La Escuela de la Elección Pública, o Análisis Económico de la Política, o Public Choice, comenzó planteando un tema un tema importante: como ningún votante define el resultado de una elección, el incentivo es entonces muy débil como para estar informado. Es decir, mi voto es uno entre millones. Vote o no vote el resultado será el mismo. Se le llama a esto “apatía racional”.
Algunos autores han llevado este argumento incluso más allá (Kaplan, The myth of the Rational Voter; Pincione & Tesón, Discourse Failure), señalando que por esa misma razón, los votantes tampoco gastan mucho de su tiempo en conocer y comprender las principales teorías de las ciencias sociales y terminan adoptando todo tipo de juicios irracionales para explicar la realidad social. Este fenómeno explica también porqué la discusión política no apela a la razón sino a los sentimientos, con eslóganes simples que conmuevan pero no necesariamente que hagan pensar.
Hasta allí todo muy interesante, pero esta teoría se ha enfrentado con un desafío embarazoso. Si es cierto que mi voto no decide una elección, que es uno entre millones y por lo tanto habrá un resultado al margen de mi propio voto, ¿porqué la gente se molesta en ir a votar? En particular en aquellos lugares donde el voto no es obligatorio.
Los académicos de esta Escuela han tratado de resolver la paradoja introduciendo otros factores en las “funciones de utilidad” de la gente. Es decir, han modificado la parte del “beneficio” en el supuesto cálculo de beneficios y costos que realiza todo individuo cuando actúa. . Ya Anthony Downs (An Economic Theory of Democracy, 1957) sugería la existencia de un “sentido de responsabilidad individual” respecto al funcionamiento del sistema político. La gente votaría porque han sido educados en que su participación como votante es una condición necesaria para el buen funcionamiento de la democracia; que una alta participación es un fin en sí mismo. Al hacerlo, participan voluntariamente en la provisión de un “bien público” del cual no participarían si fueran estrictamente ‘homo economicus’.
Brenan & Lomasky (Democracy and Decision: The Pure Theory of Electoral Preference, 1993) planteó que esa conducta era, en verdad, racional. Participar en una elección como votante es una forma “barata” de mostrar compromiso social. Es más, esto explicaría porqué ciertos votantes hasta votan contra lo que parecerían ser sus propios intereses (p. ej., gente pudiente votante por la izquierda o el populismo, que aumentaría sus impuestos). El argumento es el siguiente: si la izquierda o el populismo va a ganar y van a aumentar los impuestos, no es algo que mi propio voto pueda cambiar ya que mi voto no define la elección. Si esto es así, mejor aparezco del lado “progresista” que del lado “reaccionario”.
Ya Buchanan (Individual Choice in Voting and the Market, 1954), planteaba la posibilidad de que la elección de votar diera a las personas un mayor sentido de participación en la toma de decisiones sociales. La moderna economía de la conducta confirma esto, como una demanda por un sentimiento de participación y ser respetado. Este nuevo enfoque postula que los seres humanos estamos motivados por la necesidad de competencia, relación y autonomía. Estas necesidades, juntas, constituyen el deseo de auto-determinación. Parece haber mucha evidencia de la importancia de este proceso, algo que enfatizan en particular Frey & Stutzer (Beyond Outcomes: Measuring Procedural Utility, 2005) en relación a la participación de los votantes en sistemas de democracia directa.
Pero, de todas formas, la conclusión no es muy buena para pensar que la política puede resolver las “fallas” de mercado, porque esto está diciendo que el votante disfruta del procedimiento, pero no necesariamente presta atención del contenido, es decir que toma una decisión en base a un proceso que le hace sentir bien, pero no porque ha hecho un esfuerzo racional para elegir las políticas correctas para resolver esos problemas.
¿No sería posible explicarlo desde la propia «teoría de los juegos»? … el resultado obtenido (numérico, de la simple elección), es fruto de la totalidad de las decisiones tomadas, y no de una sola voluntad; la gente antes de votar, siempre idealiza o presume cuál será el sentido del voto mayoritario, y en tal sentido o dirección emite su voto (o bien lo contrario: como simple voto opositor al mayoritario). Cuanto más atomizada resulten las encuestas previas a la elección, mayor será el incentivo para la emisión del voto por el elector, puesto que existirá esa sensación irracional que lleva a pensar que el voto individual es el que definirá las elecciones en algún sentido o dirección.
Me gusto esta nota y coincido con la idea.
Los votantes nos sentimos tan lejos de influir en el resultado final de una eleccion como de que el gobierno de turno nos favorezca. En general hay un gran descreimiento de lo politico y del modelo representativo. Con el pasar de los años ira tomando otra forma.
Los incentivos de cada una de las personas se ven reflejados por sectores sociales, y lo que para algunos es beneficioso a veces no lo es para otros. Y hasta dentro de un mismo sector social no se tiene en claro que es lo que lo favorece.
Hablar de un incentivo comun a toda la poblacion seria imposible, por lo que se hace necesario proponer ideas difusas y que confundan. Por lo que una eleccion nunca resulta ser racional. Mas si para la toma de decision influyen las pasiones.
Entiendo que dentro del lugar donde «yo» puedo incidir en un proceso o resultado la cuota de irracionalidad tiende a ser más racional. Es decir, que cuando el denominador de la relación 1 votante sobre el total de votantes se achica, mi interferencia se puede tornar más eficaz (aunque no se aún si es más eficiente).
Ir a votar es una acción consciente y deliberada. El acto de votar, esto es elegir una papeleta e introducirla en una urna, incluye una mediación «invisible» que invierte la acción consciente por una mucho más deletérea e irracional.
Todo esto se traduce en el juego político preelectoral, los mensajes, el marketing político del candidato, las listas sábanas, la competencia o no de los candidatos, las propuestas, los discursos y su retórica, los sentimientos, la información y la educación de los votantes, sus intereses, etc.
Está bueno seguir explorando estos temas que son sensibles a la democracia y su desarrollo y extensión en Occidente.
Abrazo cordial.
Al
Es un gran tema, muy oportuno en este momento de la política colombiana donde se está debatiendo el voto obligatorio.
Creo que hay varias reflexiones a realizar: en primer lugar estoy de acuerdo que matemáticamente un voto no cambia las elecciones, sin embargo pienso que el sentido del voto, aunque es una decisión personal y privada, tiene también un efecto masa cuando los individuos manifiestan sus intenciones sinceramente y sin susceptibilidades. Es decir, que si fuera posible que los individuos realizaran mini debates, en sus oficinas, lugares de estudio, familias, etc. Esto podría conllevar a que los ciudadanos votaran por aquel que racionalmente les parezca de mejor política.
Sin embargo el problema es que la política no tiene buena imagen, como el futbol, los deportes y las telenovelas. A los electores no les gusta, (función de beneficio), discutir sobre estos asuntos, porque al final no creer que sirva de mucho. Adicionalmente una buena parte de la población carece de formación para discutir sobre la importancia de seguir una política.
Considero que el hecho de que la Escuela pública no pueda explicar el porque la gran mayoría de los ciudadanos van a votar aunque el voto no sea obligatorio tiene que ver con el hecho de que ninguna teoría puede acaparar todos los supuestos que pueden suscitarse en una sociedad, los hombres somos sujetos y cada uno de nosotros piensa totalmente diferente al otro no existen coincidencia por ello los motivos que llevan a una persona a votar no son los mismos que en otra.
Ahora es cierto que este teoría explica un supuesto que se encuentra presente en la mayoría de la sociedad, las personas generalmente no nos atrae la política y el factor de que nuestra decisión no tenga ninguna incidencia en el resultado final resulta ser el elemento principal aunque no el único. Pero asimismo hay personas que sabiendo que su sólo voto no define el resultado tiene una convicción de querer representar a su partido político u aun sujeto en particular y el incentivo para votar es este. En definitiva considero que resulta imposible que una teoría logre explicar cada detalle que constituye los incentivos que tienen los sujetos para participar o no en política.
Una de las pocas maneras de modificar que un sujeto sea racionalmente ignorante con respecto a la política según mi opinión es que el sujeto obtenga algún beneficio de aquella acción, por ejemplo los miembros de un grupo en particular por ejemplo industriales, agropecuarios, docentes, etc, tendrán incentivo en participar en política y votar a determinado candidato e incentivar a otros a seguir su camino si saben que obtendrán algún beneficio de aquello.
En definitiva los individuos, todos buscamos nuestro interés particular.
El tema expuesto por la Escuela de la Elección Pública es el mismo que plantea Richard L. Stroup en «Comportamiento Político» cuando sostiene que «un votante individual no tiene virtualmente ninguna posibilidad de dar el voto decisivo en unas elecciones». Para abordar este tema, realiza una comparación con la participación del individuo en el mercado, donde a diferencia de lo que ocurre en la política, si toma una decisión equivocada las consecuencias negativas las paga completamente él. Habla, al igual que el presente artículo, de la falta de incentivos en realizar esfuerzo y gastar tiempo en informarse, lo que conlleva a los individuos a ser «racionalmente ignorantes». A una conclusión similar arriba Kaplan, quien señala que aún pensando con raciocinio, las personas prefieren no involucrarse, salvo cuando formen parte de algún grupo de presión.
En mi opinión, considero que lo que se plantea es cierto, la gente tiene esa «sensación» de que su simple voto no va a cambiar el resultado de una elección, ni menos aún del futuro del país. Es algo que se debería cambiar, y debe nacer de todos ese interés por los temas fundamentales que afectan a cada uno de nosotros. Mas teniendo en cuenta que esta situación es aprovechada por los políticos, que tienden a apelar a las frases hechas y superficiales, antes que a las decisiones y políticas profundas que realmente deberían realizar.
Mi opinión al respecto sobre este asunto es que nuestro país simplifica toda acción de participación en el termino de DEMOCRACIA, de esta manera pasamos por alto infinidades de cosas justificando y confundiendo determinadas practicas del poder y que en definitiva solo alejan al votante de la participación política, por ejemplo se eligen partidos políticos , pero sabemos bien que para llegar a participar activamente dentro de él es necesario un «contacto» o un acomodo, entonces ¿Qué tan democrático es ello? o que lideres de partidos políticos lo sean sólo por tener poder económico. Por ello la sociedad sin plantearse interrogante y bajo penalidad social y legal si no vota es mal vista y ni siquiera sabemos a quien votamos , ni para qué. El estado debería administrar los recursos de la sociedad sin dejar discrecionalidad a los políticos como quien sigue una receta, para ser mas transparente la gestión. En definitiva nuestro sistema político tiende a crear fallas al mercado mas que a solucionarlos.
La conclusión de este post me me lleva a un razonamiento obvio pero tal vez pocas veces planteado: si está demostrado que el sufragio universal no es eficaz a los fines que se propone, hay que plantear otro modelo de sufragio.
Es importante recordar que en Argentina el actual sufragio universal entró en vigencia en 1949, antes de eso existieron otros tipos de sufragios que en algún momento de la historia fueron considerados «malos o exclusivos» y fueron reemplazados por otros «mejores e inclusivos «, de eso se trata la evolución.
Tal vez sea el momento de plantear un nuevo sufragio que obligue/motive al votante a otorgarle un mínimo de contenido a su voto. En principio parecería difícil lograr esto sin volver a caer en un voto exclusivo, pero a mi entender la clave está en el uso de la tecnología a la que todos tienen acceso, y porsupuesto, en establecer un voto no obligatorio. Habría que ponerse a investigar y pensar un rato pero hay muchas formas de utilizar la tecnología para obligar/motivar al votante a percibir un mínimo de información política objetiva: aplicaciones web y mobile, videos, audios, con información resumida de los estatutos de los partidos políticos, etc.
Acá un ejemplo chico del uso de la tecnología para intentar resolver este tipo de problemas: http://www.infonews.com/2013/07/23/politica-87762-elegilegi-una-aplicacion-que-te-ayuda-a-saber-a-quien-votar.php
Es claro que el descreimiento politico de la sociedad juega un factor fundamental a la hora de realizar nuestros votos. La gran cantidad de votantes hace que un voto no sea reflejado en el resultado ni tampoco pueda inclinar la balanza, generando que a un simple individuo le de lo mismo participar en politica, informarse y preocuparse. Hasta incluso puede existir un sentimiento de desgano.
En distintos paises, ocurre que el voto no es obligatorio. Por lo tanto participan los que deseen hacerlo y asi promueven el interes politico ciudadano. Es dificil solucionar las fallas de la politica ya que los incentivos son pocos asi como las opciones y preferencias son negativas. a diferencia del mercado en donde una persona con su eleccion envia un mensaje recional y a la hora de optar lo hace de manera conciente ya que el unico perjudicado sera el mismo.
Parece ser que en todo el mundo se opina de manera semejante cuando se pregunta por qué es necesario votar. Independientemente que existe una numerosa cantidad de tratados internacionales que protegen el derecho de cada ciudadano a participar en la conducción de asuntos públicos, el derecho a votar y a ser elegido, las respuestas rondan los mismos conceptos: la voluntad de todo un pueblo, se ve plasmada a través del sufragio…. El voto es una responsabilidad que con madurez cívica, conciencia y compromiso se debe ejercer…..; para otros es simplemente cumplir una obligación, sobre todo en aquellos países que como el nuestro, el voto es obligatorio, y en este sentido creo que sucede lo vertido en el artículo de hoy. En Argentina, el que no vota, justifica o paga la multa. Nadie le pregunta la razón de la abstención, ese electorado queda para la estadística y creo que como el número aún no es relevante, el número no les dice nada, pero una baja participación electoral aunque siempre alguien va a ganar, debería ser una señal preocupante. No hablo del voto castigo o del voto en blanco, hablo de la no participación. Hay quienes sostienen que el voto debe ser obligatorio porque las clases sociales con menos ventajas, ingresos, educación, etc., son las que menos concurrirían a las urnas, y lo propio se piensa de los más jóvenes. Pero estoy de acuerdo que la mayor razón de la abstención es la “apatía racional”, y que los candidatos y en general todos los políticos, conociendo este comportamiento de la sociedad, apelan a una oratoria eficaz y a veces demagógica que impacte, conmueva y valiéndose de los sentimientos más elementales del electorado consigan su propósito o alguna clase de control o poder sobre el mismo. Es lamentable que esta sea la realidad.
A mi criterio, lo que lleva al votante a realizar su voto es una acumulación de variables. La primera de ellas son los principios que tiene arraigados la propia sociedad. Es decir, la educación sobre la consiencia e importacia de ejercer el voto, el cual emana de los valores historicos del E.
La segunda variable es la obligatoriedad o no del voto, que solo influye en aquellos paises en donde no esta del todo instalado en la poblacion lo fundamental que es ejercer un derecho.
Ahora bien, lo que determina hacia donde se destinara el voto esta dado en funcion a la subjetividad y contexto en el que se encuentra cada sujeto. En otras palabras, cada ciudadano votará en función de que tan susceptible sea a dejarse llevar por el carisma del político o de que tanto interés tenga en informarse sobre la plataforma que propone el candidato.
Por último, debería tenerse en cuenta que si bien el voto de uno no decide el resultado, hay que tener en cuenta que en ciertos casos, si bien uno no decide con su voto al ganador, se puede crear esta conciencia en el votante. Por ejemplo, hay quienes son susceptibles al conformismo y vota a la mayoría del momento, autoconvenciendose de que su voto decide el resultado ya que forma parte al de la mayoria.
Muy interesante la lectura de este artículo, porque nos hace realmente pensar por qué, en la mayoría de las veces, los individuos se comportan como lo hacen. Es verdad que resulta ilógico, que si la persona, al momento de emitir su voto, considera que lo haga racional-informado o irracional-escaso de interés, no va a incidir en el resultado, puesto que este va a ser igual, ¿por qué, entonces, deciden votar, siendo un derecho no obligatorio? Creo que el derecho al sufragio, en muchas ocasiones, está visto como una “costumbre política”, voto porque pretendo ahorrarme los trámites posteriores y a su vez porque mi decisión no es tomada en cuenta, dentro de la decisión de millones de ciudadanos más. Y aquí es donde falla el sistema y ante esto no se intenta buscar la manera que la sociedad salga de ese estado de “apatía racional”, y mediante incentivos (como por ejemplo, dijo el profesor Krause en clase, que se le dé a un individuo 10 votos, para así poder medir la intensidad de la preferencia) y mayor circulación de información de fácil acceso y compresión, la persona pueda depositar su interés y pensamiento de una forma racional al momento de elegir a sus representantes. Pero está claro, que esto no funciona así, porque los políticos aprovechan esta situación, en la que corren con ventaja, tienen un alto nivel de incentivos y buscan continuamente la reelección dado que el poder es atractivo. Entonces, por ello la política apela a los sentimientos y no a la razón. Pienso que también es un desafío de cada uno de nosotros, el cambiar o procurar cambiar esto, porque si nos comportamos como los demás, no podemos pretender que el resto en algún momento actué de manera coherente y es claro que cada uno persiguiendo su propio beneficio, pensando egoístamente (votar racional o irracionalmente es igual al momento del resultado), termina perjudicando a la sociedad en su conjunto. Pues, donde está la mano invisible de Adam Smith aquí? Como se dijo en el texto, “Dilema del Prisionero”, si se logra la cooperación entre individuos, es factible llegar a intercambios voluntarios porque hay confianza. Por ende, si grupos de individuos en todos los ámbitos, debatiéramos más, nos informáramos más e intentáramos llegar a una conclusión racional, de alguna manera, se reflejaría en el resultado de la elección. A mi modo de verlo, sería como hallar nosotros mismos los incentivos para comportarnos de otra manera al momento de ejercer el derecho de voto, y dejar de ser votantes racionalmente ignorantes.
Muchos de los votantes ejercen su derecho motivados por un sentimiento de participación, sabiendo que su voto no tendrá mucha influencia en los resultados. Pero lo hacen, por la idea de la existencia de un deber cívico y de un compromiso con la democracia, sin llevar a cabo un verdadero análisis de las propuestas que realiza el candidato que están votando.
Creo que esto se debe principalmente a una crisis de legitimidad que atraviesa el sistema electoral, al no creer en la posibilidad de tener una verdadera influencia la elección de los representantes y en el rumbo que tome el país, que hace que las personas no tengan incentivos en informarse para emitir un voto consciente.
El tema planteado resulta muy interesante visto que puede ser tomado desde diversos puntos de vista y analizado de diferentes maneras. Para comenzar creo conveniente preguntarnos porque las personas a la hora de votar creen que su voto no va a influir en la elección? Si todos pensamos esto, y por ende decidimos no ir a votar ya que un voto menos no influye (cuando se trata de votaciones no obligatorias) pueden ocurrir dos cosas o que nadie vote guiados por este sentimiento de “mi voto no es importante”, o que gracias a ello solo vote un pequeño grupo simpatizante de determinado candidato ayudando a este a ganar la elección. Por otro lado el hecho de considerar el voto individual como no influyente llevando a que otras personas crean lo mismo hará que un grupo de la sociedad deje de emitir su decisión participando en la vida política de la sociedad y dejando que esta organización sea decidida de la manera que otros grupos deseen, lo mismo ocurre cuando sin informarse las personas votan, creen hacerlo como un compromiso social y político pero en realidad al no pensar en las consecuencias de su voto o no tener presente la información necesaria para la votación que realizan, ésta solo queda en el plano de una responsabilidad satisfecha del individuo y nada más.
Considero que tanto en el mercado como en la política solo hay un modo de averiguar y tener presente los deseos y preferencias de los grupos y es a través de la acción individual de cada persona, solo podemos tener información con el actuar de un individuo para saber qué es lo que prefiere y elige, visto que todas las personas son distintas, todos actúan de diferente manera guiados por sus propios intereses y preferencias que solo las personas conocen, y estas preferencias se van a dar a conocer al mundo externo con los actos de estos individuos a la hora de elegir, por lo tanto cuando hablamos de la votación el hecho que un individuo no vote o lo haga de manera desinformada y desinteresada no solo oculta la preferencia y el interés de este sino también aumenta el porcentaje de preferencia de otros individuos que decidieron votar expresando sus intereses, y como estos son diversos y cambiantes solo pueden reflejarse en el mundo material cuando en conjunto un grupo de individuos decidan inclinarse por determinada postura, partido político, ideología, y persiguiendo todos el mismo interés particular se forme una preferencia grupal.
Es muy interesante la parte de los incentivos donde las personas necesitan estar motivadas por la necesidad de competencia, relacion y autonomia. Que estos tres componentes crean el deseo de la autodeterminacion de las personas y por otro lado ver aquella falla donde muestra que los hombres toman decisiones en base a un proceso que hace sentir bien y no haciendo uso del esfuerzo racional para poder elegir politicas correctas para resolver cuestiones. A esto,al menos mi forma de pensar siempre llego a la misma conclusion nuestra problematica se reduce a la educacion. Quiero dejarles una relexion para que lean acerca de la mediocridad del hombre, nos hace pensar;
«Cada cierto tiempo el equilibrio social se rompe a favor de la mediocridad.
El ambiente se torna refractario a todo afán de perfección, los ideales se debilitan y la dignidad se ausenta; los hombres acomodaticios tienen su primavera florida.
Los gobernantes no crean ese estado de cosas; lo representan.
El mediocre ignora el justo medio, nunca hace un juicio sobre si, desconoce la autocrítica, está condenado a permanecer en su módico refugio.
El mediocre rechaza el diálogo, no se atreve a confrontar, con el que piensa distinto. Es fundamentalmente inseguro y busca excusas que siempre se apoyan en la descalificación del otro.
Carece de coraje para expresar o debatir públicamente sus ideas, propósitos y proyectos.
Se comunica mediante el monologo y el aplauso..
Esta actitud lo encierra en la convicción de que él posee la verdad, la luz, y su adversario el error, la oscuridad.
Los que piensan y actúan así integran una comunidad enferma y más grave aún, la dirigen, o pretenden hacerlo.
El mediocre no logra liberarse de sus resentimientos, viejísimo problema que siempre desnaturaliza a la Justicia.
No soporta las formas, las confunde con formalidades, por lo cual desconoce la cortesía, que es una forma de respeto por los demás.
Se siente libre de culpa y serena su conciencia si disposiciones legales lo liberan de las sanciones por las faltas que cometió.
La impunidad lo tranquiliza.
Siempre hay mediocres, son perennes. Lo que varía es su prestigio y su influencia.
Cuando se reemplaza lo cualitativo por lo conveniente, el rebelde es igual al lacayo, porque los valores se acomodan a las circunstancias.
Hay más presencias personales que proyectos.
La declinación de la «educación» y su confusión con «enseñanza»permiten una sociedad sin ideales y sin cultura, lo que facilita la existencia de políticos ignorantes y rapaces.»
– José Ingenieros –
Como bien se menciona en el artículo, el votante es racionalmente apático para estar informado, ya que no tiene fuertes incentivos, y esto está vinculado con el saber de que el voto particular, no define el resultado de la elección.
A la hora de votar, el vínculo entre mi decisión y el resultado a obtener, es muy débil, con lo cual, la atención que se le presta a esa decisión es menor. Esto, tal vez, puede explicar porque la política no apela a la razón.
Por otra parte, a la hora de votar, se vota un partido político, con diferentes atributos, es decir, se vota a un conjunto, el cual no puedo fraccionar; esto sin dudas, es información valiosa que se pierde. No puedo desagregar mis preferencias.
A su vez, la frecuencia, es baja. A la mejor, las preferencias de la gente, cambiaron antes de la próxima elección, es decir, no hay una reacción inmediata.
Contrariamente con lo que ocurre en el mercado, el voto no mide la intensidad de la preferencia, esto también, es información que se pierde.
El homo economicus, ejerciendo sus preferencias, envía mensajes claros, información al mercado. Por el contrario, en las votaciones, esta información se pierde, y no llega clara.
Coincido con el profesor Krause al sostener que mi voto no va a decidir ninguna elección ya que son millones los votantes y el voto de uno, no determina la elección o al candidato que va a ganar las elecciones, también entiendo que los votantes no tienen incentivos para votar y eso explica muchas veces las publicidades de los candidatos que buscan captar la atención del votante en pocos segundos apelando a las emociones y frases simples, porque éste no tiene el incentivo para informarse de las propuestas por los candidatos políticos.
Pero respecto de lo dicho “… esto explicaría porqué ciertos votantes hasta votan contra lo que parecerían ser sus propios intereses (p. ej., gente pudiente votante por la izquierda o el populismo, que aumentaría sus impuestos). El argumento es el siguiente: si la izquierda o el populismo va a ganar y van a aumentar los impuestos…”
Entiendo que cuando gana un candidato, este no define los impuestos que van a perjudicar a la Argentina sino por lo contrario este es un campo que solo le incumbe a Congreso (art. 14, art. 75.2 art.99.3) y este a diferencia del Presidente representa a la mayoría y a la minoría. También uno de los pilares más importantes de nuestra política económica se encuentra enmarcada dentro de Proyecto de ley de presupuestos donde se va a decidir de donde se van a recibir los ingresos y como se redistribuirán las gastos y aunque en principio le corresponde al Ejecutivo hacer el proyecto; al Congreso le corresponde el control.
Como conclusión determino que los impuestos lo va a decidir un órgano que representa a la mayoría y a la minoría y no al candidato ganador de las elecciones.
Creo que en Argentina, sobre todo durante los últimos mandatos presidenciales, se ha tratado de que los jóvenes militen para que se involucren y tomen partido en las cuestiones sociales actuales. Esta conducta, se refleja por ejemplo, en el acto oficialista llevado a cabo en el Mercado Central, donde se celebró el día de la militancia. En la nota del diario La Nación, publicada el día 27 de Abril de 2014, (http://www.lanacion.com.ar/1685702-jorge-capitanich-no-estamos-ante-los-ultimos-20-meses-de-un-final-de-ciclo-sino-ante-los-20-meses-de-un-gobierno-que-lleva-11-anos-gobernando); se comentan algunos de las opiniones que constan en el discurso de algunos de los principales referentes políticos. En dicho acto Zanini, secretario Legal y Técnico de la Presidencia, se refirió a los jóvenes militantes y aseguró que «lo único nuevo en política son ustedes, los demás son caras gastadas», luego reflexionó sobre cuáles son las tareas centrales de los militantes. Opiniones como estas tienden a incentivar a las personas a participar de la política. En mi opinión, la cuestión no debería versar en participar sí o participar no, sino que, además habría que concientizar a quienes hacen uso de su derecho a sufragar para que lo lleven a cabo con raciocinio, y no simplemente fanatismo o emoción.
La concurrencia de la gente a votar no puede explicarse desde una perspectiva estrictamente racional; es primordialmente un acto emocional. Tiene que ver con los valores inculcados desde la infancia acerca del valor de la democracia.
El individuo racional sabe que la importancia de su voto individual es tan ínfima que probablemente no valga el costo de levantarse de la cama y acercarse a la mesa de votación, así como también conoce que la información transmitida por su voto es difusa, y no expresa cabalmente su voluntad. Pero los hombres no siempre se dejan llevar por su razón, especialmente en cuestiones sensibles en que las pasiones están muy arraigadas, como la política, en que los individuos son especialmente susceptibles de ser arrastrados por sus emociones. Es por ello que en este ámbito son populares los slogans vacíos de contenido que apelan a los sentimientos, los discursos populistas y los líderes carismáticos.
Quizás sea un error estudiar las motivaciones de los individuos en el ámbito de la política esperando que actúen de forma racional. Dicha presunción es válida para la toma de desiciones económicas (pese a que las excepciones existen incluiso en ese ámbito), pero la racionalidad y la política guardan una relación muy distante.
Creo que en Argentina, sobre todo durante los últimos mandatos presidenciales, se ha tratado de que los jóvenes militen para que se involucren y tomen partido en las cuestiones sociales actuales. Esta conducta se refleja, por ejemplo, en el acto oficialista llevado a cabo en el Mercado Central, donde se celebró el día de la militancia. En la nota del diario La Nación, publicada el 27 de Abril del 2014,(http://www.lanacion.com.ar/1685702-jorge-capitanich-no-estamos-ante-los-ultimos-20-meses-de-un-final-de-ciclo-sino-ante-los-20-meses-de-un-gobierno-que-lleva-11-anos-gobernando); se comentan algunas de las opiniones que constan en el discurso de algunos de los principales referentes políticos. En dicho acto Zanini, secretario Legal y Técnico de la Presidencia, se refirió a los jóvenes militantes y aseguró que «lo único nuevo en política son ustedes, los demás son caras gastadas», luego reflexionó sobre cuales son las tareas centrales de los militantes. Opiniones como estas tienden a incentivar a las personas a participar de la política. En mi opinión, la cuestión no debería versar en participar sí o participar no, sino que, además habría que concientizar a quienes hacen uso de su derecho a sufragar para que lo lleven a cabo con raciocinio, y no simplemente fanatismo o emoción.
Considero a este artículo como «exacto» en el tema que desarrolla. La falta de interés profunda en analizar los paquetes y llevar a cabo una votación racional con argumentos valederos para defender el motivo de su elección, conlleva a la gente a basarse en los sentimientos y pasiones para la determinación del voto. De esta manera el particular contribuye con el desempeño de la democracia, ya que la interpretación más globalizada y mayoritaria apunta a que dicho sistema político es el más correcto o el que más corresponde moralmente. Desde los colegios nos enseñan de manera evidente o casi subliminal que régimen es el «bueno», y cual será el «malo». Todos creemos que lo mejor es la votación general, pero nadie sabe bien el porqué. Es por ello que se utilizan fundamentos históricos o casos del pasado de diferentes regiones para demostrar que un país sin un sistema democrático es visto como un país malvado o incorrecto. Y si bien no discuto que la democracia sea un mecanismo acertado para las determinaciones importantes que a todos nos involucran, siempre el grupo «político» encuentra la manera de utilizar o manipular todo tipo de circunstancia para llevarla a su favor. En este caso, al saber que la gente no tiene incentivos específicos para votar racional y analíticamente, potencian la irracionalidad mediante un mayor desarrollo de los sentimientos y pasiones. El político no dice porque sería correcto que voten por él en base a sus esquemas o planes futuros, sino que se basa en aclarar que, como buen humanista, buena persona y bondadoso que es, no hay otra alternativa para elegir, porque «yo soy el más bueno y cristiano de todos». Algunos utilizan otro tipo de estrategia basada en acercarse a la gente para demostrarle que tiene la misma forma de pensar, mismas costumbres, mismas visiones.. en definitiva, tratan de demostrar que «yo soy como usted».
La conclusión que en definitiva podría conseguir es que la mejor manera de llevar a cabo una votación es manejar los incentivos mediante aquellos personajes que conozcan específicamente cual es el plan que se lleva a cabo en esa circunstancia. En otras palabras, tal vez el mejor incentivo sería que solo voten los que «conocen» específicamente qué se vota, a quienes, y en base a que argumentos analíticos. Si usted quiere votar, debe demostrar que está capacitado para la tarea. De esta manera se eliminaría la falta de interés en votar ( esa falta de interés basada en pensar que uno en un millón no alterará los resultados, acompañada de la frustración de saber que la gran mayoría vota sin saber).
La democracia no se vería alterada, ya que todos podrían votar, porque todos pueden presentarse y demostrar sus capacidades.
El problema sería tal vez «y quién determina si tal persona es o no apta para votar»?.. la desconfianza existente en el sistema hace que todos los métodos utilizados para resolver este «problema» no sean aceptados. La desconfianza provoca que se terminen eligiendo los sistemas menos favorables para todos tal vez. Porque si solo votaran los pensadores que busquen lo mejor para el país, lo más probable es que los resultados sean productivos.
El votante no está incentivado para votar ni para informarse porque cree que en la totalidad su voto no define el resultado de una elección; problema que se denomina apatía racional, donde el vinculo entre la decisión y el resultado es muy débil.
Por la misma razón, no involucrarse, tienden a ser racionalmente ignorantes; lo que explica que la política no apele a la razón sino a las emociones (emocionalmente ideológico).
A esto se suman otros problemas tales como el hecho de que el voto no refleja la intensidad de la preferencia, ya que cada votante tiene un voto que no mide la subjetividad. Tampoco existen opciones para elegir, seleccionan a un solo candidato (el paquete) para que los represente.
Al examinar sobre el fundamento por el cual la gente de todos modos va a votar, lo atribuye a un sentido de responsabilidad, educados para participar como votantes en la provisión de un bien público (del que se encarga el Estado por tener las características de no exclusión ni rivalidad en el consumo), conductas éstas racionales que muestran un compromiso social.
Me pregunto entonces si se podría relacionar con la cooperación como estrategia dominante, (donde no es posible la traición como menciona el dilema del prisionero); como una inversión a futuro de las personas con sus acciones (aplicando el equilibrio de Nash, existen reglas preestablecidas y luego entran las cuestiones subjetivas, los valores propios).
Yo creo que hay gente que vota por el mero hecho de decir: sí, voté a fulanito o a menganito , gente que vota porque lo tiene arraigado como costumbre, gente que lo hace porque realmente cree que una gota menos no hace al océano menos océano pero que un conjunto de gotas lo constituyen como tal, en fin, hay infinidad de realidades, tantas como personas haya en el mundo .
Es verdad , o al menos yo comparto que si bien en principio un voto no hace a la definición de una elección, lo necesario es reforzar y promover esos conocimientos necesarios para favorecer a determinadas políticas que funcionen como medio para lograr el bien general. También que si bien nuestro voto no mide la intensidad de nuestra preferencias eso no quita que no sea una vía para poder revelarlas, darlas a conocer. Concuerdo que existen muchos «contras» y pareciera que en principio pocos «pro», pero independientemente de las falencias en la esfera política, en lo que atañe al votante, al político, al burócrata, y que todo esto hace de la democracia un sistema limitado, tendríamos que debatir y realmente pensar si hubo otro sistema mejor, y sinceramente desde mi postura no lo creo.
Las elecciones constituyen un elemento básico que define a un Estado democrático. Los ciudadanos debemos informarnos, Al votar eligiendo por propuestas, candidatos y partidos políticos que en una democracia representativa canalizan e institucionalizan las demandas de los ciudadanos. Por eso voto constituye un DERECHO político fundamental para el funcionamiento de las democracias representativas. Representa el ejercicio de una ciudadanía activa, en la cual todos tienen derecho a elegir y ser elegidos. Para que el voto refleje la voluntad de los ciudadanos las elecciones deben ser: libres, abierta y competitivas.
Votamos como un acto de reafirmación de nuestra natural capacidad de socializar con otros, defendiendo nuestras propias convicciones y valores, pero también reconociendo la necesidad de administrar nuestras diferencias, intentando convencernos mutuamente, creando nuestra propia estrategia de juego, promoviendo acuerdos, y finalmente dejando la decisión en manos de la mayoría. Votamos como una expresión de lealtad y compromiso con la sociedad de la cual somos parte, donde no resulta justo que nos beneficiemos de los frutos de las acciones en conjunto y, al mismo tiempo, nos neguemos a cumplir las mínimas responsabilidades que tenemos para con nuestra comunidad.
Si no concurriéramos a votar por ya saber el resultado, nos conformaríamos con lo mismo siempre, ¿para qué lo haríamos si ya sabríamos el resultado? Estaríamos cooperando con la mayoría y e implementado las acciones en conjunto. No hay forma de saber que hará el jugador contrario, es un derecho un deber, tenemos que conservar la libertad de elección y la posibilidad de cambio, nunca sabemos cómo puede cambiar la jugada, los jugadores podemos cambiar de estrategia cuando menos lo espera el compañero contrario, por eso no dejemos en manos de pocos las decisiones que nos conciernen a todos. Tomemos la elección como un juego no cooperativo, donde los actores toman las decisiones en forma separada, pero su decisión con respecto de los otros implican un elemento de cooperación y no rivalidad.
coincido en el aspecto de que los votantes no se encuentran informados de quien se va a votar ni las politicas que proponen, y muchas veces por quien estan conformados esos grupos politicos.
mas que falta de incentivos diria que existe una falta de interes.
las personas, al igual que los politicos, buscan satisfacer sus intereses de forma inmediata, en el corto plazo. esto provoca que no se tengan en cuenta el panorama sino aquello que sacie su necesidad al instante.
si hubiese mas incentivos o mayor informacion quizas el votante seria mas conciente a la hora de emitir su voto.
Creo que el tema que introduce el artículo, el cual se encuentra encabezado con un título polémico: “ ¿por que vota la gente?” es un tema complejo y que para abordarlo habría que tener en cuenta más de un factor al respecto.
Si bien, como se ha visto en clase, el ciudadano a la hora de votar no tiene la seguridad de que con su voto vaya a cambiar el resultado de las elecciones, de todas formas lo sigue haciendo. Es a raíz de ésto que nos podemos preguntar qué es lo que lo moviliza a hacerlo. Probablemente el candidato que él ha elegido en las urnas no sea aquel que resulte triunfante; el elector no sabe si tendrá exactamente lo que quiere, a diferencia de lo que sucede en el mercado cuando a través del intercambio adquiere un producto; por el contrario, dependerá de que otros tantas miles de personas coincidan con su preferencia para poder conseguirlo. En la Argentina el voto es un derecho, pero también es una obligación, y si no cumplimos con la misma se debe que pagar una multa. La pregunta que podríamos hacernos es si a partir de hoy esta multa no existiera, en las próximas elecciones habría la misma cantidad de votantes en las mesas electorales..? y seguramente la respuesta tendrá que ver con el contexto sociopolítico y económico en el que nos encontremos. Por otro lado, hemos estudiado que el votante es racionalmente apático para estar informado, que no tiene los incentivos necesarios para realizarlo. Claro está que no son los mismos incentivos que tiene “Doña Rosa” que por ejemplo, que un estudiante de economía/derecho a la hora de informarse sobre la plataforma política de los distintos candidatos, sin por eso subestimar a uno ni a otro. La mayoría de los ciudadanos a la hora de votar, lo hacen sin conocer las bases políticas de los candidatos y son sus emociones los que los guían a elegir la boleta electoral que introducirán en el buzón, a muchos otros en cambio les dará lo mismo uno u otro candidato, es por esto que podemos decir, que el voto no mide la intensidad de la preferencia. Los políticos a sabiendas de todo esto, se preocupan más en tener una buena imagen publicitaria que capte votos, que los deje “bien parados”, que en hacer debates, confrontar con otros candidatos, explicar cuáles son sus propuestas y como lo van hacer. Podemos agregar además que la mayoría de la gente, en nuestro país tiende a votar por los postulantes con más renombres y no a las agrupaciones más pequeñas, porque sienten que es desperdiciar su voto…
Para concluir, creo que los ciudadanos votan por un sentimiento de responsabilidad civil, y más en países como el nuestro en donde se han sufrido las grave consecuencias de los gobiernos de factos, situación a la que ningún argentino quisiera volver jamás. Si bien en la Argentina la gente tomo su voto como la oportunidad de ser oída por sus funcionarias y la forma democrática de manifestarse, con la salvedad a las que hice mención en el párrafo precedente, termina votando a quien le ha “caído más simpático o le ha trasmitido lo que ellos querían escuchar, sin importar cuáles son sus proyectos en verdad o si los mismos son posibles de ejecutar. No hay que dejar de ver que como nos dice Adam Smith, el hombre es egoísta y esta en busca de su propio interés; el político también busca y va por su propio interés, ser elegido. Creo que lo fundamental es seguir enseñando en los establecimientos educativos desde edad temprana, valores de conciencia ciudadana y responsabilidad civil que lleve a los ciudadanos a internalizar el compromiso de informase, a la hora de emitir su voto, sobre quiénes son sus futuros gobernantes y cuáles son las propuestas de los mismos. La educación es la herramienta para que todo individuo pueda evaluar y decidir qué es lo que cada uno entiende y quiere como proyecto de país, y en base a eso poder decidir. Un pueblo educado es mucho más difícil de corromper y manejar que otro ignorante…Y sin dudas, se puede decir citando a Churchill…” la democracia no es la mejor forma de gobierno, pero es la mejor que hemos encontrado hasta el momento”.