A todos les gusta la Macro, pero sus agregados pueden restar información, no sumarla

Aunque modas tales como la economía de la conducta (Behavioral Economics) pusieron nuevamente el foco de atención en la conducta individual, lo cierto es que la mayoría de los economistas, y los estudiantes de economía, piensan que lo que realmente importa es la macro. Seguramente porque de su discusión se derivan conclusiones de política económica, que forman parte de la discusión sobre la coyuntura. Y, es cierto, todos tenemos interés en la coyuntura ya que nos afecta en forma directa.

Pero la Macroeconomía, o el análisis de “agregados” enfrenta algunos serios problemas que es necesario tener en cuenta. Una vieja discusión al respecto plantea si puede haber una “Macro” que no tenga fundamentos en lo que conocemos de “Micro”. Y en muchos casos es así.

Gary Gales comenta en el Mises Institute sobre otro problema que da título a su artículo: “Cómo la Agregación Económica esconde los problemas del intervencionismo”, http://mises.org/library/how-economic-aggregation-hides-problems-interventionism

Presenta el ejemplo de los “Impuestos Netos”, estadística que muestra los impuestos pagados al gobierno menos los pagos por transferencias que el gobierno realiza, para el sector de familias en su conjunto. “Es una categoría útil para considerar el efecto neto de los programas gubernamentales en el ingreso disponible para todo el sector. Pero distrae la atención sobre la enorme redistribución de ingresos y los importantes efectos en la oferta y los incentivos para producir. Digamos que el gobierno cobra impuestos de un subgrupo de la población por $2 billones, y provee $1 billón en transferencias de programas sociales a otro subgrupo. El efecto neto en el conjunto de las familias es una reducción de un billón. Pero considerar solamente el número neto en el análisis es ignorar aspectos muy importantes”.

Gales sostiene que no se ve el impacto sobre la oferta, ya que se reducen los incentivos de ambas partes, de los que ponen y de los que reciben. De los primeros porque ven castigado su esfuerzo productivo, pero es más importante en el caso de los segundos ya que la recepción de esa ayuda es condicional a seguir siendo pobres.

“Los agregados utilizados en la construcción del PIB tienen severas limitaciones. Descansan en precios pagados para asignar valor a los bienes y servicios intercambiados. Este enfoque de la preferencia revelada tiene sentido para la conducta en el mercado, ya que el valor de cada bien ha de ser superior al precio pagado por cada individuo que hace la compra. Aun así, sin embargo, el exceso de valor sobre el precio que motivó la compra (llamado superávit del consumidor) es ignorado. Pero cuando el gobierno interviene, la precisión se degrada notablemente.”

“Por ejemplo, si el gobierno da a una persona un subsidio del 40% sobre la compra de un bien, todo lo que sabemos es que el valor de cada unidad para el comprador excedió el 60% de su precio. No se sabe si esa compra tuvo un valor superior al precio pagado incluyendo el subsidio. Y en áreas en las que el gobierno produce o usa bienes directamente, como el gasto en defensa, no sabemos casi nada de su valor. Los ciudadanos no pueden rehusar financiar lo que el gobierno decida comprar, bajo pena de prisión, por lo que ninguna transacción voluntaria revela lo que ese gasto vale para los ciudadanos. Y siglos de experiencia sugieren que los bienes y servicios provistos por el gobierno valen, a menudo, mucho menos de lo que cuestan. Pero ese gasto es contado simplemente como de un valor igual a su costo en las cuentas del PIB.”

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