Comentaba en un post anterior acerca de las motivaciones para ir a votar cuando un voto no define el resultado de una elección. Cuando se lo hace por la satisfacción de participar en el acto electoral, se denomina “voto expresivo” definido como “aspectos del acto de votar…, que no dependen del resultado de la elección” (Hamlin & Jennings, Expressive Political Behaviour: Foundations, Scope and Implications, 2011). Los beneficios no se derivan del “consumo” sino del aspecto simbólico o representativo, no del acto sino de su significado. Brennan & Buchanan (Voter Choice – Evaluating Political Alternatives, 1984) lo compararon con el acto de hinchar por un equipo para mostrar esa preferencia. El acto de “hinchar” no va a determinar el resultado del partido, aunque tenga algo de influencia (no es lo mismo jugar de local que de visitante).
Esa conducta, sin embargo, puede dar malos resultados. Si, por ejemplo, cada votante vota “expresivamente” suponiendo que habrá otros que prestarán atención al contenido de lo que están votando y elegirán las políticas correctas, puede que esas políticas nunca lleguen a votarse.
Por ejemplo, aumentos injustificados de impuestos puede que no sean rechazados si nadie se preocupa de hacerlo y todos quieren “expresar” que están a favor de ese gasto, aunque sea inútil (Kliemt, The Veil of Insignificance, 1986). Hillman (Expressive Behavior in economics and politics, 2011), generaliza esta idea señalando que puede resultar en políticas votadas por la mayoría, que la mayoría no quisiera.
De todas formas, es muy difícil saber si alguien está “expresando” una cierta visión o en verdad es lo que quiere. Por ejemplo, Warren Buffett, uno de los hombres más ricos del mundo argumenta que habría que aumentar los impuestos de los ricos. ¿Es porque quiere “expresar” que tiene cosas en común con el resto de los votantes, que forma parte de esa “comunidad”? Porque si estuviera muy dispuesto a entregar su fortuna podría simplemente donarla.
Otro argumento sobre este tema es el presentado por Riker & Ordeshook (A Theory of Calculus Voting, 1968) quienes plantean que los votantes pueden sobrestimar la probabilidad de que su voto sea decisivo. Quattrone & Tversky (Contrasting Rational and Psychological Analyses of Political Choice, 1988) apoyan esta hipótesis con el siguiente argumento: dado que la gente no distingue entre causalidad y simple correlación, algunos pueden pensar que si se deciden a votar, esa decisión va a llevar a otros con actitudes políticas similares a votar también. Si esto fuera verdad el impacto de la decisión individual de votar aumentaría en la percepción del votante.
Paradójicamente, si el votante sobrestimara mucho su poder de decisión electoral sería, tal vez, algo bueno, porque reduciría su voto “expresivo” y aumentaría su incentivo para estar informado sobre las políticas que luego se aplicarían. Como “cree” que su voto es decisorio entonces estará motivado a conocer qué es lo que en definitiva se está decidiendo.
En fin, no es fácil comprender nuestras conductas.
Estoy de acuerdo con el articulo y con las comparaciones realizadas.
En mi opinión, los votos de las personas son «expresivos» en su mayoría. Ya sea por falta de conocimientos profundos sobre las políticas que se aplicarían ante la victoria del sufragio otorgado o por sobrestimar la probabilidad de que su voto sea decisivo.
Creo que la combinación de ambas nos da malos resultados, seria importante inculcar una forma de análisis sobre todo a los mas jóvenes antes de una elección. Pienso que la persona que no esta decidida o no tiene convicción política vota expresando tener cosas en común con los demás votantes.
En conclusión, pienso y veo que la mayoría de las personas realizan un «Voto Expresivo»
Es común hoy en día en las sociedades ver votantes que acuden a votar por el mero compromiso y sin estar informados de las políticas que están avalando con su voto, emiten un “voto expresivo”; la causa de ello es el bajo incentivo que tienen o la apatía racional a la hora de elegir sus representantes dado que consideran que un simple voto no va a modificar la elección ni va a influir en el resultado, por lo tanto no toman los recaudos necesarios y el tiempo para informarse, muchas veces se guían por comentarios o propagandas políticas que encubren otras realidades.
Este problema de la información está relacionado con la formación de las preferencias y su revelamiento. Hay que determinar cuáles son las preferencias de los votantes ya que estos son la demanda de gobierno por parte de los ciudadanos y unos votantes bien informados deciden de la manera correcta sobre la oferta de políticos.
El problema del voto desinformado lleva a situaciones donde por ejemplo una mayoría podría estar votando a un candidato que en definitiva resulta perjudicial o contrario para ellos o para alguna minoría específica, es ahí como consecuencia de esto que los intereses específicos también llamados “lobby” ejercen sus influencias en los representantes electos para obtener privilegios.
Si tomamos en cuenta la relación mercado – política, en el mercado las personas o consumidores pueden expresar su preferencia y la intensidad de ella a través del intercambio y el consumo, y una mala decisión solo recae sobre el individuo que realizó la transacción, pero en política un voto no refleja la intensidad de la preferencia de ese votante por el candidato, como tampoco refleja su apatía o desinformación, dado que es muy difícil conocer las intenciones de todos los votantes al momento de una votación, y un voto es igual a un voto por lo tanto no se ve más que eso y las cargas de una mala decisión no solo recaen sobre quien la tomo sino sobre el resto de la sociedad que sufre las consecuencias que un voto llevo aparejadas en relación a los candidatos y sus políticas.
Estoy de acuerdo con el articulo, el voto no define el resultado de la elección. El accionar del votante se separa del resultado obtenido .La reglamentación de un voto por persona hace que el incentivo para estar informado sea débil por parte de los votantes. Es necesario que las políticas publicas creen incentivos para las personas al emitir su voto.Lo ideal seria que los representantes políticos dejen de preocuparse por su interés propio y que mediante la división de poderes impongan restricciones al interés personal de los políticos y los limiten a ocuparse de crear incentivos para el desarrollo de la comunidad y así los votantes se informen adecuadamente con respecto a los que están votando. Estos incentivos se pueden dar a través de la educación y la instrucción política.
Claramente el conflicto existente de que los ciudadanos no invertimos tiempo y dinero en informarnos sobre la política, no solamente al momento de votar ya que ello sucede en nuestro país cada dos años, sino que también se produce un desincentivo a estar en conocimiento sobre las políticas y normas actuales que el Estado implementa día a día. Lo que quiero decir, es que considero de vital importancia que nos interesemos en la política, ya que no nos percatamos pero aquella tiene una influencia inmensa sobre nuestro presente y futuro.
Es cierto lo que explica la teoría de la teoría del Public choice, cuando expresa que unos de los motivos principales que genera que los ciudadanos no tengamos incentivos para estar informados es el hecho de que nuestro voto no tiene una influencia sobre el resultado final, pero si seguimos pensándolo desde una perspectiva individualista ello no va a modificarse nunca y por su parte los gobernantes no van a realizar ninguna medida para que aquello cambie; en virtud de que les resulta conveniente apelar a lo emotivo para conseguir un voto que a lo racional, ya que aquello significaría desarrollar políticas públicas razonables que les interesara a todos los votantes, resultando ser una tarea muchísimo más complicada.
Pero lo que no puede explicar la teoría del Públic Choice es a lo que hace referencia el texto del voto expresivo, en definitiva no resulta ser productivo y efectivo que exista ni un voto desinformado ni uno que sólo lo hace por ideología, la respuesta correcta es que el voto debe ser informado.
OMMA
Economía e Instituciones
Alumno: Miguel Ángel Guevara
Profesor. Martín Krause
Resumen de la lectura del documento: Capítulo 4. El camino de la política: ¿votantes desinformados o ignorantes? El Foro y el Bazar
En este capítulo del libro El Foro y El Bazar se ha tratado el tema correspondiente al funcionamiento de la política para atender a las necesidades de la gente, encontrándonos con inconvenientes similares a los que encontramos en el mercado: información e incentivos. Hemos visto cómo los políticos se enfrentan al mismo dilema que los agentes económicos, los medios son escasos y las necesidades ilimitadas. Como es imposible satisfacerlos a todos, lo más prudente es tratar de satisfacer a la mayoría, pero cómo conocer cuáles son las preferencias de esa mayoría. Recientemente leía una frase atribuida a Jean Claude Junker, presidente del Eurogrupo para ese momento, decía: ”sabemos qué hacer para salir de la crisis, lo que no sabemos es cómo ganar las elecciones después”• Esa frase resume una realidad insoslayable, en la toma de decisiones se conjugan las buenas intenciones y el populismo, o sea cómo lograr el bien común y el beneficio propio.
Aspectos importantes
Me parece muy importante la discusión en torno al bien común, esto nos lleva a introducir la discusión sobre las limitaciones de los gobiernos que tratan de hacer ingeniería social, planificando burocráticamente la vida de los seres humanos sin considerar sus preferencias y valores individuales. Comparto la opinión de los autores que consideran que en la política sucede lo mismo que en el mercado, el individuo persigue su propio interés.
Preguntas
1. Según la Escuela de Elección pública, los votantes son racionalmente ignorantes, de ahí que los políticos orientan sus campañas más hacia temas que apelan a las emociones que a factores analíticos o intelectuales. Pareciera que este enfoque se reproduce tanto en Japón como en Haití. ¿Son más racionales los votantes de Japón o Francia que los de Haití o Bolivia porque los primeros están más informados?
2. Los partidos políticos de izquierda ofrecen mantener el Estado de bienestar e inclusive ampliarlo, algunos liberales o partidos de derecha contrarios a este esquema no se atreven a sincerar sus propuestas y por el costo político que representan. ¿Contribuye esto a mantener la ignorancia de los votantes y a tomar decisiones equivocadas?
3. Según esta frase de Jean Claude Junker, presidente del Eurogrupo para ese momento: ”sabemos qué hacer para salir de la crisis, lo que no sabemos es cómo ganar las elecciones después”•¿Están los políticos interesados en mantener la ignorancia e irracionalidad de los votantes para sostenerse en el poder?
En realidad considero que la mayoría de la sociedad en el momento final, cuando lo que solo queda es votar, participa de la elección con un “voto expresivo” y disfrutará esperando el resultado de la elección para ver en qué posición de la tabla quedó su candidato. Si bien esto es lamentable, como lo expresé en el anterior blog, los candidatos y en general todos los políticos, conociendo este comportamiento de la sociedad, apelan a una oratoria eficaz y a veces demagógica que impacte, conmueva y valiéndose de los sentimientos más elementales del electorado y así el que mejor convence, mejor motivará al elector.
Los candidatos saben que es muy difícil que el grueso del electorado estudie y analice las propuestas de cada postulante, que serán medidos y evaluados por como impacten, así que sostengo que ellos en sus alocuciones van preparando a la sociedad para que emitan un voto “expresivo”, lo triste es cuando lo hacen inyectando miedo, “somos nosotros o la nada” sea cual fuere el partido político, porque en definitiva si lo que motiva a una sociedad es el miedo, creo que perdemos la democracia.
Economía e Instituciones – Capítulos 4 y 5 «El Foro y el Bazar»
Alumno: Artur Nadal
RESUMEN
La política debería satisfacer las preferencias de la gente; sin embargo, los problemas empiezan con el propio objetivo: el concepto “bien común” es difuso y subjetivo. La información del votante es errónea e inexistente (ignorancia racional) y sus incentivos prácticamente nulos. Las decisiones políticas tendrán costos superiores cuanto mayor sea el grupo y consecuentemente siendo la unanimidad imposible la “regla de la mayoría simple” favorece a la preferencia media. Otros factores negativos son el sesgo del proceso informativo por la baja frecuencia de elecciones y la frustración del votante por la distancia entre las políticas previstas pre-electorales y los hechos «post-compra-venta» de votos en los parlamentos. Funcionarios y políticos tienen incentivos directos por lo que sus decisiones tienden a satisfacer sus preferencias: máximo ingreso y mínimo esfuerzo. Las políticas adecuadas para los burócratas se centrarán en el corto plazo: endeudamiento y déficit. Las consecuencias son presupuestos máximos y funcionarios poco eficientes, lo que genera Estados mastodónticos. El coste estatal también se incrementa por la presión sindical, siendo los costes salariales del sector público muy superiores a los del sector privado. Las soluciones pasarán siempre por la limitación del poder.
TEMAS RELEVANTES
La divergencia de incentivos entre los votantes y burócratas implica que las políticas establecidas tendrán un coste futuro para la ciudadanía ya que el corto plazo es consumo presente para el votante (demagogia) y consumo presente para el burócrata (finalidad satisfecha). Ello conlleva el crecimento tumoral de los Estados mediante déficit y endeudamiento.
La calidad institucional puede verse calificada mediante la transparencia. La opacidad, ya sea mediante impuestos caóticos o por“efecto esclerosis” en la “distribución de la riqueza” (origen y destino de transferencias) sólo satisface a los usuarios estatales y buscadores de rentas.
La “ignorancia racional” tiende a generar información política errónea o ideológica (creencias). La complejidad de la economía y de otros temas empuja al político y al votante a optar por la simplificación reduccionista, tales como el binomio “riqueza-pobreza” o la “desigualdad de rentas” y permite maquillar en el caos burocrático las retribuciones a los grupos e influencia.
PREGUNTAS
Si las soluciones para frenar las “fallas del Estado” pasan indefectiblemente por la limitación del poder a políticos y funcionarios, ¿Cómo pueden aplicarse medidas de esta índole si son los propios beneficiarios del sistema –los políticos- que deberían aprobarlas?
Si por una parte la información sesgada y simplificada favorece los incentivos del burócrata y por otra la desmotivación del votante no le empuja a buscar información veraz, ¿no serán erróneas todas las deciones llevadas a cabo?¿Es posible modificar esta tendencia y cambiar la percepción del ciudadano para que actúe de forma informativamente más racional?
La necesidad de continuar con la ignorancia del votante, ¿podría favorecer la tendencia a la indefinición en los programas políticos? ¿Son “evasivos” y “vacíos” los programas de los partidos para evitar la información clara y frustar al menor número posible de votantes?
1. Resumen
Admitiendo la intromisión del Estado en la resolución de los fallos del mercado en favor del bien común, se analizan los principales componentes de la acción política: los votantes y los gobernantes, tanto políticos como funcionarios.
Los votantes tienen un incentivo débil a estar informados para mostrar sus preferencias (coste alto, pero poca influencia en el resultado), lo cual facilita la existencia de grupos de poder que sí obtienen un beneficio de estar informados. Además, el voto no refleja la intensidad de esas preferencias (no se dispone de un mecanismo de precios como en el mercado) y la elección es binaria (se vota por un candidato o no), influyendo también la regla elegida para agregarlas (lo que conlleva un coste a la hora de tomar decisiones que empuja a los políticos a girar en torno al votante medio para su distribución) y la frecuencia (Democracia directa vs. Democracia representativa).
A diferencia de los votantes, los políticos sí tienen un incentivo fuerte a estar informados, pues su objetivo personal es su reelección. Esto hace que se promueven políticas de corto plazo que permiten obtener beneficios hoy a cambio de costes futuros (déficits públicos) y una manipulación de la política económica, no sólo en países poco democráticos, en función del calendario electoral (política fiscal anticíclica). El hecho de que los beneficios se concentren en unos pocos, mientras los costes se reparten en muchos, potencia los grupos de poder (votantes) que sí están informados. Esto provoca más regulaciones y un saldo neto en la redistribución de rentas en sentido contrario a su objetivo original.
Además, los políticos necesitan un aparato burocrático que ejecute sus decisiones, cuyos incentivos personales pueden ser maximizar el tamaño del presupuesto asignado o minimizar el esfuerzo, no siendo inusual que concurran ambos.
Por último, se analizan la maldición de los recursos naturales como consecuencia de una baja calidad institucional, mostrando dos ejemplos contrapuestos: Noruega (la renta obtenida se invierte en activos exteriores) y Argentina (rebelión fiscal de 2008 y efectos de la enfermedad holandesa como consecuencia de una acción política equivocada).
2. Conceptos relevantes (a mi juicio)
Falta de motivación e incentivos en cuanto a estar informado por parte del votante y del votado.
Las distintas visiones de la racionalidad del votante: Schumpeter, Public Choice, Wittman, Caplan, Pincione & Tesón.
Errores sistémicos de los votantes (Caplan): Sesgo anti-sistema, sesgo anti-extranjero, sesgo pro-empleo y sesgo pesimista.
Costes externos de las decisiones y costes internos de la toma de decisiones en función del número de individuos implicados.
Teorema del votante medio: diferencia entre elecciones primarias (votantes de mi partido) y elecciones generales (todos los votantes).
Políticas procíclicas, tanto en gobiernos corruptos como en gobiernos democráticos (impulsadas por los propios votantes).
Subvenciones a los agricultores europeos: pocos beneficiados (5%), muchos perjudicados (redistribución de los costes). Efectos: esclerosis y Hood Robin.
Objetivos de los burócratas: maximizar el presupuesto y/o maximizar el ocio. Resultado: corrupción (no depende del grado de interacción con el ciudadano, como por ejemplo, la justicia).
La enfermedad holandesa: intervención política del tipo de cambio.
Argentina: las clases medias son siempre las más perjudicadas.
3. Preguntas
a) Si el político tiene un objetivo personal predominantemente a corto plazo, ¿no es la limitación de mandatos un error en sí misma?
b) ¿Se pueden atribuir los males de la política (intervencionismo, burocracia, tecnocracia, etc) a los estados absolutistas y no a los reinos medievales, para los cuales la ley era de origen divino y ni siquiera el rey podía cambiarla?
c) ¿Hay algún ejemplo real donde el poder político haya disminuido progresivamente o, inevitablemente, la evolución se produce en sentido contrario?
OMMA. Economía e Instituciones. Profesor: Martín Krause. Alumno: Juan M. Delafuente.
Capítulo 4. El camino de la política: ¿votantes desinformados o ignorantes? El Foro y el Bazar
El capítulo 4 de El Foro y El Bazar aborda los objetivos de las políticas en democracia, la racionalidad de los votantes como si su elección fuera una prolongación de sus decisiones en el mercado,…
Estoy muy de acuerdo con W. Churchill: … la democracia es una mala fórmula de gobierno pero la mejor de las conocidas… La racionalidad electiva dependerá de los dictadores benevolentes: partidos políticos que dentro de un templado y prudente consenso no propongan demasiadas demagogias. La praxis histórica demuestra que los electores han tenido importancia en algunas ocasiones, pero en la gran mayoría de las elecciones han sido las instituciones que han moderado el funcionamiento de la democracia y los acuerdos racionales de los grandes partidos. Piénsese en las experiencias históricas de USA y Argentina; de Venezuela y Colombia; de España y Reino Unido;…
En un momento se llega a decir en el libro lo siguiente: “… la democracia funciona y termina implementando las políticas irracionales que eligen los votantes…”, bien eligen los votantes porque proponen políticas demagógicas partidos irresponsables, luego la clave de la democracia son instituciones responsables… Se puede ganar dentro de la responsabilidad: “¡Es la economía imbécil!” (Bill Clinton).
Los políticos si quieren ser responsables deben “remar contra corriente”, el populismo y la demagogia es común a las democracias occidentales, unas más que otras, dependen de las instituciones, de la idiosincrasia…; Leí por algún sitio que si hiciéramos preguntas concretas, en las democracias occidentales, las respuestas no tendrían nada que ver con la realidad e incluso habría contradicción entre dichas respuestas.
Me parece que lo más relevante del capítulo sean las dudas que plantea y la referencia a la racionalidad a través del bien común, quizás el planteamiento de John Rawls, profesor de Harvard, ponga un poco de luz al respecto cuando trata de definir un bien común consensuado en sus libros reformulados de justicia como equidad, por aquí se podría vislumbrar unos principios que podrían coartar la arbitrariedad de personajes como Chaves y sus compinches…, pero ¿quiénes serían los guardianes?
Preguntas:
1.- ¿Sería posible que la soberanía nacional de algunos asuntos pasará a la ONU?
2.- ¿Sería posible un gobierno mundial a través de la ONU que tuviera como competencia el arbitraje internacional con capacidad de coerción?
3.- ¿Sería posible unos principios éticos generales que determine un bien común como denominador
JMF
Máster OMMA
Profesor: Martín Krause
Alumno: Antonio Salazar
Me quedo con la expresión con la que termina el post de que no es fácil comprender nuestras conductas. Me resulta complicado entender ese voto expresivo, el acto mismo de votar por la satisfacción de hacerlo. Pudiera ser que en sociedades recién conquistadas esa libertad pueda apreciarse lo que supone pero es incomprensible mantenerlo cuando forma parte de la tradición. No por el hecho en sí, más bien por la experiencia acumulada sobre los desengaños a los que nos conduce la representación no vinculante, es decir, cuando no hay manera de establecer sobre lo que votamos exactamente -mas allá de unas siglas- y que el receptor de ese voto pueda cambiar de opinión sobre temas que prometió en la campaña sin que esto puede ser sancionable. Por ejemplo, decir que se bajarán los impuestos porque ‘está en el código genético de nuestro partido’ y luego subirlos todos y crear nuevos.
Así que tenemos un escenario donde el coste de informarse es elevado y las posibilidades de que nuestro voto sea el decisivo inferiores a que nos toque la lotería. Un sesgo político en favor del corto plazo y la ausencia de incentivos para que actúen de forma eficiente. Por eso considero que el ejemplo de la hinchada futbolísticas es más pertinente si la comparamos con la de aquella que se queda en casa, prende la televisión, se atiborra a pizzas y cervezas mientras insulta a gritos al árbitro en la segunda repetición de la jugada conflictiva.
Preguntas: La limitación de los mandatos tiene un enorme atractivo para buena parte de los analistas. Lejos está de ser evidente su resultado positivo. Por ejemplo, Guatemala o Panamá tiene sistemas donde no pueden ser reelegidos sus presidentes. El que dejó de serlo en Panamá (Martinelli) subió el salario mínimo un 28% en su último año sin aspirar a reelección alguna. O ha permitido que su país pase de superavits presupuestarios a déficit por encima del 3%. ¿No intentamos permanentemente en dar con LA fórmula?
Creo que la frase de Churchill sobre la democracia como el mejor de los sistemas ensayados hasta la fecha lleva implícita una consecuencia que acarrea muchos problemas: el plantear que las soluciones solo pueden darse dentro de ese concepto tradicional de democracia. Pero esto está lejos de ser evidente. ¿Podemos pensar en otra forma de organización distinta a la que tenemos?
¿Desde cuándo se consiguió establecer que democracia es equivalente a un elefantiásico estado del bienestar?
Guía sobre: Capítulos IV y V (Del libro El Bazar y el Mercado).
El ser humano persigue su propio interés para aumentar su grado de bienestar y coopera con los demás seres humanos para poder vivir en sociedad. Por ello, el “análisis económico de la política” hace necesario evaluar qué efectos genera el sistema político que pueda impedir esta búsqueda del interés personal hacia el interés común. El mecanismo de la política para resolver nuestra necesidades debe cumplir unos requisitos, como si se tratase de nuestras necesidades particulares: que se revelen (conozcan) las preferencias y luego podamos ver su concreción en resultados. Existen imperfecciones, en cuanto a las preferencias y además el votante tiene un incentivo débil para estar informado. Por la regla de una persona un voto, se pierde información sobre la intensidad de la preferencia. El votante tiene que incurrir en un costo de búsqueda de información, cuando quiera actuar racionalmente. Y ese costo puede ser elevado por la tendencia de los candidatos a camuflar sus verdaderas intenciones. Hay un punto en el que los costos de las decisiones superan los costos externos, pero los candidatos tienden a situarse en el punto medio, pero la forma de las preferencias a un resultado están influidas por el sistema electoral ya que con las mismas preferencias se pueden obtener diferentes resultados. Podemos hablar de las “fallas de la política”, que no consideran las alternativas de la sociedad para la búsqueda de soluciones. Por ello, las soluciones que vengan de la política pueden ser imperfectas, cuando no contraproducentes. Es decir, la política no puede estar de espaldas a la realidad de la sociedad. De la política viven muchos políticos profesionales, pero todos los políticos y los funcionarios persiguen sus propios intereses, como todos los ciudadanos, pero no siempre se ocupan del interés general. Los políticos olvidan, con demasiada frecuencia, las promesas efectuadas y que deben responder por sus acciones. Porque a diferencia de los votantes, si pueden percibir las consecuencias de esas acciones y las desviaciones sobre las actuaciones que deberían haber acometido. Por otra parte, los incentivos de los políticos son a corto plazo, por la duración de los mandatos. En duración de 4 años, como en España, se dice, cuando un político es elegido, que el primer año se sitúa, el segundo trabaja, el tercero prepara las elecciones y el cuarto se presenta a las elecciones (por supuesto está presente en todo tipos de actos públicos y de prensa y en todas las celebraciones posibles).
Los votantes tienen la tendencia, con un fuerte incentivo, a desarrollar acciones que deterioran la calidad de las instituciones, por ofrecer beneficios a corto plazo. Esto es así, sobre todo si los votantes son racionalmente desinformados o equivocados. Este camino puede ser peligroso para la sociedad. Para no llegar a este punto, los políticos deben ser más “accesibles” y demostrar que sus actuaciones han sido por el bien común, aunque se hayan tenido que desviar de sus promesas. Si la calidad de las instituciones se deteriora demasiado, las consecuencias para la sociedad pueden ser desastrosas por la aparición en la escena de “soluciones totalitarias”. Por ello, los políticos deben pensar en los beneficios a largo plazo y acometer las acciones conducentes a la consecución de los mismos; explicando los costes y sacrificios que las mismas conllevan.
Hoppe considera a la monarquía como un “derecho de propiedad” del soberano, que tendrá una visión a largo plazo e incentivos para proteger todos sus recursos, incluyendo a los ciudadanos. Y de esta forma, esos recursos se pueden transmitir de generación en generación. Esto, desde luego, no se parece a una democracia.
En la democracia, cuando requiere porcentajes más elevados de consenso a acerca a bajas externalidades. Por ello, en las monarquías absolutas o casi absolutas, los costos de tomar decisiones pueden ser bajos pero los efectos dañinos pueden ser muchos, el riesgo, por tanto, de producir externalidades aumenta considerablemente. Por ello, en la democracia la protección de garantías de los ciudadanos puede ser más segura. No obstante, con la democracia también existen peligros porque el Estado omnipresente en la vida de sus ciudadanos puede terminar en una dictadura de una casta; pudiendo ser peor que una monarquía constitucional. En esencia, la democracia debe ser limitada, con una constitución que la reconozca, y que no interfiera en la vida de los ciudadanos y en sus actuaciones, incluyendo las de libre mercado, de todo tipo como seres libres.
Preguntas al autor.
1. ¿Cómo se justifica la teoría monárquica de Hope? ¿Tiene encaje democrático?
2. ¿Es conveniente limitar por ley la duración de los mandatos de los políticos?
3. ¿Cuáles son las acciones de la burocracia para defender sus intereses y perpetuarse? Pasamos del Estado del Bienestar, financieramente insostenible, al Bienestar del Estado, de los que trabajan en él más que para el resto de los ciudadanos. Los ciudadanos nos convertimos en contribuyentes y sufridores del Estado, que aparece en nuestras vidas “de la cuna a la tumba”.
Estoy de acuerdo con que la mayoría de los votantes emiten “votos expresivos”, por solo la satisfacción de “alentar” a la agrupación política que es de su preferencia a la hora de cumplir con sus obligaciones cívicas, más allá de poder influir en el resultado electoral que se consiga. El problema de este tipo de votos es que aquellos que lo emiten no están informados sobre las propuestas o medidas a tomar por los candidatos preferidos, las cuales pueden ir en contra de sus propios intereses. Y es más, el costo de un voto erróneo o desinformado se vería extendido entre otros ciudadanos. Si lo comparamos con lo que sucede en el mercado veremos una gran diferencia, en el sentido que una mala elección en la compra de un bien, será una carga que exclusivamente recaerá en el comprador y en nadie más… Los votantes tienden a ser racionalmente ignorantes sobre diversos temas de la política. Y todo esto puede llevar a que la mayoría vote políticas que la misma mayoría no quiere. La consecuencia de todo esto, es que los políticos gastan gran parte de su financiamiento para hacer campañas sobre temas de imagen en épocas electorales y aumentar el voto expresivo. También estoy de acuerdo respecto que si los votantes sobrestimaran más la capacidad que tienen sus decisiones respecto de la modificación del resultado que arrojaran las urnas, más comprometidos estarían a la hora de informarse sobre sus candidatos y las ideas políticas de los mismos.
Resulta interesante el presente articulo, debido a que se relaciona ampliamente con los temas vistos en clase. Específicamente con las decisiones electorales.
Al igual que lo vemos reflejado en el articulo, como en los textos evaluados, muchas personas emiten «votos expresivos», el problema de los mismos es que básicamente no definen la decisión final.
Esto quiere decir, que por mas que una persona vote a un candidato porque firmemente considere que sus políticas son las mejores, esto no indica que con ello lograra aumentar su cantidad de votos, por ello, no podrá tener por ejemplo, cinco votos en vez de uno. Porque no se representa la INTENSIDAD de preferencia, da igual el voto con convicción que el voto efectuado con ignorancia sobre la plataforma política del candidato: ambos otorgan un voto.
Como vemos en el presente articulo, el aspecto positivo de los votos «expresivos» es que pueden generar que las personas «crean» que su voto realmente define, lo cual los incentiva sobre informarse acerca de las políticas las cuales serán aplicadas.
OMMA-UFM Resumen
I.
En el presente capítulo se describen los problemas que se impregnan en el ámbito político y se les compara con aquellos que existen en el mercado. A diferencia de la tendencia hegeliana según la cual el estado concentra la «racionalidad», se muestra que el problema de las políticas públicas está en las decisiones que los políticos deben tomar en representación de su electorado.
Al verse plagados de necesidades las cuales no se pueden satisfacer (ni al mismo tiempo ni de la misma manera) y sin la información necesaria (cómo satisfacer o a qué coste) los políticos buscan satisfacer los deseos de la mayoría. Sin embargo esto toma por supuesto las buenas intenciones del gobernante olvidándose de su carácter «humano» por el cual busca su propio interés (ser reelecto en el mejor de los casos). Entonces existe un problema de incentivos: el bien público o común no siempre ha de coincidir con el bien privado.
II.
Uno de los temas de relevancia en este capítulo es, a mi parecer, la diferencia que existe a nivel de incentivos dentro del gobierno con respecto a los incentivos que existen para el ciudadano al momento de votar. La información limitada del votante hace que su voto no sea del todo «racional» y las políticas del político van a una «mayoría» para permanecer en el poder (por buenas que sean sus intenciones). Esto puede causar un ciclo vicioso ya que los incentivos del votante no coinciden con los de los políticos y los de este último no coinciden con «el bien en general».
III.
¿Cómo sabe un político cuál es la política adecuada en un sentido específico? Por ejemplo desde una necesidad como «la población x necesita mayor acceso a agua».
¿Existe la manera de superar esta limitación informativa desde el poder político?
¿Si los incentivos se alinearan perfectamente solucionaría esto el problema de la información?
Resumen:
En el capítulo cuarto de “El Foro y el Bazar” se analiza los mecanismos que llevan a los ciudadanos a ejercer su voto y los incentivos que tienen para ello siguiendo la escuela del Public Choice concluyendo que la irracionalidad del votante promocionada por los costos difusos y los beneficios visibles de lo colectivo en las elecciones democráticas. Ya en el quinto capítulo se analiza la otra parte de la balanza que conforman los estados, los políticos y funcionarios. Al contrario que los incentivos que tienen los votantes los políticos son los que toman decisiones y prima el cortoplacismo (el horizonte del político son las próximas elecciones) para conseguir sus objetivos postergando sus costes (que tendrán que resolver otros en el futuro).
Temas a resaltar:
La ausencia de bien común que al ser una interpretación humana es irremediablemente subjetiva.
El engaño democrático en el que con la excusa de participar en la toma de decisiones sobre lo común las mayorías y minorías organizadas imponen sus criterios y extraen rentas del resto de conciudadanos.
Preguntas:
¿Hay lugar en la democracia para que los ciudadanos o partidos que demanden disminuir la intromisión del Estado en sus vidas o por el propio juego de incentivos eso es imposible?
¿Otro objetivo de los políticos y funcionarios no es el mantenimiento y estabilidad del sistema para seguir viviendo de él?
¿La posibilidad de entrar a formar parte de una élite privilegiada como la funcionaral no ejercer también un incentivo negativo en la sociedad sustituyendo el impulso empresarial?
En países como Suecia los políticos sí reformaron a fondo el sistema de Bienestar insostenible introduciendo elementos de mercado (como los cheques escolares, empleados públicos que no son funcionarios, etc.). ¿Existe algún incentivo adicional que les llevó a perseguir ese interés general a largo plazo en lugar de su interés particular a corto plazo?
Es cierto que la mayoría de la población a la hora de participar en las elecciones lo hace mediante el llamado «voto expresivo», debido a que consideran que su voto no cambiará el resultado de la elección. Esto no es otra cosa que la manifestación de la «apatía racional» del votante que hemos visto durante el curso, y que constituye uno de los aspectos que dificultan la traducción de todos los votos en un resultado electoral que exprese las preferencias de los votantes y constituya una señal para que los elegidos sepan que políticas aplicar. Esta falta de precisión para medir la intensidad de la preferencia de los votantes, sumada a otras dificultades tales como la elección por paquetes, la frecuencia de la votación y otras cuestiones, llevan a que los ganadores de la elección, tengan problemas a la hora de definir políticas, y terminen optando por aquellas cuyos beneficios se obtengan a corto plazo, mientras que los costos sean soportados por gobernantes y sociedades futuras. Además, fomenta que los políticos acudan a las frases simples y hechas, carentes de profundidad y fundamento político. Todo esto termina afectando de cierta forma al sistema en sí.
Además, como menciona el post, es probable que al votar desinteresada o «expresivamente», las personas terminen aprobando políticas que los perjudiquen a ellos mismos o a la sociedad en general. Y por otra parte, si cada uno esperara que el otro vote prestando la atención necesaria y eligiendo las políticas correctas, puede ocurrir que finalmente nadie lo haga y estas terminen sin concretarse.
En base a esto coincido con el final del artículo, en que si cada uno valorara mas el poder de su voto, contaría con una motivación mayor para estar informado; y si cada persona pensara de esta manera y votara de forma consciente, creo que todos nos veríamos beneficiados. Pero que esto ocurra es poco probable, debido a que todos tratamos de beneficiarnos realizando el menor esfuerzo posible, actuando como free riders, y de esta forma terminamos perjudicando a la sociedad en su conjunto.
Considero que es muy acertado comparar el hecho del llamado “voto expresivo” con las hinchas de futbol, ya que sabemos desde el principio que por mas que gritemos y alentemos a nuestro equipo nada cambiara el resultado ni hará que ganen o pierdan, como sucede cuando vamos a votar, ya que nuestro voto no decide quien gana ni tampoco expresa nuestras preferencias, debido a que la gran mayoría de las personas votan por el solo hecho de que es una “obligación” si se quiere, pero no porque quieran o sepan a quien o porque están votando a esa persona. Además considero que la sobreestimación que los votantes pueden llegar a tener sobre su decisión electoral, generaría que se reduzca el llamado voto expresivo, y así aumentaría su incentivo para estar informado sobre las políticas, partiendo de la base de que los incentivos que tenemos son débiles, en comparación de los que poseen los políticos.
El articulo habla de «voto expresivo» cuando se realiza por la satisfacción de participar en el acto electoral.
Me toco ser autoridad de mesa en las últimas elecciones en la C.A.B.A y he podido experimentar el malestar que la gente siente por verse obligada a tener que hacerlo.
Por otra parte al ser del interior del país puedo opinar que hay un alto porcentaje de votantes que no solo ignoran a quienes están eligiendo, que se vota y por lo tanto el programa que luego estos llevan a cabo. De existir la posibilidad de capacitarlos no habría espacio para la existencia de gobiernos que se perpetúan en el poder o que traspasan el bastón de mando como si fuera un titulo nobiliario.
si se trata de la existencia se políticas públicas para crear incentivos en los votantes a la hora de emitir un voto, estas terminan siendo útopicas.
¿Puede existir un mecanismo similar a la «mano invisible» de Adám Smith que guíe las decisiones de los votantes y las acciones de los políticos a conseguir los fines que persiguen los votantes, cuando el objetivo principal -su interes personal- del candidato es la re-elección y la del votantes que pretende más un bienestar general aunque su voto no defina el triunfo del candidato?.
El articulo al igual lo visto en el capitulo IV de «El foro y el bazar» compara al voto con la forma de alentar un equipo de fútbol: se sabe que ese aliento no va a determinar el resultado, pero ello no reduce el incentivo de hacerlo. Pero se es hincha de un equipo de fútbol y aunque este gane o pierda no se deja de alentar y el resultado negativo solo afecta a los hinchas de ese equipo, mientras que el resultado no esperado del candidato afecta a todos aquellos que le dieron su voto y a los que no.
Es difícil conocer la preferencia de la gente, y si bien es cierto que hasta hoy no se conoce otro método mejor que le democrático, sería bueno que no me obliguen a ir a votar, al menos nadie me obliga a ser hincha de River.
Ines Perez. uba. comision 852
El voto puede ser asumido como una forma de expresión. Los votantes tomamos las opciones electorales que mejor representan nuestros intereses y con las que mas empatia sentimos. Y esta elección que hacemos, no necesariamente, es la que tiene mas posibilidades de ganar sino que lo hacemos por expresar nuestros gustos y preferencias. Aunque sepamos que no siempre nuestro voto influya y no tengamos un incentivo para votar por no ser nuestro voto determinante, lo hacemos igual, así como el hincha de fútbol alienta a su equipo gane o pierda, lo mismo sucede en la política, es como una forma de lealtad al partido/político que elegimos o de asumir una preferencia.
Por otro lado, no siempre votamos de forma expresiva, muchas veces también votamos de forma instrumental, tomando en cuenta cuál de las opciones que hay es la que mas posibilidades de llegar al gobierno es la que preferimos que se imponga como resultado de la elección. Ya aquí, no estamos expresando nuestra preferencia sino mas bien, eligiendo entre las opciones que probablemente puedan ganar.
Muchos votantes votan para cumplir con la obligación social de votar y no como forma de expresión de su preferencia o para inclinarse por algún partido con mas posibilidades de ganar aunque no sea nuestra preferencia.
Algunos votantes, se fanatizan tanto con un político o partido, que no logran distinguir si lo que están ofreciendo a la sociedad es bueno o malo, simplemente lo votan por ser leales a el. Considero, que el voto debe también, ser analizado desde el punto de vista, no solo del partido o político, sino también desde la propuesta que ese partido/político tiene y si es conveniente o no para la sociedad en su conjunto.
Por otro lado, otros ciudadanos, votan porque están obligados a ello (en Argentina por ejemplo) por lo que no expresan su voto de preferencia, muchas veces no están informados sobre los candidatos y votan al azar o de forma instrumental, les falta motivación para votar.
Estoy de acuerdo con quienes afirman que la mayoria de los votos de hoy en dia son los denominados «expresivos». Es una realidad que, al menos la gran mayoria de la poblacion, generalmente acude a votar porque esto constituye una obligacion (aunque tambien un derecho) que a todos nos corresponde por el mero hecho de ser ciudadanos parte de un pais. Pero es un hecho que en la gran mayoria de los casos, los votantes suelen estar desinformados o parcialmente informados con respecto a lo que estan votando, porque hoy en dia no hay un mayor interes en informarse o en conocer lo que se vota. Esto es asi porque, como hemos visto en clase, el nivel de incentivos de la poblacion en realmente bajo por dos cuestiones: por un lado, el hecho de saber que nuestro voto no sera aquel que termine por definir la eleccion, y por el otro lado el voto no refleja la intensidad de las preferencias de los votantes.
Por el otro lado, el inventivo que tienen los politicos es muy alto porque logicamente quieren ser electos, y como consecuencia de esto orientan sus politicas publicas a obtener resultados o beneficios al corto plazo, beneficios que no suelen solucionar los «problemas de fondo» que pueda haber en una sociedad. Con esto aspiran a captar la mayor cantidad de votos, pero sin preveer las consecuencias que puedan traer sus actos mas adelante, dejandoles a quienes los sucedan en un futuro grandes problemas por arreglar.
Creo que es nuestro deber como ciudadanos el concientizarnos acerca de esta cuestion y fomentar a partir de la educacion el estar informados acerca de lo que vamos a elegir para nuestro futuro, ya que en definitiva seremos nosotros quienes debamos «soportar» las consecuencias.
Resumen:
Los capítulos 4 y 5 de El Foro y el Bazar:
Las decisiones de los ciudadanos, concretadas en las urnas, no suelen tener consecuencias directas, concretas y visibles para quien vota (al menos en el corto plazo), de ahí que muchas veces no compense el coste de estar bien informado sobre las distintas políticas que se votan y de las consecuencias tanto en el corto, como en el medio y largo plazo, de las mismas. Ello no ocurre con las decisiones, los actos y las acciones de burócratas y políticos, quienes sí tienen un interés mucho mayor en estar perfectamente informados de las consecuencias de su quehacer como tales (básicamente, para seguir en su puesto). En cualquier caso, tantos unos como otros parecen preferir aquéllas políticas que generan beneficios (aunque sean efímeros o sólo aparentes) en el corto plazo, y posponen los costes para el futuro (cuanto más lejano, mejor); para los primeros, porque quieren seguir saliendo elegidos cada cuatro o cinco años; para los segundos, porque dadas las aparentes pocas consecuencias concretas e inmediatas de su quehacer, generalmente no deciden tras un sesudo y profundo análisis de la realidad.
Temas importantes:
Son muchos los temas interesantes que se deducen de los capítulos 4 y 5 del libro. El principal de ellos, es la diferencia de intereses que se dan entre los políticos y burócratas y los ciudadanos o administrados. La creencia de que aquéllos van a actuar siempre guiados por la búsqueda del bien común y del bienestar y de la prosperidad de la gente es una ingenuidad. De ahí que sea muy importante analizar esa contradicción de intereses, primero, para conocerla y tener una idea cabal de la realidad, y, en segundo lugar, para intentar articular mecanismos que la minimicen. Por otra parte, pensar que las decisiones de los ciudadanos al votar representan, también, sus verdaderos intereses, tampoco deja de ser una inocencia, casi similar a la anterior, ya que, como hemos visto más arriba, no existen demasiadas motivaciones para que el individuo sea riguroso en el examen y estudio de las distintas propuestas políticas, y de las consecuencias que las mismas pueden tener, de ahí que lo ideal sea que el campo en el que se pueden mover los políticos y burócratas al adoptar sus decisiones sea lo más restringido posible. Al fin y al cabo, en el mercado es donde los deseos y las preferencias de cada uno se manifiestan con mayor libertad, ya que las consecuencias de las decisiones de cada uno se manifiestan inmediatamente y con la mayor crudeza.
Preguntas.-
1) Dados los adelantos de internet, hay quienes consideran que se puede profundizar en la democracia permitiendo que los ciudadanos sean convocados a las urnas cada vez que se deba adoptar alguna decisión política importante; al fin y al cabo, los costes de organizar la votación, gracias a los avances informáticos, se ven reducidos de manera radical: cada uno puede votar desde su móvil con su firma electrónica personalizada. Es verdad que eso puede evitar, aparentemente, la contradicción de intereses que suele darse entre político y votante, pero ¿garantiza eso, realmente, que las políticas adoptadas por ese método sean las que más se ajustasen a los deseos y preferencias íntimas y últimas de la mayoría de los votantes? Hay quienes afirman que, si las votaciones son habituales, en cada convocatoria concreta votarían tan sólo los más interesados en cada propuesta, y, por tanto, se afirma, los mejor informados de las consecuencias de esas políticas que se votan ¿es eso necesariamente cierto? Es evidente que votarán los más comprometidos políticamente con el tema en cuestión y/o aquéllos a los que la decisión pueda afectar más directamente, pero ¿realmente va a modificar eso los problemas que el voto tiene (desincentivo para el votante por la relación coste/beneficio) y a los que se refieren los dos capítulos y el post?
2) Si en el mercado cada individuo manifiesta realmente sus preferencias e intereses (los costes y los beneficios de sus actos son inmediatos y los sufre directamente en su patrimonio), ¿qué justifica que existan los sistemas democráticos como los que tenemos, y en los que la capacidad de interferencia del político en la esfera individual de los votantes es tan grande, incluso sin contar con el beneplácito del afectado? ¿Acaso puede entenderse que el político de turno, por mucho que haya sido elegido por la mayoría, va a asignar los recursos de una manera más fiel a los deseos e intereses de los ciudadanos que el propio mercado? El argumento contra el mercado frente a la democracia política es que en el mercado se pondera más el poder económico de cada uno (cuanto más tienes, más puedes comprar, más capacidad tienes de decisión), mientras que, en las urnas, cada persona es un voto ¿acaso es tan grande el poder de decisión de algunas personas, por muy ricas que sean, en los mercados? ¿Tienen realmente Bill Gates, Carlos Slim o Amancio Ortega, por ejemplo, capacidad económica suficiente para torcerle el brazo al resto de ciudadanos que concurren al mercado y durante cierto tiempo? Hay quienes afirman que los mercados hacen lo que dicen las multinacionales o los grandes fondos… ¿acaso esas multinacionales y grandes fondos no representan los intereses de los millones de accionistas o partícipes que les han encomendado el cuidado y los rendimientos de sus ahorros?
3) ¿Sería viable un país en el que rigiese un sistema anarcocapitalista, en el que todas las parcelas o sectores se gobernasen por las decisiones de los agentes económicos manifestadas a través del mercado, y no por políticos? ¿Acaso con ello no se dejarían de lado los problemas que genera la gestión de la “cosa pública”?
Se podría argumentar que en las multinacionales podría surgir el mismo conflicto de intereses entre accionistas y gestores que el que se da entre votantes y políticos… pero hay una diferencia importante, el accionista que no está de acuerdo con el Consejo de Administración de la compañía puede vender su participación; los políticos, por contra, pueden meterle la mano en el bolsillo al ciudadano e interferir en su esfera individual y éste no tiene posibilidad de escaparse…
Resumen:
Los clásicos de la economía prestaron atención al papel del gobierno respecto al funcionamiento de los mercados, la economía “neoclásica” se abstuvo de ello por mucho tiempo y supuso la existencia de un “dictador benevolente”, que tiene el monopolio de coerción y lo ejerce persiguiendo el bien común. El análisis económico de la política cuestiona esto, comenzado por considerar que el ser humano persigue principalmente su propio interés, tanto en el mercado como en la política, y que ello hacía necesario evaluar si la política genera algún efecto que guiará esta búsqueda de interés personal hacia el interés común. El mecanismo de la política para satisfacer nuestras necesidades comunes debe cumplir requisitos particulares evitando ciertas imperfecciones. Las “fallas” de la política ponen en cuestionamiento la búsqueda de soluciones por ese medio, sin consideración de las alternativas con que la sociedad cuenta, siendo que a lo sumo se pueden esperar soluciones imperfectas, si no contraproducentes.
Puntos importantes:
La inevitable regla “una persona es igual a un voto” hace que se pierda información sobre la intensidad de la preferencia, y al votar por “paquetes” enteros de atributos se borran las preferencias por distintos bienes públicos. La forma como se expresan las preferencias y la regla de la mayoría absoluta motiva a los candidatos o propuestas a ubicarse cerca del punto del votante medio, pero la forma en la que se trasladan esas preferencias a un resultado están influidas en algunos casos, y determinadas en otros, por el sistema electoral. Con las mismas preferencias se pueden obtener diferentes resultados. Los políticos y funcionarios, a diferencia de los votantes, están incentivados para conocer muy bien el impacto de las decisiones que tomen, ya sea en términos de impacto electoral o presupuestario respectivamente. Todos persiguen sus intereses personales dentro de un cierto marco normativo e institucional, en el que guiarán sus esfuerzos a una cierta dirección, que puede o no coincidir con el interés del votante. Esto se ve típicamente en incentivos para desarrollar acciones que deterioran la calidad institucional, pero ofrecen beneficios visibles en el corto plazo. La inevitable duración limitada de los mandatos refuerza el incentivo a corto plazo.
Dudas/preguntas:
1. ¿Qué incentiva al funcionario a no cobrar impuestos cuando el gasto público es utilizado para promover el crecimiento de la demanda en el corto plazo? La racionalidad del votante considero que aceptaría un pago de impuestos equitativo si el gasto público se reflejará en obra física que facilite las transacciones de mercado entre los agentes.
2. ¿Es la concentración del poder una “falla” de la política de estado la cual repercute en el bienestar común?