Mises y la neutralidad del dinero: es imposible que no afecte los precios relativos. Es lo importante.

Mises fue siempre muy respetuoso de los clásicos, pero también señalaba sus errores. Así, por ejemplo, en el Cap XVII “Cambio Indirecto” de Acción Humana, que vemos con los alumnos de la UBA Económicas, se refiere a Hume y Mill sobre la neutralidad del dinero:

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“El considerar de índole neutral el dinero es tan erróneo como el creer en la plena estabilidad del poder adquisitivo del mismo. Una moneda, privada de la típica fuerza impulsora del dinero, contrariamente a lo que supone la gente, en modo alguno constituiría valuta perfecta; antes al contrario, dejaría de ser dinero. Error muy extendido, en efecto, es el de suponer que la moneda ideal sería de índole neutral, gozando ele invariable poder adquisitivo. Muchos creen que tal es el objetivo que la política dineraria debiera perseguir. Compréndese la popularidad de este pensamiento en cuanto representa lógica reacción contra la aún mas extendida filosofía inflacionista. Constituye el mismo, sin embargo, contraataque excesivo, íntimamente contradictorio y confuso, que ha provocado graves daños, respaldado por errado razonamiento que muchos filósofos y economistas decididamente propalan. Inciden tales pensadores en la equivocación de suponer que el reposo constituye invariablemente estado más perfecto que el movimiento. La idea de perfección implica haberse alcanzado una situación que toda mutación vedaría, pues cualquier cambio no podría sino suponer empeoramiento. Lo mejor que, en su opinión, del movimiento cabe predicar es que tiende hacia una situación perfecta, la cual, una vez alcanzada, impondría el reposo, ya que toda ulterior actuación daría lugar a una situación menos favorable. El movimiento considérase prueba de desequilibrio, de imperfecta satisfacción, manifestación evidente de inquietud y malestar Mientras tal ideario se limite a proclamar que la acción aspira siempre a suprimir la incomodidad y, en última instancia, a alcanzar la satisfacción plena, resulta, desde luego, procedente. Nunca debe, sin embargo, olvidarse que el estado de reposo y equilibrio aparece no sólo cuando se ha alcanzado perfecta satisfacción, cuando el interesado es-totalmente feliz, sino también en situaciones manifiestamente insatisfactorias si el sujeto ignora cómo podría mejorar de estado. La ausencia de acción no sólo es consecuencia del perfecto bienestar, sino también obligado corolario de la incapacidad de prosperar. Lo mismo puede significar desesperanza que felicidad.

En nuestro universo real, donde hay acción y cambio incesante, en un sistema económico que jamás puede inmovilizarse, ni la neutralidad del dinero, ni la estabilidad de su poder adquisitivo resultan lógicamente admisibles. Una valuta en verdad neutral y estable sólo podría aparecer en un mundo sin acción. No es, por tanto, ni extraño ni vicioso que, donde todo es cambiante, el dinero ni sea neutral ni invariable su poder adquisitivo. Cuantos planes pretenden estructurar un dinero neutro y estable resultan íntimamente contradictorios. El dinero es un elemento de acción y, por tanto, engendrador de cambio. Las variaciones experimentadas por la relación monetaria, es decir, por la relación entre la demanda y la oferta de dinero, influyen en la razón de intercambio imperante entre el dinero, de un lado, y todos los bienes vendibles, de otro. Dichas variaciones, sin embargo, no afectan, ni al mismo tiempo ni en la misma proporción, a los precios de los diversos bienes y servicios, Tales mutaciones, por tanto, forzosamente habrán de influir de modo dispar a los distintos individuos.”

Hume y Mises sobre la «no-neutralidad» del dinero, los precios relativos y el patrón-oro

Hume y Mises sobre un tema central para entender los efectos de las políticas monetarias y de la inflación. Me refiero a la “no-neutralidad” del dinero. Esto es, la emisión monetaria por sobre la demanda de dinero genera un aumento generalizado de los precios que llamamos inflación, pero lo cierto es que no todos los precios suben al mismo tiempo. Esto dicen al respecto los autores mencionados:

David Hume en “Of Money” (1752):

Hume

“Para considerar, entonces, este fenómeno, debemos considerar que aunque el alto precio de los bienes es una consecuencia necesaria del incremento del oro y la plata, no resulta en forma inmediata de este incremento: se requiere cierto tiempo antes que ese dinero circule por todo el reino, y haga sentir su efecto en todo el pueblo. AL principio no se siente ninguna alteración, los precios suben gradualmente, primero en un bien, luego en otro, hasta que todos alcanzan una justa proporción con la nueva cantidad de dinero en el reino. En mi opinión, es solo en este intervalo o situación intermedia, que el aumento de la cantidad de oro y plata es favorable a la industria. Cuando una cantidad de dinero es importada en una nación, no se distribuye entre muchas manos pero es confinada a los cofres de pocas personas, quienes en forma inmediata buscan usarlas en su beneficio.”

Ludwig von Mises en “The Gold Standard and its Opponents”(1931):

“Si todos los otros precious permancen más o menos estables mientras el precio de un bien, digamos el carbón, sube, esto significa una ventaja para los dueños de las minas de carbón. ¿Pero qué sucede si ese aumento es resultado de un aumento de la cantidad de dinero que eleva todos los precios? Si como consecuencia de esta inflación todos los precios subieran al mismo tiempo y todos los precios de todos los bienes y servicios se incrementaran proporcionalmente, no producirían ningún otro reajuste social –excepto por las desventajas para los acreedores y las ventajas para los deudores. Pero, sin embargo, como la teoría económica ha probado en forma irrefutable, los aumentos de precios no ocurren todos al mismo tiempo en la economía, ni suben en la misma proporción, definitivamente causan diversos efectos sociales. Los sectores que llevan al mercado bienes y servicios cuyos precios crecen al inicio del proceso ganan con los cambios en el poder adquisitivo del dinero. Por un cierto período, ellos venden a un precio mayor, y pueden comprar bienes y servicios para su propio uso a precios más bajos que se corresponden más con el poder adquisitivo del dinero antes de la inflación. Si la inflación es frenada, entonces los salarios y los precios de distintos bienes se emparejan en cierta medida. Pero las ganancias obtenidas y las pérdidas sufridas en el curso del proceso inflacionario nunca se recuperan.”

Y, para terminar, un comentario de Mises sobre el patrón-oro:

“El valor del dinero no es ‘estable’, por supuesto, bajo el patrón-oro. Pero, ‘valor estable’ es, después de todo un concepto vago e impreciso. Sólo en una economía estacionaria, en el sentido estricto en el cual todo es igual mañana y pasado mañana de lo que fue ayer y anteayer, tendría precios sin cambios y, por consiguiente, un dinero con poder adquisitivo estable. El logro del patrón-oro es que libera al poder adquisitivo del dinero de la unidad monetaria en mayor medida de los factores políticos que la influencian de lo que sería el caso bajo cualquier otro sistema monetario posible.”