaje de inversión extranjera directa, y eso es una herramienta central para el desarrollo”, dijo Krause. “Los países bien rankeados en la tabla, que protegen la inversión y la actividad emprendedora muestran un mejor desempeño económico y, con ello, ofrecen más oportunidades de progreso a sus habitantes. Como contraparte, la violación de los derechos de propiedad, la libertad contractual, la libertad de precios, el exceso de regulaciones y trabas al funcionamiento de los mercados afectan la inversión y se pagan con un menor crecimiento y mucho menos oportunidades y calidad de vida para los ciudadanos”, destacó Krause.
Seguidamente, Aldo Abram, director de la Fundación Libertad y Progreso, habló de cómo recuperar el liderazgo en instituciones que Argentina supo tener a principios de siglo XX. “Va a haber que tomar medidas difíciles, pero no hay muchas opciones para el candidato que viene. La diferencia entre los candidatos va a ser si toman esas medidas en forma gradual o de shock. Hay que parar el desmadre fiscal, ajustar el tipo de cambio, y cambiar la lógica del asistencialismo por herramientas que permitan capacitar a las personas y que recuperen su dignididad y sus capacidades. Los candidatos no lo pueden decir porque dicen que pierden votos, por eso los que no somos candidatos tenemos que concientizar a la gente de que se van a tener que tomar medidas difíciles pero es la única forma de salir adelante”, explicó Abram.
El economista coincidió en que el deterioro de la calidad institucional no es menor, y tiene consecuencias reales. “No es casualidad de que Argentina es uno de los países del mundo adonde mas se han fugado capitales, por arriba de 150 mil millones de dólares. Y todo tiene que ver la falta de confianza en la moneda y en lo que hacen los Gobiernos con las reservas del Central”, destacó.
A su turno, Diana Mondino destacó la importante función que tiene el “Agribusiness” en la Argentina como posible salida del estancamiento. “La capacidad del país de crecer en el segmento de agronegocios es quizás la más alta entre todos los países del mundo. Producir telefonitos es una tontería, lo que tiene que hacer el país si apostar a agroindustria, a la producción de biotecnología, combustibles verdes, metalmecánica, y que con la agroindustria de norte se fijen las políticas de educación, infraestructura, etc, para fortalecer ese potencial”, destacó Mondino. “Argentina tiene posibilidades enormes y muy diversas en las industrias agro y biológicas, y somos muy competitivos en eso. Tenemos que orientar las políticas a ese sector. No es que hay que abandonar lo industrial, pero hay que apostar a lo que tiene chances de mejorar”, explicó Mondino.
“Finalmente otro tema es el de la carga fiscal, si se sacan o no retenciones por ejemplo. Y lo que hay que entender es que, si se sacan retenciones, no es que deja de entrar plata al país, sino que en vez de entrar todo ese dinero al Estado, se va a redistribuir entre el productor, el transportista, el que cosecha y el almacenero del pueblo”, finalizó.
Un récord para olvidar
En 2015, la Argentina se convirtió en el país que más cayó en los últimos diez años en el Indice de Calidad Institucional que elabora la Fundación Libertad y Progreso desde 2007, llegando al puesto 137 de 193 países.
Ademas, de acuerdo a este Indice, Argentina es uno de los países que más calidad institucional perdió desde 1996, cayendo 93 puestos. Le acompañan en la caída Bolivia (cayó 99 puestos en calidad institucional), Seychelles (cayó 94), Ecuador (cayó 81), Venezuela (cayó 75), Zimbabwe (cayó 72), Mali (cayó 62), Paraguay (cayó 61) y Madagascar (cayó 60 puestos).
En tanto, entre los países líderes en cuanto a sus instituciones políticas y de mercado, lideran la tabla Suiza, Nueva Zelanda, Finlandia y Dinamarca. Aún en los países que estaban bajo la Cortina de Hierro hasta 1989 la mejora es destacable en la mayoría de los casos en los últimos años. Así, entre los que más han mejorado su calidad institucional en los últimos veinte años se pueden destacar a Georgia (subió 81 lugares en calidad institucional), Rumania (trepó 49), Croacia (trepó 45), Bulgaria (trepó 40), Lituania (trepó 37), Armenia (subió 34), Letonia (subió 29), Albania (subió 26) y Bosnia Herzegovina (subió 25). Rusia, por otro lado, no ha registrado mejoras. Lo había hecho luego de la caída del régimen comunista pero desde 1996 retrocedió 18 posiciones. Finalmente Ruanda, un país que supo sufrir fuertes conflictos, logró escalar 60 posiciones en este ranking desde 2006.
En lo que se refiere al continente americano, las principales mejoras desde 1996 corresponden a Perú (subió 20 lugares en el Índice), Colombia (creció 15 puestos) y Brasil (creció 5) y los peores desempeños a Bolivia (descendió 99 puestos), Argentina (descendió 93), Ecuador (cayó 81), Venezuela (cayó 75), Paraguay (bajó 61 lugares) y Honduras (cayó 54). Por otro lado, desde 2006, las principales mejoras de la región corresponden a Perú (subió 10 puestos), Uruguay (subió 8), Costa Rica (trepó 7), Colombia, Canadá y Paraguay (treparon 2 lugares cada uno).

El Indice de Calidad Institucional, elaborado por el académico Martín Krause para la Fundación Libertad y Progreso, cuenta con el apoyo de la Fundación Naumann y Relial. El Indice se calcula tomando ocho indicadores elaborados por organismos internacionales y promediándolos (los índices internacionales “Vigencia del estado de derecho”, “Voz y Rendición de Cuentas”, “Libertad de Prensa” y “Percepción de Corrupción”, “Competitividad Global”, “Libertad Económica” (Heritage), “Libertad Económica” (Fraser) y “Haciendo Negocios” (Doing Busisness, del Banco Mundial).

 

Venezuela y Argentina encabezan el Índice de la Miseria, ¿Argentina estaría peor a largo plazo?

El Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (CEDICE), de Venezuela, difunde una entrevista publicada en Estrategia, Chile, donde entrevistan al economista Steven Hanke sobre el “Índice de la Miseria” que elabora y muestra a Venezuela y Argentina en las primeras (y peores) situaciones, aunque Venezuela está lejos del resto. Curiosamente, afirma que la perspectiva a largo plazo es peor en Argentina que en Venezuela, cuando por aquí suele predominar la opinión contraria debido a las perspectivas del inevitable cambio de gobierno a fin de este año. Sus comentarios:

“En el “Misery Index 2014”, elaborado por el economista estadounidense Steve H. Hanke, Venezuela y Argentina ocupan los dos primeros lugares en el mundo. En conversación con ESTRATEGIA, el ex asesor gubernamental y académico de la Johns Hopkins University entrega su visión del por qué los países latinoamericanos se ubican tan alto.

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Steve H. Hanke es académico en Economía Aplicada y Codirector del Instituto de Economía Aplicada, Salud Global y Estudios Empresariales en The Johns Hopkins University, Baltimore. También asesora al Instituto de Investigación Monetaria Internacional en Pekín, al Centro de Estabilidad Financiera de Nueva York y es miembro de Consejo Asesor Financiero de Emiratos Árabes.

Hanke se especializa en política monetaria, argumentando que este factor es determinante para el equilibrio de cualquier economía. Entre los años 1976 y 2002 Hanke asesoró en esta materia a los gobiernos de Estados Unidos, Ecuador, Argentina, Estonia, Lituania, Montenegro, Bulgaria, Venezuela, Albania, Bosnia-Herzegovina, Kazajistán, Indonesia y la ex Yugoslavia.

Ha evolucionado el “Misery Index” del economista Arthur Okun a una ecuación que suma las tasas de interés, inflación y desempleo, a las cuales resta el PIB per cápita, rankeando 108 países según información del FMI. Mientras más alta la puntuación, peor es el clima económico.

Venezuela y Argentina están al tope de la lista en el “Misery Index” ¿Cómo es posible que estos dos países clasifiquen más alto que naciones que están en guerra, como Siria y Ucrania?

En ambos casos se debe a una totalmente errada conducción económica. ¿Qué hicieron en Argentina con las compañías privadas de previsión social? Las nacionalizaron. ¿Qué hicieron la semana pasada con algunas tiendas de abarrotes en Venezuela? Las nacionalizaron. Estos países están viviendo en el oscurantismo y son completamente corruptos. Realmente han retrocedido y ahora Venezuela y Argentina tienen políticas inadecuadas que son anti mercado y libertad, que se han probado inefectivas y van a favor de la corrupción. El gran problema en Latinoamérica en general, y en particular en Argentina y Venezuela, donde fui consejero de Domingo Cavallo y del presidente Rafael Caldera, es que las monedas han sido siempre un desastre, significando que no tienen ninguna disciplina en la economía. Ese es el problema fundamental con casi todas las economías latinoamericanas: no tienen disciplina fiscal, porque no hay disciplina monetaria. Y si se mira el “Misery Index” y se observa a los países latinoamericanos mejor posicionados en él, tres de los cuatro mejores están dolarizados. Panamá es el mejor, y luego México, que usa el peso, después Ecuador y El Salvador, que usan el dólar. En mi visión la única manera de obtener disciplina en una base sostenida en Latinoamérica es que la mayoría de los países usen el dólar estadounidense y dejen su moneda doméstica. Esa es la única manera en que Venezuela o Argentina podrían salvarse.

En el caso de Venezuela ¿Cuáles son sus proyecciones para este año en esta economía?

Va a empeorar. Están en lo que llamo el “espiral de la muerte”, y podría tomar mucho tiempo antes de que haya un cambio en el régimen de gobierno. Por ejemplo, en Zimbabue, donde Robert Mugabe ha sido presidente por décadas teniendo una enorme hiperinflación, donde en el peak los precios se duplicaban cada 48 horas en noviembre de 2008, y aún sigue Mugabe como presidente. Lo interesante y la razón por la cual, irónicamente, sigue siendo presidente, fue que los ciudadanos de Zimbabue se rehusaron a usar el dólar zimbabuense y de forma espontánea dolarizaron ellos mismos el país. Ahora hasta usan el dólar estadounidense de forma oficial. Un proceso diferente ocurrió en Ecuador, donde fui consejero del ministro de Finanzas cuando dolarizamos en 2001, pero esa fue una dolarización oficial reemplazando el sucre. En Zimbabue la gente reemplazó el dólar zimbabuense simplemente dejando de usarlo.

Eso es similar a lo que está pasando actualmente en Venezuela. La gente está buscando dólares y no confía en el bolívar.

La dolarización espontánea está aumentando, pero pasará mucho tiempo antes de que paren de usar el bolívar por completo, como ocurrió en Zimbabue. El problema global en Latinoamérica es la moneda y los bancos centrales que tienen. Éstos deberían eliminar las monedas locales y reemplazarlas con el dólar estadounidense, lo que forzaría disciplina en el sistema fiscal, porque entonces los políticos y autoridades fiscales no podrían ir a los bancos centrales para conseguir financiamiento.

¿Es el mismo caso para Argentina?

Argentina, en la perspectiva de largo plazo, está aún peor que Venezuela. Es un mal endémico: la moneda es un enorme problema y la única solución es reemplazarla con el dólar estadounidense. Tenían convertibilidad entre 1991 y 2001, y hasta cuando empezaron a romper las reglas de la convertibilidad les funcionó bastante bien. El problema es que las reglas eran flexibles, y como en muchos otros casos en Argentina, simplemente las rompieron.

¿Cuál es su evaluación de Chile en este aspecto?

Chile no ha operado como el resto de los países, aunque no estoy sugiriendo que lo esté haciendo todo correctamente. Creo que las cosas se han ido deteriorando gradualmente en el último tiempo con la erosión de las ideas de los “Chicago Boys” sobre el libre mercado, lo que no creo que sea bueno para el país. Pero cuando lo comparamos con el resto de Latinoamérica Chile es diferente, pero hay un deterioro del sistema básico que hizo a Chile una historia de éxito. Logró separar su modelo económico del resto de Latinoamérica y eso le dio una imagen muy positiva, lo cual se ha erosionado en el último tiempo, incluso desde el gobierno de Sebastián Piñera.

Chile se ubica en el lugar número 70 en el “Misery Index” y usted culpa a las altas tasas de interés por esto.

El cálculo del índice de miseria es una suma de desempleo, inflación, tasa de interés y luego se le resta el crecimiento del PIB. Si sumas esos componentes, la tasa de interés en Chile es el mayor peso negativo. Si la tasa de interés es el problema, esto sugiere que incluso Chile tendría que dolarizarse. Si usara el dólar sus tasas de interés estarían muy cerca de las tasas que hay en Estados Unidos. Sería como en Hong Kong, que tiene una autoridad monetaria ortodoxa en donde 7,2 dólares hongkoneses equivalen a US$1, y las tasas de interés son muy parecidas a las de Estados Unidos. O si ves a Panamá, El Salvador o Ecuador, ajustadas por riesgo, las tasas de interés son las mismas.

 

Banca libre en la teoría y en la historia. Y también como fue en la Argentina

En un próximo libro sobre el sistema institucional monetario (Vanberg & Köhler, Renewing the Search of a Monetary Constitution), Larry White tiene un capítulo sobre “Banca libre en la historia y en la teoría”.

“Desde 1962, las políticas keynesianas de los bancos centrales han dado muy pobres resultados, y los sistemas bancarios legalmente regulados han mostrado inestabilidad. Se han desarrollado alternativas a las teorías macroeconómicas keynesianas, las más notables aquellas catalogadas como “New Classical Economics”. La visión de banca libre como un sistema de auto regulación ha sido rehabilitada y teóricamente extendida en interesantes direcciones. Pero al mismo tiempo la visión contrastante que una banca de laissez-faire es inherentemente inestable, con la consiguiente conclusión que el seguro de depósitos gubernamental es un remedio de bajo costo, ha sido formalizada de distintas formas. Estos desarrollos reales y teóricos han dado origen a un creciente interés en reexaminar las reales situaciones históricas del patrón oro y sistemas cercanos al laissez-faire.”

La idea de la banca libre se desarrolló a partir del trabajo de Ludwig von Mises “The Theory of Money and Credit” (1912), seguido del trabajo de Vera Smith “The Rationale of Central Banking” (1936). Friedrich A. Hayek, quien fue el tutor de tesis de Smith trató el tema en “Monetary Nationalism and International Stability (1937) y Lionnel Robbins también en “Economic Planning and International Order” (1937).

En 1956, Gary Becker escribió un paper con el título “Free Banking” criticando las ineficientes regulaciones bancarias, pero recién fue publicado en 1993. En trabajos de 1967 y 1972 R. Cameron presentó los favorables resultados del sistema de banca libre en Escocia. En los años 1970 tres autores trabajaron sobre el tema: Hugh Rockoff produjo una tesis (tutor: Robert Fogel) y algunos artículos sobre la experiencia de banca libre en Estados Unidos, Benjamin Klein propuso una teoría sobre la competencia de monedas no convertibles y F. A. Hayek propuso la “desnacionalización del dinero” como un programa de reforma.

Luego vinieron el mismo Larry White, George Slegin, Kurth Schuler, Kevin Dowd, Steven Horwitz y otros en los años 80s y 90s.

“El sistema de banca libre en Escocia entre 1716 y 1845 produjo estabilidad y competitividad. Había muchos bancos compitiendo entre sí, la mayoría de ellos bien capitalizados. Briones & Rockoff muestran que hubo un considerable consenso de que esa banca muy poco regulada fue un éxito. También hubo experiencias de este tipo en Estados Unidos donde el Suffolk Bank actuaba como caja de clearing, Canadá (no tuvo banco central hasta 1935), Suecia, Suiza, Chile, Australia, Colombia, China, Francia e Irlanda.

“Donde el sistema de banca libre tuvo una razonable oportunidad de funcionar, por ejemplo en Escocia y Canadá, funcionó bien para el típico cliente de bancos, usuario de dinero y servicios bancarios. ¿Por qué entonces todas las naciones adoptaron la banca central? La banca libre a menudo dejó de existir por la imposición de pesadas restricciones legales, o la creación de un banco central privilegiado que ofrecía ventajas a intereses políticamente influyentes. El historiador económico Charles Kindleberger ha dicho que hubo “una fuerte preferencia revelada en la historia por un solo emisor”. Como George Selgin y yo hemos mostrado, la preferencia que la historia revela es la de las autoridades fiscales, no la de los usuarios”.

Para los que quieran conocer sobre la experiencia bancaria en Argentina, se pueden leer estos artículos:

María Cristina Gómez, “Free banking en Argentina”: http://www.eseade.edu.ar/servicios/Libertas/24_3_Free%20Banking%20en%20Argentina%20-%20El%20Caso%20de%20la%20libre%20compretencia%20de%20monedas%20en%20la%20historia%20monetaria%20Argentina.pdf

Nicolás Cachanoksy, “The Law of National Guaranteed Banks in Argentina 1887-1890: Free banking failure or regulatory failure?”: http://www.independent.org/pdf/tir/tir_16_04_06_cachanosky.pdf

La parábola de Argentina y la racionalidad de los politicos

La revista The Economist vuelve a presentar, en su tapa esta vez, un análisis serio y contundente de la «paradoja» argentina. Una respuesta a esa pregunta que tanto locales como extranjeros se hacen: ¿cómo puede ser que un país con recursos, naturales y humanos, de alta calidad, se suma en un constante intento de arruinar sus posibilidades?

Messi - The EconomistEl análisis del artículo es correcto, y coincide en gran medida con el que propongo en el Cap. 5 del libro. El problema es institucional y, antes de eso, de valores y cultura, de haber adoptado con fervor el dogma populista que desprecia el valor de las instituciones y resalta la figura del lider, que reduce la importancia de la productividad y la competencia enfatizando la redistribución, la protección y el privilegio.

Con particular referencia al caso de las políticas agrícolas que castigan la eficiente producción local, la pregunta que se busca contestar es: ¿porqué politicos que quieren aumentar su poder y ser reelectos aplican políticas que están destinadas al fracaso y a frustrar finalmente sus propios objetivos? ¿No es que racionalmente buscan alcanzar sus propios fines?

La respuesta es que el caso no niega su racionalidad, sino que el análisis de la realidad está mediado por un velo, por una «vision del mundo», que los lleva a creer que esas políticas en definitiva le permitirán alcanzar sus objetivos. Y esta visión, en el caso de las políticas agrícolas (retenciones a las exportaciones, etc.) se basa en una teoría económica (la enfermedad holandesa), en una vision de la función del estado (cuya función principal es redistribuir) y en un conveniente cálculo politico (es redituable imponer impuestos en un grupo altamente productivo, pero minoritario, para redistriuir a una mayoría).