La revista Inversor Global, reproduce un artículo del consultor de inversiones Bill Bonner, quien analiza los mercados desde una perspectiva teórica basada en la Teoría Austríaca del Ciclo Económico, desarrollada principalmente por Mises y Hayek. En esencia, la teoría sostiene que el origen de los ciclos económicos (auges y caídas) se encuentra en las políticas monetarias implementadas por los gobiernos a través de los bancos centrales. Estos manipulan la tasa de interés, reduciendo la tasa por debajo de su tasa «natural» o de Mercado, y esa menor tasa ocasiona el boom de inversiones que genera una «burbuja». Tarde o temprano, como los ahorristas no han decidido ahorrar más sino que el Nuevo crédito es articialmente creado por la autoridad monetaria, la puja por entre los consumidores y los inversores hace subir la tasa y la burbuja estalla (los consumidores no han dejado de consumir, quieren más crédito, y los inversores también quieren más con esa Baja tasa).
SI la banca central convalida esa puja con más crédito barato (emisión monetaria) se avanza hacia la hiperinflación; si se frena, la tasa sube y el ciclo gira hacia la caída (recesión o depresión). Por esa razón, los economistas austríacos proponían eliminar la posibilidad de manipulación de la moneda, ya sea a través del patrón oro entonces existente, o de la competencia de monedas después.
«Política monetaria»: nada bueno ha resultado de la mezcla entre moneda y política.
Aquí el texto del artículo.
La caída ha comenzado
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Los primeros desajustes económicos ya se empiezan a notar como consecuencia de la burbuja de deuda que de forma negligente Gobiernos y grandes corporaciones han inflado. En este artículo analizamos las futuras consecuencias, tanto para la economía como para los mercados. |
El fin del gran mercado alcista estadounidense y de la burbuja de deuda llegará, tarde o temprano. Pero no ha llegado esta semana. ¿Llegará la próxima semana o este año?
Hoy, exploramos el tiempo que la gente olvida. Esta frase no tiene mucho sentido, pero queríamos compartirla de cualquier manera. Estamos hablando de ese espacio en el calendario al que nos referimos con un «eventualmente» o con un «tarde o temprano», esa parte del futuro en el que las cosas que no pueden durar para siempre finalmente paran.
Específicamente, nos preguntamos sobre cuándo y cómo la mayor burbuja de deuda de la historia reventará. Recuerde que el «Planeta Deuda» añadió 30 billones de dólares a sus cargas en los últimos 6 años, un incremento del 40%. Eso no puede continuar para siempre. ¿Pero cuándo terminará? ¿Y cómo terminará? ¿Inflación, deflación, hiperinflación, hiperdeflación?
Para hacer corta una historia larga, una burbuja no puede explotar sin hacer mucho daño. Y con una burbuja tan grande, el resultado será devastador. Probablemente, veremos inflación en toda su forma conocida; y tal vez en formas de las que nunca hemos oído hablar.
Uno puede discutir sobre el efecto que las políticas de expansión monetaria han tenido en la economía estadounidense, y el efecto que tendrán cuando se retiren definitivamente. Pero no hay duda de que las tasas de interés microscópicas han hecho su trabajo. La gente podía pedir prestado a unas tasas de interés históricamente bajas, y así lo hizo.
Los gobiernos se endeudaron más intensamente que nunca, sólo para cubrir los costos operativos de la gigantesca maquinaria. Las grandes corporaciones se endeudaron para expandirse, para comprar más inmovilizado, para refinanciar viejas deudas y para recomprar acciones (incrementando el precio de las acciones, coincidiendo casualmente con mejores bonus a sus directivos).
Las últimas cifras que tenemos son del tercer trimestre de 2013. En esos tres meses vimos recompras de acciones por 123.000 millones de dólares, un 32% más que en el mismo período del año anterior. Si esta tasa de crecimiento se prolongara este año, estaríamos hablando de medio billón de dólares de beneficios destinados solamente a incrementar el precio de las acciones, viniendo de las propias corporaciones.
¿Son los directivos estúpidos o simplemente avariciosos? El sabio consejo «compra barato, vende caro» no parece haberles llegado. En la parte más baja del Crash del 2008, prácticamente ninguna compañía de Estados Unidos se dedicó a recomprar acciones cuando cotizaban por un precio de ganga. Ahora que las acciones vuelven a estar al alza, casi todas las corporaciones están comprando sus propias acciones.
Seguro, esto es algo que algún día terminará. Pero no exige demasiada imaginación predecir lo que pasará cuando esto ocurra: el precio de las acciones se hundirá.
Primero, el crédito se expande y los precios de las acciones suben. Entonces, el crédito se encoge y los precios de las acciones caen. Los precios de las acciones suelen anunciar la dirección que tomarán los precios al consumo.
Después de tanta inflación del crédito, esperamos que haya una deflación tremenda cuando la burbuja explote. De repente, el «efecto riqueza» se convertirá en el «efecto pobreza», con gente reduciendo sus gastos personales, inversiones y lujos.
Esto sería normal, natural y saludable. La deflación de la deuda no crea deuda tóxica o malas inversiones, obliga a la gente a asumir la culpa por sus errores. Las empresas quiebran; ya no pueden pedir prestado fondos casi ilimitados a tasas de interés casi inexistentes. La gente puede declararse en quiebra una vez más y tendrán mucha compañía. Los cinco billones de dólares que por arte de magia aparecieron mientras la Bolsa subía súbitamente desaparecen por donde vinieron.
No hay misterios sobre el ciclo de deuda. La riqueza creada sobre el crédito desaparece cuando el crédito se corta. Es entonces cuando uno se da cuenta de quién cometió los mayores errores.
La gran pregunta es: ¿cuán grande puede llegar a ser esta burbuja antes de que explote? ¿Y cómo se las arreglarán los bancos centrales cuando esto ocurra?
La primera pregunta tiene una respuesta obvia: ¿quién sabe? Y respecto a la segunda, los bancos centrales están trabajando en ello, con Estados Unidos y Japón a la cabeza. Y gracias a ello las corporaciones y los gobiernos todavía se están endeudando a buen ritmo.
Las corporaciones aún están recomprando sus acciones. Y los precios de las acciones, hasta donde podemos ver, aún siguen subiendo. Y podría seguir siendo así durante un tiempo; nadie sabe cuánto tiempo.
Otro día nos haremos esta otra pregunta: cuando el fin llegue, ¿qué tipo de fenómeno económico tendremos? ¿Inflación? ¿Deflación?
Saludos,
Bill Bonner.
Bill Bonner es fundador y presidente de Agora Inc., con sede en Baltimore, Estados Unidos. Es el autor de los libros «Financial Reckoning Day» y «Empire of Debt» que estuvieron en la lista del New York Times de libros más vendidos. Sus columnas hacen parte de la Revista InversorGlobal. Puede suscribirse haciendo click aquí.
Es un tema interesante, pero de cierta dificultad a la hora de analizarlo sin conocer profundamente el tema. A primera vista no parece desacertado que un Estado intervenga a través del Banco Central para beneficiar la inversión por medio de, en este caso, tasas de bajas tasas de interés. Cambia el panorama si lo que es pan para hoy, es hambre para mañana, ya que al producirse el efecto «burbuja» tarde temprano se caerá en recesión o inflación. La alternativa planteada por los austriacos es dejar la manipulación de la moneda en manos del mercado, creo que habría que analizar como repercutiría esa medida en la economía en concreto. Si bien en mi opinión personal, creo que el Banco Central, como ente autárquico debe ser independiente del Ejecutivo y no dejar que éste maneje la emisión de moneda a su antojo para financiar su gasto público (como pasa en la actualidad en nuestro país) por dar un ejemplo, esto no debe mantenerlo ajeno a articular junto con el Estado diferentes políticas monetarias, y en cierto contexto económico, puede que incentivar la inversión con bajas tasas sea una. Lo que habría que analizar es las consecuencias obviamente, debe existir una tasa baja, no irrisoria, que beneficiando las inversiones, no tenga un impacto negativo posteriormente, o sea un equilibrio. Por otro lado en contraposición, creo que también habría que analizar las consecuencias de dejar la manipulación de la moneda al mercado, la que a simple vista pareciera beneficiar a los grandes inversionistas y no tanto a las medianas y pequeñas industrias. En conclusión. yo también vería mas viable dejar la manipulación de la moneda al mercado, pero en ciertos casos ¿podría también esta política monetaria tener impacto negativo en la economía de países, no tan desarrollado como los EEUU?
Los desajustes económicos y me refiero a la caída de la bolsa de comercio de Nueva York en el año 1929 y la crisis financiera ocurrida en el 2008 no está relacionada con la falta de normativas claras de control por parte de los Estados ? . Es decir hasta que punto la gran mayoría de los inversionistas financieros se encuentran protegidos en cuanto a la información de la que disponen al momento de comprar una accción de una empresa o un título público ?