Gobernantes inmorales: estamos contratando a los peores miembros de la sociedad, o muy debajo del promedio

Michael Huemer es uno de mis filósofos políticos preferidos, entre los jóvenes contemporáneos. Su libro The problem of Authority es muy recomendable. Aquí escribe sobre este tema, una columna titulada “Immoral Rulers: https://fakenous.substack.com/p/immoral-rulers

“El problema del poder

Uno de los problemas clave con la idea misma del gobierno: contratas a algunas personas para que vigilen a otros y eviten que se porten mal. Tienes que dar a los observadores suficiente poder para hacer cumplir las reglas morales correctas. Pero estos observadores no son más morales que las personas a las que vigilan. Entonces, ¿qué les impedirá usar ese poder para salirse con la suya con el mismo tipo de actos inmorales que se supone que deben prevenir?

Ese es un problema prácticamente insoluble dentro del paradigma del gobierno. Pero el problema es peor de lo que parece, porque no se trata solo de que los observadores sean humanos con las mismas debilidades y defectos que todos los demás. Una vez que hay posiciones de poder, las personas que terminan en ellas suelen ser más inmorales, más deshonestas, más propensas a aprovecharse de los demás, que las personas sobre las que gobiernan.

Piensa en la reputación de los políticos. No son exactamente conocidos por ser las personas más honestas y honorables, ¿verdad? Todo lo contrario. Junto con los abogados, tienen la peor reputación de honestidad u honorabilidad de cualquier profesión. (Dejando de lado las «profesiones» como ladrón o traficante de drogas). Parece que estamos contratando, quizás no a las peores personas de la sociedad, pero sí a personas que están muy por debajo del promedio, para gobernar a todos los demás.”

Más dudas sobre el individuo maximizador de riqueza: la preferencia por ser honesto y visto como tal

Una revolución silenciosa está ocurriendo en la ciencia económica. El fundamento básico de la economía neoclásica sobre la conducta humana está siendo cuestionado y no se sostiene. Esto tendrá enormes implicancias para el análisis económico y, en última instancia, las recomendaciones de políticas públicas y política económica si es que la academia económica muestra una mente abierta para modificar ese supuesto básico.

Muchos trabajos están contribuyendo a esto. Comento ahora un paper de Johannes Abeler, Daniele Nosenzo y Collin Raymond titulado “Preferences for truth-telling”, publicado por el Centre for Decision Research and Experimental Economics. El resumen ya es bien claro respecto a las consecuencias de estas investigaciones:

“La información privada se encuentra en el corazón de muchas actividades económicas. Por décadas, los economistas han asumido que los individuos están dispuestos a mal informar la información privada si esto maximiza su retribución material. Nosotros combinamos datos de 72 estudios experimentales en economía, sicología y sociología y mostramos que, en realidad, la gente miente sorprendentemente poco. Luego formalizamos un amplio rango de potenciales explicaciones de la conducta observada, identificamos predicciones verificables que pueden distinguir entre modelos y llevamos a cabo nuevos experimentos para ello. Ninguna de las explicaciones más populares sugeridas en la literatura pueden explicar los datos. Nosotros mostramos que sólo combinando una preferencia por ser honesto con una preferencia por ser visto como honesto puede organizar la evidencia empírica.”

Y luego:

“Nuestro paper intenta comprender los mecanismos constituyentes que promueven la aversión a mentir…, demostrando que incluso en interacciones anónimas y no repetidas con los experimentadores, muchas personas no maximizan la mentira. En particular, mostramos que entre los muchos modelos que hemos considerado, solamente uno que combina un deseo a ser honesto con un deseo a parecer honesto no resulta falsificado por nuestros datos…. El tamaño y la robustez del efecto que documentamos sugiere que mecanismos que descansan en la información voluntaria de la verdad por parte de algunos participantes podrían tener éxito. Podrían ser más fáciles y baratos de implementar y obtener resultados que son imposibles de obtener si se requiere una compatibilidad de incentivos. Más aún, si el planificador social quiere aumentar la honestidad en la población, nuestro modelo preferido sugiere que los costos de mentir y las preocupaciones por la reputación son importantes. Así, como sean que hayan surgido los costos de mentir, la educación o los compromisos como el juramento Hipocrático, son efectivos y deberían fortalecerse.

Además, habría que hacer que sea más difícil mentir y al mismo tiempo mantener una buena reputación, por ejemplo, vía transparencia, señalamiento y vergüenza y otros sistemas de reputación.”