Si los productores de café queman su producto para restringir la oferta: ¿es conducta antisocial?

Con los alumnos de la UBA Económicas, Historia del Pensamiento Económico II, Escuela Austriaca, vemos a Murray Rothbard en “Monopolio y competencia”. En este caso sobre la destrucción de producción de los carteles:

Rothbard

“… ¿acaso no es un acto monopolístico la restricción de la producción, y tal restricción no constituye un acto antisocial demostrable? Empecemos por examinar el caso en que aquel acto aparece en su peor aspecto posible: la destrucción material de parte de un producto, ejecutada por un cartel. Se lleva a cabo para sacar ventajas de una curva de demanda no elástica y con el fin de elevar el precio y obtener mayor beneficio monetario para todo el grupo. Podemos observar, por ejemplo, el caso de un cartel de café que destruye grandes cantidades de ese producto quemándolo.

En primer lugar, tales actos seguramente ocurrirán con muy poca frecuencia. La destrucción material del producto se observa como un acto sumamente ruinoso, hasta para un cartel; resulta obvio que los factores de producción invertidos por los cultivadores para producir café se han gastado en vano. Advertimos que la producción total del café, en sí misma, ha probado ser un error, y el acto de quemarlo sólo es consecuencia y reflejo de tal error. Con todo, debido a la incertidumbre del futuro, a menudo se cometen errores. El hombre podría esforzarse trabajando e invirtiendo durante años en la producción de un bien que, por último, interese poco o nada a los consumidores. Por ejemplo, si el gusto de los consumidores hubiera variado tanto que ninguna persona se interesara por el café, fuese cual fuere su precio, otra vez habría que destruirlo, habiendo cartel o no.

Por cierto, el error es algo infortunado, pero no puede considerárselo como antisocial ni contrario a la moral; nadie se dedica deliberadamente a incurrir en error. Es evidente que si el café fuera un bien no perecedero, el cartel no lo destruiría, sino que lo almacenaría para venderlo gradualmente en el futuro a los consumidores, con lo cual sacaría provecho del “excedente”. En una economía de giro uniforme, (equilibrio) en la que los errores, por definición, están excluidos, no podría haber destrucción de bienes, ya que las existencias, en cantidad óptima para conseguir ingresos monetarios, se producirían con anticipación. La producción de café sería menor desde el comienzo. El despilfarro superfluo está en la producción excesiva de café, a expensas de otros bienes que hubieran podido producirse. El despilfarro no está en el hecho actual de que el café sea quemado. Después de disminuir su producción, los demás factores que se hubieran dedicado a sembrar y cosechar café quedan en disponibilidad; la tierra, el trabajo, etcétera, pasarán a empleos diferentes y más productivos. Cierto que el excedente de factores específicos permanecerá sin uso; pero tal es siempre la suerte que corren los factores específicos, cuando la realidad de la demanda de los consumidores no justifica que se los utilice en la producción. Por ejemplo, si se produce una súbita contracción en la demanda consumidora de un bien dado, hasta el punto de que no resulte remunerativo el trabajo con determinadas maquinarias especializadas, esa “capacidad ociosa” no constituye un desperdicio desde el punto de vista social, sino que más bien es algo socialmente útil. Queda demostrado que fue un error haber producido esas máquinas, y ahora, cuando están listas, resulta que emplearlas es menos beneficioso que trabajar en otras tierras, con otras maquinarias, para producir algo diferente. En consecuencia, el procedimiento económico está en dejar ociosas aquellas maquinarias, o tal vez en transformar el material de que están construidas para dedicarlo a otros usos. Por supuesto, en una economía libre de todo error no se producen en exceso alguno los bienes de capital específicos.

Supóngase, por ejemplo, que antes de iniciar sus actividades el cartel de café, se estuviera utilizando, para producir 100 millones de libras al año, una cantidad X de trabajo e Y de tierra, y, sin embargo, el cartel de café determinara que la producción más remunerativa es de 60 millones de libras, reduciendo la producción anual a esa cifra. Habría sido absurdo, por supuesto, continuar con una producción excesiva de 100 millones de libras, para luego quemar 40 millones. Pero, ¿qué ocurre ahora con el exceso de tierra y de trabajo? Esos factores se trasladan a la producción de otra cosa, digamos, 10 millones de libras de caucho y 50.000 horas a la prestación de servicios de guías para la selva, etcétera. ¿Quién puede decir que la segunda estructura de producción, la segunda aplicación de los factores, sea menos “justa” que la primera? En verdad, podríamos decir que es más justa, puesto que la nueva aplicación de los factores habrá de resultar más provechosa y, de ahí, más productora de valor para los consumidores. En el sentido del valor, la producción total habrá quedado, pues, expandida, y no contraída. No podríamos decir, evidentemente, que la producción en conjunto se haya restringido, pues la de los bienes restantes, fuera del café, ha aumentado, y la única comparación posible entre la disminución de un bien y el aumento del otro tiene que efectuarse en estos amplios términos de valoración. En realidad, el traslado de factores a la producción de caucho y al servicio de guías no restringe más la de café que lo que un anterior traslado de factores a la producción de café habría restringido la de caucho y el servicio indicados.

Todo el concepto de “restringir la producción” es, pues, una falacia cuando se aplica al mercado libre. En el mundo real, de escasez en cuanto a recursos, comparados con las finalidades posibles, toda producción implica elegir y colocar los factores al servicio de aquellas finalidades a las que se atribuya más valor. En suma, la producción de todo es siempre y necesariamente “restringida”. Tal “restricción” es una simple consecuencia de la escasez universal de factores y de la decreciente utilidad marginal de todo producto dado. Luego, es absurdo hablar en absoluto de “restricción”.

10 pensamientos en “Si los productores de café queman su producto para restringir la oferta: ¿es conducta antisocial?

  1. En un principio el autor realiza una distinción entre los conceptos de soberanía del consumidor (el productor sirve a los deseos del consumidor en el mercado) del de soberanía del individuo (más adecuado a una visión smithiana, es decir, si el productor desea perseguir el beneficio monetario debe adecuarse a los requerimientos de la demanda sin embargo posee libertad de elección ya que los individuos también son movidos por intereses que no son expresamente materiales, posee soberanía sobre su persona y sus bienes).
    Su contraposición con el concepto formulado por Hutt se basa en el rol que le da al productor dentro del mercado y la eliminación en del elemento ocio en la toma de decisiones individuales. La definición de Hutt relega todas las decisiones en el consumidor mientras que el autor con su formulación se la otorga a ambas pates por igual, cada agente posee libertad de acción. Si tomamos la idea de Hutt si un productor realiza una acción diferente a los deseos de la demanda incurriría en una violación moral, echo absurdo. Entonces, bajo este concepto se estaría considerando a la formación del monopolio como algo contrario a la ora ya que iría en contra de los deseos de los consumidores y a su vez impediría un curso de acción de estos.
    El autor se opone a la noción generalizada de “precio monopolístico” o de “producción restringida” ya que aplica el concepto de escases en el análisis, es decir, no se va a producir nada que luego se tire (lo único que ocurrirá es que se produzca menos) pero los factores que no se utilicen en esa producción adicional serán utilizados en otro sector económico ya que es escaso (se obvia el concepto de capacidad ociosa). De modo similar argumenta a favor de la fusión de varios carteles. También realiza una crítica al punto óptimo de escala tecnológica o de estructura económica (si debe o no fusionarse para acordar costos o rentabilidades) que pretenden determinar los economistas ya que sólo es algo que puede ser percibido por el empresario egoísta junto con el ensayo y el error.
    El punto más importante de esta primera parte es que los carteles carecen de estabilidad por la tanto tienden a disolverse en el largo plazo ya sea por desacuerdo en la distribución de cuotas o por presión de competencia. La libertad económica es la fuente de libre competencia, la que hace que los individuos deseen encontrar nuevas formas en la satisfacción de necesidades e imposibilita el desarrollo permanente de carteles.
    Los monopolios no poseen control en el precio de mercado ya que el intercambio que se da entre compradores y vendedores se da en forma voluntaria entre ambas partes (se da bajo la noción de que el individuo es soberano sobre sus actos).
    Luego toma el desarrollo de monopolio de Mises y argumenta que es producto de las elasticidades de la demanda (si la demanda es inelástica el oferente restringe ventas y sube el precio mientras que si la demanda es elástica no habría problemas ya que no estaríamos frente a un precio monopolístico) pero estas pueden transformarse de inelásticas a elásticas por medio de libertad de competencia en caso de no producirse estaríamos ante capacidad ociosa.
    Por último el concepto de precio monopólico no es más que ilusorio ya que si no existe un precio competitivo en el mercado con el que se pueda comparar, no existe tal tema de discusión por lo tanto es bastante relativo.
    Lo más novedoso es que elimina las ideas preponderantes acerca de los carteles o la fusión de ellos, al igual que el concepto de capitalismo no es más que una idiosincrasia política que busca favorecer intereses particulares. La fusión de carteles la identifica con ampliación de capacidad instalada más que con negociados que van en contra de la soberanía del consumidor. El punto más significativo es que la idea de precio monopolístico carece de lógica conceptual para el autor, no existe precio idea sino que el que realmente quedó determinado por la libre interacción de la oferta y la demanda en el mercado. A su vez, no existe posibilidad de comparación de precios por medio de diferentes regiones ya que la ubicación geográfica también es tomada como un factor de producción ya que el supuesto de bienes homogéneos no es factible en la concepción práctica. También pone bajo la misma irada al monopolio natural ya que no considera que algo que pueda ser distintivo de una empresa de servicios públicos de otra privada.
    Tres preguntas:
    1- En un apartado el autor declara que es posible modificar las elasticidades de mercado, es decir, que la demanda inelástica se convierta en el largo plazo en elástica. ¿Mediante que mecanismos de mercado es posible ello?
    2- De qué manera es demostrable en la práctica que la fusión de carteles es inestable en el largo plazo?
    3- Bajo la mirada del autor una recomendación política sería eliminar las leyes anti-carteles?

  2. Resumen*
    La economía de mercado libre es aquella en la que prevalecen la soberanía individual –cada individuo es “soberano” de su persona y de sus propios bienes, por lo que cada productor decide en qué medida y hasta qué punto satisface las necesidades del consumidor (condición necesaria para la maximización de su ingreso monetario) y en qué grado actúa por otros motivos distintos- y la libre competencia –cada cual tiene derecho a competir en el sector de la producción que desee, requisito indispensable para alcanzar la abundancia general- y toda situación se presenta como la más favorable posible para el consumidor . Es de suma importancia destacar que, al igual que Hayek en su paper El significado de la competencia, Rothbard pondera el hecho mismo de la competencia –la libre entrada- y no su “grado” de perfección; es en consonancia con esta cuestión que desestima la crítica a la libertad económica basada en un presunto perjuicio al consumidor por la existencia de cárteles y monopolios.

    Lo novedoso e importante
    La idea de maximización psíquica de los individuos permite una interpretación más amplia de los fenómenos económicos en términos de los motivos humanos (fines monetarios y no-monetarios). En su defensa del mercado libre, Rothbard expone la imposibilidad de discernimiento de cárteles y monopolio de otras situaciones: mientras un cartel no puede distinguirse de una fusión de empresas; un monopolio no puede definirse a partir de la restricción de cierta porción del volumen de producción, pues dicho fenómeno también ocurre al pasar de un precio sub-competitivo a otro competitivo, por lo que no puede diferenciarse una situación de otra. Es esclarecedor el abordaje a la libre competencia: el hecho de que la entrada a cualquier rama de actividad productiva sea irrestricta no implica de ningún modo que todos estén capacitados o dotados para competir en ella (puede impedirlo, por ejemplo, una disponibilidad insuficiente de capital).

    Preguntas al autor
    Dentro de la bibliografía del curso de HPE II, ya ha sido mencionado el tema de la competencia entre fines monetarios y no-monetarios que persigue el individuo para mejorar su satisfacción (concretamente en el texto de Mises, El cálculo económico en el socialismo). Ud. lo retoma al distinguir el concepto de soberanía individual respecto de la tan mentada soberanía del consumidor. ¿Podría profundizar sobre esta problemática o citar textos de autores austríacos que la aborden?
    Ud. explicita que los consumidores podrían realizar un boicot contra los cárteles y monopolios, en caso de que se vean vulnerados por su accionar, cambiando la configuración de su demanda –es decir, tornándola más elástica- para hacer que bajen sus precios hasta un nivel más “competitivo”. ¿No le parece a Ud. que creer que tal cosa pudiera ocurrir es similar a plantear que los mismos consumidores pueden, en efecto, oponerse a las prácticas de los lobbys o grupos de presión que operan para obtener favores o prebendas estatales? Mi pregunta apunta a que en ambas situaciones los beneficios permanecen concentrados (para cárteles/monopolios y lobistas), mientras que los perjuicios se encuentran diseminados o dispersos entre innumerables consumidores; es decir, la estructura de incentivos dificulta notablemente la acción defensiva de los damnificados.
    Habiendo leído un número significativo de trabajos de economistas austríacos, es obvia su consternación sobre la coacción del Estado sobre los ciudadanos. Ahora bien, poniendo en claro que entiendo que es condición necesaria de todo intercambio voluntario que todos sus participantes se vean beneficiados, ¿no contempla Ud. la posibilidad de que las relaciones mercantiles –dejando de lado casos en que se haga efectiva alguna intromisión gubernamental- adopten un carácter al menos potencialmente coercitivo? La pregunta se debe a que la lectura del presente texto parece señalar todo lo contrario, pero queda la duda sobre eventuales casos no tratados en el mismo.

    *Capítulos 1, 2 y 3.

  3. Guía de Discusión: Rothbard, “Monopolio y Competencia”
    Resumen: Este texto presenta un de las tesis más polémicas de Rothbard: no existe “precio de monopolio” sino tan sólo “precio de mercado”. Para ello, define qué se entiende por monopolios y carteles. Rothbard desarrolla en él una tesis polémica, incluso con respecto a las ideas de Mises: no hay “precio de monopolio” en un mercado libre, sino sólo “precio de mercado”. Para ello, comienza criticando la teoría de Hutt sobre la “soberanía del consumidor” como ideal ético para distinguir entre monopolio y competencia; sigue luego con el tema de los “cartels”, donde afirma que en el mercado libre son intrínsecamente inestables y nunca puede llegarse a un cartel “único”.

    En el capítulo 2, Rothbard expone el tema central de su tesis: demuestra la inoperatividad de las definiciones tradicionales de monopolio (únio vendedor de cierto bien, privilegio otorgado por el Estado y firma que ha obtenido un precio de monopolio), explica por qué en un mercado libre no hay modo de distinguir entre “precios de monopolio” y “competitivos” y critica, al mismo tiempo, la teoría tradicional de los precios de monopolio.
    En cuanto a los sindicatos, Rothbard dirá que son teóricamente incompatibles con la existencia de un mercado enteramente libre, razón por la cual basan todo su poderío en el uso de la fuerza y la violencia, como queda demostrado en su accionar contra los rompe-huelgas.

    Novedoso: Dos conceptos me parecieron muy interesantes. En primer lugar, me resultó novedosa la descripción que realiza sobre las dos formas en las cuales se establecen los precios. Una es el camino del mercado libre, en donde los intercambios se realizan en términos de beneficios para todos los que intercambian. El otro camino está en la intervención violenta en el mercado, la vía hegemónica de los precios, lo que significa la exclusión de los intercambios libres y la institución de la explotación del hombre por el hombre; ya que hay explotación siempre que se efectúan un intercambio sujeto a coerción.
    En segundo lugar, me areció interesante la explicación que realiza sobre cómo incluso los monopolios están sujetos a las fuerzas de la competencia en el mercado libre, ya que todos los bienes compiten por el dinero de los consumidores. De esta manera, por más que un bien sea un monopolio, si se encarece mucho, los consumidores optarán por comprar otro bien que sea sustituto y que sea más barato.

    Peguntas al autor:
    1) ¿Consideraría que el mercado sería más eficiente si se eliminaran los sindicatos? ¿No veríamos una mayor explotación de los trabajadores menos calificados, los cuales sufrirían una reducción salarial brutal de ser sometidos a la libre competencia?
    2) Como no existe un precio de monopolio, sino solo un precio de mercado observable, ¿Qué tiene que decirle a la teoría microeconómica, para la cual el concepto de precio de monopolio es de una importancia fundamental?
    3) ¿Cuál debería ser la acción estatal con respecto a los cartels? ¿Intervenir el mercado para impedirlos, o dejar que se unan, ya que no es otra cosa que un proceso de mercado en busca de mayores ganancias?

  4. En el texto de Murray N. Rothbard, “Monopolio y competencia” el autor introduce una situación de mercado la cual denomina “soberanía del consumidor” y esta se da cuando la gente tiende a producir aquellos bienes de los que haya mas demanda por parte de los consumidores. El hecho de perseguir el provecho monetario, consecuencia de la demanda del consumidor, es algo a lo cual cada individuo se dedica solo en la medida en que no se alteren otras cosas. Estas otras cosas son las que actúan en contra de las influencias monetarias. Pero Rothbard afirma que es preciso decir que en el mercado libre hay soberanía del individuo, el cual persigue ese provecho monetario, y el grado hasta el que se afana por otros motivos monetarios, son exclusivamente materia librada a su propia elección.
    Señala al profesor Hutt y utiliza su defensa como base para hacer la critica del concepto de la soberanía del consumidor y de sus implicancias con respecto a los problemas que presentan la competencia y el monopolio.
    Para el autor en el mercado libre todos los individuos tienen propia soberanía sobre su persona y sobre sus bienes. El productor es quien decide si habrá de mantener sus bienes, con lo que el resultado de su producción va a manos de los consumidores a cambio del dinero de estos. La decisión acerca de cuanto ha de destinar al mercado y cuando debe conservar en su poder esta librada al productor y solo a el.
    El concepto contradictorio de la soberanía del consumidor como ideal, Hutt intenta establecer diversos criterios para determinar cuando ese ideal se ve violado: cuando el productor retrae sus bienes del mercado con el deseo de utilizarlos para su satisfacción como bienes de consumo, tratándose de un acto legitimo; o cuando el productor actua retrayendo sus bienes con el fin de alcanzar un beneficio monetario mayor que el que de otra manera obtendría incurriendo en una violación inmoral de la voluntad del consumidor. Hutt niega al productor el beneficio de la duda. Y se produce el interrogante ¿ Porque ha de ser eso algo contrario a la moral? .
    Para el autor el tipo inelástico de demanda es resultado exclusivo de las exigencias de los consumidores. si estos realmente desaprobaran su acción monopolística pueden hacer que fácilmente sus curvas se vuelva elásticas, boicoteando y aumentando su demanda en el nivel de la producción competitiva.
    En los siguientes apartados, Rothbard, desarrolla los temas de los carteles y sus consecuencias. Considera que restringir la producción es una falacia cuando se aplica al mercado libre, diciendo que toda producción implica elegir y colocar los factores al servicio de aquellas finalidades a las que se atribuya mas valor. En suma, la producción de todo es siempre y necesariamente restringida. Tal restricción es una simple consecuencia de las escasez universal de factores y la decreciente utilidad marginal de todo producto dado.
    Tambien replica a la cuestión de considerar al cartel como algo inmoral, como infundada. Como ha mencionado antes, si los consumidores quieren impedirlo, no tienen mas que modificar su demanda. Para Rothbard no hay diferencia entre un cartel y una sociedad común de capitales o de personas.
    Continua llegando a la conclusión de la que la ciencia económica solo puede hacer pocas afirmaciones en cuanto a la dimensión optima de una empresa, como no sea la de que el mercado libre se acercara a la maximización de los consumidores. Y además, todos los problemas concretos que presenta la producción: dimensión de la empresa, de la industrial, la ubicación, precios, cantidad , etc. , deben ser resueltos por los empresarios no por los economistas.
    Introduce la inestabilidad del cartel por las disputas que se producen entre entidades que tienen derechos de propiedad independientes.

    Resulta novedoso del texto dos apartados a los que hace alusión el autor, primero a la confusión que impera entre la libertad y la abundancia, con relación a la libre competencia y los carteles. El menciona, que la sociedad libre conduce a la abundancia general y la libertad es condición necesaria para que tal abundancia se concrete. El hecho de que todo le mundo tenga “libertad” para ingresar en una industria no significa que todos estén capacitados para ello, ni en materia de cualidades personales ni en lo relativo a capital monetario.
    También resulto novedoso el problema de un cartel de grandes dimensiones, y su relación en la esfera de la producción equivalente al socialismo. Un cartel enorme, organizado y controlado compulsivamente por el estado.

    Preguntas:
    1. Es la planificación central socialista un semejante a un cartelización muy grande? Como respondería a algún socialista? En términos de eficiencia y precios para el consumidor.
    2. Como se sostiene el precio de monopolio en el mercado?
    3. No es una utopía pretender una acción por parte de los consumidores volviendo la demanda elásticas y boicoteando al productor cuando son bienes necesarios y aumentando la competencia en el mercado cuando los costos de entrada son sumamente altos?

  5. Murray Rothbard, opina que el término” soberanía del consumidor”, implica control y coerción, y es por tanto ilegal. Lo que en realidad tienen todos los individuos es soberanía en cuanto a su persona y a sus propios bienes. Expone que el precio de monopolio o la formación de cárteles, se da en función a la inelasticidad de demanda, dada directa o indirectamente por las exigencias de los propios consumidores, por lo que si estuvieran en desacuerdo, boicotearían los precios altos, como el aumento de oferta a un precio menor. Lo que hay en los cárteles en realidad es una cooperación con el fin de acrecentar los beneficios de los productores (no hay diferencia con una sociedad de capitales o personas y cooperar implica competir). Menciona el carácter inestable de los mismos (o se fusionan, o deshacen). Consumidores y productores regulan sus actos en cooperación voluntaria. En un “monopolio” no hay control directo sobre el precio, debido a que éste es un fenómeno de carácter mutuo y en el mercado no existen ni el precio de monopolio ni el competitivo. Lo único que existe es el precio de mercado.

    Es interesante la comparación entre sindicatos y cárteles, enfatizando la idea de que los primeros, a diferencia de los segundos, nunca promueven eficiencia por agruparse dado que todo individuo es dueño de sí mismo y no puede ser propiedad de otro individuo o grupo. En este sentido los sindicatos dañan el mercado laboral, dado que a través de la restricción de la oferta de trabajo, elevan el salario de sus afiliados a expensas de rebajar los tipos de salario de todos los demás trabajadores que actúan dentro de la economía, pudiendo generar desocupación masiva. Los sindicatos son teóricamente incompatibles con la existencia de un mercado enteramente libre. También resulta interesante la idea que considera al servicio público un absurdo, dado que para el autor todo bien es útil para el público, y casi todo bien puede considerarse necesario, por lo que considerar alguna o algunas industrias como tal, es arbitraria e injustificada.

    1. ¿Qué opina de las leyes antitrust, en el contexto actual?
    2. Si los consumidores pueden decidir el precio de un bien, vía sabotaje, ¿ese precio debería tender a cero?
    3. ¿Es el gobierno entonces el que destruye la libre empresa y la libre competencia, a través de barreras de ingreso al mercado?

  6. SINOPSIS:
    Rothbard trata de corregir algunos conceptos errados provenientes de la teoría de economía uniforme, soslayando en principio la idea en cuanto soberanía, en el cual destaca que este concepto no trata lo acotado al consumo de bienes, sino que es una idea más amplia en cuanto a libertad individual personal y de bienes. Disipa la idea de soberanía en el consumo dado que no existe coerción respecto de los actos de intercambio; cuanto destinar a consumir y a producir responde a un acto de decisión individual que no puede ser ultrajado por nada ni nadie.
    El autor entiende que la preponderancia de la exigencia del consumidor es la encargada de establecer las elasticidades que determinan los precios, en última instancia el consumidor se manifiesta de modo en que ambos, productor y consumidor se benefician del intercambio voluntario, sobre la base de que el consumidor busca los más bajos precios y el vendedor los más altos. Esto es simplemente posible en un mercado libre; en este contexto está basado el análisis del autor, todo difiere cuando aparece la coerción del gobierno para intervenir en los contratos, estableciendo precios a discreción.

    Luego Rothbard trata el asunto del establecimiento de carteles de producción, lo cual tiene muy mala prensa en la economía convencional, pero el autor logra argumentar que la cartelización como última consecuencia beneficia al consumidor, desterrando la idea de la posible restricción de la producción, dado que dicha “restricción” siempre obedecerá a un reordenamiento de factores en busca de los fines perseguidos por los productores, que siempre será la máxima obtención de ganancias. Le quita toda cuestión “moral” en cuanto a que el cartel no implica atacar la “soberanía” del consumidor, ya que siempre podrá éste modificar su demanda o boicotear lo que a su modo de ver podrían ser precios demasiado elevados o escasa oferta de bienes. La eficiencia se encontrara en el camino del incremento de ganancias, aquí no hay posibilidad para una operatoria restrictiva, de allí la inestabilidad del cartel toda vez que existan oportunidades de fusionarse entre empresas componentes o disolver el cartel sino es provechosa para los participantes.
    Claramente el autor explica que no hay perversidad en la composición de carteles dado que tampoco existe restricción a la libertad del consumidor. Éste será el decisor en su soberanía el que decida según sus preferencias y composición monetaria.
    “No hay nada que sea particularmente reprensible ni contrario a la libertad del consumidor en el establecimiento de un precio de monopolio ni en la actuación de un cartel”.

    En la 3ra exposición trata las definiciones del monopolio a menudo presentada como una herejía que desea controlar los precios dada una situación de posición estratégica, pero vuelve aquí a asignarle todo el poder al consumidor, siempre que el vendedor encuentre, más allá del precio, compradores a los cuales venderles sus mercaderías. Todo los demás argumentos solo tratan de poner un poder en las empresas que el autor desconoce como herramienta del mercado libre.

    NOVEDOSO:
    Una clara exposición del mercado libre, donde preponderan el poder del consumidor en su máxima expresión y donde queda a la vista las grandes falacias argumentales de la economía de giro uniforme. Las definiciones de carteles y monopolios son claras, donde quedan una vez más los artilugios de los gobiernos como los causantes de la existencia de monopolios en tal caso dañinos para el consumidor.
    Queda reflejado en este paper más allá del consumidor, los fines de los productores, y la inexistencia de restricciones “maliciosas” de volúmenes de producción como forma de establecer precios más altos que los deseados por los consumidores. Hay una gran introducción que ayuda a comprender el artículo, en cuanto a la soberanía del individuo, que me parece que destierra muchas de las teoría ilusorias que presentan al consumidor como un actor pasivo, aquí Rothbard pone blanco sobre negro el destacado papel que en su cuerpo teórico cumple el consumidor, sus elasticidad y poder de sustitución como gran herramental para discernir sobre las falacias acerca de carteles y monopolios.

    PREGUNTAS:
    1) ¿Cree que la intervención del gobierno en asuntos de precios es un acto coercitivo, toda vez que se intenta inducir al consumidor hacia determinados bienes? ¿Es éste un acto de coerción más allá que se presente como una política benevolente?
    2) ¿El hecho de que haya empresarios en actividad formando parte del gobierno actual puede conducir a prácticas coercitivas que impidan el buen funcionamiento del mercado libre? ¿En tal caso, no es un riesgo muy grande que determinados gerentes de empresas privadas tomen decisiones políticas sobre el mercado donde ellos persiguen la obtención de beneficios?
    3) ¿Que opina acerca de las ultimas determinaciones de la CNCompetencia, donde se busca atomizar el mercado del servicio de ventas electrónicas/procesamiento de datos tipo “POSNET” (VISA; MASTERCARD), donde dicho organismo de control argumenta que la actividad está concentrada y que dicho monopolio existe en detrimento de los comerciantes y consumidores? ¿Es correcta este tipo de intervención, dado que no obedece dicha política a una determinación del mercado libre, sino que es el gobierno actuando en forma coercitiva?

  7. 1) El texto de Rothbard se comienza hablando de la soberanía del consumidor, que no es mas que como dependen los productores de las decisiones del consumidor, quienes son los que deciden como establecer los precios si de manera libre o una intervención violenta. Solo el mercado libre les otorga un beneficio mutuo pero incluye la actuación de los carteles. Es importante mencionar que no existe la “reestriccion de la producción” sino que los factores se reasignan para tener mayores beneficios con otra actividad que pueda aprovechar esos factores que la anterior producción no pudo sacarle provecho. Los productores tratan de maximizar sus beneficios y si esta es mediante un cartel, seguramente lo harán, porque buscan sacar el mayor provecho de la situación actual y no lamentarse del pasado. Hay similitudes entre las sociedades comunes y los carteles solo que las primeras no están tan mal vistas como las segundas. Es imposible saber cual es la dimensión que las empresas deben tener pero el mercado libre debería elegir aquella que sea la mas beneficiosa. Sin embargo el cartel es algo muy inestable y muy propenso a desintegrarse. Ademas esta demostrado históricamente que un Cartel muy grande tampoco es la forma mas eficiente de producción. En general los individuos tienen una mala percepción de la definición de Monopolio y esta no es mas que un privilegio otorgado por el Estado en la que se reserva cierto campo de la producción. La relevancia del monopolista nace si este utiliza esa facultad para elevar su precio mas que el precio competitivo y restringir producción. Pero no existe ninguna manera independiente mediante la cual un precio de “monopolio” pueda ser definido y distinguido de otro “competitivo”, por lo que tampoco es fácil distinguir a un monopolio que este abusando del poder dentro de la sociedad.
    2) En mi opinión es interesante como en el mercado libre la situación que debe presentarse debe ser la más favorable que se pueda alcanzar para la demanda del consumidor. Ademas habla en varias ocasiones de lo que no deben resolver los economistas como todos los problemas concretos que presenta la producción: dimensión de la empresa, de la industria, la ubicación, los precios, la cantidad y naturaleza de los bienes producidos, etcétera, deben ser resueltos por los empresarios, no por los economistas. Ademas es importante que no siempre el régimen que tiende a la mayor satisfacción del consumidor es el de la “competencia pura” o “perfecta” o el de la “competencia sin acción cartelista”, lo realmente importante y fundamental es que haya libertad económica. Esto va de la mano con que en el mercado no hay un precio competitivo, que pueda ser discernido e identificado, y, en consecuencia, no hay manera de distinguir, ni siquiera conceptualmente, ningún precio dado como de “monopolio”.
    3) ¿es realmente la soberanía del consumidor y la libertad economica lo que sucede en el mercado o puede verse estas afectadas por el accionar de la empresa limitándolas?
    ¿ Si los carteles no son necesariamente algo perjudicial, y estos en cierto modo solo reasignan factores para sacarle mayor beneficio a la situación actual, que rol debe tomar el estado frente a estos?
    ¿ El monopolio da ha lugar a una demanda inelástica que le permite poner los precios por encima del competitivo pero que sucede si esta demanda en realidad es elástica?

  8. Reseña:

    En el artículo de Monopolio y Competencia, el autor Murray N. Rothbard, realiza una interesante y a mi entender controvertida descripción de algunos tópicos que usualmente para la escuela austriaca le resulta de interés.

    Me gustaría comenzar hablando de la Soberanía del Consumidor, y la Soberanía del Individuo. La primera hace referencia a que los productores producen los bienes que más demandan tienen por parte de los consumidores, por lo tanto, su elección se basa en maximizar todo lo posible la utilidad y puede decir decidir además en qué momento dejar de hacerlo. En cambio, el autor define a la Soberanía del Individuo como aquella en la que todo individuo, en una sociedad libre, es soberano en cuanto a su persona y a sus propios bienes. Es decir, en el mercado lo que predomina es la autosoberania, porque ningún individuo puede imponer a otro, que actos debe realizar.

    Realizada esta breve introducción, Murray comienza a abrir el debate sobre competencia, monopolios, carteles, etc.

    Para el autor la única restricción posible que hay en un mercado libre es la propia de la producción, producto de la escasez general de factores de producción y de la decreciente utilidad marginal de cualquier producto. Esto es porque en un contexto de escasez recursos frente a finalidades cuasi infinitas, toda producción implica elegir y destinar factores de producción a una finalidad que le reporta más valor al productor. Aclarado esto, Murray dice que no es posible decir que los carteles restringen la producción, ni que obstruye la soberanía del consumidor, los productores persiguen el propósito de aumentar todo lo que le sea posibles sus beneficios, dice el autor “no extorsionan, simplemente tratan de producir en el punto que sus ganancias son mayores, por intermedio de intercambios voluntariamente acordados”.

    Murray luego continúa desarrollando conceptos como la dimensión de la empresa, las tecnologías optimas, (que voy a omitir ya que luego lo desarrollare en la sección de “Novedoso”). Me gustaría pasar a ver un concepto importante que da el autor sobre La Libre Competencia que la define como “la aplicación de la libertad al ámbito de la producción”, es decir libertad de competir y producir lo que el empresario quiera, así como, comprar, vender y transformar bienes, sin ninguna intervención externa. Esta es la única forma en la que se puede crear abundancia en un ámbito de escasez y los precios que determina el mercado serán los mejores.

    El último gran concepto que desarrolla Murray es el de monopolio, para ello brinda 3 posibles definiciones. La primera, hace alusión a la palabra en sí, y resulta bastante ambigua, significa “único vendedor de cierto bien”, pero lo que Murray dice es que, bajo esa definición, todos los individuos serian monopolistas, ya que por ejemplo el exclusivo derecho de la propiedad que toda persona tiene lo transformaría en un monopolista. La segunda definición es un poco más profunda e incluye dentro de la explicación a los que obtienen un “privilegio especial” por parte del Estado, el cual le provee de mejores condiciones en un rubro de la producción a cierto individuo, y les prohíbe el ingreso a otros agentes dentro de ese mismo rubro. La tercera y última definición que da el autor es entender al monopolista como aquel agente que ha logrado imponer en el mercado un precio monopólico, esta concepción tiene un origen más neoclásico y no es del agrado del autor. Para cerrar, me pareció muy interesante la definición que brinda Mises, la cual puedo resumir diciendo “el monopolista puede conseguir mayores ganancias netas, vendiendo una cantidad menor de su producto a un precio por encima del que obtendría vendiendo más cantidad de lo produce a un precio menor, surge así el precio monopólico”

    Lo novedoso:

    Un tema que me pareció muy interesante que trata el autor es acerca de la Economía, tecnología y la dimensión de la empresa. Básicamente Murray dice que ni los economistas ni los ingenieros están en condiciones de poder decidir cuál es la “dimensión más eficiente” para una empresa, sino que solo los empresarios están en condiciones de hacerlo. Es decir, solo en el mercado los empresarios pueden determinar el estado óptimo tecnológico de su empresa.

    Concluye entonces, el autor, que no puede haber una separación entre la eficiencia tecnológica y las condiciones financieras de la empresa, ya que la única forma que hay de saber si un producto tiene más demanda que otro es por medio del mercado libre, que no solo determina lo anteriormente comentado, sino también cual es el proceso productivo más eficiente. La ciencia económica solo puede escasas afirmaciones sobre eficiencia, dimensión de la empresa, etc., solo los empresarios son capaces de responder frente a todos los problemas de la producción de una empresa; ubicación, cantidad, precios, procesos productivos, tecnologías, entre otros.

    Preguntas:

    1. ¿no considera usted que, para el conjunto de la economía, analizándolo en el sentido macro de un país, la conformación de carteles afecta la creación de empleo, reducen los salarios, generan escasas innovaciones tecnológicas, entre otras?

    2. En la sección de “Novedoso”, desarrolle la idea del autor respecto a que solo los empresarios son capaces de determinar la producción optima de su empresa (resumiendo la idea en una sola oración) ¿puede servir este argumento como una crítica hacia las económicas socialistas, es decir, los planes de producción, no son eficientes porque son realizados por agentes externos a la empresa que determinan tecnologías, procesos productivos, etc. deben usar?

    3. ¿Cómo soluciona el libre mercado las fallas de mercado y las externalidades negativas propias de las mismas empresas?

  9. Resumen:
    En lugar de hablar de la soberanía del consumidor es más idóneo hablar de la soberanía del individuo. En el mercado uno es soberano en cuanto a su persona y bienes, pero nadie es soberano en cuanto a los actos de intercambio. Rothbard, aborda la concepción de la soberanía del consumidor desde el desarrollo teórico de H.Hutt con sus aciertos y desaciertos. Luego continúa ejemplificando la relación que tiene el consumidor con la determinación de los precios, puntualmente se enfoca en el precio de monopolio que es el resultado de la inelástica de la demanda, lo cual en última instancia está determinada por los consumidores. Es decir, el precio nunca puede ser fijado por un monopolio o cartel, sino que impera tarde o temprano el precio de mercado. En defensa de los carteles nos dirá que, lejos de la postura convencional, la conformación de los mismos beneficia a los consumidores.

    Novedoso:
    La distinción que realiza entre la soberanía del consumidor y la libertad del consumidor y como esta distinción ética le permitirá luego abordar la relación que existe con respecto al monopolio y el cartel. Por otro lado, su definición y defensa del monopolio se aparta radicalmente de la tesis de la economía mainstream, al punto de que hoza afirmar que no existe un precio de monopolio, pero si un precio de mercado.

    Preguntas:
    Si los carteles o monopolios benefician al consumidor ¿por qué el gobierno no fija en el marco de un plan económico la concentración de poder de los distintos rubros?

    ¿Puede aplicarse la tesis de la eficiencia monopólica a cualquier mercado?

    Cuando hablamos de monopolios bilaterales ¿seguimos hablando de precio de mercado?

  10. Rothbard- Monopolio y Competencia

    El autor se propone derrumbar algunos mitos y prejuicios presentes en el imaginario colectivo. El primer concepto contra el que arremete es el de «soberanía del consumidor» acuñado por Hutt. Sostiene que el hecho de que se tienda a producir aquellos bienes más demandados de ninguna manera significa que el consumidor sea el «soberano». El satisfacer las necesidades de los consumidores es una elección voluntaria de los productores, quienes no persiguen la satisfacción de las necesidades de los consumidores sino aumentar su propia utilidad. Resalta que las evaluaciones psíquicas de los productores (las cuales no solo representan sus intereses monetarios) pueden llevarlo a desatender las demandas de los consumidores. Llama a reemplazar el concepto de «soberanía del consumidor» por «soberanía del individuo». A su vez niega que la restricción de la producción con el fin de aumentar los beneficios sea inmoral. La inelasticidad de la demanda de la cual los productores se aprovechan representa elecciones voluntarias de los consumidores.
    Luego ataca la creencia generalizada de que la formación de carteles sea inmoral. Sostiene que la «restricción de la producción» es una falacia, dado que toda producción es siempre y necesariamente restringida, es el resultado de la escasez de los factores y la decreciente utilidad marginal de todo producto. También muestra el paradójico que es que las fusiones se consideran menos reprensibles que los carteles, teniendo en cuenta que las fusiones son carteles de carácter permanente. Caracteriza a los carteles como inestables y propensos a la desintegración, ya sea por la rebeldía de sus participantes más eficientes o por la presión de una nueva competencia.
    También niega que niega la existencia de precios monopolísticos, sostiene que si estamos en presencia de un libre mercado, si no hay coacción sobre alguna de las partes que participa en el intercambio, sostener que la contraparte tiene «control de mercado» no tiene sentido. Una vez más, al ser los intercambios voluntarios, no tiene sentido la noción de «precio monopolístico».

    Conceptos innovadores

    Me resultó sumamente interesante el paper. Me gustaría resaltar dos aspectos: el primero es la importante tarea que asume el autor al atacar conceptos a su parecer errados que el mainstream toma como dados, a mi entender uno de los principales problemas no solo de las ciencias económicas sino también de las ciencias sociales en general es no preguntarnos si las bases sobre las que estamos construyendo nuestras propias ideas son realmente idóneas. El segundo punto que rescato del paper es la incorporación de elementos psíquicos en la racionalidad humana ajenos a la búsqueda de incrementar la riqueza material.

    Preguntas al autor

    Habla de la inelasticidad de la demanda como algo voluntario ¿Es en todo los casos voluntaria la misma? ¿Si alguien tuviese en su poder toda el agua potable no tendría esta persona un enorme control sobre el precio del bien sin necesidad de ejercer una coacción sobre los consumidores?
    ¿No se comete una subestimación del poder de los oferentes? ¿No es posible por medio de la publicidad generar demandas inelásticas, que si bien no están sometidas a coacción, por razones psicológicas no puedan dejar de consumir el producto?

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