Nathaniel Rachman es un reciente graduado en historia en la Universidad de Oxford. Joven, pero sagaz, escribe aquí una evaluación sobre Mikhail Gorbachov, cuyo fracaso fue su mejor éxito. El artículo se titula “Gorbachov’s Legay”, en Persuasion: https://www.persuasion.community/p/gorbachevs-legacy
“Todas las carreras políticas terminan en fracaso, o eso dice el refrán. Pero algunos estadistas fracasan mejor que otros, algunos incluso fracasan heroicamente. Mikhail Gorbachev, quien murió el martes de la semana pasada, era un maestro en el arte.
Si juzgamos a los líderes por su capacidad para afirmar su voluntad y promulgar sus programas, Gorbachov fue una catástrofe histórica. Al llevar a cabo sus programas de reforma de la perestroika y la glasnost, su objetivo nunca fue disolver el sistema debajo de él, sino salvarlo. Un comunista celoso, a la edad de 17 años había recibido la Orden de la Bandera Roja del Trabajo, firmada por el mismo Stalin, por ganar una competencia local para cosechar la mayor cantidad de granos. Como líder de su nación, permaneció comprometido con las enseñanzas socialistas, incluso cuando renegó de su pasado más sangriento. Menos de dos años antes de la disolución de la Unión Soviética, declaró que “alejarse de Lenin sería arrancar las raíces de nuestra sociedad y nuestro estado, devastar los corazones y las mentes de generaciones enteras”.
La esperanza de Gorbachov era reformar un estado moribundo y revitalizar una ideología moribunda. En ambos aspectos, su fracaso fue total. La Unión Soviética y sus ideales socialistas quedaron, como había predicho Reagan, en el “montón de cenizas de la historia”.
La grandeza de Gorbachov residía, en cambio, en aceptar el colapso de su propia autoridad, un acto de estadista que lo dejaría sin estado. Los líderes soviéticos no estaban destinados a tolerar la disidencia, pero Gorbachov finalmente cargó con las humillaciones de su tiempo en el cargo como el precio de la liberalización.”