Con los alumnos de la materia Economía e Instituciones de OMMA Madrid, vemos una introducción al Análisis Económico de la Política (Public Choice):
En toda sociedad hacen falta un mecanismo para permitir que se expresen las preferencias de los individuos y señales que guíen a los productores a satisfacerlas. En el caso de los bienes privados, hemos visto cómo el mercado cumple ese papel. También vimos que se presentan problemas para cumplirlo. En el caso de los bienes públicos, es la política: es decir, los ciudadanos expresan sus preferencias por bienes colectivos y hay un mecanismo que las unifica, resuelve sus diferencias (Buchanan 2009) y envía una señal a los oferentes —en este caso las distintas agencias estatales— para satisfacerlas. Como veremos, este también se enfrenta a sus propios problemas.
El siguiente análisis de las fallas de la política se basa en el espíritu de aquellas famosas palabras de Winston Churchill (1874-1965): “Muchas formas de gobierno han sido ensayadas y lo serán en este mundo de vicios e infortunios. Nadie pretende que la democracia sea perfecta u omnisciente. En verdad, se ha dicho que es la peor forma de gobierno, excepto por todas las otras que han sido ensayadas de tiempo en tiempo”.
Churchill nos dice que no hemos ensayado un sistema mejor, por el momento, pero que este no puede ser considerado perfecto. Por ello, cuando se ponen demasiadas esperanzas en él, pueden frustrarse, ya que la democracia no garantiza ningún resultado en particular —mejor salud, educación o nivel de vida—, aunque ciertas democracias lo hacen bastante mejor que las monarquías o las dictaduras.
Durante mucho tiempo, buena parte de los economistas se concentraron en analizar y comprender el funcionamiento de los mercados, y olvidaron el papel que cumplen los marcos institucionales y jurídicos de los Gobiernos. Analizaban los mercados suponiendo que funcionaban bajo un “gobernante benevolente”, definiendo como tal a quien persigue el “bien común”, sin consideración por el beneficio propio, y coincidiendo en esto con buena parte de las ciencias políticas y jurídicas[1]. Tal como define al Estado la ciencia política, tiene aquel el monopolio de la coerción, pero lo ejerce en beneficio de los gobernados.
Por cierto, hubo claras excepciones a este olvido. Inspirados en ellas, autores como Anthony Downs o James Buchanan y Gordon Tullock iniciaron lo que se ha dado en llamar “análisis económico de la política”, en el contexto de gobiernos democráticos, originando una abundante literatura. Su intención era aplicar las herramientas del análisis económico a la política y el funcionamiento del Estado, pues la teoría política predominante no lograba explicar la realidad de manera satisfactoria.
Uno de los primeros pasos fue cuestionar el supuesto del “gobernante benevolente” que persigue el bien común; porque, ¿cómo explicaba esto los numerosos casos en que los Gobiernos implementan medidas que favorecen a unos pocos? O más aún: ¿cómo explicar entonces que los gobernantes apliquen políticas que los favorecen a ellos mismos, en detrimento de los votantes/contribuyentes? Por último, ¿cómo definir el “bien común”[2]? Dadas las diferencias en las preferencias y valores individuales, ¿cómo se podría llegar a una escala común a todos? Esto implicaría estar de acuerdo y compartir dicha escala, pero el acuerdo que pueda alcanzarse tiene que ser necesariamente vago y muy general, y en cuanto alguien quiera traducir eso en propuestas específicas surgirán las diferencias. Por eso vemos interminables discusiones sobre la necesidad de contar con un “perfil de país” o una “estrategia nacional” que nos lleve a alcanzar ese bien común, pero, cuando se consideran los detalles, los “perfiles de país” terminan siendo más relacionados con algún sector específico o difieren claramente entre sí.
Los autores antes mencionados decidieron, entonces, asumir que en la política sucede lo mismo que en el mercado, donde el individuo persigue su propio interés, no el de otros. En el mercado, esa famosa “mano invisible” de Adam Smith conduce a que dicha conducta de los individuos termine beneficiando a todos. ¿Sucede igual en el Estado? Se piensa en particular en el Estado democrático, porque se supone que los Gobiernos tiránicos o autoritarios no le dan prioridad a los intereses de los gobernados.
Algunos economistas intentaron definir ese “bien común” en forma científica, como una “función de bienestar social”, pero sin éxito (Arrow 1951). Además, si hubiese alguna forma de definir específicamente ese bien común o bienestar general como una función objetiva, no importaría si es el resultado de una decisión democrática, de una decisión judicial o simplemente un decreto autoritario que lo imponga.
Como veremos, al cambiar ese supuesto básico, la visión que se tiene de la política es muy distinta: el político persigue, como todos los demás y como él mismo fuera de ese ámbito, su interés personal. No se puede definir algo como un “bien común”, un resultado particular que sea el mejor, pero sí se puede evaluar un proceso, en el que el resultado “bueno” sea aquél que es fruto de las elecciones libres de las personas. ¿Existe entonces un mecanismo similar a la “mano invisible” en el mercado, que guíe las decisiones de los votantes y las acciones de los políticos a conseguir los fines que persiguen los ciudadanos? Este enfoque, llamado en general “Teoría de la Elección Pública” (Public Choice) se centra en los incentivos. De ahí que también se le conozca como “análisis económico de la política”.
[1]. Esta visión, por supuesto, no es sorprendente. Madison (2001), por ejemplo, mostraba una posición clásica aun hoy muy popular, según la cual la búsqueda del “bien común” depende de la delegación del poder a los representantes correctos, no de la información y los incentivos existentes: “… un cuerpo de ciudadanos elegidos, cuya sabiduría pueda discernir mejor el verdadero interés de su país, y cuyo patriotismo y amor por la justicia harán muy poco probable que lo sacrifiquen a consideraciones parciales o temporales. Bajo tal regulación, puede bien suceder que la voz pública, pronunciada por los representantes del pueblo sea más consonante con el bien público que si fuera pronunciada por el pueblo mismo, reunido para tal propósito. Por otro lado, el efecto puede invertirse. Hombres de temperamento faccioso, prejuicios locales, o designios siniestros, pueden por intriga, corrupción u otros medios, primero obtener votos, y luego traicionar los intereses del pueblo”.
[2]. Muchos filósofos políticos han cuestionado este concepto. Entre los economistas, Hayek (1976 [1944]): “El ‘objetivo social’ o el ‘designio común’, para el que ha de organizarse la sociedad, se describe frecuentemente de modo vago, como el ‘bien común’, o el ‘bienestar general’, o el ‘interés general’. No se necesita mucha reflexión para comprender que estas expresiones carecen de un significado suficientemente definido para determinar una vía de acción cierta. El bienestar y la felicidad de millones de gentes no pueden medirse con una sola escala de menos y más” (p. 89).
ECONOMIA E INSTITUCIUONES
PROFESOR: DR. MARTIN KRAUSE
RESUMEN LECTURA: CAPITULO 2, 3, 4 y 5
ALUMNO: MARIO VILLAGÓMEZ
Capítulo 2 El Foro y el Bazar
Resumen Lectura:
Desde que comencé esta Maestría en Economía, me ha llamado mucho la atención la visión de la “Tradición Austríaca” y de algunos profesores sobre el conceto de que el “Equilibrio General” es inalcanzable, inexistente y utópico, esto debido a que mi formación económica está apegada a la corriente principal de la escuela neoclásica, con respecto de la microeconomía y la visión de economistas como Keynes, Samuelson, Blanchard, Fischer y Dornbush, con respecto a la parte macroeconómica.
En el supuesto, no consentido, de que no existe un mercado de competencia perfecta, resulta evidente que no habría fallas de mercado y al no haber fallas de mercado no habría la necesidad de regular el mercado “imperfecto”, por lo tanto, no habría la intervención del estado en la economía. Suena muy pero muy tentador esta posición, al menos para mi visión ideológica perfecto, pero lamentablemente la encuentro alejada de la realidad. Pues si existen mercados de competencia perfecta y lo confirmo categóricamente, la evidencia empírica es abundante y evidente. Ahora bien, coincido en que resultaría muy complejo una situación donde todos los mercados se encuentren en un equilibrio general, considero eso irreal.
“Volviendo al equilibrio general, el problema es que el modelo del mercado competitivo, como suele ser presentado, demanda unas condiciones de imposible realización en el mundo limitado y real en el que los humanos vivimos”
Solo basta un botón para muestra, dice el dicho, en la teoría del manejo de portafolios de inversiones y el modelo de equilibrio (Sharpe, Linter, Mossin) de los activos financieros (Capital Asset Pricing Model) se presenta un caso muy interesante, con respecto de la relación riesgo rentabilidad de una acción con respecto de la Línea de Seguridad del Mercado (LSM). Por ejemplo, supongamos que existe una acción A en el mercado que está por encima de la LSM, lo que significa que esta acción tiene mayor rentabilidad, pero el mismo riesgo. Evidentemente, habrá mayor demanda por esta acción lo que llevará a que su precio sea mayor (ya que es un bien escaso), como resultado de este mayor precio, la rentabilidad de la acción bajará, ¿a cuánto? A la rentabilidad de la LSM, es decir, a la del mercado. Exactamente lo mismo pasaría con una acción que esta por debajo de la LSM, es decir, una acción B que ofrece una menor rentabilidad, al mismo riesgo. Como no hay demanda por la acción bajaría el precio, esto provocaría un aumento en su rentabilidad, ¿en cuánto aumentaría la rentabilidad de la acción B? Aumentaría la rentabilidad a la LSM, i.e. a la del mercado. Esto sucede constantemente en los mercados financieros del mundo.
Creo que existe pocos economistas que pueden negar la existencia de externalidades, sea positivas o negativas. Por mi línea de trabajo, evaluación de proyectos de Asociación Público Privado, en especial en el sector del transporte público, son evidentes las externalidades negativas, congestión, contaminación, accidentes, pero también las externalidades positivas como el caso de la integración de los diferentes modos de transporte, economías de escala, economías de redes, efecto de Mohring (aumento de frecuencias de transporte). Las fallas de mercado como las mencionadas en la lectura son reales, que duda puede caber al respecto. El problema del parásito o Free Rider es palpable a diario en el uso de los bienes y servicios públicos, la tragedia de los bienes comunes es innegable, solo basta con ver lo que pasa con la sobre explotación de la pesca en los mares del mundo.
Dado que la existencia de las “Fallas de Mercado” es irrefutable, podemos concluir que existe el mercado imperfecto, pero si afirmamos esto podríamos estar cayendo en la falacia “post hoc”. La falacia post hoc se presenta cuando se supone que, dado que un acontecimiento sucedió antes que otro, el primero fue causa del segundo. ¿Existe relación causal entre las fallas de mercado y el mercado imperfecto? Yo diría que sí, pero aquí está el meollo de asunto, la lectura de este capítulo nos lleva a cuestionarnos si existe realmente la “competencia perfecta”.
Temas Novedosos o Importantes:
Me ha llamado mucho la atención dos temas de la lectura de este capítulo:
• La valoración de los recursos naturales y la manera en que se trata de cambiar el Sistema de Cuentas Nacionales (SCN) para “tratar” de incluir el uso o abuso de los recursos naturales. Concuerdo con la visión del profesor Krause, en este tema resulta muy complejo, por no decir imposible, valorar bienes como el aire, el medio ambiente, la contaminación, etc., sin que se use un sistema de precios. La valoración de un bien sin duda es una interacción de aspectos objetivos (costos de producción) y aspectos subjetivos (el valor del bien), tal como lo mencionó Alfred Marshall, el filo de las tijeras (oferta y demanda), las que determinan el precio.
• Dependencia del Camino. Es un aspecto muy novedoso, no lo había visto anteriormente y me resulta novedoso. Me suena muy parecido al demasiado grande para fallar (Too big to fail). Pero me parece que esto puede ser un gran subterfugio para justificar muchas acciones de economía política. Dado que esto ha sido siempre así, sigamos haciendo lo mismo.
• Me gustaría ahondar en el tema de la competencia perfecta, puesto que aun soy escéptico de la visión de la tradición austríaca de que no existe la competencia perfecta. Para esto me gustaría iniciar aseverando que, si existen y se presentan en los mercados, los siguientes problemas (para no llamarlas fallas de mercado):
o Bienes públicos;
o Externalidades;
o Información Incompleta (Asimetría de Información);
o Monopolios.
Ahora bien, ante la existencia de estos problemas también podemos afirmar que no se logra alcanzar eficiencia económica, es decir, no se logra maximizar los excedentes del consumidor y el excedente del productor. Pero si no existen estos problemas, podríamos decir que, sí lograríamos eficiencia económica, en el sentido de Pareto. Este estado Pareto eficiente es sin duda un estado de equilibrio estático, cuanto dure, poco o mucho es otra cuestión, pero en fin equilibrio. En la lógica propositiva existe el método Ponendo Ponens, que afirma (ponens) el consecuente, afirmado (ponendo) el antecedente. Aplicando este método decimos que: Se afirma (ponens o consecuente) la competencia perfecta, afirmado (ponendo o antecedente) la existencia de las fallas de mercado.
Preguntas
1. Se puede negar la existencia de:
a. Externalidades;
b. Bienes del estado;
c. Información Incompleta;
d. Monopolios
2. Si no se puede negar la existencia de los aspectos de la pregunta No.1, ¿podemos afirmar que no existen mercados ineficientes?
3. Si no podemos afirmar que no existen mercados ineficientes (lo que nos lleva a decir que sí hay mercados ineficientes), y si eliminamos los factores que causan los mercados ineficientes, ¿podríamos concluir que estamos ante un mercado eficiente?
Capítulo 3 El Foro y el Bazar
Resumen Lectura:
Existe una relación inversa entre la regulación y la libertad individual. El Estado busca la regulación y control de muchos aspectos de la vida de los individuos, bajo la escusa de evitar el abuso del poder de mercado del monopolio, pero a la vez coarta la libertad de los individuos a lograr acuerdos libres y voluntarios en sus intercambios comerciales.
Considero que Arthur Pigou, y su visión de los impuestos a las externalidades negativas y subsidios a las externalidades positivas, acertó plenamente en la manera de “internalizar” estos costos externos para lograr el verdadero costo social. El establecimiento de precios tomando en cuenta solo los costos de producción privado, ha dado lugar a un exceso de demanda de muchos bienes y servicios públicos. Un ejemplo palpitante es el de las tarifas de sistema de transporte urbano masivo. Históricamente se han establecidos tarifas solo tomando en cuenta los costos de producción de un viaje, haciendo caso omiso al tiempo de viaje del usuario y los costos externos de la congestión, la contaminación y la comodidad de los usuarios (hacinación en los medios de transporte).
No cabe duda sobre la afirmación del profesor Krause, con respecto a que los incentivos de los administradores públicos son muy diferentes a los incentivos en el sector privado. Concuerdo completamente en que los incentivos del “buen administrador público” son mucho más débiles ya que como se ve en este capítulo “Los buenos administradores no se pueden llevar parte de las ganancias y tampoco sufren pérdidas”. Considero muy ilustrtivo y digno de profundizar el aspecto de que los administradores públicos no sufren por las pérdidas que genera. Un tema que debe ser estudiado con mayor profundidad es la actitud del “perro del hortelano” de funcionario público, en la que no hace ni deja hacer. Cuántas veces se repita la historia en que los ciudadanos esperan un servicio público, que llega mal, tarde o nunca, el ejemplo de la tardanza del servicio médico en Canadá es revelador, esperar más de 37 semanas para un intervención quirúrgica en una hospital público es lacerante.
Temas Novedosos o Importantes:
• Desequilibrio por Defecto: Olivera el derecho es un bien, y sostiene que es un bien privado. La normativa jurídica que el estado no provee, el mercado lo hace a través de normas contractuales privadas, alcanzando el óptimo paretiano en el punto de equilibrio. Muchos autores consideran que el derecho es un “bien público” a lo que Olivera contesta que, si lo es, sería el caso de un “fracaso del Estado” puesto que no alcanzaría su provisión óptima y esta escases de derecho es cubierta por la provisión privada.
• Esclerosis regularía: fascinante uso del término, entendiéndose que la esclerosis es: “sistema inmunitario ataca la vaina protectora (mielina) que recubre las fibras nerviosas y causa problemas de comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo. Con el tiempo, la enfermedad puede causar el deterioro o daño permanente de los nervios”. Se podría decir análogamente que la regulación es el sistema inmunitario que ataca la libertad de los individuos, causando problemas en la comunicación y deterioro o daño permanente en al sistema nervioso del intercambio en el mercado, llevado a la precarización o informalidad de la economía.
• Relación inversa regulación informalidad de la economía: Estudios en Estados Unidos que demuestran que un aumento del 1% en la tasa marginal del impuesto a la renta, incrementa la economía informar en 1,4%. Otros indicadores señalan que un aumento de un punto en el índice de regulaciones, en una escala de 1 a 5, está asociado con un incremento del 8,1% en la economía informal. Impresionan los porcentajes de la economía informal, con respecto del PIB, y muy triste ver que África y Latino América con los mayores a nivel mundial, alrededor del 41% del PIB.
• Fracaso del Estado, con respecto al medio ambiente. Que bien que se tope este aspecto, que se revele y se difunda, puesto que la realidad de la inoperancia de Estado en los aspectos medioambientales es más grande que una catedral gótica y tan oscura que una capilla de la época romana. Es necesario que se destape el fracaso del Estado en el manejo de los aspectos ambientales, puesto que los dedos acusatorios de más de un ecologista se apuntan a las empresas, cuando ahí no está la totalidad del problema.
Preguntas:
1. En la teoría de la elección pública (Public Choice) se analiza la falla de los bienes públicos y de la ignorancia racional, también de la colusión entre políticos, funcionarios públicos y empresarios que contratan con el Estado, los incentivos son claros para el político (votos por obras), para el empresario (elefantes blancos por rentas), pero en el caso del burócrata se dice mayor manejo de presupuesto mayor poder. ¿Existe un empuje o decisión de economía política para hacer al “buen administrador” responsable de las pérdidas que sufre la sociedad por su inacción?
2. Ronal Coase demostró claramente que, si los derechos de propiedad están bien definidos, y los costos de transacción son mínimos, no se producen externalidades, ¿es posible determinar derechos de propiedad ambientales, para evitar la tragedia de los bienes comunes?
3. ¿Cómo romper el círculo vicioso de la “Falla de los Bienes Públicos”, puesto que al parecer las ideas de Ronald Coase no se aplican siempre?
Capítulo 4 El Foro y el Bazar
Resumen Lectura:
El Estado Benevolente o mejor dicho el “Dictador Benevolente” el Leviatán con piel de cordero que busca el “bien común”, como si el total fuese mayor que la suma de las partes. Hasta la presente fecha no se ha logrado definir de manera clara, coherente y consistentemente el concepto de lo que es el bien común, al contrario, cada vez que se ha intentado ha tomado el perfil de una descripción de los intereses de ciertos sectores de la economía.
Pero es que los funcionarios públicos están investidos de un influjo entregado por la divina providencia que les otorga la omnibenevolencia para lograr el bien para todos los individuos de un país, o es que cae en la misma debilidad y egoísmo de todos los seres humanos que buscan maximizar sus propios beneficios, la evidencia nos lleva a concluir que no son diferentes que cualquier otro individuo. Dos los problemas que afronta la decisión política de asuntos económicos: i) la de la información con respecto de las preferencias de los agentes económicos; ii) la de los incentivos necesarios para lograr los objetivos requeridos por los ciudadanos.
Las malas decisiones de elección en el mercado recaen directamente sobre el usuario o consumidor, pero en el caso de las decisiones de elección política las decisiones “irracionales” no solo afectan al votante, sino también al resto de los individuos, es decir, se genera una externalidad negativa por este comportamiento de “ignorancia racional”. La ignorancia racional surge cuando los votantes tienen la percepción que sus decisiones de elección política no generan beneficios directos y palpables para ellos. La elección racional, en asuntos políticos tienen un alto costo de tiempo y de recopilación de información, y el beneficio de tomar decisiones racionales se considera que se diluye ante los millones de votos de otros individuos, por lo tanto, las personas no se informan y toman decisiones irracionales.
Triste pensar que el votante que revela sus preferencias, a través de la elección política, muchas veces no ve el reflejo en resultados, puesto que la forma en que se contabilizan los votos puede llevar a que no llegue al poder su representante. Como dijo Joseph Stalin, “no importa quién vota, sino quien cuenta los votos”, con esto en mente cualquier individuo o es un votante apático, en el mejor de los casos, o simple y llanamente es un “ignorante racional”.
Temas Novedosos o Importantes:
• Motivación del Votante en la teoría de elección pública: De acuerdo con Tullock, y en discrepacia con Brennan y Lomasky, no existe el Dr.Jekill y el Mr Hyde en los individuos, al tomar decisiones de elección de consumo y elecciones políticas, son los mismo. El consumidor-votante tienen el mismo comportamiento, buscan su bienestar, su “interés privado”.
• Los sesgos de Caplan:
• Sesgo anti-mercado;
• Sesgo anti-extranjero;
• Sesgo pro-empleo;
• Sesgo pesimista
Preguntas:
1. ¿Existe al altruismo electoral, es decir, el individuo piensa en sus conciudadanos, hay empatía política con los demás individuos al momento de votar?
2. ¿Si sabemos que existen fallas políticas, por qué no se han creado sistemas de regulación de estas fallas políticas, tal como las hay para las fallas de mercado?
3. ¿Cómo eliminamos los sesgos anotados por Caplan?
Capítulo 5 El Foro y el Bazar
Resumen Lectura:
Resulta evidente los incentivos que tienen los políticos, con respecto a las decisiones de gastos público, puesto que con ellas consiguen votos. Pero el gasto público debe ser pagado por alguien, y ese alguien es el ciudadano que lo hace vía impuestos. De esta manera el político esta dispuesto a entregar más bienes y servicios al ciudadano votante, pero lo que el político evita a toda costa es que este aumento de bienes y servicios se lo haga mediante un aumento de impuestos, o no al menos que sea evidente para el votante. Esto gastos dispendioso y clientelar ha llevado a un estado de déficit fiscal continuo, ya solo para impulsar la economía en momentos de recesión, tal como lo recomienda las políticas anticíclicas keynesianas, sino que se ha vuelto una práctca de economía política constante.
Los ciudadanos que no perciben los costos, del déficit fiscal, son mayores y que no los tiene que pagar hoy, sino las futuras generaciones, apoyarán la actitud del político que impulsa políticas de gasto expansivas. Debe estar claro para todos que una política de gasto pública conservadora con superávit fiscal significa sacrificio hoy, bien sea a través de aumento de impuestos o reducción en el gasto público y que una política fiscal deficitaria significa bienestar actual, sin un mayor costo asociado al votante. Por lo tanto, no nos debe sorprender que la evidencia nos demuestra una constante situación de déficit presupuestario en los estados y rara vez se puede apreciar superávit fiscal continuo.
La preferencia del corto plazo, donde el político capitaliza sobre los beneficios del déficit fiscal que le da los votos necesarios a mantenerse en la carrera política y postergar los costos para el futuro, exacerba la precariedad de la estructura de las preferencias temporales del consumo de los votantes en su ignorancia racional. Un claro ejemplo de esta situación se puede ver en los mecanismos de endeudamiento, para el financiamiento la ejecución de obras, en contraste con fuentes de financiamiento sustentada en impuestos o delegaciones al sector privado de largo plazo. El esquema de endeudamiento permite gastar hoy y que el pago recaiga sobre otros, esquema conveniente para los políticos que buscan capitalizar votos en el corto plazo, sin tener que hacer cargo de los costos que esto signifique.
Temas Novedosos o Importantes:
• Ciclo Político Presupuestario;
• Beneficios concentrados, costos dispersos;
• Efecto Hood Robin;
• La estrategia del monumento a Washington.
Preguntas:
1. ¿Cómo se puede romper la colusión entre el político que ofrece elefantes blancos, los burócratas que inflan sus presupuestos y el votante apático o abiertamente sumido en la ignorancia irracional?
2. Por lo visto el campo del estudio de la economía, específicamente las teorías de elección pública (Public Choice) han realizado un gran trabajo en el diagnóstico de los problemas de la falla de los bienes públicos (economía positiva), pero creo que en el campo de acción para resolver estos problemas, el esfuerzo ha sido insuficiente, ¿qué debe hacer la ciencia económica para dar este paso del diagnóstico a la acción?
3. ¿Existe un Estado hoy donde no existen
Una atinada reflexión tanto como buen resumen. La teoría política latinoamericana ha definido el ejercicio del poder como obediencial, para referirse al cumplimiento de un mandato delegado por la ciudadanía que distingue del poder en tanto dominación como lo hicieron los pensadores clásicos. La acción política en el marco de las instituciones y en arreglo a prescripciones normativas asegura desde esta perspectiva la representatividad en las decisiones públicas. Pero no es capaz de explicar la distancia entre expectativas sociales y decisiones públicas que llegan al extremo de la arbitrariedad e incluso la corrupción del propio sistema político. Sí es posible explicar el fenómeno desde la perspectiva de las valoraciones subjetivas de los decisores públicos y de los incentivos para alinearlas con las expectativas sociales. Un promisorio enfoque para abordar la particularidad de las instituciones latinoamericanas y su impacto en el desempeño económico y particularmente en estos días el conflictivo trance de la región. Muchas gracias.
El Supuesto Gobernante Benevolente
Libro: El Foro y el Bazar (Martin Krause)
Tema 4: El camino de la política, ¿votantes desinformados o ignorantes?
Tema 5: Incentivos e información de políticos y funcionarios
Alumno: David Bayo
En estos capítulos el autor los presenta un enfoque de los gobernantes (políticos), los votantes, los funcionarios públicos y los grupos de interés (lobby) desde la perspectiva del “Public Choice” o el “análisis económico de la política”. Bajo esta perspectiva se abandona el supuesto del Gobernante Benevolente (Arrow), que no describe adecuadamente el comportamiento de las democracias actuales, y se afronta el análisis desde un punto de vista económico (acción de las personas en busca de un fin personal). De este modo los políticos responderán a las demandas de los electores, buscando como fin conseguir el mayor número de votos y se elegidos o relegidos, sin pretender con ello alcanzar un “bien común” para la sociedad.
El primer escoyo que se encuentra el político es la de obtener de forma la información necesaria sobre estas demandas por parte de los votantes. El votante, según Buchanann, será un individuo racionalmente desinformado por varios motivos. El primero, al ser su capacidad de influencia en el resultado limitada, es que carecerá de los incentivos necesarios para informarse adecuadamente de las propuestas de los políticos y sus efectos. El segundo está relacionado con la propia estructura de sistema de “servicios públicos”, los costos son difusos al pagarse por todos los individuos, el beneficio es visible y las alternativas o efectos a largo plazo deben ser imaginados (el no gastar en un determinado servicio por parte del estado y analizar sus efectos, requiere de un esfuerzo de imaginación que difícilmente se llevará a cabo). Igualmente, el no pago directo del servicio público priva al individuo del proceso de evaluación y aprendizaje que si se lleva a cabo en el mercado. Un ejemplo simplista pero que ilustra la idea podría ser un ciudadano que acuda el médico digamos 7 días en una semana por una dolencia que lo requiriese. Al no pagar por el servicio, el ciudadano ni siquiera percibirá el despilfarro que se ocasiona con esta actuación. Probablemente, si tuviese que pagar una cantidad fija (aunque fuese subvencionada) por cada visita, hubiese tenido en cuenta la economización de las visitas.
Esta situación, hará que los políticos tiendan a dar mensajes simplistas y basado en ideales u emociones, para convencer al votante general. Por el contrario, si que atenderá los intereses de los grupos de interés (lobbies) ya que estos, al contrario que el votante común, tiene los incentivos necesarios para informarse sobre los efectos potenciales de las políticas propuestas así como presionar para que se atiendan sus objetivos.
Un síntoma espectacular de este proceder lo he podido observar en las últimas elecciones generales en España celebradas el 10 de noviembre de 2019. Al día siguiente, en la fábrica de la cual soy gerente, los comentarios del personal sobre los resultados se asemejaban a los que se producen después de un partido de football barsa-madrid (os hemos ganado, vaya resultado, que ridículo,…). Todo pasión y poca racionalidad.
A mi entender el enfoque presentado por Buchannan realmente describe la actitud del votante ante la elección de un gobernante en democracia, y que está determinado por sesgos fuertemente (los que describe Caplan podrían ser algunos de ellos) y que le convierten de forma general en un votante racionalmente ignorante y dirigido en estos asuntos por criterios en muchas ocasiones emocionales, que pueden ir desde la asociación de unos ideales con un partido, el sentimiento de pertenencia a una región o país, la lucha como nación ante otros países y necesidad de protección de los nuestros, la defensa del pobre frente al rico, la prosperidad de la nación, el bienestar de toda la sociedad,… Generalmente serán argumentos simples, demagógicos, pero efectivos para los políticos tanto para atraer a los votantes como para justificar sus políticas redistributivas (y por otro lado confiscatorias).
Otros problemas que presenta el sistema democrático para el votante vienen de la propia estructura de la elección democrática, 1 voto vale 1 voto (no importa cuanto lo desees), se vota un paquete completo cuando se da el voto (casi seguro que no se está de acuerdo 100% con el paquete completo), y la frecuencia de elección es baja en comparación con la actividad de mercado. Todo esto ahonda en el comportamiento del votante general.
Al contrario que los votantes el resto de participantes del sistema político estarán muy interesados en las políticas definidas, y además actuaran para que sus objetivos sean atendidos.
Los políticos tienen un claro objetivo a corto plazo, su elección, y usaran la desinformación racional del votante para armar sus mensajes y también, en el caso del político que se juegue su reelección (ciclo político presupuestario), se adoptarán políticas que no tengan en cuenta su bondad a largo plazo sino el rédito que le pueda dar a corto plazo (fomento de empleo público, aumento del gasto, reducción de impuestos a costa de déficit a financiar,…) y centrándose en los grupos que más votos puedan movilizar ya sea por presión o por simpatías del resto de los votantes. Krause lo recoge de manera perfecta “…El político racional no se expresa racionalmente, sino simbólicamente: incluso si piensa que un salario mínimo perjudica a los pobres, porque genera desempleo al elevarlo por encima del nivel que absorbería a todos los trabajadores que busquen trabajo, su objetivo primario no es ayudar a los pobres en última instancia, sino expresar simbólicamente una preocupación de los pobres…”
El burócrata tendrá otros incentivos y objetivos claros, por un lado buscará aumentar su estructura y presupuesto y / o buscará reducir el esfuerzo que se dedicado para cumplir con la actividad que tiene asignada. La influencia del burócrata sobre el político se basa en su posibilidad de controlar el servicio que tiene encomendado. Puede no darlo o darlo como muy poca calidad mandando un claro mensaje a los votantes de la falta de recursos y presionando al político para que actúe ante sus peticiones. Esto lleva a dos efectos muy relevantes y perjudiciales para el deserrollo económico de una sociedad:
– Crecimiento constante del estado, y de su gasto. Algo que los registros históricos demuestran en prácticamente todos los estados democráticos en los últimos 50-60 años.
– Aumento de salarios en la administración del estado. Creando presión sobre el mercado laboral, y además incentivando el movimiento de recursos a una actividad que económicamente no es eficiente (más presupuestos, menor esfuerzo, y servicio generalmente con barreras monopólicas).
El lobista igual que el burócrata tiene un objetivo claro y dedicará recursos para conseguirlo. En definitiva busca un privilegio que le permita conseguir una renta o una posición privilegiada en el mercado. Dependiendo del grupo utilizará las herramientas que tenga a su alcance, desde movilizaciones a presiones a través de medios de comunicación o financiamiento de partidos contrarios. Obviamente, el gobernante atenderá a estas presiones solamente si el costo beneficio le es favorable. En su caso, atenderá a estas presiones si puede conseguir el apoyo de los lobistas pero a la vez no recibiendo el rechazo general de los votantes. Para ello usará la demagogia, argumentará y justificará la medida como una decisión en aras el bien común o la preservación de un valor cuya defensa es loable. Un claro ejemplo en España durante décadas que responde a este fenómeno, son las subvenciones a artistas de todo tipo. Estos tienen una gran repercusión en los medios y de ello son conocedores los políticos, los cuales siempre defienden estas subvenciones con el objeto de preservar la cultura para todo el pueblo, y en muchas ocasiones no tienen inconvenientes en defenderla como de alta calidad frente a otros países que solo suministran obras o entretenimientos comerciales (ejemplo las películas que vienen de Hollywood,…, pero que son éxito de taquilla).
Como indica Krause, quizá “…el daño más grave que traen estas políticas es, sin embargo, cambiar el foco de atención del esfuerzo propio, para superar situaciones de necesidad, al uso del aparto político y gubernamental, para obtener mediante él lo que no puede obtenerse ofreciendo algo útil en el mercado…”, algo que cada día se ve de forma más palpable en nuestra sociedad, no queremos ser responsables de nuestras vidas y logros, siempre buscamos un culpable responsable para cualquier situación difícil o necesidad que vivimos, y recurrimos al estado con la argumentación y la petición de intervención. Esto tiene su precio, que es la pérdida progresiva de libertad individual, que los ciudadanos ceden en busca del paraguas protector del estado.
Pregunta:
– El análisis económico de la política nos posiciona en una situación compleja, es como un círculo vicioso. Votantes racionalmente ignorantes y políticos, burócratas y lobistas con objetivos claros y con capacidad de acción. Estos en última instancia querrán mantener el status quo.
¿Cómo se puede salir de esta situación?
¿Cuáles son las condiciones sociales más favorables para realizar dichos cambios, ante una gran crisis, tiene que venir de la organización civil de votantes ahora no interesados,…?
Creo que como semilla principal es necesario armar una ideología entorno a la libertad y sembrar sobre ella, ¿sería posible utilizar la misma estrategia que usan lo políticos para que esta idea fuese aceptada de forma general?
– El análisis económico de la política, aunque pueda ser necesario seguir investigando y desarrollando nuevas ideas, creo que es claramente una teoría que describe el comportamiento de la sociedad en una democracia. Aún así, hay muchas corrientes que defienden otras ideas como la del Gobernante Benevolente.
¿Cree que realmente los economistas o ideólogos que las defienden son firmes creyentes de las mismas?, o , ¿es una necesidad de cumplir con el establishment para que te vaya bien?
Guía de lectura 4
Alumna: Clarisse Coradini de Freitas
Capítulos abordados:
Capítulo 4: “El camino de la política: ¿votantes desinformados o ignorantes?
Capítulo 5: “Incentivos e información de políticos y funcionarios”
La lectura conjunta de ambos capítulos nos lleva por un camino que parte del funcionamiento de la política al entendimiento de las preferencias de la gente (moldeado por la información disponible y los incentivos recibidos) y nos hará preguntarnos cuestiones como los objetivos de los funcionarios públicos y de los político o cueles son los intereses de la burocracia.
El capítulo 4 empieza por asentar el entendimiento de que el análisis político, por muchos años, tomó como verdadero un supuesto falso – e que los mercados funcionaban bajo un ‘gobernante benevolente’, entendido como alguien que persigue el bien común, sin considerar el beneficio propio. El autor explica que el político persigue su interés personal y, por lo tanto, no se puede definir algo como un ‘bien común’, pero sí se debe evaluar un proceso en el que el resultado ‘bueno’ sea aquél que es fruto de las elecciones libres de las personas.
Estos incentivos son el enfoque de la teoría de la elección pública (Public Choice). O sea, que el votante tendería a ser ‘racionalmente ignorante’ y que eso tiene consecuencias en el funcionamiento de la democracia – que los políticos apelan a las emociones en lugar de presentar sus plataformas programáticas o argumentos elaborados. Además, la ignorancia ‘racional’ llevaría al voto ‘desinformado’, o sea, el que puede ayudar a elegir un candidato contrario a las creencias del elector. Además, hay que entender qué es lo que lleva al votante a votar, su interés personal o el bienestar general.
Entender que políticos y funcionarios tienen intereses personales, como los tienen los electores es uno de los puntos centrales del análisis del Public Choice. Además, es necesario comprender la complejidad que significa, en una elección, elegir entre paquetes de atributos que no se pueden separar. Con todo eso, se argumenta que una mejor “calidad institucional” determina una menor cantidad de “fallas de la política”, que se pueden reducir al limitar su ámbito a las áreas en las que la comunidad considere imposible resolver los problemas por otros medios.
Uno de los conceptos quizás más sofisticados de la teoría es el entendimiento de que los políticos racionales no se expresan racionalmente, sino simbólicamente. Eso se daría porque tienen un incentivo electoral para conocer bien cuáles son las creencias de los votantes y moldear su retórica para obtener los votos de votantes “racionalmente ignorantes”, aun cuando sepan que sus políticas no llevan a los objetivos proclamados o que pueden tener resultados opuestos.
O bien los gobernantes entienden muy bien estas teorías (pero no toman las acciones que sí resultarían de interés de la población porque atienden a intereses sectoriales- que los benefician). O los estados democráticos reflejan en sus políticas las opiniones de la mayoría. Aún se puede entender de una tercera forma: la política tiende a atraer todos aquellos que ya creen en la necesidad de que el Estado intervenga en la vida de los ciudadanos.
Para conseguir votos, los políticos suelen lanzar mano de los gastos públicos – pero no les gusta cobrar impuestos. La visión austera tradicional, de que el Gobierno debía mantener sus cuentas fiscales balanceadas, fue dejada atrás después de una adopción amplia de la teoría keynesiana (aunque la misma teoría de Keynes recomendaba buscar ajuste en algunos momentos). Los déficits fiscales se convirtieron en algo permanente, ya no son parte de políticas anticíclicas.
Los países de la OCDE muestran políticas fiscales contracíclicas, pero el resto muestran lo contrario. Eso podría estar relacionado con el acceso al crédito, por los gobiernos, solamente en épocas buenas. Como consecuencia, se enseña la gente a superar situaciones de necesidad con el uso del aparato político y gubernamental, no con el esfuerzo propio de ofrecer algo útil al mercado. Eso desata la competencia por obtener privilegios.
Temas importantes
– El lenguaje simbólico de los políticos
– Las consecuencias de la votación por “paquetes de propuesta”
– Los incentivos a que los electores se mantengan racionalmente ignorantes
Preguntas:
¿Cómo puede influir, en los incentivos, la financiación de las campañas – si financiación pública o privada?
¿De qué manera, cree usted, que se puede educar la gente para identificar el simbolismo de las acciones de los políticos, a pesar de los incentivos que tiene el elector para mantenerse en la ignorancia?
¿Cuáles son las consecuencias, a largo plazo, de la adopción de políticas pró-cíclicas?