¿La brecha promueve la participación política? ¿El odio al rival motiva a los votantes?

¿La llamada brecha promueve la participación política? Parece que sí, que odiar al candidato rival lleva a mayor participación, al menos en Estados Unidos. Supongo que quienes están enojados o desencantados con el Sistema político predominante tal vez tengan una reacción opuesta. No sería la situación en Estados Unidos. Es lo que se comenta en este artículo “ The Effects of Polarized Evaluations on Political Participation: Does Hating the Other Side Motivate Voters?” porChloe Ahn y Diana C Mutz, Department of Political Science and Annenberg School for Communication, University of Pennsylvania; Public Opinion Quarterly, Volume 87, Issue 2, Summer 2023, Pages 243–266, https://doi.org/10.1093/poq/nfad012

´Este estudio examina si la creciente polarización en los juicios partidistas de los estadounidenses tiene implicaciones positivas para la participación política. Basándonos en datos de encuestas transversales y de panel, encontramos evidencia de que los juicios polarizados están relacionados con la intención de votar antes de las elecciones, así como con la participación de votantes autoinformada después de las elecciones. Las evaluaciones polarizadas también predicen una mayor información sobre la participación en actividades de campaña más allá de la votación. La polarización en las evaluaciones de los candidatos siempre tiene más impacto que la polarización afectiva. Sin embargo, nuestros resultados sugieren que la polarización en las valoraciones tanto de partidos como de candidatos incluye un componente expresivo que no necesariamente se traduce en acción política. Aproximadamente entre un cuarto y un tercio del cambio real en la participación puede atribuirse potencialmente a la polarización en las evaluaciones de los candidatos presidenciales republicanos y demócratas.”

¿El problema son los viejos? Una propuesta para rejuvenecer al votante medio

  • ¿El problema son los viejos? 

Justina Fischer, de la Universidad de Heidelberg, analiza un tema poco considerado hasta el momento pero bien importante: el impacto que tendría en los resultados electorales la creciente proporción de votantes mayores de edad. El trabajo se titula “Call for reforming our democracies: rejuvenating the median voter”, disponible en: https://mpra.ub.uni-muenchen.de/111240/ 

El tema es interesante, por supuesto, aunque su propuesta será más que polémica: reducir el valor del voto de los votantes mayores, ya que son ellos quienes tienen un peso superior en el electorado y determinan las políticas, resistiendo el cambio. Un tema que propone la autora es de interesante discusión: ¿si hay un límite para el voto por debajo de cierta edad, debería haber otro por sobre?  

El segundo, que no está planteado, es común a muchas otras propuestas de reformas: ¿cómo lograrías que semejante propuesta sea aprobada siendo que, precisamente, predomina el voto de los mayores de edad?  

La verdad, vale destacar la valentía de la autora para plantear este tema, ya sabemos que en épocas de la cultura de la cancelación hay muchos temas que parecen tabú, están prohibidos, tales como cuestiones de raza, género, etc.

Se podrá estar de acuerdo o no con la propuesta, pero es muy bueno que se anime a plantearla.

El voto «expresivo» y el interés por conocer qué políticas se aprueban

Comentaba en un post anterior acerca de las motivaciones para ir a votar cuando un voto no define el resultado de una elección. Cuando se lo hace por la satisfacción de participar en el acto electoral, se denomina “voto expresivo” definido como “aspectos del acto de votar…, que no dependen del resultado de la elección” (Hamlin & Jennings, Expressive Political Behaviour: Foundations, Scope and Implications, 2011). Los beneficios no se derivan del “consumo” sino del aspecto simbólico o representativo, no del acto sino de su significado. Brennan & Buchanan (Voter Choice – Evaluating Political Alternatives, 1984) lo compararon con el acto de hinchar por un equipo para mostrar esa preferencia. El acto de “hinchar” no va a determinar el resultado del partido, aunque tenga algo de influencia (no es lo mismo jugar de local que de visitante).

Votar

Esa conducta, sin embargo, puede dar malos resultados. Si, por ejemplo, cada votante vota “expresivamente” suponiendo que habrá otros que prestarán atención al contenido de lo que están votando y elegirán las políticas correctas, puede que esas políticas nunca lleguen a votarse.

Por ejemplo, aumentos injustificados de impuestos puede que no sean rechazados si nadie se preocupa de hacerlo y todos quieren “expresar” que están a favor de ese gasto, aunque sea inútil (Kliemt, The Veil of Insignificance, 1986). Hillman (Expressive Behavior in economics and politics, 2011), generaliza esta idea señalando que puede resultar en políticas votadas por la mayoría, que la mayoría no quisiera.

De todas formas, es muy difícil saber si alguien está “expresando” una cierta visión o en verdad es lo que quiere. Por ejemplo, Warren Buffett, uno de los hombres más ricos del mundo argumenta que habría que aumentar los impuestos de los ricos. ¿Es porque quiere “expresar” que tiene cosas en común con el resto de los votantes, que forma parte de esa “comunidad”? Porque si estuviera muy dispuesto a entregar su fortuna podría simplemente donarla.

Otro argumento sobre este tema es el presentado por Riker & Ordeshook (A Theory of Calculus Voting, 1968) quienes plantean que los votantes pueden sobrestimar la probabilidad de que su voto sea decisivo. Quattrone & Tversky (Contrasting Rational and Psychological Analyses of Political Choice, 1988) apoyan esta hipótesis con el siguiente argumento: dado que la gente no distingue entre causalidad y simple correlación, algunos pueden pensar que si se deciden a votar, esa decisión va a llevar a otros con actitudes políticas similares a votar también. Si esto fuera verdad el impacto de la decisión individual de votar aumentaría en la percepción del votante.

Paradójicamente, si el votante sobrestimara mucho su poder de decisión electoral sería, tal vez, algo bueno, porque reduciría su voto “expresivo” y aumentaría su incentivo para estar informado sobre las políticas que luego se aplicarían. Como “cree” que su voto es decisorio entonces estará motivado a conocer qué es lo que en definitiva se está decidiendo.

En fin, no es fácil comprender nuestras conductas.