La reducción de la pobreza a través de la creación del empleos: el capitalismo ha dado resultados nunca vistos

La generación de empleos

 

En relación al primero, pocas cosas son tan eficientes para combatir la pobreza como la existencia de oportunidades de empleo. Cuando Adam Smith publicaba el ahora famoso libro “Investigación sobre la Naturaleza y Causa de la Riqueza de las Naciones” en 1776, no solamente estaba realizando un aporte esencial a la “Economía Política”, como se denominara a partir de entonces a la ciencia económica, sino también a la comprensión de un fenómeno que era incipiente y se aceleraría mucho con posterioridad y hasta el presente. Este fenómeno es el de un crecimiento económico y de la calidad de vida sin precedentes, nunca antes visto en la historia de la humanidad y de una magnitud tal que no puedo sino asombrar[1]. Veamos esto en forma gráfica:

Esta tendencia se mantiene y hasta parece acelerarse[2].         Pese a la evidencia clara de esos datos suele argumentarse que al mismo tiempo han aumentado las diferencias sociales. Los datos muestran, sin embargo, que la bonanza económica también ha favorecido a los más pobres: en un reciente informe[3] de la revista The Economist se señala que “por primera vez, más de la mitad del mundo es clase media, gracias al rápido crecimiento económico de los países emergentes”. El total de población en ese rango de ingreso era de 1.428,1 millones de personas en 1990 y alcanzó los 2.644,3 millones en 2005. Más de mil doscientos millones de personas traspasaron esa línea de pobreza, un resultado que ningún programa de ayuda estatal ha podido ni remotamente alcanzar. De ese total, 632 millones corresponden a China. India, siguiendo un proceso similar aunque menos intenso, contribuyó con 117 millones de personas.

El proceso capitalista de ahorro/inversión/generación de empleo ha permitido aliviar la pobreza como ningún programa gubernamental que jamás haya existido en la historia de este planeta. Es más, mayor ha sido la generación de empleos cuanto menos trabas se han puesto para su contratación, o cuanto más se han removido éstas, cuanto mayor ha sido la libertad.

[1] Comenta Michael Shermer: “Se estima que el ingreso anual por persona de u$s 100 había subido hasta u$s 150 por persona en el año 1000 AC – el final de la edad de Bronce y el reinado del Rey David- y no superó los u$s 200 anuales por persona hasta después de 1750 y el comienzo de la Revolución Industrial. En otras palabras, tomó 97.000 años pasar de 100 a 150 dólares por año, y luego 2.750 años pasar a 200 dólares anuales por persona, y finalmente 250 años para llegar al nivel actual de u$s 6.600 anuales por persona. Si comprimimos esos 100.000 años en uno, entonces los 250 años de relativa prosperidad representan menos de un día. Si lo condensamos en un día, la era de la revolución industrial y los mercados serían sólo 3,6 minutos. (Shermer, 2008).

[2] Comenta Matt Ridley (2010, p. 14): “Desde 1800 la población del planeta se ha multiplicado por seis, la expectativa de vida promedio se ha más que duplicado y el ingreso real ha crecido más de nueve veces. Tomando una perspectiva más corta, en 2005, comparado con 1955, la persona promedio en el Planeta Tierra ganaba casi tres veces más (ajustado por inflación), comía un tercio más de calorías en alimentos, enterraba a sólo un tercio de sus hijos y podía esperar vivir un tercio más de su vida. Era menos probable que  muriera como resultado de guerras, asesinatos, partos, accidentes, tornados, inundaciones, hambrunas, tos convulsa, tuberculosis, malaria, difteria, tifus, fiebre tifoidea, sarampión, viruela, escorbuto o polio. Era menos probable que tuviera, a determinada edad, cáncer, angina de pecho o infarto. Era más probable que fuera alfabetizada y hubiera terminado la escuela. Era más probable que tuviera teléfono, inodoro, heladera y una bicicleta. Todo esto en medio siglo durante el cual la población mundial se ha más que duplicado por lo que, lejos de haber sido racionados por el crecimiento poblacional, los bienes y servicios disponibles para las personas de este mundo  han crecido. Es, bajo cualquier estándar, un asombroso logro humano”.

[3] The Economist, “Burgeoning Bourgeoisie: A special report on the new middle classes in emerging markets”, February 14th, 2009.

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