Se viene: «Bienes Públicos Globales» y algún «estado» global que sería necesario para proveerlos

Con los alumnos de Epri en la UFM (Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales) estaremos viendo el tema de los “bienes públicos globales”. Para ello, leerán el resumen del texto de Kaul, Grunberg & Stern, “Global Public Goods”, publicado por la ONU. Este resumen trae un delirante prólogo a la edición española por el ex presidente de Costa Rica, donde trata el tema del perdón de la deuda a los países pobres como una gran medida para fomentar su desarrollo, tema que poco tiene que ver con el contenido del libro: http://web.undp.org/globalpublicgoods/Spanish/Spsum.pdf

Más interesante es el tratamiento del concepto de “bien público” llevado al ámbito global. Los autores terminan concluyendo en la necesidad de algo así como un “estado global” que los provea (no es casualidad que el tema interese a los burócratas de la ONU):

“Al aplicar el concepto de bienes públicos mundiales, procuramos encontrar bienes que arrojen beneficios allende las fronteras, las generaciones y los grupos de población. Todos los bienes públicos, sean estos locales, nacionales o mundiales, tienden a padecer de insuficiencia en su oferta. La razón de ello es, precisamente, que son de índole pública. Para los protagonistas individuales, con frecuencia la mejor estrategia y más racional es dejar que los demás proporcionen el bien y luego disfrutar de él de manera gratuita. En el plano internacional, el problema de la acción colectiva se agrava por la discrepancia entre efectos externos que tienen un alcance cada vez más internacional, y el hecho de que la principal unidad de formulación de política sigue siendo el estado nación.

Nuestra tesis es que los disturbios actuales ponen de manifiesto un grave déficit en la provisión de bienes públicos mundiales.”

Critico este concepto en el Capítulo 2 del libro “El Foro y el Bazar”. Algunos párrafos:

“El proceso de globalización, o la movilización de recursos por todo el planeta plantea, para algunos autores, no sólo la necesidad de bienes públicos nacionales, sino también “globales”. Sus características principales serían (Kaul et al, 1999, p. 2) las ya mencionadas de no exclusión y no rivalidad en el consumo y que sus beneficios sean “cuasi universales en términos de países (cubriendo más de un grupo de países), pueblos (llegando a varios, preferiblemente todos, grupos poblacionales) y generaciones (extendiéndose tanto a generaciones presentes como futuras o por lo menos cubriendo las necesidades de las generaciones actuales sin eliminar las opciones de desarrollo para generaciones futuras). En tales circunstancias, pocas cosas quedan fuera de esta definición y la lista de bienes públicos aumenta considerablemente.

Estos autores clasifican a los bienes en públicos puros e impuros. Los primeros fueron definidos antes y a nivel global se presenta como ejemplos la paz, ya que “cuando existe, todos los ciudadanos de un país pueden disfrutarla y su gozo, digamos, por poblaciones rurales no reduce los beneficios de las poblaciones urbanas”. Ya hemos comentado antes sobre el grado de colectividad de la defensa, ahora se suman también en esta categoría la provisión de ley y orden y un buen manejo macroeconómico. En cuanto a los bienes públicos impuros serían aquellos que cumplen parcialmente con las características mencionadas, es decir son parcialmente no rivales o parcialmente no excluyentes. Como ejemplo, Kaul et al, plantean el caso del consumo de una comida nutritiva que a primera vista parece ser un bien privado pero que también brinda beneficios públicos ya que mejora la salud y ésta la posibilidad de adquirir habilidades que permitan un trabajo productivo, lo que beneficiaría no solamente a la familia sino a la sociedad en su conjunto pese a que los beneficios inmediatos sean mayormente privados.

Está claro que con esta definición no hay bien o servicio alguno               que no tenga algún tipo de impacto en los demás. Y en tanto vivamos en sociedad parece que esto fuera inevitable. La discusión no es que tengan o no tengan algún tipo de impacto sino cómo considerar si ese impacto es negativo o positivo siendo que las valoraciones son subjetivas y si el estado es el único capaz de proveerlos. Así, “males” públicos demandarían soluciones colectivas que serían “bienes” públicos incluyendo, según Kaul et al, las crisis bancarias, crímenes y fraudes en Internet, problemas sanitarios debidos al mayor comercio y transporte de personas y también de la extensión de actividades riesgosas como el abuso de drogas y el tabaquismo.

Un programa de alivio de la pobreza en África, por ejemplo, sería un bien público global si, además de mejorar la situación de esa población también contribuyera a la prevención de conflictos o la paz internacional o redujera el deterioro ambiental o mejorara las condiciones sanitarias globales. Las organizaciones internacionales y las ONGs internacionales serían las que proveen este tipo de bienes públicos globales (Martin, 1999).

Pero si todo bien o servicio que tenga efectos hacia terceros justificara con esa circunstancia su provisión estatal o a través de organismos internacionales financiados por estados y, en última instancia, contribuyentes nacionales, entonces prácticamente “todo” tiene características de bien público. Un bien público “puro” no sería ya un bien económico, tal el caso del aire puro; y todos los demás serían “impuros” y sujetos a la provisión vía decisiones políticas y no de los consumidores en los mercados.”