Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca, en UCEMA, vemos a un autor poco considerado entre los autores austriacos, Fritz Machlup. Aquí de su artículo “El problema de la verificación en Economía”, Revista Libertas 40 (Mayo 2004)
“Cada uno de nosotros ha estado últimamente tan ocupado con el análisis estadístico de curvas de demanda, de funciones de ahorro, consumo e inversión, de elasticidades y propensiones, que una descripción de estas y similares investigaciones no es realmente necesaria. El problema con la verificación de hipótesis empíricas basadas en análisis estadísticos y econométricos es que la sucesión de estimados sobre la base de nuevos datos ha sido siempre seriamente divergente. Por supuesto, esas variaciones en el tiempo entre las relaciones numéricas no son realmente sorprendentes. Pocos de nosotros han esperado que esas relaciones sean constantes o incluso aproximadamente estables. Así, cuando nuevos datos y nuevos cómputos arrojan estimados revisados de parámetros económicos, no existe manera de decir si las hipótesis previas eran incorrectas o si las cosas han cambiado.
El hecho que las relaciones numéricas descriptas por las hipótesis empíricas pueden estar sujetas a cambios impredecibles altera esencialmente su carácter. Las hipótesis que están estrictamente limitadas al tiempo y al espacio no son “generales” sino “especiales,” o también llamadas proposiciones históricas. Si las relaciones medidas o estimadas en nuestra investigación empírica no son universales sino históricas, el problema de la verificación es completamente diferente. Tan diferente que de acuerdo a las intenciones expresadas en la introducción no deberíamos estar interesados en ellas. Pues nuestro propósito fue discutir la verificación de generalizaciones, no de eventos o circunstancias confinadas a particulares tiempos y lugares. Si todas las proposiciones de la economía fuesen de este tipo, el dictado de la vieja escuela histórica, que la economía no puede contar con “leyes generales” o con una “teoría general,” sería plenamente justificado.
Si una hipótesis acerca de una relación numérica entre dos o más variables fue formulada sobre la base de datos estadísticos cubriendo un período particular, y luego es comparada con datos de un período diferente, esa comparación podría contarse como verificación sólo si la hipótesis hubiese sido formulada como una de carácter universal, es decir, si la relación medida o estimada hubiese sido considerada como constante. En la ausencia de tales expectativas, el test por un “acierto” continuo (entre hipótesis y nuevos dato) es simplemente una comparación entre dos situaciones históricas, un intento de encontrar si las particulares relaciones eran estables o cambiantes. Una verificación genuina de hipótesis previamente formuladas acerca de un período dado requiere de una comparación con datos adicionales del mismo período, para así evaluar si las observaciones previas y su descripción numérica fueron o no precisas. En breve, una proposición histórica sólo puede ser verificada por nuevos datos acerca de la situación histórica a la cual refiere. Esto es así también para proposiciones geográficas y comparaciones entre distintas áreas.
Sin embargo, aunque las “estructuras” cambiantes estimadas por la econometría y la estadística no son más que proposiciones históricas, pueden existir límites en sus variaciones. Por ejemplo, seguramente podemos generalizar que la propensión marginal a consumir no puede ser en el largo plazo mayor que la unidad, o que la elasticidad de la demanda para ciertos tipos de exportación de cierto tipo de países no será en el largo plazo menor que la unidad. Proposiciones sobre límites definitivos en la variación de proposiciones especiales o históricas son de nuevo hipótesis generales. Estas no son estrictamente empíricas sino universales, en el sentido de ser deducibles de generalizaciones de alto nivel en el sistema teórico de la economía. Los varios estimados sucesivos de estructuras cambiantes pueden ser considerados como verificaciones de hipótesis generales, de acuerdo a las cuales ciertos parámetros o coeficientes deben estar dentro de ciertos límites. Debido a que estos límites son usualmente bastante amplios, la verificación no será por supuesto de la rigurosa manera en que lo es en las ciencias físicas, con sus constantes numéricas y estrechos márgenes de error.
Pero ni esto ni ninguna otra cosa que se ha dicho en este artículo debería ser interpretado como un intento de desanimar el testeo empírico en economía. Por el contrario, la conciencia de los límites de la verificación debería tanto prevenir de las desilusiones como presentar desafíos al trabajador empírico. Él debe ponerse a la altura de ellos, y proceder con inteligencia y fervor mediante cualquiera de las técnicas que se hallen disponibles.”
Resumen:
En este artículo, Machlup centrara su análisis en la verificación, entendida como “chequeo” o “testeo”, del valor explicativo o predictivo de las hipótesis generales (teorías), no de las especiales (referidas a eventos individuales o condiciones particulares de momento y lugar).
Inicialmente, comienza por resaltar que el objeto de la verificación no debe ser hallar la “verdad” o la “realidad” (puesto que tal método no nos permite hacerlo), sino tan solo determinar cuan marcada es la “correspondencia” entre la hipótesis planteada y los resultados particulares. La verificación de una hipótesis nos puede llevar, o bien a confirmarla, cuando no se encuentra “no-correspondencia”, que es más bien una no-disconfirmación (por el momento) y no una “prueba” definitiva (de su corrección), o bien a rechazarla o disconfirmarla (o “falsarla”), cuando se encuentra “no-correspondencia” irreconciliable.
Procede, a fin de esclarecer la exposición del problema a abordar (la verificación en economía), a exponer y criticar dos posiciones extremas al respecto. Por un lado, el apriorismo extremo sostiene, en síntesis, que la ciencia económica es un sistema de verdades a priori (axiomas), no abiertas a verificación empírica, y puras deducciones a partir de ellas (teoremas), tampoco abiertas a verificación; así, sus leyes serían tan universales como las de las matemáticas (no obstante, matiza que, en general, lo que sus partidarios consideran que no puede someterse a testeo empírico es el sistema axiomático- deductivo, mas no las predicciones de los resultados en casos particulares que se puedan deducir). Por otro lado, el ultra-empirismo no reconoce como legítimo el empleo de proposiciones que no sean independientemente verificables, posición que se ve reflejada en su ataque a los “supuestos” de la teoría económica (y por consiguiente al sistema hipotético-deductivo que a partir de ellos se construya) en tanto no-verificables (verificable entendido como: directamente testeable mediante los datos objetivos obtenidas por la observación); alternativamente, proponen como el único método científico disponible un programa que comience con “hechos”, obtenidos mediante investigación estadística, y no con supuestos.
El error de estos últimos consiste en no diferenciar entre hipótesis fundamentales (o de más alto nivel), generales, las cuales no son independientemente testeables, y los supuestos específicos, o hipótesis de más bajo nivel (que refieren a los hechos o las condiciones observadas), los cuales sí son independientemente testeables. Considerando esta distinción, el testeo empírico del sistema deductivo se realizaría mediante el testeo de las hipótesis de más bajo nivel en el sistema. Esas hipótesis fundamentales (en la ciencia económica, el postulado de la acción racional, esencialmente, o sea, el “principio económico” de tratar de maximizar la utilidad subjetiva derivada de la consecución de fines) pueden ser pasos importantes en la elaboración de un argumento cuyas conclusiones (hipótesis de bajo nivel sobre los hechos observados) sí son empíricamente testeables; no obstante, esto no implica que tales supuestos fundamentales no estén igualmente “in check” permanentemente de alguna manera, y es que ellos pueden ser rechazados, solo en conjunto con todo el sistema teórico del cual son parte, cuando un sistema mejor, más satisfactorio, se coloque en su lugar (pero no por “hechos” que la contradigan).
Propone entonces un modelo de aparato analítico a fin de ilustrar lo antes expuesto, donde los supuestos fundamentales serían el “tipo de acción asumida” y las hipótesis de más bajo nivel serían, por un lado, las “condiciones asumidas” (de cuya verificación independiente no debemos preocuparnos demasiado, puesto que en general son altamente teoréticas y no observables), y, por otro, el “cambio asumido” y el “cambio deducido”, que serían las hipótesis respecto a los hechos observables (de cuya verificación independiente debemos asegurarnos puesto que ella supone el nexo entre la teoría y los fenómenos que busca explicar, y en esto consiste de hecho la aplicación de la teoría). Así, las verificaciones simultáneas del “cambio asumido” y del “cambio deducido” cuentan como verificaciones (en el sentido de no-disconfirmación ya explicado) de la teoría como un todo; esas hipótesis de más bajo nivel constituyen, entonces, una adición empírica de verificación requerida. No obstante, es importante resaltar que, dado que la predicción del economista es condicional (o sea, basada en condiciones específicas), a la vez que, dada la no-reproducibilidad (el carácter único) de los eventos económicos, no es posible chequear el cumplimiento de todas las condiciones estipuladas, la teoría en cuestión no puede ser, por testeo empírico, “confirmada” o “disconfirmada” (puesto que, de haber no-correspondencias, no podremos saber si el error estuvo en los supuestos fundamentales o en las “condiciones asumidas”). Por tanto, los test de la teoría serán más de carácter ilustrativo que “confirmatorio”, en tanto no podrán forzar aceptación, sino simplemente “no-disconfirmación” (siendo esta última, incluso, de limitado valor real, como recién comentamos). Aun así, habría algún lugar no estrecho para la verificación empírica en economía, que sería en el área conformada por el descubrimiento de correlaciones empíricas por observaciones estadísticas, no derivables de los supuestos fundamentales, las cuales constituirían hipótesis estrictamente empíricas (pero cuya limitación radica en que, para conservar su esencia, o sea seguir siendo especiales y no generales, debe estar circunscripta a su tiempo y lugar correspondiente).
Interesante/novedoso:
Me resultó interesante el que planteara la verificación empírica en economía como algo necesario para que los sistemas teóricos que uno elabora tengan algún tipo de nexo con los fenómenos a los que aluden (si el fin último de un modelo teórico es poder explicar ciertos fenómenos, el que logre su cometido debería de “chequearse” de alguna manera), pero que tal verificación no constituye algo estrictamente determinante de la corrección o validez del sistema teórico (y de los supuestos fundamentales).
Introduce entonces la idea de que conjunto en las cs. soc., a diferencia de en las cs.nat. (en que el recurrir a este elemento no es posible) el elemento relevante a la hora de juzgar la corrección o validez de los supuestos fundamentales (hipótesis sobre el “tipo de acción asumido”) y, en definitiva, del sistema teórico en su conjunto es que el contenido de dichas hipótesis (tipos de acción asumidos) sea “entendible” a todos nosotros (en tanto somos humanos actuantes). Me resultó totalmente en consonancia con lo que plantea Hayek de que el inteligir la acción o conducta humana constituye la única forma en que podemos comprenderla o entenderla
Preguntas: (en el artículo de Hayek)