Importaciones cerradas, cartelización y sobreprecios en computadoras: ¿acaso extraña que se den juntos?

Una reciente nota en La Nación nos muestra cuáles son los efectos de la competencia para los consumidores. En este caso se trata de las computadoras: http://www.lanacion.com.ar/1974185-por-la-futura-baja-de-los-aranceles-es-mas-barato-comprar-computadoras

Tan sólo el anuncio de la apertura a las importaciones hizo que los precios se desplomaran. Dice la nota:

“En octubre del año pasado, el Gobierno informó que desde este año eliminará los aranceles que se pagan para importar computadoras con el objetivo de abaratar los productos informáticos, que según su criterio afectan toda la marcha de la economía y la innovación productiva, un área que despierta especial interés en el presidente Mauricio Macri y su equipo de trabajo más cercano.

El resultado fue inmediato. Los fabricantes locales de notebooks sostienen que, después de que se publicó esa información, las grandes cadenas de electrodomésticos, como Garbarino, Frávega o Musimundo, les pidieron inmediatamente un descuento sobre los precios de venta para trasladarles el beneficio a los consumidores.

Las compañías, además, no tuvieron argumentos ni deseos de abrir una discusión con los distribuidores para llegar a otro puerto. Fue mayor el temor a quedarse con un stock excesivo de máquinas cuando comience a aplicarse el arancel cero que malvender sus inventarios acumulados, que se incrementaron el año pasado, también por varios motivos.”

Tal vez lo curioso de esta noticia es que si se hiciera una encuesta la mayoría estaría de acuerdo en “proteger” a una supuesta industria nacional que lo único que hace es armar todo un equipo que viene de otro lado, y no vincula esa protección con el hecho de tener que pagar una computadora a más del doble de lo que podría pagarla si se abriera la competencia.

La misma noticia se vincula con otra, que saliera el día siguiente, donde se informa una denuncia de sobreprecios en las computadoras que compra el gobierno para entregar gratuitamente, como parte de un programa existente para extender el acceso esta tecnología: http://www.lanacion.com.ar/1974395-denuncian-sobreprecios-pero-sigue-el-plan-de-netbooks

“Esas empresas también acumulan sospechas de diversas maniobras ilícitas, según surge de los registros oficiales que analizó LA NACION -conseguidos en parte durante los últimos meses tras obtener las respuestas a varios pedidos de acceso a la información pública presentados ante la Anses-. Entre otras, la cartelización.

El primer indicio de ese presunto acuerdo de cotizaciones se registró en la licitación pública 09/13, en la que también participaron las firmas NEC, Exo SA y Air Computers SRL. Todas las firmas cotizaron a entre $ 2617 y $ 2690 por unidad, con una oscilación de $ 73 (o 2,8%) entre la más elevada y la más baja.

Lejos de tratarse de una casualidad única y singular, la misma sintonía de precios se repitió en la licitación 03/2014, según reveló entonces el portal Eliminando Variables.

Y se repitió desde entonces, incluido a mediados de 2016, cuando las empresas cotizaron sus netbooks entre $ 8100 y $ 8600 cada una (entre US$ 500 y US$ 535), luego redujeron todas sus precios entre 20 y 23 por ciento. Para luego volver a bajar sus precios, todos en sintonía otra vez, tras la advertencia oficial.

Ni desde Camoca ni desde Afarte niegan la cartelización, pero sí los sobreprecios. Por el contrario, se negaron a responder la consulta o se limitaron a decir que no podían «ni confirmarla ni desmentirla».

Ahora, y pese a las sospechas de sobreprecios y cartelización, el gobierno de Mauricio Macri optó por mantener a esas proveedoras nacionales durante 2017. Espera que darles el 10% del negocio a los proveedores extranjeros forzará a los locales a bajar aún más sus precios. Eso está por verse.”

¿Algún vínculo, tal vez, entre las dos noticias?

Si los productores de café queman su producto para restringir la oferta: ¿es conducta antisocial?

Con los alumnos de la UBA Económicas, Historia del Pensamiento Económico II, Escuela Austriaca, vemos a Murray Rothbard en “Monopolio y competencia”. En este caso sobre la destrucción de producción de los carteles:

Rothbard

“… ¿acaso no es un acto monopolístico la restricción de la producción, y tal restricción no constituye un acto antisocial demostrable? Empecemos por examinar el caso en que aquel acto aparece en su peor aspecto posible: la destrucción material de parte de un producto, ejecutada por un cartel. Se lleva a cabo para sacar ventajas de una curva de demanda no elástica y con el fin de elevar el precio y obtener mayor beneficio monetario para todo el grupo. Podemos observar, por ejemplo, el caso de un cartel de café que destruye grandes cantidades de ese producto quemándolo.

En primer lugar, tales actos seguramente ocurrirán con muy poca frecuencia. La destrucción material del producto se observa como un acto sumamente ruinoso, hasta para un cartel; resulta obvio que los factores de producción invertidos por los cultivadores para producir café se han gastado en vano. Advertimos que la producción total del café, en sí misma, ha probado ser un error, y el acto de quemarlo sólo es consecuencia y reflejo de tal error. Con todo, debido a la incertidumbre del futuro, a menudo se cometen errores. El hombre podría esforzarse trabajando e invirtiendo durante años en la producción de un bien que, por último, interese poco o nada a los consumidores. Por ejemplo, si el gusto de los consumidores hubiera variado tanto que ninguna persona se interesara por el café, fuese cual fuere su precio, otra vez habría que destruirlo, habiendo cartel o no.

Por cierto, el error es algo infortunado, pero no puede considerárselo como antisocial ni contrario a la moral; nadie se dedica deliberadamente a incurrir en error. Es evidente que si el café fuera un bien no perecedero, el cartel no lo destruiría, sino que lo almacenaría para venderlo gradualmente en el futuro a los consumidores, con lo cual sacaría provecho del “excedente”. En una economía de giro uniforme, (equilibrio) en la que los errores, por definición, están excluidos, no podría haber destrucción de bienes, ya que las existencias, en cantidad óptima para conseguir ingresos monetarios, se producirían con anticipación. La producción de café sería menor desde el comienzo. El despilfarro superfluo está en la producción excesiva de café, a expensas de otros bienes que hubieran podido producirse. El despilfarro no está en el hecho actual de que el café sea quemado. Después de disminuir su producción, los demás factores que se hubieran dedicado a sembrar y cosechar café quedan en disponibilidad; la tierra, el trabajo, etcétera, pasarán a empleos diferentes y más productivos. Cierto que el excedente de factores específicos permanecerá sin uso; pero tal es siempre la suerte que corren los factores específicos, cuando la realidad de la demanda de los consumidores no justifica que se los utilice en la producción. Por ejemplo, si se produce una súbita contracción en la demanda consumidora de un bien dado, hasta el punto de que no resulte remunerativo el trabajo con determinadas maquinarias especializadas, esa “capacidad ociosa” no constituye un desperdicio desde el punto de vista social, sino que más bien es algo socialmente útil. Queda demostrado que fue un error haber producido esas máquinas, y ahora, cuando están listas, resulta que emplearlas es menos beneficioso que trabajar en otras tierras, con otras maquinarias, para producir algo diferente. En consecuencia, el procedimiento económico está en dejar ociosas aquellas maquinarias, o tal vez en transformar el material de que están construidas para dedicarlo a otros usos. Por supuesto, en una economía libre de todo error no se producen en exceso alguno los bienes de capital específicos.

Supóngase, por ejemplo, que antes de iniciar sus actividades el cartel de café, se estuviera utilizando, para producir 100 millones de libras al año, una cantidad X de trabajo e Y de tierra, y, sin embargo, el cartel de café determinara que la producción más remunerativa es de 60 millones de libras, reduciendo la producción anual a esa cifra. Habría sido absurdo, por supuesto, continuar con una producción excesiva de 100 millones de libras, para luego quemar 40 millones. Pero, ¿qué ocurre ahora con el exceso de tierra y de trabajo? Esos factores se trasladan a la producción de otra cosa, digamos, 10 millones de libras de caucho y 50.000 horas a la prestación de servicios de guías para la selva, etcétera. ¿Quién puede decir que la segunda estructura de producción, la segunda aplicación de los factores, sea menos “justa” que la primera? En verdad, podríamos decir que es más justa, puesto que la nueva aplicación de los factores habrá de resultar más provechosa y, de ahí, más productora de valor para los consumidores. En el sentido del valor, la producción total habrá quedado, pues, expandida, y no contraída. No podríamos decir, evidentemente, que la producción en conjunto se haya restringido, pues la de los bienes restantes, fuera del café, ha aumentado, y la única comparación posible entre la disminución de un bien y el aumento del otro tiene que efectuarse en estos amplios términos de valoración. En realidad, el traslado de factores a la producción de caucho y al servicio de guías no restringe más la de café que lo que un anterior traslado de factores a la producción de café habría restringido la de caucho y el servicio indicados.

Todo el concepto de “restringir la producción” es, pues, una falacia cuando se aplica al mercado libre. En el mundo real, de escasez en cuanto a recursos, comparados con las finalidades posibles, toda producción implica elegir y colocar los factores al servicio de aquellas finalidades a las que se atribuya más valor. En suma, la producción de todo es siempre y necesariamente “restringida”. Tal “restricción” es una simple consecuencia de la escasez universal de factores y de la decreciente utilidad marginal de todo producto dado. Luego, es absurdo hablar en absoluto de “restricción”.

La OPEP corrobora la teoría: un cartel se cae cuando no puede limitar el ingreso de competidores

El diario La Nación, o más bien el Wall Street Journal Americas publica un artículo que no puede ser más apropiado para explicar la competencia en los mercados y las posibilidades de formación de carteles que la restrinjan. Aunque el caso se refiere al mercado mundial del petróleo y al papel que intenta cumplir el cartel más conocido, la OPEP, sus comentarios se aplican de la misma forma a todo mercado cartelizado en el cual no existan barreras regulatorias para el ingreso de nuevos competidores.

El artículo se titula “La OPEP choca con el escepticismo del mercado”: http://www.lanacion.com.ar/1942637-la-opep-choca-con-el-escepticismo-del-mercado También choca contra la lógica de la competencia en el mercado.

  1. Primero trata sobre las dificultades para lograr un acuerdo de cartelización que involucre a todos los productores, ya que el incentivo para cualquier productor es a que los demás restrinjan su producción pero no uno:

“…los detalles sobre cómo alcanzar los objetivos del organismo son escasos.

Esto quiere decir que los miembros del cartel tendrán que acordar las cuotas correspondientes a cada uno de ellos, además de determinar quién estará exento y quien realizará las mayores reducciones. Estos temas ya han desbaratado otros acuerdos para reducir la producción. El miércoles, Irak dijo que no confiaba en las cifras de producción que suele utilizar la OPEP para determinar cuánto puede bombear cada país, mientras que se prevé que Irán solicite exenciones hasta que logre ciertos niveles de producción.”

  1. No hay incentivos para ofrecer fuertes reducciones de las cuotas de producción:

“Si la OPEP disminuye su producción a 33 millones de barriles diarios, eso no bastaría para equilibrar la oferta con la demanda de crudo sino hasta el segundo semestre de 2017, según los cálculos de la Agencia Internacional de la Energía.

Además, algunos analistas estiman que los recortes podrían ser mucho más modestos. Gran parte de ello depende de lo que ocurra con Irán y Libia, donde la producción recién empieza a recuperarse, así como con Nigeria, donde puede volver a aumentar, según los estrategas de Société Générale.”

  1. Luego tienen que cumplir las promesas:

“Los productores de crudo no han anunciado cómo harán que se cumplan las restricciones a la producción. Los analistas señalan que los países miembros a menudo no cumplen con las cuotas, en especial cuando la demanda es sólida.

De todos modos, algunos sostienen que la demanda actual es lo suficientemente débil, los inventarios son lo suficientemente altos y los precios lo suficientemente bajos para que los productores petroleros tengan incentivos para ajustarse a los recortes prometidos.”

Es decir, van a hacer lo que harían de todas formas dadas las condiciones del mercado.

  1. Actuarían “estratégicamente” antes de que entrara en vigencia el acuerdo:

“El posible acuerdo no sería alcanzado sino hasta el 30 de noviembre como mínimo, de modo que la producción actual no se verá afectada.

Mientras tanto, se prevé que los inventarios se acumulen en el cuarto trimestre de este año, según el banco de inversión suizo UBS, un período en el que también existe la posibilidad de que suministro que ha sido interrumpida vuelva al mercado.”

  1. Y como no pueden frenar el ingreso de quienes no forman parte del cartel, tampoco tienen mucho poder para lograr su objetivo:

“Un pacto entre los productores de bajo costo puede ser contraproducente si un alza de los precios del petróleo incentiva mayores actividades de perforación en el mundo y los productores de mayores costos regresan al mercado antes de lo previsto.

Si las cotizaciones del crudo exceden los US$50 el barril, los productores estadounidenses de petróleo de esquisto probablemente aumentarán su producción, indican los analistas. A su vez, las constantes mejoras tecnológicas de las petroleras siguen reduciendo los costos de extracción.

«Si este recorte propuesto se cumple rigurosamente y apuntala los precios, esperaríamos que resulte contraproducente a mediano plazo y genere una gran reacción perforadora en todo el mundo», dijeron los estrategas del banco de inversión Goldman Sachs, quienes sacaron a colación la reducción de producción de la OPEP en 1987, que provocó un repunte de la actividad en las plataformas en tierra de los productores que no integran la organización.”

Cuando hablan de combatir la «cartelización», vemos a Hayek sobre el significado de la competencia

La economía neoclásica ha centrado su análisis sobre la competencia en el de la “estructura de los mercados”, determinando mayores o menores grados de “poder de mercado” en relación a la cantidad de participantes. Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico II (Escuela Austriaca) de Económicas, UBA, vemos el texto de Hayek “El significado de la competencia”. Algunos párrafos:

Hayek

“El argumento en favor de la competencia no se basa en las condiciones hipotéticas que existirían si fuera perfecta. Empero, en los casos en que los hechos objetivos hicieran posible que se aproximara a la perfección, se garantizaría al mismo tiempo la asignación más efectiva de recursos. Y aunque, en consecuencia, siendo éste el caso se eliminarían todos los obstáculos humanos a la competencia, eso no quiere decir que ésta no dé por resultado el uso más efectivo posible de los recursos a través de los medios conocidos en aquellas situaciones donde la natura-leza misma del caso hace que sea imperfecta. Aunque lo único que se asegure mediante la entrada libre en el mercado sea que en un momento dado se produzcan, con la menor cantidad de recursos presentes posible en un determinado momento histórico, todos los bienes y servicios para los que habría una demanda efectiva en caso de estar disponibles — aun cuando el precio que deba pagar el consumidor sea considerablemente mayor, y apenas inferior al costo del próximo bien destinado a satisfacer de la mejor manera su necesidad—, creo que esto es mucho más de lo que podemos esperar de cualquier otro sistema conocido. El punto decisivo radica en la consideración básica de que es muy poco probable (prescindiendo de los obstáculos artificiales que la actividad gubernamental crea o elimina) que durante un período de tiempo determinado un bien o servicio sea ofrecido únicamente a un precio al cual quienes no participan en el mercado pudieran esperar obtener un beneficio superior al normal si entraran en él.

En mi opinión, la enseñanza práctica de todo esto es que no deberíamos preocuparnos tanto porque la competencia sea perfecta en un caso determinado, y ocuparnos mucho más de que haya competencia. Lo que nuestros modelos teóricos de industrias separadas ocultan es que, en la práctica, el abismo que divide a la competencia de la ausencia de competencia es mucho mayor que el que separa a la competencia perfecta de la imperfecta. Con todo, la tendencia actual en las discusiones es ser intolerante ante las imperfecciones y callar ante las restricciones que se oponen a la competencia. Es factible, que aprendamos aún más acerca de la trascendencia real de este proceso si estudiamos los resultados que habitualmente se producen cuando se lo suprime deliberadamente que si nos concentramos en sus deficiencias en la vida real si se lo compara con un ideal que no es pertinente en una situación objetivamente dada. Y digo cuando se suprime (280) deliberadamente la competencia” y no “en ausencia de competencia”, porque sus efectos esenciales operan, aunque con mayor lentitud, siempre y cuando no se la suprima abiertamente con el apoyo o la tolerancia del estado. La experiencia nos enseña que, por lo general, los males que derivan de la restricción de la competencia están en un plano distinto de los que pueden provocar las imperfecciones de ésta. El hecho de que muy probablemente un monopolio artificial tenga costos mucho mayores que los necesarios es más grave que la situación en la cual los precios no correspondan a los costos marginales. Por otra parte, un monopolio que deba su existencia a una eficiencia superior provoca un daño relativamente menor, en la medida en que se asegure que desaparecerá tan pronto como aparezca alguien más eficiente para satisfacer las necesidades de los consumidores.”

Y en un tema que no deja de ser relevante para la Argentina, Hayek comenta la competencia en el mercado que suele ser puesto siempre como ejemplo de “competencia perfecta”, el de granos:

“Cuando comparamos un mercado “imperfecto” como éste con un mercado relativamente “perfecto» como lo es, por ejemplo, el de los granos, nos encontramos en mejor posición para señalar la distinción que ha estado presente en todo este análisis: la diferencia entre los hechos objetivos fundamentales constitutivos de una situación que la acción humana no puede alterar, y la naturaleza de las actividades competitivas en función de las cuales los hombres se adaptan a esa situación. En casos como éste al que hacemos referencia estamos frente a un mercado sumamente organizado de un bien totalmente estandarizado producido por gran número de productores, en el cual la necesidad de que haya actividades competitivas, o el alcance que pueden tener, son limitados en virtud de que, por la naturaleza misma de la situación, las condiciones que esas actividades podrían originar ya están satisfechas desde un principio. En la mayoría de los casos, todos los participantes del mercado cuentan con el mismo grado de información respecto de los mejores métodos para producir un bien, su naturaleza y aplicaciones. El conocimiento acerca de cualquier cambio se difunde con tal rapidez y la adaptación correspondiente se efectúa en (277) forma tan inmediata que habitualmente se atribuye poca importancia a lo que sucede durante esos breves períodos de transición, y el análisis se limita a comparar los dos períodos de cuasi-equilibrio que existen antes y después de ellos. Sin embargo, es precisamente durante ese intervalo breve y subestimado cuando operan y se hacen visibles las fuerzas de la competencia. Y son justamente los hechos que tienen lugar en este intervalo los que debemos estudiar si queremos “explicar” el equilibrio que lo sucede.”