Muy interesante tema plantea Alex Tabarrok, profesor de George Mason University en su blog Marginal Revolution, ¿es la ciencia un bien público? Ésta sería la base para afirmar que el Estado debe financiarla, pero Tabarrok presenta interesantes argumentos comentando un paper sobre el impacto de esas políticas en la I&D de las empresas. La nota se titula “ Is Science a Public Good?”: https://marginalrevolution.com/marginalrevolution/2024/02/is-science-a-public-good.html
“La ciencia parece un bien público; En teoría, las ideas no son rivales ni excluyentes. Pero cuanto más analizamos cómo se difunden y utilizan las ideas en el mundo, menos parecen bienes públicos. Como me gusta señalar, Thomas Keller escribió un libro de recetas literal para los platos que servía en su mundialmente famoso restaurante French Laundry y, sin embargo, French Laundry no cerró. Las ideas están en la cabeza y si no mueves la cabeza, muchas veces las ideas tampoco se mueven.
En un nuevo documento de trabajo del NBER, The Effect of Public Science on Corporate R&D, de Arora, Belenzon, Cioaca, Sheer & Zhang (Tyler lo mencionó brevemente antes), los autores plantean un punto similar:
…la historia del progreso técnico nos enseña que las ideas abstractas también son difíciles de utilizar. Las ideas deben adaptarse a usos específicos y, con frecuencia, deben incorporarse a personas y artefactos antes de que puedan ser absorbidas por las empresas. Sin embargo, tal encarnación también hace que las ideas sean fuentes menos potentes de rendimientos crecientes, convirtiendo ideas no rivales en insumos rivales, cuyo uso por parte de los rivales es más fácil de restringir. Nuestros hallazgos confirman que las empresas, especialmente aquellas que no están en la frontera tecnológica, parecen carecer de la capacidad de absorción para utilizar ideas suministradas externamente a menos que estén incorporadas en capital humano o invenciones. El límite al crecimiento no es la creación de ideas útiles sino más bien el ritmo al que esas ideas pueden incorporarse en capital humano e invenciones, y luego asignarse a las empresas para convertirlas en innovaciones.
La cuestión de si la ciencia es un bien público no es meramente técnica sino que tiene implicaciones importantes. Si la ciencia es un bien público, es probable que los mercados la produzcan en cantidades insuficientes, lo que hace que los subsidios gubernamentales a las universidades sean cruciales para estimular la I+D y el crecimiento económico. Por el contrario, si las ideas están incorporadas y, por lo tanto, estrechamente vinculadas a su aplicación, la financiación gubernamental para la investigación universitaria podría no sólo no lograr mejorar el crecimiento económico sino que también podría obstaculizarlo. Esto ocurre cuando los subsidios alejan a los científicos de las empresas, donde su conocimiento contribuye directamente al desarrollo de productos, hacia las universidades, donde sus conocimientos corren el riesgo de perderse en la torre de marfil. (Es mucho más probable que enseñar a científicos que luego sigan carreras en el sector privado sea complementario al crecimiento de la productividad que financiar investigaciones que alejen a los científicos del sector privado).”