Ahora que estamos en un período de discusión sobre la tasa de interés, tanto sea a nivel internacional, donde algunos bancos centrales promueven que sea cero o incluso negativa, como a nivel local, en relación a cuándo y cuánto deben bajar acompañando el descenso de la inflación, tal vez valga la pena recordar un viejo debate sobre el concepto mismo de interés y qué lo determina. Peter Boettke y Patrick Newman presentan un paper titulado “The Keynesian Liquidiy Trap: An Austrian Critique”, George Mason University, Department of Economics, Working Paper 15-52:
¿Cuáles son exactamente los pilares de la Revolución Keynesiana? Aparte de la teoría del desempleo en equilibrio, en la que Keynes sostuvo que podría haber un estado estático con desempleo involuntario aun con precios flexibles (p., ej, que recortes de salarios no reducirían el desempleo), lo más notable es la teoría de la preferencia por la liquidez y la idea relacionada de una trampa de la liquidez. Buscando rechazar la teoría clásica, Keynes explicó la tasa de interés como determinada por la oferta de dinero y la demanda de los individuos, también conocida como su preferencia por la liquidez. La demanda especulativa de dinero de las personas era una función decreciente de la tasa de interés. Keynes sostuvo que en algunos escenarios, más notablemente en depresiones, a una cierta tasa de interés la demanda de dinero sería infinitamente elástica y las fuerzas del mercado no serían confiables para bajar las tasas interés y estimular la inversión para sacar a la economía de la depresión.
Esto es porque los individuos atesoran su dinero y no lo gastan en bonos debido a que creen que su precio va a bajar en el futuro (las tasas de interés van a subir). En esta situación, la política monetaria sería inefectiva para combatir las depresiones porque no puede reducir las tasas de interés y alentar la inversión, y el único remedio sería una política fiscal expansiva. La política monetaria estaría ‘empujando una cuerda’, pero una política fiscal agresiva podría estimular la demanda agregada. Esta situación es conocida como trampa de la liquidez, y constituye uno de los principales rasgos del Keynesianismo en contraste con el Monetarismo, que propugna una política monetaria expansiva durante una depresión. Aunque antes era considerada una posibilidad remota y muy poco probable, con la recesión de los 90s en Japón y la crisis financiera de 2008, algunos economistas (Krugman, 2009, 1999) han sostenido que es ahora empíricamente relevante. La trampa de la liquidez es un argumento poderoso, no solamente contra la idea que la política monetaria sea efectiva, sino también si las fuerzas del mercado pueden funcionar en una depresión, sin la ayuda del gobierno. ¿Cuán efectivo puede ser el mercado en reasignar recursos y promover la recuperación si los inversores atesoran su dinero y no lo gastan?
A nivel analítico, sostenemos que los reales oponentes de Keynes son los Austriacos, quienes forman parte de la escuela de pensamiento que más defiende la teoría de la auto-corrección de una economía de mercado. Como resultado de eso, los Austriacos ofrecen diferencias más profundas con los Keynesianos. Los Austriacos fueron unos de los más destacados críticos de Keynes y su visión económica, comenzando con Hayek (2008 [1931, 1932]) y todo el debate Keynes-Hayek.
Para Hayek, Mises y Rothbard, las políticas contracíclicas propuestas por los keynesianos, como también por los Monetaristas de Chicago, para combatir las recesiones son generalmente contraproducentes porque traban el proceso de reasignación de recursos que fueron mal invertidos durante el auge anterior. Sin embargo, ¿se aplica este argumento en situaciones donde hay una trampa de liquidez? ¿Puede el mercado, sin la ayuda del gobierno, funcionar de tal forma en esa situación?
Este trabajo sostiene que en tal escenario puede esperarse que el mercado funcione, si es que se lo deja funcionar. Este trabajo presenta críticas a la teoría de la trampa de la liquidez desde una perspectiva austriaca. Con ello, nos apoyamos principalmente en los autores austriacos clásicos, ya que los macroeconomistas modernos como Garrison (2006 [2001]) no discuten el concepto de trampa de liquidez en su análisis. Esto se debe a que la mayor parte de los economistas pensaba que la posibilidad empírica de una trampa de liquidez era muy pequeña, hasta ahora. Además, nos basamos en los autores clásicos para mostrar que la crítica austriaca a los modernos argumentos contra el sistema keynesiano no es nueva, sino que forma parte de la vieja y fundamental crítica realizada en el apogeo del keynesianismo, aunque no fuera considerada. Y las críticas realizadas entonces son tan relevantes ahora que esta teoría ha vuelto a ser popular como una herramienta explicativa y una guía de las políticas públicas.
El principal problema que encontraron estos autores es que la teoría keynesiana se concentra en la tasa de interés de los créditos, que es sólo subsidiaria de la tasa natural de interés, expresada en el spread de precios en la estructura de producción que es terminada por preferencias temporales, no por preferencias de liquidez. Como la tasa de interés de los créditos es un reflejo de la tasa natural una tasa de créditos en alza significa que el spread de precios de la economía va a aumentar (los precios de los factores de producción van a caer relativamente a los precios de los bienes que se producen), lo cual es un requisito para una recuperación basada en el mercado. Si se permite que esos precios bajen libremente y no son sostenidos por la intervención gubernamental, la trampa de la liquidez no es una amenaza real al mercado libre.
Solo cuando los precios son rígidos y la intervención gubernamental es general, el fenómeno de la ‘trampa de la liquidez’ y el atesoramiento de dinero darían como resultado una economía estancada.”