La revista The Economist vuelve a presentar, en su tapa esta vez, un análisis serio y contundente de la «paradoja» argentina. Una respuesta a esa pregunta que tanto locales como extranjeros se hacen: ¿cómo puede ser que un país con recursos, naturales y humanos, de alta calidad, se suma en un constante intento de arruinar sus posibilidades?
El análisis del artículo es correcto, y coincide en gran medida con el que propongo en el Cap. 5 del libro. El problema es institucional y, antes de eso, de valores y cultura, de haber adoptado con fervor el dogma populista que desprecia el valor de las instituciones y resalta la figura del lider, que reduce la importancia de la productividad y la competencia enfatizando la redistribución, la protección y el privilegio.
Con particular referencia al caso de las políticas agrícolas que castigan la eficiente producción local, la pregunta que se busca contestar es: ¿porqué politicos que quieren aumentar su poder y ser reelectos aplican políticas que están destinadas al fracaso y a frustrar finalmente sus propios objetivos? ¿No es que racionalmente buscan alcanzar sus propios fines?
La respuesta es que el caso no niega su racionalidad, sino que el análisis de la realidad está mediado por un velo, por una «vision del mundo», que los lleva a creer que esas políticas en definitiva le permitirán alcanzar sus objetivos. Y esta visión, en el caso de las políticas agrícolas (retenciones a las exportaciones, etc.) se basa en una teoría económica (la enfermedad holandesa), en una vision de la función del estado (cuya función principal es redistribuir) y en un conveniente cálculo politico (es redituable imponer impuestos en un grupo altamente productivo, pero minoritario, para redistriuir a una mayoría).
Me resulto muy interesante el artículo, el cual hace referencia a la situación particular de la Argentina. El mismo menciona con acierto que en principios de siglo nuestro país era espejo de muchas naciones no solo de américa latina sino del mundo entero, con una economía de apertura en donde no solo prevalecían nuestros productos básicos como la exportación de carnes sino valores agregados tecnológicos aplicados a ellas. Donde se vislumbraba que a mediados del siglo 20 nos convertiríamos en una de las naciones más desarrolladas y cultas del planeta, basándonos en instituciones fuertes, alejadas de personalismos y medidas populistas.
Pero la historia vivida nos ubicó en otro lugar y creo que es importante revertir esta situación, ya que hemos padecido muchas decisiones del tenor denominado populista donde se privilegió el reparto.
La pendiente comenzó con encerrarnos en nuestras políticas de creer que con los productos primarios era suficiente, dejando de lado el desarrollo industrial y tecnológico, con el consiguiente deterioro de lo primordial de cualquier nación.
Cuando decidamos que se debe privilegiar la educación, las instituciones, dejando de lado las políticas populistas de reparto manejadas desde un poder que cree que nadie deba controlarlo ese será el momento quizás de una nueva oportunidad.
Es por ello que creo que los mayores desafíos que tenemos por delante para liberarnos de este estigma de lo que pudimos ser y aun no somos, son priorizar la educación, el orden y la planificación a futuro entre otras, priorizando las instituciones como pilar de esta sociedad.
Saludos Cordiales
Ciampone Sofía
La situación critica del pais, endeudamientos, inflacion, etc. pertebece pura y exclusivamente a la mala administración y devastadoras politicas aplicadas por las sucesivos gobiernos.
Las políticas de endeudamiento es uno de las mas grande males q conlleva la actual situación del país.