En el reciente congreso anual de IDEA se preguntó a los asistentes si es lícito pagar coimas. Al fin preguntas que son sustanciales, http://www.lanacion.com.ar/1738210-los-empresarios-en-un-acalorado-debate-es-licito-pagar-coimas
Aquí, párrafos de mi libro «Por el Ojo de una Aguja»:
En el libro de Thomas Keneally que cuenta la vida de Oskar Schindler, llevada al cine por Steven Spielberg en su film La lista de Schindler, se relata la historia de ese empresario que salvó la vida de cientos de judíos de manos de los nazis. En una economía totalmente regimentada como ésa, las contactos con los funcionarios eran constantes e inevitables. En un momento, uno de los jefes de las SS, apellidado Bosch, se acerca a Oskar Schindler y le comenta:
“Andan bien los negocios, veo -dijo Bosch-.
Schindler le sonrió. -¿Usted ve eso, verdad señor Bosch?
-Lo veo -dijo Bosch-. Y, por supuesto, Bosch había leído los boletines oficiales de la Junta Principal de Armamentos, anunciando contratos para la fábrica de Schindler.
-Me preguntaba -dijo Bosch, inclinando su cabeza- si en vista de la presente bonanza, basado, después de todo, en nuestros éxitos generales en distintos frentes… Me preguntaba si usted podría desear tener un gesto generoso conmigo. Nada grande. Sólo un gesto.
-Por supuesto -dijo Schindler-. Sintió la náusea que viene con ser utilizado, y al mismo tiempo una sensación cercana a la felicidad. La oficina del jefe de Policía Scherner había usado dos veces su influencia para sacar a Oskar Schindler de la cárcel. Sus asistentes querían alimentar ahora la obligación de tener que hacerlo de nuevo.
-Mi tía en Bremen ha sido bombardeada, pobre viejita -dijo Bosch-. ¡Todo! La cama matrimonial; los aparadores, todos sus cubiertos y utensilios. Me pregunto si pudiera usted darme algunos utensilios de cocina para ella. Y tal vez una olla o dos, esas soperas grandes que produce usted en def.
Deutsche Emailwaren Fabrik (def, Fábrica Alemana de Esmaltados) era el nombre del próspero negocio de Schindler. Los alemanes lo llamaban brevemente def, pero los polacos y los judíos usaban una abreviatura diferente, Emalia.
El señor Schindler dijo:
-Creo que eso puede manejarse. ¿Quisiera que los productos sean consignados directamente a ella o a través suyo?
Bosch ni siquiera sonrió.
-A través mío, Oskar. Me gustaría agregar una pequeña tarjeta.
-Por supuesto.
-Entonces, de acuerdo. Digamos seis docenas de cada cosa: soperas, platos, tazas de café. Y media docena de esas ollas para guisos”.[i]
Ante ese tipo de situaciones quedan dos alternativas: acomodarse o rebelarse. Schindler, claramente, optó por la primera, pero hubo otros que no:
“La naturaleza de Oskar lo llevaba a creer que se podía beber con el diablo y ajustar el balance del mal sobre un trago de cognac. No es que tuviera temor por otro tipo de métodos más radicales. No se le ocurrían. Había sido siempre un hombre de transacciones.
”Wachtmeister Oswald Bosko, quien antes había tenido control del perímetro del gheto, era, en contraste, un hombre de ideas. Se había vuelto imposible para él trabajar dentro del esquema de las SS, dando una coima por aquí, un papel falsificado por allá, ubicando a una docena de niños bajo su patronazgo mientras cientos más salían por la puerta del gheto. Bosko había desaparecido de su estación policial en Podgórze en los bosques partisanos de Niepolomice. En el Ejército Popular trataría de expiar el inexperto entusiasmo que había sentido por el nazismo en el verano de 1938. Vestido como un campesino polaco, había sido reconocido finalmente en un pueblito al oeste de Cracovia y fusilado por traición. Bosko se convertiría así en un mártir.
”Bosko se había ido a los bosques porque no tenía otra opción. Le faltaban los recursos financieros con los que Oskar aceitaba el sistema. Pero acordaba con la naturaleza de ambos hombres que uno fuera encontrado sólo con un uniforme descartado y el otro se asegurara de poseer efectivo y productos comercializables. No es para alabar a Bosko o denigrar a Schindler que uno dice que si alguna vez Oskar sufrió martirio fue por accidente, porque algún negocio le salió mal. Pero hubo mucha gente que pudo respirar –los Wohlfeilers, los hermanos Danziger, Lamus– porque Oskar actuaba de esta forma. Y porque lo hacía de esta forma, el poco probable campo de Emalia estaba en la calle Lipowa y allí, la mayoría de los días, unas mil personas estaban libres de ser aprisionadas, y las SS se mantenían por fuera del alambrado. A nadie se le pegaba allí, y la sopa era suficientemente densa para sostener la vida. En proporción a sus naturalezas, el disgusto moral de los dos miembros del Partido, Bosko y Schindler, era igual, aun cuando Bosko manifestó el suyo dejando su uniforme colgado en una percha en Podgórze, mientras que Oskar se ponía su gran prendedor del Partido y se reunía para darle el mejor licor disponible al loco de Amon Goeth en Plaszów”.[ii]
Por suerte, la mayoría de nosotros no nos enfrentamos, ni probablemente lleguemos a enfrentarnos a situaciones tan opresivas que planteen semejantes dilemas. Es bastante más probable que nos encontremos con un inspector que pretende cerrar la fábrica por contravenciones que no existen, o que son de menor importancia en relación con la medida que amenaza tomar; con el funcionario que intimida con la cancelación de un permiso o una habilitación, con el juez que hace trascender un fallo negativo contra derecho.
El problema que presentan los Estados hiper regulados modernos es que la maraña de regulaciones crea las condiciones para que este tipo de accionar pueda concretarse, ya que el principio legal de que el ciudadano está en conocimiento de la ley termina siendo prácticamente imposible. Las normas ocupan páginas y más páginas, tomos enteros. Así, tal vez, uno de nosotros se encuentre actuando de forma tal que viole o deje de cumplir la norma y es en esa ocasión que el potencial extorsionador puede avanzar. La profusión de normas, en última instancia, nos “desprotege” ante esas conductas.
[i] Keneally, Thomas, Schindler’s List, Scribner Paperback Edition, New York, Simon & Schuster, 2000, pág. 20.
[ii] Ibídem, p. 217.
Este es un tema que vimos durante casi todo el curso, la presencia fuerte del estado en los problemas económicos, intentando ofrecer soluciones o dejarlas en mano del mercado, que el solo se sincronizara.
En el contexto del articulo, mejor que decir “El problema que presentan los Estados hiper regulados modernos” yo lo reemplazaría por uno de los conceptos que discutimos en el foro la semana anterior: el de “estado ineficiente” , ya que en realidad, a mi consideración la ineficiencia del Estado es la que produce que estas acciones puedan concretarse, como también, para poner de ejemplo, la creación de mercados negros de los bienes/productos que el Estado prohíbe que adquiramos de manera “legal”.
Ya deja de cumplir uno de los motivos principales por la cual el mismo fue creado, porque no responde a las necesidades de la gente o la gran mayoría, y es para eso que hay un Estado, para dar respuestas, organizar los recursos, administrarlos y redistribuirlos en forma equitativa, no para quitar libertades y la gente eso lo sabe, si no puede consumir determinada cosa porque el estado lo prohíbe inmediatamente se conforma un mercado negro para saciar esa necesidad
A partir de último párrafo surge la siguiente pregunta: ¿Cuántas normas afectan nuestra vida diaria? ¿Son todas realmente eficientes? ¿A quiénes se busca proteger?
Bueno frente a ello podemos vincularlo que para el adecuado funcionamiento de la justicia es de vital importancia que se garantice la propiedad privada y la libertad contractual y el cumplimiento de los contratos. Cuando mencionamos a la propiedad privada, no nos referimos solamente a la propiedad de un inmueble, la misma incluye otros bienes que pueden registrarse, como la propiedad intelectual. Además, con respecto a la libertad contractual y al cumplimiento de los contratos, cabe destacar que, los contratos siempre serán imperfectos ya que no se puede estipular de antemano todos los cambios que pueden ocurrir en un futuro. Estos cambios pueden dar lugar a desacuerdos que requieran ser resueltos de manera rápida y eficiente.
Por otro lado, también debe tenerse en cuenta la idea del orden espontáneo, la cual emerge del resultado de las acciones voluntarias de los individuos y no de las decisiones de un gobierno, es clave en la economía ya que, esta teoría, se ocupa de analizar aquellas regularidades que encontramos en la sociedad y que no se originan en las acciones deliberadas ni en los fenómenos naturales que ocurren independientemente de las acciones humanas.
Entonces, las regulaciones excesivas de los Estados terminan siendo contraproducentes para la sociedad.
En cuanto a la pregunta inicial, de si es licito o no pagar coimas creo que cualquiera desde un punto de vista abstracto diria que NO, que resulta un acto ilicito ya sea contra las normas legales que lo prohiben como las normas eticas y morales que lo ven como un hecho repugnante. Ahora bien si se actuara en concreto ante esta pregunta, el porcentaje de las personas que dirian que SI, aumentaria considerablemente, y esa es una de las razones por las que los empresarios muchos votaron que si en la encuesta, dado que seguramente se han tenido que enfrentar a situaciones de este tipo.
Particularmente considero que todas las personas tenemos un precio, que variara segun la situacion a enfrentarse, los potenciales riesgos de realizar el acto y nuestra escala de preferencias de acciones eticas o no.
Acaso si estuviere la vida de un hijo en riesgo, ¿alguno dejaria de pagar o aceptar un soborno?, supongo que la mayoria lo haria sin realizarse demasiadas preguntas, por lo que antes que denostar este tipo de situaciones, uno debe ver como actuaria en concreto.
Yendo a un tema mas economico, este tema puede ser analizado desde muchas vertientes.
El incentivo del empresario siempre será el de obtener la mayor cantidad de ganancias y hacer prosperar su negocio. Pero si el Estado se lo impide hacer ya sea por un numero infinito de normas que hace imposible cumplir con tales requisitos o por normas con excesiva discrecionalidad para el que ejerce el poder, solo podra recurrir a 2 metodos, si es que quiere continuar con sus negocios en el pais. Uno sera el de hacerlo por los medios «legales», es decir hacer Lobby para que la regulacion lo comience a beneficiar. La otra seria el medio ilegal, que sera la coima, si el Lobby resulta demasiado costoso, quizas sea un poco menos pagarle a unos pocos funcionarios que manejan la cuestión de permisos.
En todos los casos, la propensión a realizar y obtener coimas dependerán de los costos de transacciones, cuestión que se analiza en el texto de Douglas North «La Nueva Economía Institucional»
Si el costo de transaccion de realizar una coima, resulta demasiado costoso, se tenderá a no realizar este tipo de transacciones, quedando este metodo solo excepcionalmente para casos extremos en que directamente el no realizar la coima tiene un costo fatal.
Por supuesto que el asunto de la coima, dependera del «Enforcement» de esa sociedad, ya sea por un buen sistema judicial y normativo que sancione estos actos o por un sistema muchisimo mas efectivo que es la etica y la moral, como ocurre en los paises orientales como Corea, Japon, Etc, en que los propios funcionarios o politicos se suicidan cuando cometen actos de corrupcion por su fuerte mandato etico que le imparte la sociedad.
Aunque todo esto tiene una solución mucho mas simple y que la mayoría de las personas no contempla, si el Estado no se inmiscuye en los negocios de los particulares, las coimas de este tipo desaparecen automaticamente. Con derechos de propiedades mas fuertes, el poder se dispersa y es menos posible realizar discriminaciones a placer de los gobernantes o funcionarios.
Las excesivas regulaciones son solo una de las causas que llevan a las coimas. Creo que las cuestiones sociales, educacionales son otra causa. El desinterés y rapidez con la que se quiere solucionar las cuestiones serian otras. El normal de las personas prefieren arreglar rápidamente a perder tiempo y dinero en tramites o procesos para revertir o discutir sobre una multa, clausura entra otras. Cuando alguien paga una coima o acepta una se está poniendo un precio a su propia dignidad. Además de ser parte de un sistema que luego hipócritamente critica.
Cuando estas medidas se ven, uno de los porque sería la falta de límites al poder. Es decir, el policía que acepta una coima no ve en su superior una institución, cuyo fin es ser una limitación del mismo.
Podría pensar al no pago de coimas como una institución formal. Como la misma no representa los intereses de las personas (que pagan coimas) tienden a ser vulneradas.
Particularmente considero que para que un Estado pueda satisfacer las necesidades públicas necesita un plan. Una planificación que puede ser totalitaria, democrática, según el sector afectado, según el sector económico, un plan que puede ser corto o largo de acuerdo para cuanto tiempo sea diseñado. Entiendo que el Estado debe responder a las necesidades de la población, debe garantizar las libertades, debe procurar un bienestar. Pues bien, un Estado hiper regulado, para mí, es un Estado ineficiente.
Realmente cabe preguntarnos: ¿ Todas las normas vigentes son eficientes?, con ellas, ¿ se nos busca proteger, en realidad, se nos protege?, ¿ qué necesidades el Estado decide solventar?, ¿ se garantiza efectivamente la propiedad privada?. ¿ se intenta erradicar o al menos limitar progresivamente la demanda de «favores» y a la vez la posibilidad de ejercer actos discrecionales e incluso corruptos, cuando se trata de una burocracia estatal que provee servicios mediante transferencias y redistribuciones?. ¿Se garantiza la libertad contractual?. Muchas preguntas que me temo que tienen respuestas no del todo positivas.
Cabe plantearnos también, que indefectiblemente, las regulaciones excesivas de los Estados no terminan siendo beneficiosas para la sociedad. La evidencia está en el lobby, en la coima del efectivo policial, del político, del burócrata, del dueño del comercio que «arregla» cuando la palabra «clausura» lo acorrala, la evidencia, es el día a día.
Pero ahora, si nos remitimos a la pregunta que titula el artículo : ¿ es lícito pagar coimas?. Pues bien, una primera respuesta, motivada por la moral y la ética, es NO, no es lícito. No lo es porque infringe las normas que lo prohiben, porque justamente, es contrario a la ética y a la moral. Pero va de suyo, que si realmente analizamos las estadísticas, probablemente la respuesta varíe. ¿Por qué entonces muchos creen que sí es lícito?. Me temo que la respuesta a este interrogante es la realidad que nos aqueja, lo acelerados que vivimos, nuestra cultura, nuetro sentido de la moral (muchas veces endeble, frágil), un sistema judicial deficiente que no sanciona esos actos como realmente se lo debería, por una burocracia estatal que solo busca o bien maximizar el tamaño de su presupuesto o minimizar el esfuerzo y maximizar el ocio.
Las excesivas trabas, los excesivos trámites, los tiempos extensos que demandan la presentación de un documento o la obtención de un permiso, la chicaneada de muchos funcionarios, la sosobra con la que muchas veces se trata a la población, el abuso de poder , conlleva a que sea más factible pagar una coima y así abreviar los tiempos y obtener lo que se busca de una manera más expedita y sin tanto «tramiterío».
Considero que la tendencia a realizar y obtener coimas dependerán de los costos de transacciones, cuestión a la que se alude en el texto de Douglas North “La Nueva Economía Institucional”.
Cuanto mayor es el costo de transacción que irroga la realización de la coima, se entiende que la tendencia a realizar este tipo de transacciones será negativa. De modo tal que que preservará este método únicamente para casos excepcionales y de extrema urgencia.
Si me preguntan a mí como solucionaría esto, bueno, creo que la mejor manera de hacerlo es con un fuerte derecho de propiedad, generando incentivos para gastar menos de o presupuestado cuando de la burocracia estatal se trate, generando un sistema de sanciones y recompensas, predicar con ejemplos y no con palabras e instituciones confiables.
La antinomia Estado versus mercado es obsoleta. La experiencia demuestra que la prosperidad de una sociedad no depende de cuán grande o pequeño sea el Estado sino de su capacidad para implementar políticas públicas que promuevan un mejor funcionamiento de los mercados y una distribución más equitativas de los resultados. Dicho de otra manera, el Estado y el sector privado no deben competir sino complementarse en pos de generar riqueza.
Hay personas dentro del sector público y ligado a él que generan ingresos a partir del agobio de trámites. Ser “campeones de la burocracia” es útil para generar empleo público improductivo, posibilitando satisfacer intereses personales o políticos. También sirve para alimentar tramitadores y gestores, que en la maraña de la burocracia se erigen como los “facilitadores” de soluciones y, con esto, justifican sus ingresos. Así se genera el campo fértil para las coimas que permiten saltar trabas o sortear la arbitrariedad del empleado público.
Son muy grandes las pérdidas que soporta toda la sociedad por no contar con un sector público simple, racional y transparente. Pero tampoco hay que caer en la ingenuidad de no tener en cuenta los intereses en juegos.
La corrupción, en términos generales, es el mal uso del poder público para conseguir una ventaja ilegítima, generalmente de forma secreta y privada. El término opuesto a corrupción política es transparencia. Por esta razón se puede hablar del nivel de corrupción o de transparencia de un Estado.
Todos los tipos de gobierno son susceptibles de corrupción política. Las formas de corrupción varían, pero las más comunes son el uso ilegítimo de información privilegiada, el tráfico de influencias, el pucherazo, el patrocinio, y también los sobornos, las extorsiones, los fraudes, la malversación, la prevaricación, el caciquismo, el compadrazgo, la cooptación, el nepotismo, la impunidad, y el despotismo. La corrupción facilita a menudo otro tipo de hechos criminales como el tráfico de drogas, el lavado de dinero, y la prostitución ilegal; aunque no se restringe a estos crímenes organizados, y no siempre apoya o protege otros crímenes.
La corrupción produce desconfianza en los partidos políticos, los dirigentes políticos y la mayor parte de instituciones públicas. Conduce a mucha gente a adoptar estrategias menos cooperativas y fomenta la deserción con el objeto de no ser explotado por personas pertenecientes a redes clientelares corruptas. Como consecuencia de lo anterior, en muchos países general abstención y pérdida del interés por la política, por períodos prolongados. Eso sí ocasionalmente, aparecen movimientos de protesta que tratan de confrontarse con el poder político, y generan inestabilidad política y subsiguientemente represión política o policial.
La clave para en alguna medida frenar la corrupción posiblemente se encuentre en el fortalecimiento del tejido social-institucional. En este sentido la educación en valores puede llegar a ser uno de los pilares, así como procedimientos menos abiertos y más transparentes en relación al manejo del dinero y a la implementación de las transacciones financieras, incluyendo por cierto el uso del llamado dinero telemático o dinero digital, o sea el uso de especies dinerarias electrónicas y nominativas, sin base material anónima, y que permita el cómodo seguimiento de largas cadenas de transacciones.
El dilema de las coimas es «moneda corriente». No solo se percibe a través de los medios de comunicación, como por ejemplo, el famoso caso en el que se vieron involucrados funcionarios públicos y por el cual se abrió una causa en que se acusaba de un presunto pago de $5 millones de pesos para la aprobación de la ley de reforma laboral en el senado y del cual fueron todos absueltos todos los involucrados (http://www.lanacion.com.ar/1650383-coimas-en-el-senado-fueron-absueltos-fernando-de-la-rua-y-los-otros-siete-acusados), artículo publicado por el diario La Nación el 23 de diciembre de 2013; sino también que es muy común tener algún conocido que tuvo que afrontar una situación similar e incluso uno mismo tal vez.
Citando un principio de derecho que sostiene que, ningún habitante de la Nación podrá alegar la ignorancia o desconocimiento de las normas para excusarse del incumplimiento de las mismas, entiendo que cada persona que desarrolla o lleva a cabo determinada actividad tiene que conocer las leyes que la regulan y esto no es algo irracional, ni imposible ya que puede valerse de asesoramiento de algún experto en la materia para evitar cometer faltas.
Estoy de acuerdo en considerar que las regulaciones del Estado abonan el terreno para que la corrupción se vuelva una especie de «mercado paralelo» o «solapado», que lejos de tender a un bienestar general provoca un retroceso dada la búsqueda de rentas por parte de aquellos sectores que quieren ser beneficiados a través de las regulaciones (como por ejemplo restricciones al acceso de nuevos competidores), y que lógicamente son selectos, centrándose en realizar el lobby necesario para obtener esa renta extraordinaria. Se produce así una «venta» de ese beneficio, dado el aprovechamiento que genera ese «bien» que de por sí es escaso y muy preciado. Un caso que merece especial atención es el de la modificación de la ley de abastecimiento, que definitivamente no hace más que propiciar las coimas, dadas las regulaciones excesivas y la intervención a escalas extremas por parte del Estado. Claramente semejante cantidad de normativa, de cumplimiento imposible o, cuanto menos dificultoso, en la práctica, no hace más que beneficiar la corrupción, porque lamentablemente es la salida «más sencilla», pero porque muchas veces el empresario no tiene otra opción; luego sobrevendría el debate sobre si debe culparse en ese contexto al empresario, al funcionario o ambos, tal como se planteó en el Coloquio de IDEA. Indefectiblemente aquellas normas que se contraponen a lo consuetudinario, están destinadas al fracaso. Como si todo esto fuera poco, la sociedad toma como normal que el Estado intervenga en la economía para neutralizar los “efectos negativos” del mercado; esto sumado a la «apatía irracional del votante», y a que los costos de estos beneficios no son ostensibles para los individuos, se dificulta la posibilidad de que se revierta el panorama. Estamos entonces ante extorsiones por parte de los funcionarios, ante el sometimiento del empresario a la buena voluntad de aquellos, «En definitiva, a mayor intervención del Estado, más poder del funcionario público para decidir ganadores y perdedores dentro de la economía. Ese poder omnímodo de los burócratas y políticos, que va contra los principios de la democracia republicana, termina generando el tráfico de influencias al que hacía mención antes, porque, insisto, el costo de las coimas lo termina pagando el consumidor. El funcionario que coimea se beneficia y el que paga lo asume como parte del costo de producción gracias a los beneficios extraordinarios que le otorga el Estado le permite trasladar ese costo a precio.» (http://economiaparatodos.net/intervencionismo-ideologa-o-negocio/). Definitivamente la limitación a la intervención estatal es necesaria, sobretodo si ésta se tiñe de conceptos ideológicos como una manera de legalizar estas prácticas previamente mencionadas.
Corrijo y aclaro que me refería a la «Apatía racional» del votante, no «irracional».
Las «coimas», así como la informalidad del mercado, tanto laboral como comercial, inmediatamente me remiten a la existencia de un régimen de regulación tal que crea sofocación en la sociedad y que en consecuencia, provoca que los individuos busquen huir del sistema mediante dichos medios. Son métodos alternativos que la comunidad aplica para conseguir la prosecución de sus fines. En este sentido, recordemos que el Estado debe velar por la satisfacción de los intereses y las necesidades de la sociedad, y que este fin no necesariamente debe implicar un régimen de regulación extrema ya que puede ocurrir lo que menciona el artículo en sus últimas líneas «La profusión de normas, en última instancia, nos “desprotege”». Entiendo que el autor plantea esta paradoja a fin de hacernos notar que la intervención del Estado no necesariamente implica protección, ya que tanto la existencia del «mercado negro» como las coimas, son producto de la existencia de un sistema hiper regulado y posicionan a cada integrante de la sociedad en una situación de vulnerabilidad frente al resto. En este sentido, estimo que el autor implícitamente plantea la cuestión en relación a la posibilidad de que sea el mercado mismo el que espontáneamente vele por los intereses de la sociedad, evitando una intervención estatal extrema que fuerce a los individuos a recurrir a los métodos anteriormente mencionados, que son ilegales y éticamente reprobados por la comunidad, al menos, por la mayoría, aunque algunos se jactan de burlar al sistema. En caso de que esto último se generalice, entonces el planteo debería ser otro, ya que debería hacerse una introspección a la idiosincrasia de la sociedad respectiva.
El hecho de que actualmente el pago de coimas se haya convertido en algo habitual no crea la legalidad de dicha figura sino, en mi opinion, una enorme falta de responsabilidad ciudadana. Esta claro que en los estados hiper regulados el conocimiento de todo el sistema legal es casi imposible, pero si es posible el conocimiento del derecho que atañe al desarrollo comercial que cada uno realice y a la vida cotidiana. Por otra parte en la mayoria de los casos las coimas se piden para pasar por alto infracciones que son cometidas aun sabiendo de su reprochabolidad legal, por ejemplo las infracciones de tránsito. Puede entenderse la » legalidad» del pago de las coimas en el texto del cual habla este post pero se trata de un caso extremo que no nos encontramos en nuestra vida cotidiana. Por eso creo importante reafirmar que desde mi punto de vista ( y desde el punto de vista del CP) es ilegal el pago de sobornos y es una fakta de responsabilidad ciudadana no denunviar a quienes los exigen aun cuando no es el camino mas facil.
Aunque en principio hablar de la licitud de las coimas parece algo chocante si lo analizamos desde el punto de vista economico puede llegar a tener sentido. Hay paises que implementan lo que se conoce como «lobby legal» logrando asi que las empresas que hagan lobby por algun candidato lo haga de manera abierta permitiendole al votante conocer dicha situacion y, en caso de reprobarla, optar por otro postulante.
El costo de transaccion es otro de los factores que intervienen en esta cuestion. ¿Por que se generan o son creadas las coimas? En principio, las mismas fueron creadas para poder evadir el cumplimiento de todas las regulaciones que exige el Estado para una determinada situacion. Entonces, el calculo que hace el empresario al ver las cantidades de requisitos y recaudos que debe cumplir (desconociendo tambien muchos de ellos debido a la imprecision y el exceso de requisitos) lo hace concluir que el pago de una coima a ese agente estatal le va a terminar costando menos que cumplir con todo lo que exigen las normas. La solucion podria estar en regulaciones claras y concisas para que el empresario pueda cumplirlas mas facilmente reduciones asi el costo de cumplir con los requisitos.
Para concluir es claro que mas alla de toda la mirada economica que pueda existir al respecto y los beneficios y perjuicios que esto pueda ocasionar tambien hay un complemento moral muy fuerte el cual puede ser determinante a la hora de optar por pagar una coima o no.
Concuerdo en lo que respecta lo irracional que es la ley civil al dar por seguro que «la ley es conocida por todos», ya que como fue mencionado en el post, existe una extensa cantidad de normas y articulos, que a su vez, no son de una interpretación a la que se le pueda aplicar un mero conocimiento común.
Sin embargo, en lo que respecta a la profusión de normas estoy, en parte, en desacuerdo ya que, a mi cirterio, un aumento de normas implica lo siguiente:
– Que el ciudadano desconozca mayor cantidad de normas
– Que exista mayor regulación sobre una misma situación o área jurídica, lo que implicaría una mayor claridad para el tema en cuestión.
Es decir, un incremento de normas puede tener un efecto positivo (mayor claraidad) y negativo (más información que se desconoce).
Ahora bien, para poder resolver el efecto negativo se requiere mayor tolerancia por parte de la ley, ya sea, por ejemplo: 1) Admtiendo que algunas ley no son conocida por todos; 2) En base a lo anterior, ser mas permisivo ante la ignorancia de un ciudadano en el cumplimiento de la ley (Ej: Ser permisivo con un comerciante que no cumplió con todas las formalidades que exige una declaración jurada); 3) Informar al ciudadano de cual es el procedimietno que debería adoptar, y cual sería la sancion que sufriria de no cumplir con esa fomalidad; etc.
Respecto a las coimas, más que un problema derivado de un aumento en la sancion de leyes, es mas bien un problema insitucional. En una sociedad donde las instituciones funcionan correctamente, por mas que haya millones de leyes, las coimas no serían una consecuencia. De cualquier manera, es entendible que en la actualidad, debido a los problemas institucionales que presentan algunos Estado, como la Argentina, exista una tendencia por parte del funcionario publico a recibir coimas y del ciudadano argentino a entragarlas, sin embargo, dejar que la sociedad avance por este sendero, solo generaria una muy mala costumbre, que impediría en el presente y a futuro que las instituciones se vuelvan mas responsables y serias.
El Estado justamente tiene la funcion de sancionar leyes para regular las relaciones entre las personas, y permitir por accion (de los funcionarios) u omision (de los legisladores) esta conducta ilicita, solo hundirá a la sociedad aún más en una regresión institucional.
Este punto que nos trae el profesor Martín Krause es de la mayor importancia en el mundo de hoy. Como bien se puede identificar en el escrito, cuantas más regulaciones se dictan, cuantos más controles se establecen, cuantos más funcionarios intervienen, cuanta más discrecionalidad tengan, cuanto más ambiguas y caprichosas sean las normas, cuanto menos transparentes sean lo mecanismos de dar a conocer normas y requisitos, cuanto menos codificadas estén las normas, menos protección tienen los ciudadanos ante la arbitrariedad y ante la presión del funcionario indelicado y deshonesto que encuentra oportuniades para hacerse a rentas y privilegios abiertos o velados. La disyuntiva ante la que queda puesta una persona o un empresario no es fácil de resolver. Se mantiene en su negocio, lo avanza y se somete a la presión ruda o subrepticia, o lo ve a marchitarse o bruscamente terminado. La ruina o el menguar de su negocio, le puede significar el fin de sus esfuerzos, de sus sueños y de sus medios de vida, del presente y el futuro de su familia y el deterioro y menoscabo de sus relacionados comerciales.
Juzgar decisiones cuando no se han vivido las circunstancias, no es probo. Es desconsiderado y arrogante comportamiento. Sinembargo, hay quienes se abrogan el hacerlo.
Son personas que están dispuestas a pagar mas por obtener un resultado, es parecido al lobby, consideran que el resultado buscado vale mas, por eso pagan mas.
Esta mal que quieran pagar pagar mas, no, el valor es subjetivo, lo que si esta mal en primer lugar es que no sea publico generando así una asimetría en la información dentro de los competidores, una competencia desleal, en segundo, es dinero informal, capital muerto, y tercero el incentivo que esta recibiendo el funcionario no se corresponde con su función, cargo o como quieran llamarlo en todo caso tendría que ser un incentivo para el estado favorecer a quien esta dispuesto a pagar mas, mejorando los bienes y servicios ofrecidos y/o actualizando el precio al mercado.
Entonces la pregunta seria, que tipo de regulación necesitaríamos para volver eficiente dicha situación, o que tipo de desregulación.
Es necesario hacer la distinción de situaciones en las que se paga por concretar, buscar u obtener resultados lícitos y/o ideológicamente aprobados por la sociedad de aquellos que no lo son.
Como punto de partida creo necesario establecer diferentes tipos de “coimas” para situaciones totalmente distintas. Es decir, tomando ejemplos hipotéticos (pudiendo ser reales o no), no es lo mismo una “coima” para evadir controles de sanidad en los residuos contaminantes de una fábrica que son vertidos en la red de agua potable en un pueblo, que una “coima” por un intento de cierre de fábrica por faltarle el nivel de luz y ventilación correspondiente. Hay que comenzar por analizar cuál es la relevancia de esa “coima”, cuales son las consecuencias, si son graves o no, y quienes pagan esas mismas consecuencias.
Entonces, por un lado, es cierto que ciertas empresas al intentar maximizar sus recursos lo hacen de forma tal que ya no son capaces de distinguir entre recursos humanos y no humanos, y terminan perjudicando al resto de la sociedad directamente. Por lo tanto, para el análisis, incorporamos a la sociedad toda como un punto fundamental: ¿cuál es la magnitud y/o relevancia del daño que se le hace a la sociedad con el pago de esa “coima”? ¿Es moralmente correcta dependiendo de este daño?
En otro orden de ideas, el punto anteriormente expuesto se podría relacionar con una especie de “mercado” cerrado (con todos sus conceptos). Es decir, mientras mayor sea el daño que se le hace a la sociedad, mayor será el costo de la coima, mayor será la reprochabilidad de la actitud, y mayores serán las consecuencias que deberán pagar los responsables. La “coima” es una solución rápida que reemplaza todo el empantanado sistema judicial y administrativo que hace tediosa la tarea de involucrarse en una controversia con la administración pública, o los excesivos costos de cumplir con la maraña de regulaciones (que, bien o mal, existe y debe cumplirse*).
Por eso, cuando el empresario analice que el “precio de la coima” es irracional teniendo en cuenta que con su accionar irregular no se está perjudicando relevantemente a la sociedad, que se generan mayores beneficios que males a la misma, y que en relación costo-beneficio es más eficiente incorporarse al pantano de la justicia, la coima cesará automáticamente para ese caso y se tornara una actitud moralmente reprobable. Si tomamos a la “coima” como un oferente de un producto y a la justicia como otro oferente de productos del mismo estilo, se preferirá recurrir a pagarle el precio a la “competencia”. Es cierto que esta actitud es SIEMPRE reprobable y que el empresario debe ser “políticamente correcto”, pero la realidad marca que los funcionarios públicos encargados de la fiscalización de irregularidades apoyándose en esa maraña de regulaciones no piensan lo mismo. Uno presupone que los empresarios son malos y los funcionarios públicos buenos, y creo particularmente que es un error. Nadie imagina una reunión de funcionarios públicos analizando si las coimas están bien o mal, ya que uno entiende que su tarea es hacer el «bien». Bueno, lo cierto es que no siempre es asi y por un tema de usos y costumbres, habria que analizar el daño establecido por la coima realizada para entender si fue relevante o no a la sociedad, aunque las «coimas irrelevantes» son en un muy bajo porcentaje.
¿Robar esta bien? No. Pero, ¿si robo solamente un caramelo?
*En este punto no estoy de acuerdo con que sea imposible cumplir con el principio legal mencionado ya que, por un lado, el principio legal dice que no puede alegarse un desconocimiento de la ley y no que deba conocerla toda, y por otro lado, existen profesionales como los abogados que dedican gran parte de su vida en el estudio y perfeccionamiento de todas aquellas tantas páginas y tomos enteros, y se dedican a asesorar a las empresas en cuanto a su debida actuación en el marco de esas páginas y tomos que la regulan. Por lo tanto entiendo que no hay ninguna imposibilidad por parte del individuo en “conocer” cuáles son sus deberes y obligaciones excusándose en la existencia de una maraña de regulaciones y confusión.
De la lectura del post ut supra publicado puedo decir que:
si bien comparto que hoy día, el número y la cantidad existente de normas llevan a que las personas las desconozcan, entiendo que también ello pasa por esta «ignorancia racional» en la cual la gente decide estar inmiscuida…
Las normas cuentan con un proceso legislativo que culmina mediante su publicación de modo que en última instancia, las personas debieran interesarse por conocer aquello que limita su autonomía de la voluntad e informarse… de lo contrario se justificaría su conducta «por desconocimiento de la normativa» o aún más, se daría lugar a este fenómeno planteado en el post acerca de las «coimas»
Definitivamente (y más allá del ejemplo citado acerca de Schindler) considero que las coimas no son lÍcitas sino la alternativa elegida por las personas para evadir al sistema vigente a través de aquello que todo lo puede (esto es: el dinero). Y entendiendo que a esta evasión se llega justamente por este desconocimiento racional y por el orden espontaneo que lleva a las personas a así actuar entiendo de que:
no se debiera plantear un sistema hiper regulado sino uno en el cual «el orden espontaneo» (que venimos estudiando en clase..) conduzca a las personas a perseguir su propio bienestar y el bienestar general de la sociedad, haciendo las cosas bien y para ello, conociendo como son las cosas.
La coima siempre es un acto ilícito, o se hacen lo que se debe y como se debe, o se soporta la pena, es ridículo defender un acto ilícito, quien paga coima lo hace para no cumplir con la ley. Quien avale el pago de coimas, está avalando la comisión de un delito, no puede ponderarse el «por qué» la pagó. Quien paga coima y quien la recibe, están delinquiendo.