El otro texto que tienen para leer los alumnos de Historia del Pensamiento Económico es John Stuart Mill, Principles of Political Economy, Book III,
Chapter II, «Of demand and supply and their relation to value»: http://www.econlib.org/library/Mill/mlP31.html#Bk.III,Ch.II
Tal vez el mejor comentario sobre esto lo ha hecho Juan Carlos Cachanosky, así que lo cito directamente de su trabajo de tesis doctoral, publicado aquí: http://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/25_4_Cachanosky.pdf
Un aporte importante de Mill respecto de sus antecesores es que logra distinguir entre los conceptos de «demanda» y de «cantidad demandada». Los clásicos cometían la siguiente ambigüedad: decían que los precios subían o bajaban cuando aumentaba o disminuía la demanda; pero también decían que si el precio subía la demanda bajaba o si el precio bajaba la demanda subía. A partir de John S. Mill sabemos que una variación del precio provoca cambios en la «cantidad demandada», y que una variación de la «demanda» provoca cambios en los precios. Este fue un aporte muy importante de Mill, pero en el resto de la teoría del valor de cambio siguió a Ricardo casi palmo a palmo. Mill se introduce en el tema de la siguiente manera:
“Para que una cosa tenga algún valor de cambio son precisas dos condiciones. Tiene que tener algún uso; esto es (como ya se explicó), tiene que servir para algún fin, satisfacer algún deseo. Nadie pagará un precio, o se desprenderá de alguna cosa que le sirva para algo, para obtener una cosa que no le sirve para nada. Pero, en segundo lugar, la cosa no sólo tiene que ser de alguna utilidad, sino que tiene que haber también alguna dificultad en obtenerla.”
Agregando más adelante:
“La dificultad de obtención que determina el valor no es siempre de la misma clase. Algunas veces consiste en una limitación absoluta de la oferta. Existen cosas cuya cantidad es físicamente imposible aumentar más allá de ciertos límites estrechos. Esto sucede con algunas clases de vinos que pueden producirse sólo cuando se reúnen determinadas condiciones especiales de suelo, clima y situación. También sucede con las esculturas antiguas, los cuadros de los maestros antiguos, libros o monedas raros y otros artículos clasificados como antigüedades. Entre ellos también se pueden contar las casas y terrenos para edificar en algunas ciudades con extensión limitada (como Venecia, o cualquier ciudad fortificada en la que las fortificaciones son necesarias para la seguridad); los emplazamientos más deseables en cualquier ciudad; las casas y los parques especialmente favorecidos en cuanto a belleza natural, en lugares en que estas ventajas son poco comunes. En potencia, toda la tierra es una mercancía de esta clase; y pudiera serlo, en la práctica, en países poblados y cultivados por completo.”
Mill sigue muy de cerca a Ricardo, agregando ejemplos de mercancías cuya oferta no puede expandirse. Y también sigue a Ricardo cuando pasa al segundo grupo de mercancías cuya oferta es limitada, pero puede aumentarse mediante una mayor producción. Dentro de este segundo grupo existen, a su vez, dos subgrupos: 1) las mercancías cuya producción puede aumentarse con costos decrecientes, fundamentalmente las industriales, y 2) las mercancías cuya producción sólo se puede aumentar con costos crecientes, fundamentalmente la producción agropecuaria
Finalmente Mill, el último de los clásicos, también cae en un razonamiento circular al hacer depender los precios de los salarios y los salarios de los precios. En el caso de Mill, el tema es más pasajero ya que dedica mucho espacio a explicar que los salarios suben cuando la acumulación de capital (fondo de salarios) crece más rápido que la población o, en otras palabras, cuando la demanda de trabajo aumenta más rápidamente que la oferta.
John S. Mill fue mucho más claro y sistemático al exponer los principios de la economía clásica que Adam Smith y David Ricardo, pero no logró desembarazarse de sus principales errores. No obstante, como ya señaláramos, realizó un aporte importante al distinguir entre la «demanda» y la «cantidad demandada» de una mercancía. Esta distinción permitió corregir una gran ambigüedad en el razonamiento de los clásicos. Mill plantea la ambigüedad de la siguiente manera:
[…] la demanda depende en parte del valor. Pero antes se ha dicho que el valor depende de la demanda. ¿Cómo nos desembarazaremos de esta contradicción? ¿Cómo resolveremos la paradoja entre dos cosas, cada una de las cuales depende de la otra?
Y la resuelve sin dibujarlas mediante «curvas» de demanda y oferta explicando qué ocurre cuando el precio es distinto del que iguala la cantidad demandada y la ofrecida. Luego de desarrollar la explicación en forma muy clara y precisa, concluye Mill:
[…] la analogía matemática apropiada es la de una ecuación. Demanda y oferta, la cantidad pedida y la cantidad ofrecida, se igualarán. Si en algún momento son desiguales, la competencia las iguala, y esto se realiza por un ajuste del valor. Si la demanda aumenta, el valor sube; si la demanda disminuye, el valor baja: y también si la oferta baja, el valor sube, y baja si la oferta aumenta. El alza o la baja continúan hasta que la demanda y la oferta son otra vez iguales una con otra: y el valor que una mercancía adquirirá en cualquier mercado no es otro que aquel que, en ese mercado, da lugar a una demanda exactamente suficiente para absorber la oferta existente o prevista.198
John Stuart Mill es la culminación del pensamiento de los economistas clásicos. A diferencia de Ricardo, su manera de escribir es muy clara y superó a Adam Smith en la forma sistemática de exponer los temas. Pero el pensamiento de Mill es básicamente ricardiano; salvo en algunos puntos, como el que acabamos de ver, Mill amplía, enriquece y aclara el pensamiento de Ricardo. Dado que su padre, James, era muy amigo de Ricardo y Malthus y que muchas veces el pequeño John tenía que asistir a las discusiones de los tres, esta influencia es claramente explicable. La popularidad que alcanzó la economía clásica con J. S. Mill hizo que la teoría de la utilidad marginal, que sacudía los cimientos de esta escuela, encontrara en sus comienzos una fuerte oposición. Como casi siempre ocurre en el área de las ciencias, aquellos que realizan descubrimientos suelen ser considerados unos excéntricos, teóricos desvinculados del mundo o locos, cuando no son encerrados o quemados. Una de las cosas que más cuesta es romper con ideas arraigadas. John S. Mill hizo de la economía clásica un verdadero baluarte en Inglaterra; derrumbar sus errores no fue tarea fácil.
Giménez Azcurra Micaela, registro n° 872425
Guía de discusión
a) Resumen:
El autor analiza cómo se determina el valor de un bien. Para que algo tenga valor de cambio, son necesarias dos condiciones: utilidad y dificultad en su obtención. Cuando el valor está vinculado estrictamente a los deseos del consumidor, se da el caso del monopolio absoluto. Por la dificultad de obtención, se clasifican los bienes en aquellos cuya cantidad es físicamente imposible de aumentar más allá de cierto límite (Ej. La tierra); y los que no tienen límite para su multiplicación, sólo necesitan mano de obra y gastos. El caso intermedio es de aquellos cuya producción es limitada para un costo dado; si se quiere aumentar, se requiere un costo mayor (Ej. Act. Agrícolas). La determinación de los precios se da en la ecuación que iguala la oferta del bien y su demanda efectiva. Si la demanda supera a la oferta, el precio se eleva hasta que se igualan, es decir, se corta la demanda adicional o se introducen nuevos vendedores en el mercado; igual mecanismo para el caso contrario. Es la Ley de Valor para bienes que no se pueden multiplicar indefinidamente. Pero la oferta y demanda también determinan precios de monopolio, productos básicos, productos duraderos, etc.
b) Conceptos:
Demanda efectiva: término introducido por Adam Smith y utilizado para indicar la demanda de aquellos que están dispuestos y son capaces de dar a la mercancía lo que él llama su precio natural, el precio que le permite ser producido y traído al mercado permanentemente.
C)¿Considera el autor que la oferta y demanda determinan precios si existe un monopolio de productos de primera necesidad?
¿En el modelo planteado, es posible que cambien las preferencias del consumidor, o varíe la oferta vía precios de insumos o mano de obra?
¿Cómo se determina el valor de la renta, si la tierra es un bien físicamente limitado? ¿Podría aumentar su precio arbitrariamente?
Primera pregunta: la oferta y la demanda aún determinan precios incluso en el caso que hubiera un monopolio de productos de primera necesidad. En ese caso, y si pudiera, el monopolista estaría imponiendo un «precio de monopolio». La oferta sería monopolizada, la demanda diversa. Esto lo aceptaría tanto Mill como Marx. RElacionado esto con el trabajo de Bastiat, en relación al planteo socialista respecto al comercio, el único lugar donde podemos encontrar un monopolio de ese tipo es cuando el Estado toma esa función, Corea del Norte, por ejemplo.
Segunda: sin duda que Mill consideraba esos posibles cambios.
Tercera: La tierra puede ser «físicamente limitada» (hasta que no desarrollemos granjas en el espacio, o en otros planetas), pero no es «económicamente limitada». La innovación expande la oferta de tierras disponibles (por ejemplo, semillas genéticamente modificadas que se puedan sembrar en el desierto). La renta diferencial que obtiene tierra de major calidad o major ubicada es igual a la diferencia que encontramos en cualquier recurso que tiene mejores condiciones que otro. Y se refleja en el precio: no es lo mismo comprar un campo en Chivilcoy que en el Chaco. No es lo mismo comprar a Messi que comprar un jugador de Primera B.
Siguiendo la línea de la publicación, concuerdo en que la oferta y la demanda son determinantes de la participación de precio y cantidad en el mercado, que afectan sobre todo, a la producción y la distribución de ingresos.
En general, puede decirse que las teorías que utilizaron los clásicos dependieron de los problemas reales de actualidad en su época como los efectos de la maquinización, la incidencia de las leyes de pobres, la limitación de la jornada laboral, los sindicatos, etcétera.
Según la línea de Mill, a efectos prácticos, la oferta agregada de trabajo no era más que una constante una vez ya conocido el tamaño de la población.
Si la acumulación de capital es expedita y la demanda de trabajo acrecienta de modo que los salarios crecen durante un período más o menos largo, es de esperar que se acelere el crecimiento de la población y, por consiguiente, el de la oferta de trabajo. Y este crecimiento de la oferta de trabajo hará que los que los salarios bajen hasta conseguir el nivel de subsistencia.
Los salarios no pueden subir si no es por un aumento de los fondos totales empleados en dar ocupación a los trabajadores o por una disminución del número de éstos que rivalizan para la obtención de un salario; ni bajar, a no ser, bien por una disminución de los fondos destinados a pagar el trabajo o por un aumento del número de trabajadores que se ha de pagar.”
Es decir, la demanda de trabajo de cada momento a la par con la oferta, que se supone fija a corto plazo, determinan el salario de equilibrio. Así pues, se puede decir que el salario de cada período se obtiene dividiendo el fondo de salarios entre la fuerza de trabajo.
En general, los economistas que siguieron a Ricardo ( cito McCulloch, Senior y J. S. Mill) aceptaron la tesis de que los salarios tendían a la larga hacia el nivel de subsistencia aunque relativizaron esta noción al recalcar la nota sociológica. Puede decirse que, a pesar de las matizaciones de estos autores, se mantuvo la línea argumental de Ricardo. En términos de Mill, “esta suposición (de Ricardo) es lo bastante exacta para que pueda admitirse para fines científicos abstractos[…]”.
Desarrollando más finamente el tema, Mill aceptó, en general, los argumentos de Smith sobre las desigualas salariales. No obstante, también procuró alguna explicación original como la interpretación de la responsabilidad como una cualidad especial de los trabajadores. Mill añadió también algunas ideas nuevas respecto del papel de la educación en las diferencias salariales. Según él, y en contraste con Smith, la educación que se impartía en las escuelas de su tiempo, más que un mecanismo de nivelación social era un instrumento para la perpetuación las diferencias de clase.
En base a esto, me pregunto si Mill no tuvo una visión futurista de la actualidad. Me pregunto porque tantas teorías, y tan poca aplicación de la misma en las economías modernas, propagado en demás ámbitos como el educacional, laboral, etcétera… En mi opinión, no creo que estas teorías clásicas, estén tan lejos de la cruda realidad moderna en la que el mundo actualmente se encuentra.-