¿Porqué ciertas transacciones en el mercado «repugnan» (prostitución, cambios de sexo)? ¿Afectan otros valores?

 

¿Ciertas transacciones en el mercado degradan moralmente algunos aspectos de nuestra vida incluso para quienes no realizamos esas transacciones? Este es un tema que ha desatado una gran discusión bajo el título de “repugnancia”, es decir, ciertas transacciones no son permitidas en algunas sociedades porque se rechazan moralmente (prostitución, fertilización artificial, cambios de sexo, por ejemplo). Pero en muchas sociedades lo que se permite o repugna son cosas diferentes.

En un artículo de Kimberly Krawiec, de la Universidad de Virginia:  (2022). Markets, repugnance, and externalities. Journal of Institutional Economics, 1-12. https://doi.org/10.1017/S1744137422000157 se trata el tema de esta forma:

“La objeción es empírica porque sostiene que los mercados en ciertos artículos y actividades cambian la forma en que la sociedad y sus miembros perciben esos artículos y actividades o las relaciones no comerciales a través de las cuales de otro modo serían abastecidos. También es una afirmación moral, porque se basa en la afirmación de que el cambio es inevitablemente negativo: que ciertos modos de valoración y visiones del mundo son superiores a otros, o al menos inadecuados para ciertas situaciones (Anderson, Reference Anderson1993).

Por ejemplo, se alega que la prostitución cambia la forma en que la sociedad concibe todas las relaciones íntimas, no solo el sexo a sueldo. Los mercados de gametos y subrogación pueden cambiar la forma en que vemos a los niños, la paternidad o la familia en general, no solo aquellas familias creadas a través de tales acuerdos (Anderson, 1993; Radin, Reference Radin1987, Reference Radin1996). Y los mercados de órganos pueden hacer que veamos a todos nuestros congéneres, no solo a los vendedores de órganos, como colecciones de partes del cuerpo, en lugar de personas con valor moral independiente (Sandel, Referencia Sandel2012).

Este artículo critica estas afirmaciones empíricas por dos motivos. En primer lugar, como señalaron otros, los escépticos del mercado no proporcionan pruebas de los efectos negativos que plantean como hipótesis, a pesar de la amplia variación en el tiempo y entre los regímenes legales. En segundo lugar, y lo que es más importante, estas objeciones no tienen en cuenta la tendencia humana bien documentada de crear intercambios repugnantes de una manera que refuerza, en lugar de socavar, valores y relaciones profundamente arraigados. El hecho de que una determinada transacción sea considerada moralmente repugnante por grandes sectores de la sociedad no significa, después de todo, que tales transacciones desaparezcan, incluso frente a fuertes sanciones legales y prohibiciones penales. Pero sí significa que tales intercambios pueden ser manejados, ofuscados o reformulados de alguna manera, reconociendo y reforzando el tabú en el proceso.”

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