Cuando vimos a John Stuart Mill consideramos su argumento que las leyes de la producción no rigen la esfera de la distribución, que una vez producidos los bienes los seres humanos pueden distribuirlos como quieran. Y la crítica presentada fue que esto no es así, que inevitablemente al intervenir en la distribución se impacta en la producción.
Un caso típico de esto son las retenciones a las exportaciones de granos y carnes de la Argentina (impuestos a las exportaciones), claramente dirigidas a financiar la redistribución de ingresos. ¿Acaso no tuvieron ningún costo en términos de producción perdida? Un artículo reciente de La Nación nos da la oportunidad de estimar, muy a grosso modo por supuesto, ese costo, y la suma total desde 2007 da nada menos que 23.779 millones de dólares de menor producción agrícola y ganadera como resultado del impacto de las retenciones entre 2007 y 2014. http://www.lanacion.com.ar/1687424-en-8-anos-la-produccion-del-campo-cayo-o-crecio-menos-que-en-otros-paises
Si la producción argentina hubiera crecido al mismo ritmo que el promedio mundial, hoy sería así:
Soja: 55,1 millones: 3,1 más
Maíz: 30,6 millones: 8,1 más
Trigo: 16,3 millones: 7,1 más
Carne: 770 millones: 570 más (tomando en cuenta que hubiera crecido según el promedio mundial en lugar de caer)
Tomar el promedio de aumento en el mundo es, además, y como se desprende del cuadro en el artículo, tomar la medida más conservadora. Nuestros países limítrofes han incrementado su producción mucho más que el promedio mundial.
Pero aun así, eso quiere decir que de haber alcanzado ese promedio, y tomando precios de hoy FOB puertos argentinos (asumiendo que todo el excedente se exporta), tendríamos más ingresos por estas sumas:
Soja: $1.615.000.000
Maíz: $1.879.000.000
Trigo: $2.662.000.000
El precio promedio de la carne es mucho más complicado porque hay de muy distintos tipos, pero según el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina, en su informe mensual de Enero (http://www.ipcva.com.ar/documentos/1249_informemensualdeexportacionesenero2014.pdf), el precio promedio iría desde $9.700 para cortes enfriados sin hueso y $5.800 para cortes congelados sin hueso. Tomemos un promedio, digamos $7.700 (por supuesto que esto es una gruesa aproximación). A ese precio sería:
Carnes: $ 5.390.000
Si asumimos que el resto del mundo no tiene retenciones, y asignamos la diferencia de resultados a la existencia de este impuesto (puede haber numerosos otros factores, por supuesto), esto quiere decir que el costo para este año sería de 6.161 millones de dólares, un poco más de lo que pagamos por Repsol.
El artículo compara el desempeño desde 2007. Tenemos que asumir que la diferencia se fue dando gradualmente durante esos años, digamos que un 14% anual para llegar al 100% en 2014.
Si mantenemos los mismos precios (que no fueron así, claro) para tener una muy simple mirada de este costo esto quiere decir que el costo por año fue:
2008: 862 millones
2009: 1725 millones
2010: 2587 millones
2011: 3450 millones
2012: 4066 millones
2013: 4928 millones
2016: 6161 millones
La suma total da 23.779 millones de dólares.
Hay una repercusión negativa cuando un estado redistribuye los beneficios de una producción, debido que el Estado busca el beneficio a corto plazo para sí, en este caso el interés personal de los políticos, donde buscan por medio de la redistribución la consideración de los votantes para las elecciones y así poder perdurar en el cargo.
Ello conlleva a un costo a futuro que repercute en la producción disminuyendo su crecimiento o estancándola, debido que le quita incentivo para fomentar inversión y desarrollo. Pero la dirigencia política prefiere obtener el beneficio actual que producen las retenciones y generar una redistribución y dejar el costo de ello a un futuro que puede encontrar en los puestos políticos a otras personas.
Este efecto de beneficio inmediato o actual también es fomentado por la sociedad que no proyecta a largo plazo y no espera los frutos de políticas económicas a largo plazo, que incluso podrían generar un mayor beneficio, sino que exigen en la actualidad sin considerar los costos que ellos mismos tendrán que afrontar si se produce una desaceleración o estancamiento de la economía. Se vive el hoy y no se piensa en el mañana.
Claramente las ideas políticas que se impone desde un gobierno no se analizan en lo mas minimo. Puede mas el costo político que el verdadero crecimiento de un pais.