Los individuos buscan el lucro y traicionan cuando les conviene: pero no es así, tienen confianza

Una revolución silenciosa está ocurriendo en la ciencia económica. El fundamento básico de la economía neoclásica sobre la conducta humana está siendo cuestionado y no se sostiene. Esto tendrá enormes implicancias para el análisis económico y, en última instancia, las recomendaciones de políticas públicas y política económica si es que la academia económica muestra una mente abierta para modificar ese supuesto básico.

Muchos trabajos están contribuyendo a esto. Comento ahora un paper Ingela Alger (Escuela de Economía de Toulouse y Jorgen Weibull (Escuela de Economía de Estocolmo). El resumen ya es bien claro respecto a las consecuencias de estas investigaciones:

“Desde la publicación de La Riqueza de las Naciones, de Adam Smith, es costumbre que los economistas presuman que los agentes económicos están persiguen solamente su interés personal. Sin embargo, las investigaciones en economía experimental y de la conducta han mostrado que las motivaciones humanas son más complejas y que la conducta observada es, a menudo, mejor explicada por otros factores motivacionales tales como una preocupación por la legitimidad, el bienestar social, etc. Como complemento de esos trabajos hemos desarrollado nuestras investigaciones hacia las bases evolutivas de la motivación humana. Hemos encontrado que la selección natural, en entornos muy simplificados pero matemáticamente bien estructurados, favorecen las preferencias que combinan el interés propio con la moralidad. En términos generales, el componente moral  evalúa las acciones personales en términos de lo que sucedería si, hipotéticamente, esta acción fuera adoptada por otros. Estas preferencias morales tienen importantes implicancias para la conducta económica. Motivan a los individuos a contribuir a bienes públicos, a hacer ofertas razonables cuando podrían hacer otras menores, y contribuir a instituciones sociales y actuar amistosamente con el ambiente incluso si su impacto personal es minúsculo.”

La economía neoclásica desarrolló su corazón con la teoría del equilibrio a la cual luego le sumó la teoría de los juegos. Comentan los autores:

“Muchas transacciones mutuamente beneficiosas contienen un elemento de confianza inter-personal y pueden llegar a no materializarse en ausencia de una expectativa de que la confianza será retribuida. La prevalencia de confianza en la sociedad, por ende, ha sido asignada primacía en muchos aspectos, por ejemplo en los estudios empíricos y teóricos sobre el crecimiento económico. En los últimos años, el juego de la confianza ha surgido como un instrumento preferido para obtener la confianza interpersonal y la voluntad de retribuir la confianza. Más generalmente, el juego ha sido ampliamente utilizado para estudiar las conductas cooperativas. En un juego de confianza, un individuo (el inversor), decide cuánto dinero de un fondo inicial enviar a otro sujeto (el administrador o fideicomisario). La cantidad entregada es luego multiplicada por algún factor, usualmente tres, y entonces el administrador decide cuánto del dinero recibido enviar de vuelta al inversor. La predicción estándar de la teoría de los juegos por una sola interacción anónima entre dos individuos solamente persiguiendo su interés es que el inversor no entregue nada, anticipando racionalmente que el administrador no va a retribuir. Sin embargo, los experimentos consistentemente muestran que la cooperación florece en el juego de la confianza; el inversor promedio entrega una porción significativa de su recurso, y la mayor parte de los fideicomisos retribuyen esa acción”.

Un pensamiento en “Los individuos buscan el lucro y traicionan cuando les conviene: pero no es así, tienen confianza

  1. Actuar en el propio interés no significa ignorar la moralidad o la confianza…uno puede actuar moralmente en su propio interés, ya que considera que las acciones morales son beneficiosas para uno mismo. Y lo son.

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