Para Beatriz Sarlo la campaña política es muy pobre y aburrida: Public Choice nos explica porqué

Con la Fundación Bases, de Rosario, estamos haciendo un curso online sobre «Public Choice», con participantes de toda América Latina. También vemos estos temas con los alumnos de la materia Applied Economics y la Facultad de Derecho de la UBA.

Allí vemos cuáles son las motivaciones de los votantes para estar informados, que son bien débiles, son ‘racionalmente apáticos’ respecto a la información, Esto explica que los políticos, quienes sí tienen un fuerte incentivo para estar informados de las consecuencias de sus actos y de sus palabras, no apelan a la racionalidad de los votantes (que no es muy aplicada a estos temas) sino a sus sentimientos. Desde esta perspectiva, no sorprende que prefieran ir a “Bailar por un Sueño que a un debate presidencial.

La ensayista Beatriz Sarlo comenta esto diciendo que esta campaña es “muy pobre y muy aburrida”: http://www.lanacion.com.ar/1789955-beatriz-sarlo-esta-campana-es-muy-pobre-y-aburrida

Comienza planteando que las campañas de los 90s eran más interesantes, aunque luego eso haya terminado en un fracaso. Sin embargo, recordemos que Carlos Menem ganó las elecciones con el eslogan “Síganme”…. ¿A dónde? A la revolución productiva…

Sostiene que esto ocurre porque los candidatos se convierten en “voceros de la gente”. Dice las cosas que la gente quiere escuchar, en otras palabras. ¿Acaso tiene eso que sorprendernos? Está en la esencia de la democracia. Algo así opinaba Borges:

Borges: “Creo que ningún político puede ser una persona totalmente sincera. Un político está buscando siempre electores y dice lo que esperan que diga. En el caso de un discurso político los que opinan son los oyentes, más que el orador. El orador es una especie de espejo o eco de lo que los demás piensan. Si no es así, fracasa.” Diálogos Borges-Sábato, compaginados por Orlando Barone (Buenos Aires: Emecé, 1976), p. 75.

Al respecto, en otra oportunidad:

“ -Ya veo que no tiene una buena opinión de los políticos.

-“No. En primer lugar no son hombres éticos; son hombres que han contraído el hábito de mentir, el hábito de sobornar, el hábito de sonreír todo el tiempo, el hábito de quedar bien con todo el mundo, el hábito de la popularidad….

La profesión de los políticos es mentir. El caso de un rey es distinto; un rey es alguien que recibe ese destino, y luego debe cumplirlo. Un político no; un político debe fingir todo el tiempo, debe sonreír, simular cortesía, debe someterse melancólicamente a los cócteles, a los actos oficiales, a las fechas patrias.” Roberto Alifano, El humor de Borges, (Buenos Aires: Ediciones Proa, 1995), p. 132-133.

En el libro cito a Joseph Schumpeter, de su libro “Capitalismo, Socialismo y Democracia”. El ciudadano particular “es miembro de una comisión incapaz de funcionar, de la comisión constituida por toda la nación, y por ello es por lo que invierte menos esfuerzo disciplinado en dominar un problema político que en una partida de bridge” (p. 334).

Y luego: “El debilitamiento del sentido de la responsabilidad y la falta de voliciones efectivas explican a su vez esta ignorancia del ciudadano corriente y la falta de juicio en cuestiones de política nacional y extranjera, que son más sorprendentes, si esto puede sorprender, en el caso de personas instruidas y de personas que actúan con éxito en situaciones de la vida ajenas a la política que en el caso de personas poco instruidas y de condición humilde” (p. 335).

Sostiene Caplan (2007, p. 95) respecto a los Estados Unidos, el país que más larga tradición y experiencia democrática tiene: “Menos del 40% de los adultos norteamericanos conocen los nombres de sus dos senadores. Un poco menos conoce a qué partido pertenecen –un hallazgo particularmente importante dada la idea muy citada que los partidos cumplen un rol informacional. La mayoría del público ha olvidado –o nunca aprendió- los hechos elementales e inmutables que se enseñan en una clase de educación cívica. Cerca de la mitad conoce que cada estado tiene dos senadores, y sólo una cuarta parte conoce el período de su mandato. La familiaridad con el registro de sus votos y las posiciones políticas que sostienen es prácticamente nula aún en cuestiones de alta atención pública, pero increíblemente buena en cuestiones divertidas pero irrelevantes para la política.”

La ignorancia de los votantes: tal vez sería mejor ministro de Economía un comerciante de La Matanza

Hemos visto reiteradas veces, tanto sea en las materias de Public Choice como en las clases de la UBA Derecho, el problema de la falta de incentivos que tienen los votantes para estar informados. La diferencia esencial con las decisiones que esas mismas personas toman en el mercado es que en éste reciben directamente las consecuencias de sus decisiones, mientras que en la política un voto no define el resultado, por lo que uno no necesariamente recibe el resultado (positivo o negativo) de su propia elección.

Tomemos el caso de un comerciante de La Matanza: seguramente conoce bastante bien a sus proveedores, los productos que ofrecen, su costo, a cuánto los puede vender, etc. Sus decisiones en ese campo definen los resultados que obtendrá. Veamos lo que conoce sobre la política.

En una muy interesante columna publicada en La Nación con el título de “Viaje al corazón del pueblo argentino”, Jorge Fernández Díaz comenta:

“Scioli tiene cara de bueno, Massa es joven, Macri sabe y Cristina es una mujer inteligente. Ésta es la caracterización política que hace un comerciante de clase media de La Matanza en un focus group al que asisto en silencio. El hombre parece derrotado. Asegura tener guardado en su casa un revólver Smith & Wesson calibre 32 por si vienen a asaltarlo, y a la vez le parece que es muy difícil bajar los niveles de inseguridad. No puede irse de vacaciones porque el año fue muy malo, pero no hace de la inflación un drama. Piensa que sería bueno cambiar, pero quiere que se haga con prudencia porque la cosa está delicada y tiene miedo, y trata de no seguir las informaciones del atril ni de los noticieros porque le resultan aburridas. Una mujer, a su lado, habla de los ojos de Macri y menciona el hecho de que está enamorado. Alguien me cuenta después un caso de las neurociencias. Una vez un puñado de científicos hizo una prueba en Australia: llevaron cien fotos de ciudadanos norteamericanos y les pidieron a un grupo de personas que eligiera las veinte mejores. La selección que hicieron correspondía exactamente con los candidatos que acababan de ser elegidos en los últimos comicios legislativos de los Estados Unidos. Muchas veces la cara determina el voto.” http://www.lanacion.com.ar/1740664-viaje-al-corazon-del-pueblo-argentino

No descarto que la cara diga algo. Después de todo cualquiera de nosotros establece una semblanza de una persona a la que recién conoce en cuestión de minutos. A veces es equivocada, pero muchas veces no. Sin embargo, esto a lo sumo nos puede dar una idea de su personalidad, lo cual no es poco para elegir un gobernante, ya que se necesita una cierta personalidad para llevar adelante los problemas de estado. Pero es como ocuparse de la forma y no del contenido.

Porque, se puede decir que “Macri sabe” o que “Cristina es inteligente”, pero ¿cuál es el conocimiento que tienen? Tal vez son ideas que nos llevan directamente al fracaso. Suele decirse del ministro Kiciloff también que es inteligente (en verdad, el que medianamente no lo es no llega a esas alturas), que obtuvo x medalla en la UBA. Pero si inteligente significa que conoce muy bien a Marx y Keynes y tiene toda la voluntad de llevar adelante las enseñanzas de ambos, mejor sería tener de ministro al comerciante de La Matanza, quien seguramente conoce bien que no se puede gastar de más, que hay que mantener las cuentas en orden y que nunca pudo generarse ingresos emitiendo dinero o promesas de pago.

Digamos entonces que todos son inteligentes y que todos saben, el problema es “lo que saben”. Y que los votantes, como el del ejemplo, son “racionalmente apáticos”, es decir, que no invierten demasiado tiempo para estar informados sobre cuestiones en las cuales luego su decisión está lejos de determinar el resultado ya que su voto es una gota de agua en el océano.

Al menos, para los alumnos que vieron Public Choice lo que encuentra Fernández Díaz no debería sorprenderlos y, es más, pueden incluso presentar una explicación de porqué eso sucede.

El análisis económico de la política y la teoría de la democracia «deliberativa».

Con los alumnos de la materia Public Choice, en el doctorado del SMC leemos a John Scott (con ese nombre, en verdad, mexicano), sobre “El Análisis Económico de la Política: métodos y límites”. El autor realiza una crítica al desarrollo “neoclásico” del Public Choice (sería difícil incluir a Buchanan en esto) y promueve un análisis normativo basado en la Economía del Bienestar que denomina “política del bienestar”, la que promovería soluciones políticas basadas en la teoría de la “democracia deliberativa”, “como mecanismo para la generación de información interpersonal, o conocimiento común (Binmore, 1990) sobre la naturaleza de las opciones, y la intensidad relativa de las preferencias de los votantes”.

Elecciones

El autor sostiene que en términos “prácticos” esta democracia sería concebible técnicamente, extendiendo la democracia electrónica con la “capacidad de interacción entre las terminales individuales, permitiendo de esta forma calibrar las perspectivas individuales entre sí en función del proyecto de decisión colectiva”.

En cuanto a la teoría de la “democracia deliberativa”, la mejor crítica al respecto es la del notable libro de Guido Pincione y Fernando Tesón “Rational Choice and Democratic Deliberation: A Theory of Discourse Failure”: http://www.amazon.com/Rational-Choice-Democratic-Deliberation-Discourse/dp/0521175380/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1414533991&sr=8-1&keywords=pincione

El resumen de Amazon dice lo siguiente:

“En la deliberación política pública, la gente se equivoca y miente según ciertas tendencias definidas. Ese fracaso del discurso es el resultado de conductas que son tanto instrumental como epistémicamente racionales. Las prácticas deliberativas de la democracia liberal (y peor aún en los casos de sociedades represivas y no democráticas) no pueden ser mejoradas para superar la tendencia de los ciudadanos racionales a creer y decir cosas que se contraponen con las proposiciones confiables de las ciencias sociales. La teoría tiene varios corolarios. Uno de ellos es gran parte de la filosofía política contemporánea puede ser considerada como un intento para vindicar, en bases morales y simbólicas, las formas que toma el fracaso del debate en la deliberación política pública. Otro es que las prácticas deliberativas no pueden ser rescatadas incluso con fundamentos no epistémicos, tales como la paz social, la imparcialidad, la participación y la igualdad. Para reducir el fracaso del debate, este libro propone reducir el área de la política mayoritaria y ampliar los mercados.”

Según Pincione y Tesón como los votantes no tienen incentivo para estar políticamente informados las teorías deliberativas terminan siendo utópicas ya que una deliberación en esas condiciones será de baja calidad o, peor aún, errada. Esto se intensificaría con la retórica de los que buscan algún privilegio y para ello terminan alimentando a la discusión con información equivocada y sesgada. Según estos autores el fracaso de la deliberación se debe a tres causas:

  1. Un costo muy elevado para conocer y aprender las ciencias sociales que nos permitirían entender el funcionamiento de la sociedad (ignorancia racional).
  2. La demagogia de los políticos para sacar ventaja de esta ignorancia en su propio beneficio o el de grupos de interés.
  3. Los amplios poderes redistributivos del estado gobernados por mayorías.

Los argumentos “vívidos” superan a los “opacos”. Tomemos el caso de los subsidios a los productores agrícolas en los países desarrollados (Europa, Japón y Estados Unidos). Suele apelarse a la imagen “vívida” de algunos productores en la ruina y obligados a dejar su propiedad y de allí a la necesidad de darle apoyo a través del subsidio; el argumento en contra, en cambio, es “opaco” ya que se trata de un razonamiento analítico económico con mucho menos atractivo que el primero. No se muestran aquí imágenes de contribuyentes pobres en otras áreas de la economía que tendrán que pagar más impuestos para financiarlos o que no llegan a fin de mes debido a la mayor carga de impuestos y esto se debe a que el costo del subsidio resulta disperso en pequeñas cantidades entre todos los contribuyentes, para ninguno de los cuales esa cantidad justifique el esfuerzo que debería realizar para informarse.

Comentario a «El camino de la política: ¿votantes desinformados o ignorantes?

Un alumno lee el capítulo de «El Foro y el Bazar», resume y hace preguntas, que contesto. El capítulo es «El camino de la política: ¿votantes desinformados o ignorantes?»

Resumen

Los clásicos suponían el papel del gobierno como el de un dictador benevolente que tiene el monopolio de la coerción (según la definición de Estado, de la ciencia política), el cual ejerce persiguiendo el bien común. No obstante, la escuela del Public Choice o del análisis económico de la política viene a cuestionar esto; ya que para la misma el ser humano persigue principalmente su propio interés, no sólo en el mercado sino en la política, por lo que se hace necesario evaluar si el sistema político genera algún efecto que guíe la búsqueda del interés personal hacia el bien común.

Comentario: Correcto, aunque en la primera frase diría «neoclásicos», ya que los clásicos comprendían muy bien el funcionamiento de la política y nunca se encerraron en la economía.

Los mecanismos de la política para satisfacer las necesidades comunes es similar a la del mercado para satisfacer nuestras necesidades individuales, esto es: que las preferencias se conozcan, mediante el envío de mensajes hacía quienes deberán dirigir esfuerzos para satisfacerlas. En cuyo caso, es importante resaltar, dicho proceso tiene importantes imperfecciones. Por un lado, los votantes al revelar sus preferencias entremezclan las referentes a bienes públicos y la distribución de bienes privados. Como por otro, al asumir que su voto no es definitorio para el resultado de la elección, esta acción se separa del resultado obtenido y el incentivo es débil para estar informado, por lo que el votante sería racionalmente apático.

La considerar que los paquetes votan por “paquetes” enteros de atributos (oferta política), la inevitable regla un votante un voto hace que se pierda información sobre la intensidad de la preferencia, con lo cual se borran las preferencias por distintos bienes públicos.

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Las reglas para establecer un resultado tienen tanto costos externos, impactos en los habitantes – sean votantes o no- como costos para llegar a una decisión. El punto en el que los costos de las decisiones superan los costos externos que se evitan no es necesariamente el de la mayoría simple (la mitad más un voto), ya que en algunos casos los costos externos pueden ser muy superiores o requerir una mayoría especial, o ser muy bajos y permitir porcentajes menores.

La forma como se expresan las preferencias y la regla de la mayoría absoluta motiva a los candidatos o propuestas a ubicarse cerca del punto del votante medio, pero la forma en la que se trasladan estas preferencias a un resultado están influidas en algunos casos, y determinadas en otros, por el sistema electoral. Con las mismas preferencias se pueden obtener diferentes resultados. En este sentido, lo que se podría llamar las fallas de la política ponen en cuestionamiento la búsqueda de soluciones por ese medio, sin consideración de las alternativas con que la sociedad cuenta, siendo que a lo sumo se pueden esperar soluciones imperfectas, si no contraproducentes.

Preguntas al autor

  1. A la luz del Public Choice, parece bastante claro que el papel de la educación integral –sugeriría yo, con un enfoque humanista- es fundamental para la construcción de una sociedad que procure el bien del Hombre, de todos los hombres, de manera de que los intereses individuales no sean muy distintos de los de la sociedad -en lo esencial-; de manera que pueda haber convivencia y poder construirse la institucionalidad necesaria para garantizar un contrato social que le dé estabilidad al sistema político, la sociedad. ¿Estaría Ud. de acuerdo con esto?

Respuesta: James Buchanan enfatizaba la necesidad de compartir ciertos valores communes, de tolerancia sobre, precisamente, la diferencia de objetivos que tienen los miembros de una sociedad. Pero, se trata de «valores» más que de educación. Se pueden tener los valores correctos y no tener una eduçación formal, y hay que tener cuidado con  los intentos de imponer una «educación integral» desde el poder, ya que eso es lo que hay en los países totalitarios.

  1. Con este enfoque del Public Choice pareciera que para que el sistema político, la sociedad, puede mantener cierto orden requiere, en el caso de democracias, de partidos fuertes con ideologías claras de manera que los votantes estén claros en el tipo de sociedad que están eligiendo a la hora de ir a unas elecciones. De otra manera, si da lo mismo votar por uno que por otro, porque no se puede distinguir, pareciera que se haría muy difícil darle dirección a la política, como manera de ponerse de acuerdo los ciudadanos en la convivencia y construcción de la sociedad que la mayoría quiere.

Respuesta: Es cierto que la existencia de partidos facilita la decision política porque transmiten información. El votante ya sabe que el candidato X es del partido Y, y eso puede ser suficiente información para tomar una decision. Al mismo tiempo, los partidos bien establecidos suelen, como todos, temer a la competencia y terminan muchas veces cerrando al puerta el ingreso de competidores, con lo cual perjudican a la necesaria competencia en el Mercado politico.