¿Por qué a la gente no le gustan los mercados y la economía abierta, y sí el estado ineficiente?

A la gente no le gustan los mercados. ¿Por qué? Pascal Boyer, del Instituto del Conocimiento y Cultura de la London School of Economics plantea algunas respuestas tentativas. Traduzco su post porque es bien interesante: http://www.cognitionandculture.net/home/blog/35-pascals-blog/2423-why-dont-people-like-markets-the-largely-missing-cognition-and-culture-perspective

“La gente no quiere a los mercados –hay mucha evidencia de eso. ¿Es relevante que, para decirlo directamente, esa misma gente no parece entender mucho de la economía de mercado?

Ese es un mensaje bastante común de los economistas profesionales. Bryan Caplan lo trata más detalladamente en su libro “El mito del votante racional”. Caplan (entre otras cosas interesantes) comenta sobre estudios sistemáticos sobre el conocimiento de las políticas y sus efectos en los procesos económicos. El mensaje común es que la gente simplemente no lo entiende, y que sus preferencias electorales son en buena medida irracionales.

Ahora bien, la ignorancia y la irracionalidad no serían tan malas, si fueran totalmente aleatorias. Si la mayoría de los votantes eligieran políticas al azar, el resultado neto no daría ningún resultado fuerte por ninguna política. Pero Caplan muestra que la irracionalidad de la gente sobre temas económicos no es al azar. Hay un método en esa insensatez. Consiste en una serie de “sesgos”, como los sesgos anti-extranjero o anti-comercio (por ejemplo, cuando los países extranjeros prosperan, nosotros sufrimos). Si esto es verdad, muchos modelos de “votante racional” en la ciencia política están ciertamente en problemas.

Como siempre que la gente describe creencias populares como “irracionales” o “sesgadas”, nosotros, ocupados con temas de conocimiento y cultura, nos ponemos algo impacientes.

Muy a menudo, esas descripciones terminan en la observación que las mentes humanas no siguen un modelo normativo arbitrariamente elegido (ver Tversky y Kahneman y también la visión alternativa de Gerd Gigerenzer). Por cierto que no deberíamos detenernos al decir que la gente “no presta atención a las tendencias de base” o “tiene un sesgo contra el comercio exterior”. La verdadera pregunta es, ¿por qué? ¿Qué proceso sicológico lleva a tener esos sesgos?

La verdad es que nadie sabe y nadie se preocupó de estudiarlo. Estoy sorprendido, en verdad atónito, de que no haya un estudio sobre la “economía popular” en la literatura de las ciencias sociales. Nadie, excepto Caplan y unos pocos más, parece estudiar qué hace que la gente piense esos modelos económicos. En sicología tenemos décadas de estudio de física popular, biología popular, sicología intuitiva y otras. ¿Nadie va por la economía intuitiva?

Robert Nozick observó que a los intelectuales les desagradan los mercados, probablemente porque están acostumbrados a prosperar en meritocracias que recompensan el conocimiento, mientras que a los mercados realmente no les importa su esfuerzo, inteligencia o simple merecimiento en tanto se provea lo que los demás necesitan. Esto debe ser cierto. Pero no es suficiente, porque la mayoría, no solo los intelectuales, desconfían de los mercados.

Los mercados son desestimados por muchas razones. Una de ellas, obviamente, es que los procesos de mercado no son visibles. Mientras realizamos nuestras tareas diarias, no consideramos los millones de transacciones voluntarias que dieron como resultado estos precisos bienes y servicios que ahora tenemos disponibles, cuando queramos, a un precio disponible. Este es, por supuesto, el punto que hizo hace tiempo Adam Smith y otros, pero tendría más fuerza si entendiéramos los límites y susceptibilidades de la imaginación humana. En un poderoso ensayo, el economista del siglo XIX Frederic Bastiat destacó que el proceso económico comprende “lo que se ve” y “lo que no se ve”. Por ejemplo, cuando un gobierno aplica un impuesto a sus ciudadanos y ofrece un subsidio a ciertos productores, lo que se ve es el dinero tomado y el recibido. Lo que no se ve es la producción que se hubiera realizado en ausencia de esa transferencia.

Otro posible factor es que los mercados son intrínsecamente probabilísticos y, por lo tanto, marcados con la incertidumbre. Aunque es muy probable que quien produce algo que los demás necesitan reciba un ingreso, no es claro quiénes van a ser esos otros, cuánto van a necesitar o cuando. Como otros organismos vivos, rechazamos el riesgo y tratamos de minimizar la incertidumbre. (Nótese, sin embargo, que la incertidumbre en el mercado crea un nicho para los seguros, que son muy eficientes ya que están impulsados por la demanda).

Finalmente, los humanos pueden estar motivados a confiar en procesos que son (o parecen ser) impulsados por agentes más que factores impersonales. Esto puede explicar porqué hay una fuerte correlación entre asustarse con los mercados y favorecer las intervenciones estatales en la economía. Uno de los supuestos políticos más extendidos en las modernas sociedades industriales es que “el gobierno tiene que hacer algo sobre x”, donde x puede ser cualquier problema social o económico. ¿Por qué la gente confía en el estado? El estado (según sus intuiciones, no los hechos) tiene todas las características de una agencia. Se supone que tiene conocimiento, memoria, intenciones, estrategias, etc. Puede ser que la gente esté mucho más cómoda usando un agente para proveer ayuda e imponer sanciones que confiar en un proceso impersonal y en buena medida invisible. Esto sería una cuestión de sicología intuitiva (muy importante en nuestros razonamientos sobre procesos sociales) contra los pensamientos científicos (muy poco intuitivos, difíciles de adquirir sin un esfuerzo sostenido).

Pero, como dije antes, no sabemos, porque nadie estudia esto.

PD: Algunos estarían tentados a decirme que la gente teme a los mercados simplemente porque son destructivos, malignos, crean infelicidad y desigualdad. Obviamente, esa no es la respuesta, de la misma forma que “la gente cree en los espíritus porque estos existen” no es una explicación cognitiva de conceptos sobrenaturales.

 

22 pensamientos en “¿Por qué a la gente no le gustan los mercados y la economía abierta, y sí el estado ineficiente?

  1. El pensamiento intuitivo es aquel proceso cognitivo que no está sujeto a un previo análisis o deducción lógica, sino que nace de una intuición o percepción sensorial evidente. Por lo general, las evocaciones mentales del pensamiento intuitivo no son controlables, pero si nos sirven como base para establecer patrones de conductas concretos. Hay una especie de status quo antimercado al que nos enfrentamos desde nuestros primeros pasos en este mundo, porque data de muchísimos años y se ha arraigado con firmeza en el imaginario colectivo. En palabras de Murray Rothbard:(un economista, historiador y teórico político estadounidense perteneciente a la Escuela Austríaca de Economía):

    “No es ningún crimen ser un ignorante en economía, que es, después de todo, una disciplina especializada que además la mayoría de gente considera una “ciencia deprimente”. Pero es una total irresponsabilidad tener una sonora y vociferante opinión sobre materias económicas mientras se permanece en semejante estado de ignorancia.”
    La psicología evolucionista explica mucho sobre la naturaleza humana mediante el estudio del impacto que la historia evolutiva humana ha tenido en nuestras mentes. La psicología evolucionista considera que existe una naturaleza humana, arraigada en nuestras preferencias evolutivas, lo que explica la existencia de universales humanos (comportamientos que están presentes en todas las culturas).En el intercambio de mercado, el precio de mercado es percibido tanto si el comprador está o no en necesidad. Por ello, nuestras intuiciones económicas son favorables al intercambio recíproco. Esto explica por qué mucha gente no está dispuesta a permitir que los mercados libres entren en lo relacionado con los pobres y los necesitados: sienten que hay algo mal en cobrar a la gente pobre por sus necesidades. En tales situaciones, el intercambio de mercado va en contra de nuestros sentimientos altruistas, que constituyen la base del intercambio recíproco. Paul Rubin (profesor emérito de la Universidad de Michigan) ha denominado a esta percepción del grueso de la población como «economía popular», que persiste en todo tiempo y lugar – es un universal humano. Lógicamente se revierte por medio de una educación constante y persistente, lo cual no es tarea sencilla porque como se mencionó anteriormente se trata de atacar conceptos que atraviesan a la naturaleza humana y por ende constituyen sus cimientos.
    Coincido claramente en que este es un tema que debe tratarse con mas ahínco, siendo necesario que se presente como un tema fundamental en la agenda educativa puesto que atañe a la formación cívica de futuros votantes, de manera tal que se logre revertir el pensamiento que muchas veces es equivocado por fundarse en ideas erróneas o ideologías mal aplicadas o desvirtuadas.

  2. A mi criterio la gran mayoría de la gente asocia Mercado con Empresa y por eso lo ve como algo malo.
    Comparto la idea de que cada uno, como dice Adam Smith, se maneja egocéntricamente según sus intereses, puede ser que a veces con esas actitudes egoístas benefician al resto de la sociedad, como muchas otras veces no; pero dejando la teoría y viendo la realidad cada uno ve como las empresas son como monstruos predadores que no le importan las consecuencias de sus actos en general, el ejemplo mas simple y el mas fácil de observar en el ámbito de Buenos Aires es el del Riachuelo ( alguna se ve como responsable de su contaminación? O como bien vimos como el Riachuelo es un “bien público”, y es de todos, nadie se hace cargo de su contaminación? ) Ellas saben muy bien el daño que producen a la sociedad, pero no dejan de hacerlo ¿Por que? Porque la contaminación es un paso necesario para la realización final de sus productos y no la van a cambiar porque eso implicaría un mayor gasto en tecnología para buscar otras maneras de producir que no están dispuestos a hacer, y si no las hay implicaría que dejen de producir. Hemos planteado ya la posibilidad de desalentarlos a realizar estas conductas con multas económicas elevadas, pero en realidad eso afectaría a una empresa chica, pero por ejemplo a Coca cola, que suma le afectaría? Hay alguna que funcione como un desaliento en su producción o mejor abonar la multa y seguir produciendo?
    Como ese ejemplo, podemos encontrar un número infinito más, no solo con el tema de la contaminación, sino con respecto a competencia, monopolios, etc. Esto la población, en todo su conjunto, lo ve todos los días, por eso se tiene a mi parecer una visión “mala” del mercado, en cambio con el voto irracional opino que si, la gran mayoría lo hace por desinformación, porque no les interesa, pero yo veo dos grandes grupos unos que están disconformes tanto por la política que lleva un gobierno o porque nunca compartió su ideología, y otro grupo que lo apoya por distintos beneficios que da o porque comparten ideales. Aunque se vea como muy extremista mi opinión es como que en política hay dos grupos con un importante número cada uno, que uno apoya el gobierno de turno por distintas circunstancias y otro que no, también con razones. En cambio en el mercado es como que esta la población por un lado que elige, consume pero también es espectadora de los que hacen las grandes empresas y estas, que también se aprovechan de no interés de la poblacion, porque nosotros compramos el producto final pero sabemos como esta hecho? Las fases por las que paso? Nos importa? Es un gran tema para debatir en los que hay muchos intereses en juego, lo importante seria saber cuales vamos a priorizar.

  3. En primer lugar observo en el titular una ironía al decir que a la gente le gusta «el estado ineficiente».
    Por otro lado se me ocurre hacer un paralelismo con los habitantes de nuestro país Argentina. En efecto, si observamos los resultados de los últimos comicios se cumple lo que el autor menciona respecto a que en las elecciones nos conducimos por preferencias en alguna medida irracionales y apuntamos mas al carisma de los votados que a proyectos políticos que «racionalmente», pues de todas maneras las campañas políticas mencionan muchas promesas pero no de que manera se van a cumplir, omitiendo que los recursos son escasos , por lo tanto si se invierte en alguna política especifica tenemos que tener en claro que se reducirá en otro lado, estas cuestiones no son tomadas en cuenta por los votantes y por lo tanto no hay razones lógicas que signifiquen un crecimiento del país y de su gente.
    Esto origina cierto grado de desprecio de parte de los que,teóricamente ,poseen el conocimiento hacia las clases populares. Como dice el autor nadie se ocupó de estudiar que pasa con «economía popular» que a su entender responde mas a argumentos emocionales que racionales.Una mezcla de demagogia y el fin en si mismo que obtiene el político por llegar al poder, aprovechándose también del desinterés que tiene el electorado a no sentir que su voto influirá demasiado en la elección.
    Según el mismo dentro de esta realidad el rol del mercado es desestimado por la gente debido a que no se conocen los mecanismos internos porque están llenos de incertidumbre y la gente por lo general quiere que el Estado intervenga como padre protector por comodidad y seguridad.

  4. 1) ¿Puede ser uno de los motivos de esos disgustos por parte de las personas con el mercado la persuasión de los políticos en los votantes apelando al corazón e influenciándolos a sostener que el mercado no puede solo, que la mano invisible de Smith es solo una teoría?
    ¿O será que el ciudadano prefiere poner su fe en algo que ve, como la cara de un político, empero siendo el Estado en sí algo tan abstracto, o siendo el político de turno una caja de pandora? ¿Puede ser que lo que influye en el pensamiento apático al libre mercado sean las instituciones informales que se fueron arraigando a través del tiempo mostrando que, lo que se ve según Bastiat, cuando el mercado está en problemas el “todopoderoso” y “sabio” Estado está allí para ayudarlo, y disimulando, como efecto mediato, que el mercado a llegado a esa situación por políticas públicas que ha tomado el Estado?
    Haciendo hincapié a estas referidas instituciones informales, las cuales cambian muy lentamente y se van sumando a otras de manera residual, son las mismas que las personas no descartan tan fácilmente porque les han dado resultado en el pasado, volviéndose reacia al cambio. Variando únicamente este tipo de institución cuando la sociedad en su conjunto se da cuenta que hay un modo mejor de hacer las cosas, cuando ellas mismas interpretan que es positivo el cambiar algo y lo asumen como tal, caso contrario es muy difícil el cambio. Siendo esto lo que une la idea de la necesaria y “efectiva” injerencia del estado en el mercado para la sociedad la sociedad.
    Ya sea por el motivo que si en un momento determinado el Estado intervino en una crisis económica y logro momentáneamente, como toda solución buscada por un político, satisfacer a sus individuos en los problemas notorios de la economía en un corto plazo, para generar así la necesidad de las personas a apelar a él en un futuro problema. Se fue creando una especie de dependencia del camino con respecto a la interrupción estatal en cuestiones de mercado. De esta manera según North estas instituciones generarían incentivos, en este caso puntual esos incentivos seria para que los individuos dejen actuar al Estado en lo que crea conveniente para el avance de la sociedad, es decir, en su intervención en la economía.

  5. En lo que va del cuatrimestre, en el curso hemos analizado el funcionamiento del mercado, sus fallas y las soluciones que se proponen para superar las mismas. A través del material proporcionado por la Cátedra, pudimos examinar los inconvenientes para una asignación eficaz de los recursos por parte del Estado y las ventajas de los mercados para el mismo propósito.
    Considerando los desarrollos de la Economía Austriaca (ver “Hacia una Robusta Antropología de la Economía. La Economía Austriaca en 10 Principios” de Peter J. Boettke), pueden expresarse severas reservas en torno a la habilidad de los agentes gubernamentales para intervenir óptimamente en el sistema económico. Los economistas de dicha escuela son fervientes defensores del orden espontáneo que representa el mercado: “La economía de mercado se desarrolla a partir de la inclinación natural de las personas por mejorar su propia situación y, que al hacer eso, descubren que el beneficio surgido de los procesos de intercambio mutuo les permitirá alcanzar ese objetivo”.
    En su ensayo “El Uso del Conocimiento en la Sociedad” F. A. Hayek pone de manifiesto la inevitable imperfección del conocimiento humano y la consiguiente necesidad de un proceso mediante el cual el conocimiento sea constantemente comunicado y adquirido. Allí, plantea por primera vez su tesis de que es el sistema de precios el que permite detectar y transmitir la información económica que se encuentra dispersa y fragmentada entre miles de individuos; expresa, además, que se trata de un desarrollo social que ha resultado de la evolución y no del diseño deliberado.
    El problema radica en que la utilización del conocimiento que no es dado a nadie en su totalidad, por lo que “No podemos resolver este problema comunicando primero todo este conocimiento a una junta central, la que, después de integrarlo, dicta órdenes. Es preciso resolverlo por medio de alguna forma descentralizada”. De allí, la incapacidad del planificador central y el virtuosismo de los mercados.
    En “YO, EL LÁPIZ” de Leonard E. Read, se ilustra metafóricamente la importancia del rol del sistema de precios y de la “mano invisible” de Adam Smith.
    A lo largo de la obra que se menciona en el post (“Lo que se ve y lo que no se ve” de Fréderic Bastiat) también se destaca la ineptitud del Estado en su intervención económica, exponiendo que dicho agente sólo produce un desplazamiento o desviación de los recursos retrayéndolos de los particulares; su uso, en comparación con el que podrían darle los particulares, el realizado por el Estado es siempre menos útil.
    Asimismo, en la obra del Prof. Autor del presente blog se ha expuesto a través de diversos capítulos las “fallas de la política”, desarrollándose los motivos por los cuales el Estado carece de fuertes incentivos para ser eficiente en la provisión de bienes y servicios y destacándose la particular problemática que presenta la existencia de lobbies que impulsan políticas favorecedoras de ciertas minorías en detrimento de los derechos e intereses de las mayorías. Así, pone de manifiesto las elaboraciones del “análisis económico de la política”. También se expresan dichos problemas en el texto de Richard L. Stroup “Comportamiento político”.
    Hice mención de la bibliografía estudiada en clase para resaltar que antes del cursado del mismo yo, particularmente, no contaba con estos conocimientos y es, a mi criterio, la falta de educación sobre estos temas la razón de la preferencia por parte de los ciudadanos de la actuación coercitiva estatal sobre el intercambio libre y voluntario que tiene lugar en los mercados.

  6. Es un tema sumamente interesante y ante cada comportamiento individual debería existir un porque. Muchos de los defensores del estado ineficiente, tiene motivos personales para hacerlo, la propia ineficiencia del estado es la que le provee los medios para satisfacer sus propios intereses. Como dice el artículo rechazamos el riego y la incertidumbre. Esto es claro, solo basta ver comparativamente la estabilidad que cuenta un empleado público y uno del sector privado. Si busco certidumbre el estado es el lugar correcto, allí el progreso laboral casi siempre llega, es colectivo y normalmente se obtiene por el paso del tiempo, relaciones y en menor medida, la eficiencia personal. Me parece que debiera estar claro que quien busque la incertidumbre del mercado elige otro camino, su seguridad está en su idea, su talento, su seguridad en que los individuos cooperan entre sí para logar sus propósitos. Si no logro mi propósito es probable que tenga el incentivo de realizar otra cosa ya que el bien o servicio que ofrecí no obtuvo interés alguno, ahora dentro del estado que incentivo o margen tengo para cambiar?.
    Con respecto a que si los intelectuales les desagradan los mercados, creo que como seres humanos afortunadamente no somos todos iguales, por ende tampoco los intelectuales son todos iguales, desde el estado puedo plantear algo, desde el mercado debo plantear y obligatoriamente hacer, sin ese hacer, el planteo se vuelve estéril.
    Por otro lado es más cómodo y seguro decir que el estado debe intervenir a la hora de asumir responsabilidades sobre el manejo de los negocios propios, así como también hay un importante sector del mercado cuyos principales ingresos provienen del mismo estado.
    Se espera del estado que pueda resolver los problemas, pero no por convicción , sino porque una parte del mercado no podría subsistir sin la deficiencia del estado, en ese marco es donde se sienten cómodos y obtienen resultados. La misma comodidad y seguridad que sienten los empleados públicos en relación a otros sectores.
    Se podría analizar tal comportamiento teniendo en cuenta el grado de intervención que tiene el estado en cada uno de nuestras vidas, quizás ahí este el porqué pensamos que la única solución a nuestros problemas es el propio estado.

  7. Con respecto al artículo, surgen distintos puntos que deben ser destacados. En primer lugar se podría vincular con el texto “Yo, el lápiz” de Leonard Read. En el mismo destaca que nadie sabe cuantas personas ni cuantos procesos son necesarios para la fabricación de un lápiz, si es cierto, que si todos los individuos no participaran, no sería posible obtener un lápiz como producto final. Sin embargo, cada uno de ellos no sabe de su importancia en ese proceso. Ninguno conoce exactamente como se fabrica el lápiz, pero tampoco se necesito una “mente maestra” para poder realizarlo, conservando la libertad y la creatividad.

    En segundo lugar, otro aspecto importante a destacar se vincula con el problema de los votantes. Hemos dicho que el votante es racionalmente apático, no tiene incentivos para estar informados ni tiene el poder de decidir el resultado de la elección, por ende el vínculo entre la decisión y el resultado es muy débil. Es decir, la política no apela a la razón. Además , el voto no mide la intensidad de la preferencia, lo que es muy distinto en el mercado donde no hay un voto por persona, sino que según mi intensidad, puedo mejorar mi oferta cuando me interesa obtener un bien. También, se votan paquetes, no se puede elegir cierta política de uno y de otro partido político.

    Por otro lado, se podría cuestionar la ideología, es decir, el conjunto de creencias que cada uno tiene. Esto refiere a una única forma de ver las cosas impidiendo la diversidad de miradas, de sociedades refractarias a los cambios, creyentes de un Estado ineficiente y depositando en el la pérdida de la libertad.

  8. Bryan Caplan estudió los «errores sistemáticos» que tiene el público en general respecto de varias cuestiones, particularmente de política económica, y cómo eso los afecta como votantes. El sesgo anti-mercado, como un prejuicio que tiene a llevar a la desconfianza acerca de los procesos del mercado libre, es quizás el más común. Hay muchas explicaciones para ello: quizás lo más intuitivo es pensar que las empresas que persiguen fines de lucro sólo se beneficiarán a sí mismas, mientras que el Estado, que se auspicia como promotor del bien común, logrará resultados que sean mejores para todos. Esta es una conclusión lógica para cualquiera que no ha estudiado el funcionamiento del mercado y los principios que rigen la oferta y la demanda. Pero no es la única explicación.
    Cada vez que se presenta un problema, los medios y la gente entenderán que ese problema se debe a una inacción estatal, y reclamarán que el Estado intervenga y lo corrija. La lógica de que todos los problemas sociales son responsabilidad del Estado está bien arraigada en toda la sociedad. Y es el propio Estado el que promueve esas ideas, siempre declarando que se hará cargo de todo.
    El sesgo anti-mercado es especialmente intenso en la Argentina, pero está presente en distintas medidas en todo el mundo.

  9. Con la mera lectura del título del artículo, es evidente que el mismo apunta a cuestionar la psicología de los seres humanos que vivimos en comunidad, ya que versa sobre los gustos y/o preferencias de la gente. En este sentido, el autor, basándose en la exposición de Pascal Boyer, plantea nuevamente la dualidad existente entre “mercados y economía abierta” por un lado, y “Estado ineficiente” por el otro, a partir del hecho de la realidad de que la gente no quiere a los mercados. Ahora bien, la mención del carácter “ineficiente” del Estado y la afirmación de su preferencia por la gente trae a colación una suerte de confusión o de falta de conocimiento por parte de los seres que vivimos en comunidad.
    Resulta paradójico que se mencione la teoría de Bryan Caplan en relación a que la gente no quiere a los mercados porque simplemente no lo entienden, ya que en mi opinión, la misma falta de entendimiento aplica para comprender la preferencia por la intervención estatal en la economía. Es decir que tanto las preferencias por la intervención del Estado como el rechazo del mercado y la economía abierta podrían darse porque la gente no entiende ninguno de los dos sistemas. En consecuencia, ante la falta de conocimiento del funcionamiento del Estado, los riesgos de su intervención en la economía y la carencia de incentivos para proceder eficientemente, la gente prefiere la gestión de un Estado “ineficiente” antes que dejar el mercado librado a los factores impersonales. En este sentido, deben tenerse en cuenta, al decir de Olson, que las personas son “maximizadoras” y que persiguirán su interés personal a ultranza. Un claro ejemplo de esto y que está estrechamente relacionado con la gestión del Estado, son los incentivos mediante los cuales actúan los políticos y los burócratas. En el caso de los políticos, su interés de perpetuarse en el poder y su visión de gestión orientada al corto plazo, y en caso de la burocracia rentada, que persigue mantenerse en su puesto y la percepción de una buena jubilación futura, fomentan la existencia de un Estado ineficiente. Sin perjuicio de ello, a mi entender pareciera que la gente no conoce o no comprende la calidad de incentivos mediante los que actúa el Estado, y de esa forma opta por la intervención estatal dentro de la economía.
    El tema de la confianza también es un asunto que se encuentra presente en el artículo, y claramente se encuentre íntimamente relacionado con la psicología intuitiva. El autor plantea la desconfianza de los mercados por un lado, librados al dominio de los factores impersonales, y la confianza a los procesos impulsados por agentes, como el Estado. En relación a los mercados, se postula que dicha desconfianza surge del hecho de que los procesos de mercado no son visibles y que los mercados son probabilísticos, llenos de incertidumbres. En el caso de la invisibilidad, estrechamente se vincula con “lo que se ve” y “lo que no se ve”, que a mi parecer, vuelve al mercado aún más incomprensible. Por otro lado, al decir de Read en su texto “Yo, el lápiz”, plantea la falta de consideración por parte de aquellos que intervienen en las transacciones previas a la obtención de un bien o servicio, es decir que su fin no es la obtención de dicho bien o servicio, sino que cada uno actua en beneficio propio, sin planificación alguna. Esto se relaciona intrínsecamente con la incertidumbre propia del mercado y el riesgo al que todo interviniente se somete, y que a fin de disminuir dicho riesgo, volverse competitivos y salir beneficiados, requieren estar informados. Al respecto, resulta pertinente recordar la clara diferencia que debe hacerse con los que intervienen en política en calidad de votantes, que son “racionalmente apáticos”, ya que no les interesa estar informados porque saben que su decisión no es definitoria en los comicios. Este interés por la información tiene que ver con los incentivos, que son aquellos que impulsan a actuar de una u otra forma, y que fuera de todo aspecto racional, necesariamente están relacionados con la psicología intuitiva del ser humano.

  10. El tema planteado en el post ut supra publicado, me lleva a relacionarlo directamente con lo estudiado durante las clases acerca de la motivación e incentivos de los individuos para participar en el mercado y la política y también con el texto de Bastiat en la medida de que:

    Partiendo de que, los problemas económicos se han de resolver en «el foro» (política, y con esta: a través de la justicia y seguridad) o en «el bazar» (mercado, es decir: lugar donde tiene lugar la producción, el consumo y los intercambios)

    ** relacionando ello con el texto: «el Comportamiento Político» (en el cual se compara el accionar del homus politicus con el homo deconomicus) se puede decir que: (a diferencia de lo planteado en el post) el hombre debiera estar motivado para actuar en los mercados toda vez que en los mismos
    – ejerce preferencias, al optar entre las distintas cosas para buscar el mayor beneficio con el precio pagado (va a hacer entonces comparación: precio-calidad- cantidad)
    – hay opciones que van a ser por ellos consideradas toda vez que quien se perjudica en el ejercicio de las mismas es la propia persona y
    – hay incentivos: en tanto al ser los recursos escasos, deberá la persona administrarlos racionalmente para no pagar demás ni adquirir cosas que no necesitaba.

    Sin perjuicio de ello, aplicando los conceptos que resultan del texto de Bastiat según los cuales: en la esfera económica los actos producen efectos que «se ven»(al producirse sucesivamente con la causa) y otros «que no se ven» se puede decir que

    toda vez que los procesos de mercado no son susceptibles de ser percibidos, y entendiendo que la ignorancia lleva a determinar un acto por sus primeras consecuencias, entonces resulta razonable según se concluye en el post que los individuos descrean en los mercados y sean irracionales a la hora de participar en los mismos.

  11. El comentario sienta la pregunta acerca del porque la gente cree en el estado más que en el mercado.

    Varias podrían ser las respuestas. Para algunos tendrá relación con el contrato social o pacto social, mediante el cual las personas delegaron poder en un soberano.

    El capitalismo feroz y despiadado junto a todos sus componentes no deseables en una sociedad, podría ser otra causa.

    Las crisis provocadas por los mercados como la del 29, 2008 entre otras, explican la desconfianza de las personas debido a la voracidad con la cual los emprendedores o empresarios buscan la ganancia.

    Sin embargo el intervencionismo del estado en el mercado, no siempre conlleva a su mejora. En Argentina pueden encontrarse muchos ejemplos de estos y también en el mundo. Por supuesto puede decirse, que las políticas estatales intervencionistas benefician a algunos y perjudican a otros. Según de qué lado se esté es la opinión que se tendrá.

    El estado está compuesto por instituciones formales, que tardan varios años en cambiar o incorporar las transformaciones que sufren. El mercado a diferencia de estas, cambia velozmente ejemplo de esto son, los mecanismos de bolsa. Por lo tanto el mercado al ser permeable y receptivo al cambio debería ser bien visto por la sociedad.

  12. El comentario sienta la pregunta acerca del porque la gente cree en el estado más que en el mercado.
    Varias podrían ser las respuestas. Para algunos tendrá relación con el contrato social o pacto social, mediante el cual las personas delegaron poder en un soberano.

    El capitalismo feroz y despiadado junto a todos sus componentes no deseables en una sociedad, podría ser otra causa.

    Las crisis provocadas por los mercados como la del 29, 2008 entre otras, explican la desconfianza de las personas debido a la voracidad con la cual los emprendedores o empresarios buscan la ganancia.

    Sin embargo el intervencionismo del estado en el mercado, no siempre conlleva a su mejora. En Argentina pueden encontrarse muchos ejemplos de estos y también en el mundo. Por supuesto puede decirse, que las políticas estatales intervencionistas benefician a algunos y perjudican a otros. Según de qué lado se esté es la opinión que se tendrá.

    El estado está compuesto por instituciones formales, que tardan varios años en cambiar o incorporar las transformaciones que sufren. El mercado a diferencia de estas, cambia velozmente ejemplo de esto son, los mecanismos de bolsa. Por lo tanto el mercado al ser permeable y receptivo al cambio debería ser bien visto por la sociedad.

  13. Este artículo me recuerda a ciertos temas vistos en clase. Principalmente, la posibilidad de satisfacer nuestras necesidades a través de bienes y servicios provistos por el Estado. Por supuesto, vimos las fallas a las que se tiene que entrentar ésta entelequía, la falsa ilusión de que la información es compilable y que se encuentra concentrada en el aparato estatal. Error!!! Lo único que hace es producir más desinformación, librarse de los sistemas de preferencias que las personas instituyen en el ámbito del mercado mediante la demanda, librarse de orden espontáneo del que habla Leonard Read y concuerda Hayek, con el que tan «eficientemente» logran satisfacerse nuestras necesidades. Claro está que esa relación de medios y fines no siempre logra ser óptima pero el mercado intenta organizar esa información dispersa.
    Particularmente, considero que gracias a los antecedentes históricos que poseemos, muchos de los votantes, prefieren una falsa e ilusioria predicibilidad que nos vendría a dar el Estado interviniendo e intentanto regular lo irregulable!

  14. Estoy de acuerdo con el artículo y considero que hoy en dia se opta mas por una economía regulada por el estado que otra regulada sin la intervención del mismo.
    En primer lugar considero que el motivo de esto es por la confianza. La gente, en democracia, elige a sus represengantes a través del voto y creen que mediante el mismo son representados, al menos la mayoría, lo que no siempre es asi, aunque deberia serlo. Quienes llegan al poder por lo general terminan satisfsciendo sus propios intereses e incluso muchas veces contrarios a los de la mayoria o a lo que en un principio propusieron para ser elegidos, ¿el motivo? yo creo que es porque no hay un real control de lo que los politicos hacen o dejan de hacer una vez que ya ocupan el lugar de representantes.
    En segundo lugar, la gente no tiende a involucrarse en política y por lo general su voto es definido a último momento o por lo que consideran menos malo. No creo que muchos sepan realmente lo que eligen ni siquiera que están votando ni porque y esto se debe a que los incentivos de dicho ciudadano suelen ser menores a los que tiene un político lo que genera lo que se denomina «racionalmente ignorante», son aquellos que prefieren no involucrarse, que tienen apatía, pero incluso creo que confian mas en lo que termine dictando el voto de la mayoria que en el mercado donde se beneficiarian unos pocos, aquellos con mas capacidad o conocimiento del mismo.
    En tercer lugar respecto a lo que se ve y no se ve, esta claro también aqui, que mucho de lo que el Estado hace lo desconocemos y que incluso pagando impuestos no sabemos a donde los mismos estan destinados confiamos en lo que creemos representa a la mayoría sin tener en cuenta lo que no se ve, es decir, los millones que un Estado invierte y como lo invierte y que eso sale de nuestros bolsillos. Quizá si jugaramos nosotros en el mercado como particulares nos preocupariamos mas por entender en qué gastamos y cómo dado que seriamos también los afectados por nuestras malas decisiones. De esta manera depositamos una confianza en otro, tiramos la pelota y en última instancia culpamos al estado por no representarnos como corresponde, pero incluso de esa manera creemos no estar tan afectados, afecta a la sociedad en conjunto, pagamos entre todos por la mala decisión no me afecta sólo a mi, entonces volvemos a desinteresarnos y ser «racionalmente ignorantes». Es mas fácil hacernos cargo de que nuestro voto no afecto al voto mayoritario que pensar en lo que realmente hacemos. El estado también nos hace creer que es mejor su intervención que su no intervención porque en última instacia a ellos si les conviene e interesa estar en el poder y es mejor que los ciudadanos no piensen tanto que es lo que votan.
    En fin, no se si la mayoria elige la intervención del Estado en la economía, sino que aprovechan la ignorancia o la apatía de la gente, nos convencen de que eso es lo mejor, como dice el artículo «hay un sesgo por el comercio exterior», y por sobretodo nos hacen creer que la mayoria esta representada cuando realmente no es tan asi. Desconfiamos de otro tipo de mercado porque desconocemos como funcionan, mejor dicho, no nos interesa investigar como funcionan, pero confiamos en la intervención estatal porque si no estan representando nuestros intereses, confiamos en que, en última instacia, es lo que optó la mayoria.

  15. Creo que puede ser porque los bienes que necesitamos están en manos de personas que no conocemos, y quedamos en una situación de dependencia al ánimo de lucro del productor. Será tema de discusión si el orden espontáneo del mercado es beneficioso o no, pero por lo menos genera incertidumbre, más cuando no se conocen todos los procesos que lo integran.
    El ensayo de Bastiat sirve para comprender mejor el proceso económico.
    Confiarle la tarea a una agencia del estado de asignación de recursos permite saber quiénes son los encargados de emprenderla y luego juzgarlos.
    Lo que no conocemos nos genera ansiedad e incertidumbre, entonces vamos a intentar controlar la situación. Y en una primera impresión parece riesgoso depender del accionar interesado de emprendedores, capitalistas y productores, quienes tienen el monopolio de los medios de producción.
    Y se podrá argumentar que estos también están también en riesgo en tanto que dependen del comportamiento de los consumidores.

  16. La preferencia de la gente del Estado sobre los mercados creo que esta intimamente ligado a la politica y la ideologia. En primer lugar, el votante al ser racionalmente ignorante debido a su falta de influencia sobre la decision final y al no tener los incentivos necesarios para poder luchar contra el poder politico de turno, suele someterse a la politica economica que este establezca. Esto se ve conectado con lo que Caplan sostiene cuando habla de que a traves de la ideologia las personas «apagan» sus facultades racionales en relacion con los asuntos que ese politico de turno decida, sometiendose a esas creencias por mas que ellas sean erradas. Esto lleva a que aparezcan lo que Caplan denomina, entre otros, como sesgo antimercado subestimando los beneficios que se obtienen por medio del mismo.

    Otra de los motivos del rechazo al mercado esta dado a mi criterio por la falta de informacion tal como Bastiat lo demuestra en su texto acerca de «lo que se ve» y «lo que no se ve», ya que las personas se quedan solo con la primera impresion que tienen sobre una cierta transaccion que a simple vista parece perjudicial pero que internamente tiene grandes beneficios economicos que no son observables a simple vista por los ciudadanos.

    Si la gente tuviera mas nocion acerca de lo que genera la mano invisible planteada por Adam Smith y sobre «lo que no se ve», tal vez tendria otra postura acerca de los mercados y podrian ver los beneficios que el mismo puede generar.

  17. No creo que a la gente le guste el «Estado ineficiente», más bien diría que a la gente solo le importa saber que alguien va a hacer algo para solucionar un problema, pero luego no le importa si efectivamente el problema se soluciona. Tampoco creo que le importe si la solución es verdaderamente la mejor, hasta me animaría a ir más allá diciendo que ni siquiera le importa si el problema es real.

    Los autores de la Escuela Public Choice han explicado en términos muy simples este tipo de conductas humanas irracionales. A mi particularmente no me gusta llamarlas irracionales porque en el fondo no dejan de ser racionales al verdadero fin que se propone el particular (que en este posta se lo denomina «gente») que es usar la menor cantidad posible de su escaso tiempo de vida en informarse acerca de estas cuestiones.

    Por lo tanto aquel que en menos tiempo logre convencer a la gente de que hay un problema, un agente y una solución va a ser el que obtenga la mayoría de votos: y lo que se refleja en este post es que por ahora los más habilidosos para esto vienen siendo aquellos que afirman que el mercado es malo.

  18. Mi apreciación personal del tema es que mucha de la gente que prefiere al estado ineficiente lo hace por comodidad; es algo que parece mas concreto al lado de la abstracta autoregulación del mercado; al lado de la incertidumbre que genera que no halla un ente regulador de las acciones individuales de los hombres.
    El estado es mas visible, mas cómodo, al parecer mas seguro, en cambio el mercado es cambiante, espontaneo, variable, y no esta regulado sino por una mano invisible(Adam Smith) y por el orden espontáneo (Friedrich Hayek).
    Quizá por ignorar el funcionamiento de éste se opta por preferir al Estado. Se desestima al mercado y se magnifica al Estado pero luego de un análisis de la actualidad nos ponemos a pensar que sería mejor que este ente regulador .. Si confiar en los procesos del mercado o seguir dejando asuntos ecónomicos en manos de los políticos …

  19. El presente articulo plantea diferentes puntos desde los cuales podemos abordar esta problemática. En verdad ¿por que a las personas no les gustan los mercados, cuando este, ciertamente es ineficiente?.
    Primero y principal, al igual que lo expone el texto, la gran mayoría de los votantes son irracionales. Existe la apatía política, en la cual, el ciudadano al ver que su voto no determina el resultado de la elección, directamente, elije no informarse sobre cuestiones políticas. Decide entonces ser ignorante. Por ello, como suele pasar, se generan estos inconvenientes, a través de la falta de interés del ciudadano, se generan votos irracionales.
    Ahora bien, traslademos esta realidad a los mercados, las personas en el mercado al decidir, son ellos los que determinan la solución final. Lo que implica perjudicarse o beneficiarse directamente a partir de la decisión tomada.
    Algunas personas ven al mercado como algo negativo, claramente porque no lo comprenden, porque no consideran factores decisivos como la oferta y la demanda, entonces deciden «echarle la culpa» al mercado, cuando ven que las decisiones que han tomado no son beneficiosas. A su vez, el mercado, como bien indica el texto, simplemente «que a los mercados realmente no les importa su esfuerzo, inteligencia o simple merecimiento en tanto se provea lo que los demás necesitan».
    Pero lo que realmente observamos es que el mercado tiene procesos que no son visibles, como se ha visto el en texto «lo que se ve y lo que no se ve» que claramente se ha indicado. La mayoría de las personas se ubica en «lo que se ve» , que en general son las consecuencias a corto plazo, mientras que dejan a la deriva «lo que no se ve», por lo tanto en algunos casos quedan frustradas al solo considerar las primeras y verse afectados por las segundas.
    Otro tema también se deriva de se tiene demasiada confianza en el Estado. Todos consideran que el Estado hace lo que «debería hacer», pero simplemente esto se basa en una intuición, porque en la realidad vemos resultados diferentes.
    Pero como hemos visto a lo largo de las clases, y así también como lo demuestra el articulo, mucha de las respuestas a esta pregunta tienen que ver, con la irracionalidad de los votantes, muchos se manejan en la vida a través de la irracionalidad, la intuición.
    Resulta interesante, entonces que se desarrolle el estudio de la «economía intuitiva» como propone el articulo presente.

  20. ¿Por que a la gente no les gusta los mercados y la economía abierta, y si el Estado ineficiente? tal vez sea una cuestión de política y de ideología, según de que lado se encuentre.
    Como muchos sabemos el estado es el cumplimiento de un largo proceso histórico en el curso del cual se desarrollaron varios de sus aspectos (durante las dos guerras mundiales y durante las dos grandes crisis de 1873 y 1973), su desarrollo mas pleno se dio a partir de los años 50, desde entonces el estado adquiere con más consistencia las tres características fundamentales que lo definen actualmente.
    1) neo-corporativo, con organizaciones patronales, sindicatos y representantes del gobierno que intentan fusionar o compatibilizar sus diversos intereses en materias de salarios, empleos, impuestos etc.
    2) la creciente red de seguridad social y de educación en masa, el welfare state que a partir de la 2da guerra mundial se convierte en una pieza decisiva de la organización social del capitalismo avanzado.
    3) el desarrollo de funciones de regulación y de intervención directa del estado en la económia.
    El estado social no es el resultado de una forma liberal agonizante y una practica centralista aun no formalizada, es la combinación contradictoria de dos universos distintos de dos lógicas de administración, de dos visiones distintas del mundo.
    La crisis del 1873 y 1929 dieron evidencia de la imposibilidad o la excesiva lentitud de soluciones espontáneas generadas automáticamente por el mercado, frente al desarrollo de conflictos amenazantes para la unidad del sistema, razón que hace al estado intervenir como último recurso de estabilidad de las relaciones sociales y de poder central.
    Las dos guerras mundiales mostraron que el destino de un país como potencia mundial depende en gran medida de la eficiencia y el poderío de su aparato productivo, en el curso de las mismas, las relaciones entre burocracia pública y grandes empresas se fortaleció dando lugar a experiencias de coordinación.
    En la medida que el capitalismo evoluciono rompiendo las barreras nacionales por medio de conexiones mundiales en el terreno del comercio, finanzas, resulto evidente que la solidez de la posición internacional de un país depende de la solidez de sus negocios. De ahí que la iniciativa estatal se convierta en un apoyo poderoso a las «compañías de bandera».
    El estado llena los vacíos funcionales del mercado (Jurgen Haberman) y lo vuelve operativo al costo de ir reduciendo sus espacios de libertad.
    A mi entender la intervención por parte del estado de un compromiso general frente a la sociedad es la última frontera para salvar al capitalismo de los propios capitalista.
    ¿Donde termina la economía y donde empieza la presencia del estado? más aun, ¿Es posible establecer fronteras seguras entre estos dos campos?. …?
    Por último voz a citar a Antonio Gramsci, para quien todos los hombres son intelectuales, en tanto que todos tenemos facultades intelectuales y racionales, pero asimismo consideraba que no todos los hombres juegan socialmente el papel de intelectuales, dice Gramsci «El liberalismo también es una reglamentación de carácter estatal, introducido y mantenido por medio de leyes y de restricciones es el producto de una voluntad consciente de sus propios fines y no la expresión espontanea, automática del hecho económico».
    Ines Perez, uba, comision 852

  21. Es muy interesante el artículo y considero que a las personas les gustan las poliíticas intervencionistas porque creen que pueden solucionar los problemas, que el Estado está haciendo algo al respecto. En cambio, si actúa el mercado parece que los problemas están y nadie los soluciona. Por esto, los gobiernos se ven estimulados a intervenir para aumentar su caudal de votos y convencer a los votantes de que solucionan los problemas. Por otro lado, el mercado estimula la competencia, obligando a todos a ser mejores para no ser superados por el resto. En cambio, el Estado ineficiente permite que todos continuenen el mercado aunque no mejoren, pues da subsidios y planes a los que lo necesitan.

  22. Resulta interesante el análisis propuesto sobre las preferencias de los ciudadanos de un «estado ineficiente» frente a los mercados.
    Sin lugar a dudas, la percepción de incertimbre inherente a los procesos de intercambio dentro de sistemas dispersos tiene un papel fundamental al asignar motivos para la desconfianza de los individuos sobre el libre mercado.

    En ese entendimiento, coincido con lo expuesto en el presente artículo,en cuanto a que los individuos tienden a asignar al mercado un grado de incertidumbre que no reconocen en las «certezas» que podría brindar el Estado.

    En este sentido, la tensión que genera la expansión de los mercados y su permanente conflicto con los límites del estado han fundado posiciones encontradas en la mayoría de los individuos en torno a la confianza en la denominada, por Adam Smith, «mano invisible», lo que Leonard Read en «Yo, el lápiz» describe como la confianza inherente en el intercambio de bienes y servicios.

    En contraposición a ello, la confianza sobre el Estado, visto a menudo como una forma de resolver problemas que el sector privado no puede responder, no es, en mi opinion, tan estable y permanente como se puede inducir en un primer acercamiento.

    En ese marco, Richard Stroup establece que los resultados del sector privado en áreas tales como problematicas medio ambientales, defensa nacional y redistribución del ingreso, son insatisfactorios para muchos. Esto da lugar a que se presenten enormes programas políticos orientados específicamente a cada una de estas metas.

    En consecuencia, los individuos, naturalmente egoístas en términos económicos, creerán que sus votos asignan recursos para estos fines.

    De esta forma se crea la ilusión de racionalidad en la toma de decisiones del individuo. Sin embargo, la falta de intensidad y su correspondencia efímera con los programas de gobierno propia del voto, no permite que los fines perseguidos por el individuo sean eficazmente resueltos.

    De esta manera se permite, mediante el accionar del estado, distorsionar a traves de la asignación de recursos, los valores del mercado, que de haber sido regulados bajo la ley de oferta y demanda debieran haber conseguido un punto de equilibrio más cercano al nivel óptimo.

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