En una sección del diario La Nación llamada “Políticos en el diván”, el presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, Gustavo Marangoni, sostiene que “el progresismo en la Argentina es muy berreta”. http://www.lanacion.com.ar/1721096-sin-titulo
En primer lugar, aclaremos el término para los lectores de otros países. Según el Diccionario del Lunfardo de Oscar Conde, “berreta” es: adjetivo: “aplicable a algo de fina apariencia y poca calidad. 2) Falso, apócrifo, adulterado. 3) Ordinario, de mala calidad”. Por otro lado, «la Biblia junto al calefón» es parte de la letra de un famoso tanto llamado «Cambalache», un comercio donde se vendía de todo.
Parece bastante osado al plantear que la síntesis perfecta del pensamiento sería entre Alberdi y Perón, aunque cómo pueden compatibilizarse dos cosas tan distintas está por verse. De la misma forma, también parece que él mismo tiene un costado alberdiano y otro más bien peronista, al menos en temas económicos.
Le preguntan:
“-¿En cuánto estima la inflación?
-Es muy alta. Yo no quiero fijar un número. Pero una inflación de dos dígitos en el contexto actual del mundo es alta. Y una inflación alta no es conveniente, no sirve.
-Marque verdadero o falso: «La emisión genera inflación».
-Es verdadero, pero depende del contexto de la emisión. Por ejemplo, en 2004, 2005, 2006, vos tenías un alto nivel de emisión, pero había una fuerte necesidad del público de pesos, y los absorbían. Entonces, no tenía un impacto inflacionario. Hoy es diferente. Si vos querés financiar el gasto exclusivamente con emisión, vas a tener un impacto inflacionario.
-¿Qué le parecen las medidas del Gobierno contra la inflación?
-Me parece que hay que terminar el puente. Tres cuartos no sirven. El cuarto final es salvar esta situación con los holdouts. Habiendo un fallo, lo que hay que ver es cómo cumplirlo sin comprometer el resto.”
Me quiero concentrar ahora en la respuesta correcta, o alberdiana. Dice que es verdadero que la emisión genere inflación, aplicando claramente un principio básico de la teoría cuantitativa del dinero. Correcto. Pero la TCD lleva muchas veces a un análisis lineal y erróneo: todo crecimiento de la oferta monetaria genera aumento de precios. Eso no es así: todo depende del comportamiento de la demanda. La respuesta, correctamente señala que hubo períodos de aumento de la demanda de dinero por lo que el aumento de la oferta no generó inflación. Dice “hoy es diferente”, es decir, hoy no aumenta la demanda de dinero, por el contrario, cae.
Pero luego le preguntan:
“-Si fueran gobierno, ¿cómo harían con la inflación?
-La inflación baja con inversión. Daniel tiene muy claro cómo generar un ámbito para que haya inversiones. Para eso tenés que poner reglas de juego claras.”
Si bien la inversión es fundamental para el crecimiento y, al aumentar la oferta de bienes tiende a reducir los precios, la inversión requiere de tiempo para tener efecto y la inflación, siendo como es, un problema monetario, requiere también de una política monetaria para resolverlo. Es decir, hay que dejar de emitir. Y para dejar de emitir hay que cerrar las causas que llevan a ello, en nuestro caso el excesivo gasto público con un déficit fiscal que se cubre con expansión monetaria. Esto es mencionado en la pregunta anterior, pero no aparece cuando se pregunta directamente cuál es la solución.
Por supuesto que hay que alentar la inversión y el crecimiento del capital pero incluso para esto es necesario dejar de emitir ya que la inversión necesita previsibilidad en los precios futuros, y para ello será necesario reducir el gasto y eliminar el déficit.
A los políticos les cuesta decir esto porque significa “ajuste” pero cualquiera sabe que cuando está gastando de más no queda otra que ajustarse.
Quizás el principal problema del intervencionismo de los gobiernos, no se dan cuenta que toda acción tiene un reacción, o para decirlo de otra forma, toda acción tiene sus beneficios y sus costos. Los Keynesianos dicen que para incentivar la economía el estado debe invertir, pero esta inversión debe ser financiada por alguien, generalmente se financia con impuestos o con expansión monetaria, y al final la expansión monetaria genera uno de los impuestos más altos para los consumidores que es la inflación.
El señor Marandoni toca uno de los aspectos fundamentales de la mala dirección económica: pretender que el gasto público genera bienestar con independencia del défict que pueda generar el desbordamiento de ese gasto. Una inyección inicial de dinero puede producir crecimiento temporal en cuanto haya recursos subutilizados. Pero, ya empleados los recursos que eran redundantes, en particular el capital, para continuar el crecimiento es necesario ofrecer estabilidad y credibilidad para que los inversionistas se animen a comprometerse en nuevos emprendimientos. Si a los altos déficit públicos se aúnan los controles de precios y las limitaciones a las capacidades de los empresarios de tomar decisiones de ventas, el panorama se vuelve aún más desalentador y represivo de la actividad económica privada. El efecto, será más inflación y más déficit y más incertidumbre y una actividad privada más desalentada y deprimida.
La afirmación del director del Banco Provincia sobre Alberdi y Peron, se debe mas a una inquietud «para la prensa», de modo de poder combinar algunas libertades individuales con ciertos derechos sociales, aunque claramente en una entrevista es imposible ver las diferencias entre ambos políticos.
Por lo demás, se podría acompañar la inversión recortando ciertos impuestos a la producción, junto con una paulatina reducción del gasto publico, reduciendo tareas burocráticas haciendo mas eficiente el Estado, sin necesidad de recortes masivos, de modo que los ahora empleados públicos tengan mejores ofertas laborales en el sector privado de acá a los próximos años, evitando desencadenar una crisis social debido al desempleo masivo
Yo creo que un estado tiene que intervenir siempre si se lleva a cabo un plan que haya sido elaborado correctamente teniendo en cuenta la situación del país en cuestión y como se va moviendo el mercado para ese país.
Pero estas medidas económicas a largo o corto o mediano plazo que los estados deben realizar deben tratar de ser cumplidas pero esto en la actualidad no sucede porque los políticos muchas veces tiende hacerles casos a las necesidades de la gente o al pedido popular de la masa y no siguen sus proyectos, sus iniciativas por eso no hay una continuidad en la economía y esta se va planificando sobre la marcha.
Así mismo pienso que los proyectos económicos de los estados deben tener un visón corporativo de todos los economistas del país que debatan el asunto, para lograr y escuchar contras, opiniones, ideas nuevas y de esta manera intervenir y distribuir mejor los recursos escasos.
Lo que hace que la emisión monetaria haya sido tan abusada en este último tiempo, es que imponer un «impuesto inflacionario» es mucho más sencillo que aumentar los impuestos, en relación al costo político. Si los impuestos se aumentan a través del incremento de las tarifas de transporte público, o de servicios domiciliarios, o de impuesto a las ganancias o de valor agregado, o de cualquier otra índole, el reproche social es inmediato y generalizado. No hay ninguna política más antipopular que aumentar los impuestos. No obstante, si el Estado se financia a través de la emisión, puede mantener el nivel de gasto sin que la gente note tanto que le están manoseando el bolsillo, y cuando llega el momento en que la inflación se sale de control, siempre es fácil echarle la culpa a otro. Otra ventaja de la emisión como forma de financiación es esa, que el Estado puede no asumir directamente la culpa de la inflación, puede imputarla a otros actores económicos.
El primer paso paso para salir de la crisis es reducir la emisión monetaria. Y para ello ni siquiera es indispensable un «recorte», puesto que con una mejor administración de los recursos existentes es posible mantener los servicios estateles a la vez que se reduce el gasto público.
Este tema se puede analizar según lo planteado en el texto «Lo que se ve y lo que no se ve», por Frédéric Bastiat:
Emisión de moneda:
– Lo que se ve: El Estado tiene un gasto público enorme, destina recursos para satisfacer necesidades que considera necesidades públicas (como Fútbol para Todos..), asignaciones universales o subsidios a «beneficio» de ciertos individuos y a veces de la sociedad entera. Para solventar ello como los recursos no alcanzan acude a la emisión monetaria. Hay más dinero en el mercado, logran solventar el gasto público, los empleados públicos que cobraron su sueldo realizan intercambios, «promueve la economía», hay mayor inversión, etc.
– Lo que no se ve: En algunos casos genera inflación. Al aumentar la demanda de los productos, la moneda se desvaloriza, los precios aumentan, los individuos destinan mayor cantidad de dinero a adquirir ciertos productos mejor valorados en su tabla de valoraciones, dinero que dejan de destinar a otra clase de productos, en perjuicio de los productores de éstos, al aumentar los precios se destina más dinero a impuestos, etc. Es una gran bola de nieve que cada vez se agranda más.
Ajuste:
– Lo que se ve: Se reduce el gasto público, se es más celoso con la asignación de los recursos estatales, la sociedad siente que se pagan impuestos y no hay una devolución por parte del Estado (en la materia que sea).
– Lo que no se ve: El Estado no emitió de más. Hay más seguridad jurídica/económica, las reglas del juego están claras. No hay inflación, por lo tanto los precios no aumentan más que por el normal juego de la oferta y la demanda, por lo tanto el consumidor al no tener que pagar de más un producto con el precio aumentado por inflación, puede destinar el resto a satisfacer otra necesidad, o también destinarlo a invertir.
Los políticos se centran más en actuar para conseguir mayor cantidad de votos, y no en actuar correctamente trazando un análisis serio de la situación y realizar las medidas que deben hacerse en el contexto en el que el país se encuentra. Porque claro, la sociedad se guía sólo por «lo que se ve». Y los políticos lo tienen muy en cuenta.
Recalco este comentario
“-Si fueran gobierno, ¿cómo harían con la inflación?
-La inflación baja con inversión. Daniel tiene muy claro cómo generar un ámbito para que haya inversiones. Para eso tenés que poner reglas de juego claras.”
Ya que coincido que para generar un ámbito para que haya inversiones tiene que haber seguridad, y para ello las reglas de juego deben ser claras.
Esto está totalmente en contraposición a cómo se está actuando en varios asuntos, uno reciente es con los fondos buitres, que más allá que por un tema nacionalista uno esté «del lado» de Argentina, se está actuando de tal manera que los potenciales inversores lo pensarán dos veces antes de invertir en nuestro territorio, a ver si algún día les toca a ellos..
Analizando la respuesta del político entrevistado y el comentario final, surge, claramente, los límites en la solución que brinda el primero. Esto es, en el contexto actual, político y social, de nuestro país, mencionar la palabra «ajuste» es por poco diabólica. Pero, en cierta medida, no hay otro camino para atraer inversiones. El tema es, ¿cuáles son las inversiones que serían necesarias atraer? De algo estoy segura, no sería el buen camino reiterar ajustes para atraer inversiones que sólo generar especulación, sí sería una alternativa viable, comenzar el proceso de ajuste pero destinado a crear las bases para la recepción de inversiones en el sector productivo.
Bueno días.
Cómo mantener sin que aumente, o reducir la inflación es una problemática que lleva varios años de discusión. Sin embargo, en la actualidad luego de cientos de debates entre expertos, y pese a la toma de diferentes medidas económicas que buscaban no aumentar la inflación, la situación inflacionaria no parece haber alcanzado el punto deseado según los entendidos en la materia. Ante este panorama, inevitablemente me hacer pensar que existen diversos factores que por más que puedan ser discutidos, estudiados, analizados, son complejos, y los diferentes Estados no los pueden controlar, o pudiéndolo hacer no encuentran el cómo realizarlo. Considero que hay variables tal vez difíciles de controlar pero posibles, como por ejemplo, las condiciones macroeconómicas para alentar la inversión, ello requiere desde mi óptica, por ejemplo una regulación legal – tributaria, en la cual el inversor decida elegir nuestro país para generar nuevos y positivos (para el Estado) circuitos económicos, teniendo ciertos beneficios tributarios que fomenten la inversión, sin perder la recaudación impositiva esencial para nuestro Estado, con ciertas condiciones tales como la apertura de la planta industrial en una lugar del país que sea estratégico, visto desde la necesidad de generar nuevas fuentes de trabajos, entre otros, incluso podría generar la apertura de nuevos comercios, ante una sociedad que busca satisfacer nuevas o aumentar sus necesidades. Es decir, descentralizar la actividad mayormente concentrada en Buenos Aires (Capital Federal y Provincia de Buenos Aires), y extenderla a aquellos lugares donde el Estado más gasto público realiza, o donde menos inversión haya. Para ello, y previamente hay que analizar cuáles son las necesidades que el gasto público busca satisfacer, y analizar cuáles son esenciales, y cuáles no, para poder tener un uso controlado del mismo, sin que ello implique un malestar social. Estimo necesario determinar cuáles son las necesidades principales a cubrir por el gasto público, para que este no se convierta en excesivo y perjudicial. De esta manera aquellas necesidades que (luego de los pertinentes debates parlamentarios) sean consideradas como prescindibles, permitirían que el gasto público sea eficiente, y se reduzca (siempre cuidando de satisfacer las necesidades esenciales de la sociedad) , reduciendo así la emisión monetaria. Por todo ello considero, que es fundamental alentar la inversión, con una regulación legal que otorgue ciertos beneficios tributarios, y que permita una rápida puesta en funcionamiento de las empresas, que fomente la competencia, y paralelamente al haber una satisfacción de necesidades con medios propios por parte de distintos sectores de la población, es consecuencia que al existir necesidades satisfechas por “autosuficiencia” de las personas, el Estado de manera controlada y moderada, va a ir, reduciendo el gasto público, sin dejar de atender a aquellos sectores que necesariamente deban ser cubiertas sus necesidades, pero también sin dejar de desarrollar y poner en práctica políticas de fomento de la inversión.
Alan D. Ricco
Buenos días.
Cómo mantener sin que aumente, o reducir la inflación es una problemática que lleva varios años de discusión. Sin embargo, en la actualidad luego de cientos de debates entre expertos, y pese a la toma de diferentes medidas económicas que buscaban no aumentar la inflación, la situación inflacionaria no parece haber alcanzado el punto deseado según los entendidos en la materia. Ante este panorama, inevitablemente me hacer pensar que existen diversos factores que por más que puedan ser discutidos, estudiados, analizados, son complejos, y los diferentes Estados no los pueden controlar, o pudiéndolo hacer no encuentran el cómo realizarlo. Considero que hay variables tal vez difíciles de controlar pero posibles, como por ejemplo, las condiciones macroeconómicas para alentar la inversión, ello requiere desde mi óptica, por ejemplo una regulación legal – tributaria, en la cual el inversor decida elegir nuestro país para generar nuevos y positivos (para el Estado) circuitos económicos, teniendo ciertos beneficios tributarios que fomenten la inversión, sin perder la recaudación impositiva esencial para nuestro Estado, con ciertas condiciones tales como la apertura de la planta industrial en una lugar del país que sea estratégico, visto desde la necesidad de generar nuevas fuentes de trabajos, entre otros, incluso podría generar la apertura de nuevos comercios, ante una sociedad que busca satisfacer nuevas o aumentar sus necesidades. Es decir, descentralizar la actividad mayormente concentrada en Buenos Aires (Capital Federal y Provincia de Buenos Aires), y extenderla a aquellos lugares donde el Estado más gasto público realiza, o donde menos inversión haya. Para ello, y previamente hay que analizar cuáles son las necesidades que el gasto público busca satisfacer, y analizar cuáles son esenciales, y cuáles no, para poder tener un uso controlado del mismo, sin que ello implique un malestar social. Estimo necesario determinar cuáles son las necesidades principales a cubrir por el gasto público, para que este no se convierta en excesivo y perjudicial. De esta manera aquellas necesidades que (luego de los pertinentes debates parlamentarios) sean consideradas como prescindibles, permitirían que el gasto público sea eficiente, y se reduzca (siempre cuidando de satisfacer las necesidades esenciales de la sociedad) , reduciendo así la emisión monetaria. Por todo ello considero, que es fundamental alentar la inversión, con una regulación legal que otorgue ciertos beneficios tributarios, y que permita una rápida puesta en funcionamiento de las empresas, que fomente la competencia, y paralelamente al haber una satisfacción de necesidades con medios propios por parte de distintos sectores de la población, es consecuencia que al existir necesidades satisfechas por “autosuficiencia” de las personas, el Estado de manera controlada y moderada, va a ir, reduciendo el gasto público, sin dejar de atender a aquellos sectores que necesariamente deban ser cubiertas sus necesidades, pero también sin dejar de desarrollar y poner en práctica políticas de fomento de la inversión.
Alan D. Ricco
Yo creo que el primer problema grave del gobierno inicia en no reconocer la inflacion y desde ya que no se puede solucionar algo que se esconde o se trata de mostrar inexistente. Luego deberia reconocer el déficit fiscal y la consiguiente reduccion del gasto público. Y realmete en el estado de abandono que precentan las instituciones publicas del pais reducir el gasto publico tambien podria ser terrible. Pienso q lo mejor es empezar a dar seguridad a los inversionistas extranjeros para el gasto publico pueda tener otros medios de financiacion.
Para bajar la inflacion en principio hay que reconocerla y posteriormente hay que combatirla y una de esas maneras es la no emision monetaria. Reducir el gasto publico no debe ser una cadena de despidos y frenar obras publicas porque eso generaria pobreza y un abandono estatal para la poblacion. Una forma de reemplazar la emision son las inversiones que traen dinero fresco y «plata rapida» pero hay que tener cuidado con las inversiones extranjeras porque un estado le permite invertir explotando asi recursos naionales que son de gran valor para el pais. Esto generalmente es un gran negocio donde los inversionistas giran sus utilidades y ganancias afuera y el pais pierde muchisimo mas de lo que gana con esa plata rapida. Las inversiones no son siempre inversiones sino que aparentan y terminan siendo un negocio redondo para los empresarios. Creo que debe haber una fuerte regulacion estatal para que esto no suceda pero son justamente esas regulaciones las que alejan generalmente a los inversionistas que prefieren invertir en lugares donde sea mas facil.
Lo primero que noto es la indiferencia que existe hoy en la respuesta de Marangoni, y de todos los funcionarios oficiales, cuando le preguntan algo tan sencillo de responder como cual es el indice inflacionario del país. «Es muy alta. Yo no quiero fija un número…» responde, por lo menos reconociendo así que las cifras oficiales son poco serias. Esta indeterminación es lo primero que genera un grado de incertidumbre para los productores y potenciales inversionistas. Nadie sabe que criterio poder tomar a la hora de establecer precios, costos, paritarias, etc. Es fundamental un organismo serio y responsable para poder permitir como dice Marangoni, esas «reglas claras» que traerán inversiones.
Por otro lado, el tema del gasto público hoy es una discusión que deben dar todos los partidos políticos con aspiraciones al 2015. Está claro que el gasto se dirige irremediablemente hacia cambios profundos. Por ejemplo la política de subsidios del gobierno nacional. Que tuvieron gran importancia a partir del 2003 para aquellos sectores más golpeados por la crisis del 2001 y que sirvieron para reflotar una economía que venia desbastada. Pero esta claro que hoy resultan un gran problema para el Estado y el gobierno no se atreve a tomar un decisión que pueda ser llamada como una política de ajuste. Sin dudas se ahorra el costo político que ello provocaría, pero lo paga con las consecuencias de una emisión monetaria récord dirigida a pagar un déficit fiscal con tendencia ascendiente.
El gobierno, rehusado a achicar el gasto público, parece que busca aumentar las reservas mediante financiación externa. El arreglo con Repsol y el Club de París parecieron señales dirigidas a los mercados externos. Sin embargo el juicio de holdouts se cargo con todas esas medidas. Esta situación complicó esa posibilidad, por lo tanto, parece ser innegable por lo menos empezar a discutir una re orientación del gasto público.