Con los alumnos de la materia Public Choice, en el doctorado del SMC leemos a John Scott (con ese nombre, en verdad, mexicano), sobre “El Análisis Económico de la Política: métodos y límites”. El autor realiza una crítica al desarrollo “neoclásico” del Public Choice (sería difícil incluir a Buchanan en esto) y promueve un análisis normativo basado en la Economía del Bienestar que denomina “política del bienestar”, la que promovería soluciones políticas basadas en la teoría de la “democracia deliberativa”, “como mecanismo para la generación de información interpersonal, o conocimiento común (Binmore, 1990) sobre la naturaleza de las opciones, y la intensidad relativa de las preferencias de los votantes”.
El autor sostiene que en términos “prácticos” esta democracia sería concebible técnicamente, extendiendo la democracia electrónica con la “capacidad de interacción entre las terminales individuales, permitiendo de esta forma calibrar las perspectivas individuales entre sí en función del proyecto de decisión colectiva”.
En cuanto a la teoría de la “democracia deliberativa”, la mejor crítica al respecto es la del notable libro de Guido Pincione y Fernando Tesón “Rational Choice and Democratic Deliberation: A Theory of Discourse Failure”: http://www.amazon.com/Rational-Choice-Democratic-Deliberation-Discourse/dp/0521175380/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1414533991&sr=8-1&keywords=pincione
El resumen de Amazon dice lo siguiente:
“En la deliberación política pública, la gente se equivoca y miente según ciertas tendencias definidas. Ese fracaso del discurso es el resultado de conductas que son tanto instrumental como epistémicamente racionales. Las prácticas deliberativas de la democracia liberal (y peor aún en los casos de sociedades represivas y no democráticas) no pueden ser mejoradas para superar la tendencia de los ciudadanos racionales a creer y decir cosas que se contraponen con las proposiciones confiables de las ciencias sociales. La teoría tiene varios corolarios. Uno de ellos es gran parte de la filosofía política contemporánea puede ser considerada como un intento para vindicar, en bases morales y simbólicas, las formas que toma el fracaso del debate en la deliberación política pública. Otro es que las prácticas deliberativas no pueden ser rescatadas incluso con fundamentos no epistémicos, tales como la paz social, la imparcialidad, la participación y la igualdad. Para reducir el fracaso del debate, este libro propone reducir el área de la política mayoritaria y ampliar los mercados.”
Según Pincione y Tesón como los votantes no tienen incentivo para estar políticamente informados las teorías deliberativas terminan siendo utópicas ya que una deliberación en esas condiciones será de baja calidad o, peor aún, errada. Esto se intensificaría con la retórica de los que buscan algún privilegio y para ello terminan alimentando a la discusión con información equivocada y sesgada. Según estos autores el fracaso de la deliberación se debe a tres causas:
- Un costo muy elevado para conocer y aprender las ciencias sociales que nos permitirían entender el funcionamiento de la sociedad (ignorancia racional).
- La demagogia de los políticos para sacar ventaja de esta ignorancia en su propio beneficio o el de grupos de interés.
- Los amplios poderes redistributivos del estado gobernados por mayorías.
Los argumentos “vívidos” superan a los “opacos”. Tomemos el caso de los subsidios a los productores agrícolas en los países desarrollados (Europa, Japón y Estados Unidos). Suele apelarse a la imagen “vívida” de algunos productores en la ruina y obligados a dejar su propiedad y de allí a la necesidad de darle apoyo a través del subsidio; el argumento en contra, en cambio, es “opaco” ya que se trata de un razonamiento analítico económico con mucho menos atractivo que el primero. No se muestran aquí imágenes de contribuyentes pobres en otras áreas de la economía que tendrán que pagar más impuestos para financiarlos o que no llegan a fin de mes debido a la mayor carga de impuestos y esto se debe a que el costo del subsidio resulta disperso en pequeñas cantidades entre todos los contribuyentes, para ninguno de los cuales esa cantidad justifique el esfuerzo que debería realizar para informarse.
En el presente articulo nos muestra simplemente la realidad en la que vivimos. Hoy en día, son muchas las personas que eligen ser racionalmente ignorantes, es decir que deciden dejar de informarse sobre cuestiones políticas.
Los políticos conocen esta situación, es por ello que sus discursos siempre apelan a lo emotivo, lo emocional. Ya que de esta manera buscan a atención de los votantes, para conseguir votos. Debemos recordar que los intereses de los políticos siempre se desarrollan a corto plazo, de manera que mientras que dure su cargo político estarán mas incentivados a contraer deudas (que en un futuro deberán de abonarse, pero ello ya no importara, debido a que su mandato habrá terminado) que a realizar aumento de los impuestos, que genera una visión negativa de los votantes, sobre su imagen.
Al leer el articulo encontramos ciertos hallazgos que nos permiten comprender por que motivo los votantes deciden ser racionalmente ignorantes:
«1. Un costo muy elevado para conocer y aprender las ciencias sociales que nos permitirían entender el funcionamiento de la sociedad (ignorancia racional).
2. La demagogia de los políticos para sacar ventaja de esta ignorancia en su propio beneficio o el de grupos de interés.
3. Los amplios poderes redistributivos del estado gobernados por mayorías.»
Ahora bien, lo preocupante de esto, es que los votantes que son racionalmente ignorantes, tienden a ver la realidad de manera parcial, esto quiere decir, que solo ven «lo que se ve». Al conocer una noticia sobre nuevos subsidios, pensaran en sus ventajas, pero no reflexionara que ello impactara sobre otros contribuyentes que deberán asumir mayores cargas impositivas.
TEMAS NUEVOS / IMPORTANTES
Me parece interesante que conforme algunos países experimentan la privatización de servicios públicos, podamos comprender mejor qué es lo que realmente debiera catalogarse como bienes solamente públicos. Podríamos quizá desarrollar la posibilidad de recurrir al servicio de terceros no solo nacionales sino internacionales según la competitividad que han mostrado en sus países de origen (ejemplo, el servicio de educación pública Inglesa para un país que requiera subir su promedio educativo, o el servicio de inteligencia policial de los EUA para una nación que requiera resolver un conflicto local en particular). Al tener una competencia internacional, los gobiernos estaría obligados a mejorar su calidad de servicio y por consiguiente las formas de elección social y participación ciudadana en la exposición de sus preferencias.
PREGUNTAS AL AUTOR
1) Dentro de la paradoja de votación, el autor menciona de una de las reacciones posibles que en un espacio unidimensional con preferencias uni-modales la teoría de votación espacial de Black y Downs postula que el votante mediano no puede perder con votación mayoritaria; sin embargo, sí funciona aunque de manera limitada en espacios multi-dimensionales. A qué se refiere con espacial, uni-modal y multi-dimensional?
2) La privatización de servicios públicos se ha ejercido cada vez más en las últimas décadas. Esto podría significar un precedente del ejercicio utópico neoclásico del límite último de disolución del Estado. Qué impacto considera John Scott que podría tener en la ciudadanía la falta de una estructura de Estado?
3) Por favor aclarar a que se refiere el autor cuando habla de “metafísica de los valores”.
Hemos debatido ya acerca de que los votantes tienen un incentivo débil para estar informados y que esto los lleva a la apatía racional o a la ignorancia. Y que en cambio con los políticos esto no ocurre, porque su actividad esta en relación directa con el resultado que obtienen (el alto costo de sus errores) Por ello deben estar informados, porque tienen una motivación para alcanzar sus propios intereses.
A mi interpretación la “ignorancia “ del ciudadano a simple vista tiene una especie de limite, porque el gobernante puede en su campaña electoral mentir, tratar de parecer algo que no es, pero ya cuando alcance el poder, y la gente observe que ninguna o pocas de las cosas que prometió no se hacen, como podría entonces alcanzar la re elección? Haciendo algunas pocas obras antes del próximo periodo electoral? Eso alcanza para confeccionar un velo para que todos los ciudadanos no se den cuenta de las verdaderas intenciones? Seguramente algunos se mentirán pero el gran error de muchos siempre fue subestimar a la gente.
Tema también a considerar es la “preferencia por el corto plazo”. Yo concuerdo que el interés es fijado en un plazo tan corto como el fin de su mandato porque mas allá de el, las consecuencias caen sobre otro, pero considero algunas posibilidades que no están contempladas en este principio.
Y si el próximo gobernante/s es del mismo partido y cae en desgracia por una deuda contraída por el anterior y el país entra en crisis? Eso también perjudicaría al gobernante que contrajo la deuda porque aunque la gente siempre hecha culpas al que esta de turno que tiene que implementar medidas de ajustes, también relacionara el partido con la desgracia y eso hacer que el gobernante que contrajo la deuda por pertenecer a ese partido, ya no tengas chances de una nueva elección popular o por lo menos la chance será mínima. En nuestro país se podría ejemplificar con lo que paso con la crisis del 2001 y la Unión Cívica Radical o Alianza, en su interior la gente al escuchar UCR recuerda directamente la crisis del 2001 o cuando se habla de una postulación de un grupo de partidos conformados en una “Alianza” como seria el caso de UNEN, muchos han escuchado la frase: ya vivimos la experiencia de una Aliaza y no nos fue bien.
Lamentablemente, los argumentos en contra de los beneficios que puede traer la democracia deliberativa son bastante fuertes. Hay demasiados factores que juegan a favor de la desinformación de los votantes, ya sea racional (por desinterés, costos elevados de acceder a determinados datos, etc) y también en cierto sentido hay una desinformación estrictamente vinculada a que las motivaciones para no estarlo son débiles. Esto ha explicado y demostrado a lo largo de la historia cómo la población ve con buenos ojos aquellas políticas destinadas a generar gastos públicos, que repercutirían en beneficios en un corto plazo, en lugar de preferir la inversa, es decir, políticas que generen un costo en el corto plazo para luego observar sus beneficios en el futuro. Es que el grueso de los ciudadanos tiende a pensar en el «aquí y ahora», lejos de detenerse a pensar en qué estado de la economía de un país nacerían las generaciones futuras. No se piensa en la economía como un ciclo, sino como un despilfarre de recursos, muy difícil de compensar a la larga. Como estuvimos viendo a lo largo de las clases, la diferencia sustancial entre lo que ocurre en el mercado y lo que ocurre en la política, es que en el primero, una decisión errónea o acertada repercute directamente en el consumidor, mientras que en la política, un voto de mala calidad o desinformado, repercute en otros ciudadanos, pero a la vez lo hace de modo indirecto en cada persona que vota. Lo opuesto se observa en los políticos, que ven directamente los beneficios o los costos de las decisiones que toman. Se observa así un mecanismo «de poleas», que beneficia lamentablemente a la demagogia y al gasto desmesurado, porque es lo que ha demostrado que funciona en la práctica, precisamente por todo lo mencionado anteriormente. Coincido también en cierto punto con lo que sostiene Caplan, en el sentido de que la desinformación también puede ser «irracional», el votante no procesa esa poca información que haya buscado con su mejor capacidad racional, sino que lo hace introduciendo emociones e ideologías. Caplan sostiene que “apagamos” nuestras facultades racionales en relación con asuntos en los que no nos importa la verdad. Los políticos entonces, terminan valiéndose o implementando las políticas irracionales que eligen los votantes. Incluso habla de los errores en los que incurren los votantes (“sesgo antimercado”, “sesgo anti-extranjero”, “sesgo proempleo” y “sesgo pesimista”). Me parece bastante acertado, y relacionado a lo que señalaban Pincione y Tesón, quienes dicen «En términos simples,
los ciudadanos estarán sistemáticamente equivocados en sus creencias acerca del mundo social, y ninguna cantidad de deliberación lo corregirá. Más aún, la típica discusión política socavará objetivos no epistémicos, como los distintos ideales de justicia”. En conclusión, como decía al principio, hay muchos motivos para creer que la deliberación no llevará a resultados diferentes, y por diversas razones antes mencionadas esto no hace más que hacer proclive el desarrollo de los «lobbys» destinados a obtener rentas extraordinarias, que terminarán financiando los propios votantes.