Grecia podría tener su propia moneda, pero tendría que haber sido, y ahora ser, tan seria como Suiza

En su libro “Desnacionalización del dinero” Hayek trata el tema de la política monetaria y realiza una propuesta de “competencia de monedas”, cuya discusión es apropiada en todo país, como Argentina, que tiene dos monedas al menos, el peso y el dólar, o en Europa cuando se plantea la potencial salida de Grecia del Euro. El libro fue publicado en inglés por el Institute of Economic Affairs de Londres.

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Su propuesta práctica hubiera evitado las amenazas que ahora se ciernen sobre el Euro ante la posible salida de Grecia ya que cada país hubiera mantenido su moneda, pero en competencia con todas las demás, más la monedas privadas que surgieran. Claro, esto no quiere decir que hubiera evitado los problemas de Grecia, que seguramente no hubiera podido colocar deuda en dracmas y tendría que haberlo hecho en otra moneda que los mercados aceptaran. Pero Grecia, si fuera tan seria como Suiza, podría tener su propia moneda. El tema es que no lo fue.

Aquí va lo de Hayek, cuarenta años antes que se planteara este problema:

“El extender el libre comercio de la moneda a la banca, como sugerimos, constituye una parte esencial de la propuesta que propugnamos. En primer lugar, los depósitos bancarios a la vista equivalen sin duda a una especie de dinero emitido privadamente. Tales depósitos constituyen hoy una parte, en muchos países la fundamental, del conjunto de medios de cambio. En segundo lugar, la expansión y contracción de las distintas superestructuras nacionales de crédito bancario son, en este momento, la principal excusa para la administración nacional del dinero básico.

Añadiré, en cuanto a los efectos de la adopción de esta propuesta, que por supuesto se trata de impedir a las autoridades financieras y y monetarias que se conduzcan de una forma que les resulta políticamente imposible de evitar en tanto dispongan de poder para hacerlo. Estas conductas son, sin excepción, no sólo perjudiciales y contrarias a largo plazo al interés del país que las practica, sino además políticamente inevitables como escapes temporales que son ante dificultades acuciantes. Incluyen medidas que permiten a los gobiernos suprimir fácil y rápidamente los motivos de descontento de determinados grupos o sectores, pero, a la larga, desorganizan y destruyen el orden de mercado.

Impedir al gobierno que oculte la depreciación monetaria

Dicho con otras palabras, la principal ventaja que deriva del plan que propongo radica en impedir que el gobierno pueda «proteger» la moneda emitida por él de las nocivas consecuencias derivadas de las medidas que él mismo adopta. En consecuencia, nuestro plan hace imposible utilizar posteriormente tan dañinos métodos. Ni podría ocultar la devaluación de la moneda que emite para impedir la evasión de capitales y otros bienes y recursos, ni tampoco podría controlar los precios, medidas que por supuesto tenderían a destruir el Mercado Común y que se originan en el mal uso de las propias monedas en la actividad interior. Este plan parece satisfacer mejor los requisitos de un mercado común sin necesidad de establecer un nuevo organismo internacional ni de conferir nuevos poderes a una autoridad supranacional, ni de crear una moneda común.

A todos los efectos, este plan sólo provocaría la desaparición de las valutas nacionales si las autoridades monetarias de cada país no actuaran correctamente. Incluso entonces podrían evitar el desplazamiento total de su moneda corrigiendo a tiempo su conducta. Es posible que en algunos países pequeños con mucho comercio exterior y turismo predominara la moneda de uno de los países más grandes; pero si se practicara una política sensata, nada impediría continuar usando la mayoría de las monedas existentes durante mucho tiempo. (Es importante, por supuesto, que las partes no lleguen a un acuerdo tácito de no proporcionar una moneda tan buena que los ciudadanos de otros países la prefieran. La presunción de culpa estaría siempre en contra del gobierno cuya moneda no fuera solicitada por la gente.)

No creo, además, que este plan impidiera a los gobiernos hacer lo que deben para que la economía funcione correctamente, ni obstaculizara medidas que beneficiarían a un grupo mayoritario de ciudadanos. Pero esto nos lleva a problemas que se discuten mejor en el marco del desarrollo completo del principio subyacente.”

 

Su propuesta práctica hubiera evitado las amenazas que ahora se ciernen sobre el Euro ante la posible salida de Grecia ya que cada país hubiera mantenido su moneda, pero en competencia con todas las demás, más la monedas privadas que surgieran. Claro, esto no quiere decir que hubiera evitado los problemas de Grecia, que seguramente no hubiera podido colocar deuda en dracmas y tendría que haberlo hecho en otra moneda que los mercados aceptaran. Aquí va lo de Hayek, cuarenta años antes que se planteara este problema:

“El extender el libre comercio de la moneda a la banca, como sugerimos, constituye una parte esencial de la propuesta que propugnamos. En primer lugar, los depósitos bancarios a la vista equivalen sin duda a una especie de dinero emitido privadamente. Tales depósitos constituyen hoy una parte, en muchos países la fundamental, del conjunto de medios de cambio. En segundo lugar, la expansión y contracción de las distintas superestructuras nacionales de crédito bancario son, en este momento, la principal excusa para la administración nacional del dinero básico.

Añadiré, en cuanto a los efectos de la adopción de esta propuesta, que por supuesto se trata de impedir a las autoridades financieras y y monetarias que se conduzcan de una forma que les resulta políticamente imposible de evitar en tanto dispongan de poder para hacerlo. Estas conductas son, sin excepción, no sólo perjudiciales y contrarias a largo plazo al interés del país que las practica, sino además políticamente inevitables como escapes temporales que son ante dificultades acuciantes. Incluyen medidas que permiten a los gobiernos suprimir fácil y rápidamente los motivos de descontento de determinados grupos o sectores, pero, a la larga, desorganizan y destruyen el orden de mercado.

Impedir al gobierno que oculte la depreciación monetaria

Dicho con otras palabras, la principal ventaja que deriva del plan que propongo radica en impedir que el gobierno pueda «proteger» la moneda emitida por él de las nocivas consecuencias derivadas de las medidas que él mismo adopta. En consecuencia, nuestro plan hace imposible utilizar posteriormente tan dañinos métodos. Ni podría ocultar la devaluación de la moneda que emite para impedir la evasión de capitales y otros bienes y recursos, ni tampoco podría controlar los precios, medidas que por supuesto tenderían a destruir el Mercado Común y que se originan en el mal uso de las propias monedas en la actividad interior. Este plan parece satisfacer mejor los requisitos de un mercado común sin necesidad de establecer un nuevo organismo internacional ni de conferir nuevos poderes a una autoridad supranacional, ni de crear una moneda común.

A todos los efectos, este plan sólo provocaría la desaparición de las valutas nacionales si las autoridades monetarias de cada país no actuaran correctamente. Incluso entonces podrían evitar el desplazamiento total de su moneda corrigiendo a tiempo su conducta. Es posible que en algunos países pequeños con mucho comercio exterior y turismo predominara la moneda de uno de los países más grandes; pero si se practicara una política sensata, nada impediría continuar usando la mayoría de las monedas existentes durante mucho tiempo. (Es importante, por supuesto, que las partes no lleguen a un acuerdo tácito de no proporcionar una moneda tan buena que los ciudadanos de otros países la prefieran. La presunción de culpa estaría siempre en contra del gobierno cuya moneda no fuera solicitada por la gente.)

No creo, además, que este plan impidiera a los gobiernos hacer lo que deben para que la economía funcione correctamente, ni obstaculizara medidas que beneficiarían a un grupo mayoritario de ciudadanos. Pero esto nos lleva a problemas que se discuten mejor en el marco del desarrollo completo del principio subyacente.”

 

Grecia demanda reparaciones a Alemania, pero necesita más a un Erhard que a un Tsipras

SI los griegos piensan esto, están en problemas. En un artículo publicado en La Nación con el título “Alemania vs Grecia: una enemistad marcada por la historia”, Luisa Corradini comenta sobre la demanda del nuevo gobierno griego para que Alemania pague reparaciones de guerra en virtud de la invasión nazi en 1941: http://www.lanacion.com.ar/1768627-alemania-vs-grecia-una-enemistad-marcada-por-la-historia

El nuevo gobierno de Alexis Tsipras demanda un pago de 162.000 millones de Euros, equivalente a la mitad de la deuda total de Grecia. Para Alemania, el caso está cerrado a partir de un tratado firmado en 1953 por el cual le pagó a ese país 58.000 millones de euros. El artículo comenta que, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos (aunque seguramente fueron los Aliados) apoyaron a Alemania y obtuvieron una reducción de todos los reclamos que existían entonces ante ese país. No menciona que esta actitud tuvo que ver con la todavía muy vívida experiencia posterior a la Primera Guerra Mundial, cuando las reparaciones de guerra fueron una carga imposible de pagar para la joven democracia alemana, el país cayó en hiperinflación y esas penurias económicas abrieron la puerta a la llegada de Hitler al poder. Este es el punto que planteara con claridad John Maynard Keynes en su libro “Las Consecuencias Económicas de la Paz”, seguramente el mejor que haya escrito.

Concluye la periodista: “En Grecia nadie ignora ni olvida que Alemania debe su fabulosa recuperación económica a los favores consentidos por otras naciones.”

Si eso creen ha sido la causa de la recuperación económica alemana después de la guerra, están tan equivocados como cuando piensan que los problemas actuales de ese país se deben a la voracidad de los acreedores de su deuda y no a las desastrosas políticas económicas que aplicaran los mismos gobiernos griegos y el uso y abuso del gasto público; la misma herramienta con la que ahora Tsipras quiere supuestamente sacar al país del pozo en que se encuentra.

Erhard

El llamado “milagro económico alemán” fue el fruto de ciertas ideas y propuestas de política económica que maduraron durante los años de la guerra gracias al liderazgo intelectual de Walter Eucken y la luego llamada “Escuela de Friburgo” u “Ordoliberalismo” y comenzaron a ser aplicadas por quien fuera designado por los Aliados como ministro de Finanzas de Baviera, Ludwig Erhard.

Para más información, vale la pena este texto de David Henderson: http://www.econlib.org/library/Enc/GermanEconomicMiracle.html

Este autor menciona allí que las dos principales causas de la milagrosa recuperación alemana fueron la reforma monetaria y la eliminación del control de precios y racionamiento. También puede sumarse la reducción de las tasas marginales de impuestos, cosas ocurridas en 1948/49.

Dos conversaciones de Ludwig Erhard con el General Clay, representante de las fuerzas de ocupación norteamericanas han pasado a la historia. Se refieren a la abolición del control de precios y el racionamiento:

Clay: Herr Erhard, mis asesores me dicen que lo que usted ha hecho es un gran error. ¿Qué puede decir al respecto?

Erhard: Herr General, ¡no les preste atención! Mis asesores me dicen lo mismo.

Y más adelante, con coronel norteamericano:

Coronel: ¿Cómo se atreve a relajar nuestro sistema de racionamiento cuando hay una extendida escasez de alimentos?

Erhard: Pero, señor coronel. No he relajado el racionamiento, ¡lo he abolido! De ahora en más, el único ticket que la gente necesitará es el marco alemán. Y van a trabajar muy duro para obtenerlos, tan sólo espere y verá.

Los griegos necesitan un Erhard, no un Tsipras.

Grecia: deflación al salir de recesión, pese a tímidas reformas, y cinco grandes mitos sobre su deuda

No es la primera vez que ocurre: un país está quebrado y no tiene otra alternativa que realizar un profundo “ajuste” fiscal, lo hace a medias, comienza a tener una recuperación leve, pero el costo político es alto y termina eligiendo un gobierno que promete más de la misma enfermedad que llevó a estas circunstancias. Más gasto y endeudamiento. “A medias”, significa que se produce el ajuste fiscal inevitable pero no se liberan las fuerzas emprendedoras de la población, el ajuste no viene acompañado de una total desregulación de la economía que facilite salir de la depresión por sus propios medios.

Me refiero a Grecia. La consultora Focus Economics, con sede en Barcelona, emite regularmente un interesante informe con el consenso de opinión de economistas sobre las perspectivas de muchos países, entre ellos todos los de Europa, con el nombre de Focus Economics Consensus Forecast Euro Area.

En el caso de Grecia, el informe también contribuye al debate actual sobre si existe un necesario vínculo entre deflación y depresión. Dice el informe de Febrero sobre Grecia que los precios cayeron en Diciembre un 2,5% anual y que caerían un 1,1% adicional durante 2015. “Pese al riesgo recesivo de la incertidumbre política, sólidas cifras para el segundo y tercer trimestre de 2014 dan señales de una recuperación económica sostenida.” El pronóstico de la consultora fue revisado y ahora sostiene que la economía crecerá entre 1,1% y 3% este año, con un consenso en 1,9%. Para 2016 el panel de expertos espera un crecimiento de 2,5%.

Por otro lado, M. Llamas comenta cinco grandes mitos sobre la deuda pública de Grecia: http://www.libremercado.com/2015-02-05/cinco-grandes-mitos-sobre-la-deuda-publica-de-grecia-1276539873/

Estos son:

  1. Los intereses más bajos de la zona Euro

“…el caso de Grecia es paradigmático, ya que su deuda soportar uno de los tipos de interés medio más bajos de toda Europa, inferior al 2,5% en 2013, a pesar de que el volumen adeudado es ingente. En concreto, Atenas paga menos intereses que el todopoderoso Estado alemán o el muy solvente gobierno finlandés (cerca del 2,5%)”

2. El costo de la deuda, inferior al de Irlanda

Cita a Juan Ramón Rallo: «en 2011 Grecia estaba obligada a pagar unos intereses equivalentes al 7,3% de su PIB, con diferencia la carga más alta de Europa y difícilmente sostenible. Sin embargo, con la reestructuración de su deuda pública orquestada por la troika en 2012, ha conseguido rebajar su losa de intereses al 4% del PIB, que, si bien no es bajo, tampoco resulta inmanejable. De hecho, países como Irlanda, Italia o Portugal, que hasta el momento no han reclamado reestructuraciones en su deuda pública- están soportando ahora mismo costes financieros mayores».

3. El plazo de devolución más largo de Europa

“La deuda helena disfruta del mayor período de vencimiento de toda el continente, con una media de 16 años, casi tres veces más que España.”

4. Una quita equivalente a cuatro de Alemania

“La primera quita (sumando otras condiciones) ascendió al 75% del valor actual de la deuda helena en manos privadas; pero, si se computa la segunda reestructuración, la reducción aplicada sobre la deuda pública total de Grecia equivaldría al 76% del PIB heleno, casi cuatro veces más que la condonación otorgada a Alemania en 1953.”

5. Es más barato expulsar a Grecia

“En las últimas semanas han surgido numerosas estimaciones acerca de dicho impacto, pero la clave es que resulta dudoso que la expulsión de Grecia sea más lesiva que la concesión de un rescate indiscriminado al país heleno.”