El subsidio estatal al arte: ¿acaso los burócratas hubiesen descubierto a van Gogh?

En Junio de 1959, Ludwig von Mises dictó seis conferencias en Buenos Aires. Éstas fueron luego publicadas y las consideramos con los alumnos de la UBA en Derecho. Su segunda conferencia se tituló “Socialismo” y trata ese tema. Pero en un punto se detiene a analizar el papel del gobierno en la promoción del arte. ¿Cómo determinar cuál es un artista prometedor para apoyarlo? Algunos autores han planteado que los artistas se ven inclinados en favor de ideas socialistas por dos razones: una de ellas es porque tienen una sensibilidad particular (aunque cuando se trata de defender derechos de autor son extremadamente capitalistas); la otra porque piensan que la gente (o el ‘mercado’) no tiene capacidad para comprender y valorar su capacidad creativa. Sin embargo, ¿acaso un funcionario público la tendría? Mises comenta:

“Ha habido pintores, poetas, escritores, compositores que se quejaron que el público no reconoció su obra lo cual fue la causa principal que permanecieran pobres. El público, ciertamente, puede haber tenido una pobre manera de juzgar, pero cuando estos artistas dijeron: ‘El gobierno debe sostener a los grandes artistas, pintores y escritores’ estaban muy equivocados. ¿A quién debería el gobierno confiar la tarea de decidir si un recién llegado es un gran pintor o no? Debería confiar en el criterio de los críticos, y de los profesores de historia del arte que permanecen mirando el pasado y rara vez han mostrado el talento para descubrir nuevos genios. Esta es la gran diferencia entre un sistema de ‘planificación’ y un sistema en el que cada uno puede planificar y actuar por sí mismo.

Van gogh

Es cierto, desde ya, que grandes pintores y grandes escritores a menudo han tenido que soportar dificultades muy grandes. Pueden haber tenido éxito en su arte pero no siempre en conseguir dinero. Van Gogh, ciertamente, fue un gran pintor. Tuvo que atravesar dificultades insoportables y, finalmente, cuando tenía treinta y siete años, se suicidó.

Durante toda su vida vendió solamente una pintura cuyo comprador era su primo. Aparte de esta única venta, vivió del dinero de su hermano, que no era un artista ni un pintor. Pero el hermano de Van Gogh entendía las necesidades de un pintor. Hoy no se puede comprar un Van Gogh por menos de cien o doscientos mil dólares. Bajo un sistema socialista, el destino de Van Gogh podría haber sido diferente. Algún funcionario oficial habría preguntado a algunos pintores bien conocidos (a quienes Van Gogh ni siquiera los hubiera considerado artistas) si este joven, medio o totalmente loco, era realmente un pintor digno de sostener. Y ellos, sin ninguna duda, habrían contestado: ‘No, no es un pintor, no es un artista, es solamente un hombre que desperdicia pintura’ y lo habrían enviado a una usina láctea o a un asilo de locos. Por lo tanto todo este entusiasmo a favor del socialismo por una creciente generación de pintores, poetas, músicos, periodistas, actores, está basado sobre una ilusión. Menciono esto porque estos grupos están entre los más fanáticos sostenedores de la idea socialista.”