Las limitaciones a las inversiones por cuestiones ambientales, sociales y discriminantes no logran su objetivo

ESG es la moda entre las grandes empresas. Significa cuestiones medio ambientales, sociales y de gobernabilidad empresarial, a lo que en verdad habría que sumar cuestiones de género y todo tipo de discriminaciones. Allen Mendenhall es Associate dean and Grady Rosier Professor in the Sorrell College of Business at Troy University y escribe un artículo en el Quarterly Journal of Austrian Economics titulado “ESG en Route to Etatism”:  Quart J Austrian Econ (2023) 26.2:XX–XX https://qjae.scholasticahq.com/; doi: 10.35297/qjae.010168

“Las limitaciones ESG a las inversiones no son morales ni buenas. Ellas no logran los objetivos que pretenden perseguir. Los supuestos beneficios para la sociedad son inmensurables y pueden no ser efectivos en absoluto excepto en excluir ciertos puntos de vista políticos y religiosos de la cultura corporativa. Tampoco administran el dinero según las normas tradicionales y los principios relativos al deber fiduciario, la diversificación de activos, o el conflicto de intereses. ESG hace que ciertos directores ejecutivos se sientan bien ellos mismos a medida que se enriquecen, pero en la práctica no logra el objetivo que promueve en teoría.

La economía muestra que la distinción público-privado colapsa a medida que poderosas corporaciones, cabilderos y grupos de intereses especiales ejercen el aparato de gobierno en nombre de ESG para ganar ventajas competitivas a través de leyes y regulaciones. Porque las corporaciones buscan subsidios y privilegios, exenciones e incentivos fiscales, barreras para entrar, y todo lo demás, seguirán defendiendo nuevas regulaciones gubernamentales ESG para dominar una industria o reducir la competencia. Mientras tanto, el gobierno elige ganadores y perdedores, favoreciendo a determinadas industrias o empresas sobre otras.”

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