Más sobre las instituciones y el papel de la prensa: polarización y caída de la confianza. Pero también más competencia

Más sobre la calidad de las instituciones y el papel de la prensa libre. En este caso el Reuters Institute Digital News Report 2019 comenta algo que ya hemos visto aquí, la polarización y la caída en la confianza sobre los medios: http://www.digitalnewsreport.org/

Algunos párrafos:

  • “La comunicación social en torno a las noticias es cada vez más privada ya que las aplicaciones de mensajería continúan creciendo en todas partes. WhatsApp se ha convertido en una red primaria para discutir y compartir noticias en países no occidentales como Brasil (53%), Malasia (50%) y Sudáfrica (49%).
  • Las personas en estos países también son mucho más propensas que en Occidente para ser parte de grandes grupos de WhatsApp con personas que no conocen: una tendencia que refleja cómo las aplicaciones de mensajería pueden usarse para compartir fácilmente información a escala, y potencialmente fomentar la difusión de información errónea, pública y privada. Los grupos de Facebook que discuten noticias y política se han convertido en populares en Turquía (29%) y Brasil (22%) pero son mucho menos utilizados en países occidentales como Canadá (7%) o Australia (7%).
  • La preocupación por la malinformación y la desinformación permanece alta a pesar de los esfuerzos de las plataformas y editores para construir confianza pública. En Brasil, el 85% está de acuerdo con una declaración de que están preocupados por lo que es real y falso en internet. Esa preocupación también es alta en el Reino Unido (70%) y EE. UU. (67%), pero mucho más baja en Alemania (38%) y los Países Bajos (31%).
  • En todos los países, el nivel promedio de confianza en las noticias en general ha bajado 2 puntos porcentuales a 42% y menos de la mitad (49%) está de acuerdo en que confían en los medios de comunicación que ellos mismos utilizan. Los niveles de confianza en Francia han caído a solo el 24% (-11) en el año pasado ya que los medios han sido atacados por su cobertura del movimiento de los chalecos amarillos. Confíanza en las noticias encontradas a través de la búsqueda (33%) y las redes sociales se mantienen estables pero extremadamente bajo (23%).”

Ahora bien, esto es también el resultado de un mayor grado de competencia con una enorme cantidad de fuentes. Tal vez es un proceso que necesariamente depurará el mercado: si lo que queremos es saber qué pasa, la reputación de los medios y las nuevas fuentes de noticias no tardará en formarse.Claro, a menos que, como se dijo en posts anteriores, solamente querramos que nos digan lo que queremos escuchar.

¿La confianza en los medios periodísticos no es mayor en países democráticos que totalitarios? ¿Es la polarización?

Siguiendo con el tema de la confianza en las instituciones, y en particular la Prensa, Gallup ha presentado un informe con resultados que, a primera vista, parecen contradictorios o al menos difíciles de explicar. El informe, a cargo de Zacc Ritter se puede ver en: https://news.gallup.com/opinion/gallup/272999/world-trust-journalists.aspx

Y comienza:

“El grado en que el público confía en los periodistas varía ampliamente en 144 países y territorios incluidos en el estudio Wellcome Global Monitor 2018. A nivel mundial, el El porcentaje que expresa al menos algo de confianza en los periodistas varía desde un mínimo del 12% en Grecia a un máximo del 93% en Uzbekistán. La mediana de la confianza global en los periodistas se sitúa en 59%: el nivel de confianza en los Estados Unidos.

La mediana de confianza en los periodistas es notablemente similar en los países democráticos y no democráticos: aproximadamente el 60%. Sin embargo, las actitudes varían significativamente dentro de estas categorías de sistemas políticos

Entre los países democráticos, según lo designado por el ranking de democracia Polity IV 2017  al menos cuatro de cada cinco encuestados en Finlandia, Myanmar y Noruega confían en los periodistas «a mucho «o» algunos «, mientras que menos de uno de cada cuatro lo hacen en países como Taiwán, Serbia y Grecia., aproximadamente nueve de cada 10 adultos en Uzbekistán, Tanzania y Ruanda dicen que confían en los periodistas, pero aproximadamente uno de cada tres dice lo mismo en Mauritania, Gabón y Yemen.”

Luego llega a esta increíble conclusión:

“La confianza en los periodistas tampoco está asociada con la libertad de los medios, medida por Reporteros sin fronteras. De hecho, la relación entre la confianza en los periodistas y la libertad de los medios es débil y va en la dirección opuesta que se puede esperar, donde una mayor libertad de los medios se asocia con menos confianza.”

La verdad, no sé cómo explicar esto, o si el análisis es correcto. ¿Es porque en muchos países democráticos la opinión pública se ha polarizado, también los medios, y por eso pierden la confianza? Sigue el artículo:

“Si bien la relación entre la polarización política y la confianza en los periodistas es sólida, sigue sin estar claro si una mayor polarización política causa menos confianza en los periodistas. Los periodistas pueden experimentar daños a la reputación por cubrir temas polémicos como árbitros neutrales, pero también es posible que los periodistas sean participantes activos en la arena política Del mismo modo, los medios de comunicación y los periodistas pueden ontribuir a una mayor polarización política generando y amplificando narrativas contenciosas apoyadas por proponentes políticos. “

Mises define la acción humana, y al hacerlo define fines y medios y de qué que trata la economía

Con los alumnos de Omma Madrid en la materia de Microeconomía leemos a Mises en “La Acción Humana”, capítulo IV donde define precisamente eso que da título a su obra pero, en definitiva, define lo que estudia la economía. Mucha gente cree que los economistas se ocupan de “cosas materiales”, como el dinero o la producción de bienes. Otros, ya economistas, creen que se refiere a decisiones que toma la “sociedad”, como si ésta existiera como un ser con vida propia:

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“La economía es el estudio de la forma en que las sociedades deciden qué van a producir, cómo y para quién con los recursos escasos y limitados” (Stanley Fischer, Rudiger Dornbusch & Richard Schmalensee, Economía, 2a. edición (Madrid : McGraw-Hill, 1989), pág. 3).

Mises, por el contrario, sostiene que la praxeología (nombre que él daba a la ciencia de la acción humana de la que forma parte la economía)… “no se ocupa propiamente del mundo exterior, sino de la conducta del hombre ante las realidades objetivas. La teoría económica no trata sobre cosas y objetos materiales; trata sobre los hombres, sus apreciaciones y, consecuentemente, las acciones humanas que de ellas se derivan. Los bienes, mercancías, la riqueza y todas las demás nociones de la conducta, no son elementos de la naturaleza, sino elementos de la mente y de la conducta humana. Quien desee entrar en este segundo universo debe olvidarse del mundo exterior, centrando su atención en lo que significan las acciones que persiguen los hombres.”

“La praxeología y la economía no se ocupan de cómo deberían ser las apreciaciones y actuaciones humanas, ni menos aún de cómo serían si todos los hombre tuvieran una misma filosofía absolutamente válida y todos poseyeran un conocimiento pleno de la tecnología. En el marco de una ciencia cuyo objeto es el hombre, víctima con frecuencia de la equivocación y el error, no hay lugar para hablar de nada con ‘vigencia absoluta’ y menos aún de omnisciencia. Fin es cuanto el hombre apetece; medio, cuanto el actor considera tal.

Compete a las diferentes técnicas y a la terapéutica refutar los errores en sus respectivas esferas. A la economía incumbe idéntica misión, pero en el campo de la actuación social. La gente rechaza muchas veces las enseñanzas de la ciencia, prefiriendo aferrarse a falaces prejuicios; tal disposición de ánimo, aunque errada, no deja de ser un hecho evidente y como tal debe tenerse en cuenta. Los economistas, por ejemplo, estiman que el control de los cambios extranjeros no sirve para alcanzar los fines apetecidos por quienes apelan a ese recurso. Pero bien puede ocurrir que la opinión pública se resista a abandonar el error e induzca a las autoridades a imponer el control de cambios. Tal postura, pese a su equivocado origen, es un hecho de indudable influjo en el curso de los acontecimientos. La medicina moderna no reconoce, por ejemplo, virtudes terapéuticas a la célebre mandrágora; pero mientras la gente creía en ellas, la mandrágora era un viene económico, valioso, por el cual se pagaban elevados precios. La economía, al tratar de la teoría de los precios, no se interesa por lo que una cosa deba valer para quien la adquiere; nuestra disciplina analiza precios objetivos, los que efectivamente la gente estipula en sus transacciones; se desentiende totalmente de los pecios que sólo aparecerían si los hombre no fueran como realmente son.”