Sobre la pobreza nuevamente

A partir de un reciente post sobre la Escuela Austriaca y la pobreza se desató una intensa discusión, plagada de adjetivos y deducciones falaces, al estilo debate de café o más cerca de los muchachos del tablón. Las acusaciones han llegado a asignarnos el deseo hacer desaparecer a los opositores en un Gulag, de forzar el hambre y la muerte a partir de nuestros propuestas políticas de reforma agraria y persecución de los kulaks, de alcanzar la “solución final” en las cámaras de gas eliminando a seis millones de judíos, de hacer desaparecer a la libertad de prensa y las oposiciones políticas, de generar el culto a la personalidad del dictador, del asesinato de millones de personas por el emprendedor capitalista Pol Pot y de fomentar la dictadura del capitalismo personificada en la actualidad por los hermanos Castro o la familia Kim. Porque, ¿todo esto será fruto del mercado, verdad? Los estados, nada que ver. ¿Cómo podemos pensar otra cosa si están al servicio del bienestar del pueblo?

En estos términos, muchachos, la discusión degenera en un campeonato de chicanas. Mi intención arriba fue mostrar que en este campo tenemos también nuestras municiones, y no son livianas. Mejor las dejamos para un día después de un asado. Ahora quiero responder a ciertas críticas con otro tipo de argumentos.

Los economistas de la Escuela Austriaca hemos sido acusados de:

  1. Insensibilidad hacia los pobres
  2. Promover un sistema económico que o genera pobreza o no puede resolverla
  3. No tener soluciones para el problema

Veamos cada uno de ellos:

  1. Insensibilidad hacia los pobres

En verdad, lo que aquí decimos, es que es muy fácil ser sensible con el dinero de los demás.

Entiéndase bien, esto no es una chicana, es un argumento que en verdad proviene del Public Choice. Algunos autores de esta escuela (Tullock, por ejemplo) sostienen que es racional promover todo tipo de planes sociales y soluciones estatales a problemas como el de la pobreza, porque la persona recibe el beneficio de presentarse como un adalid de los pobres a un muy bajo costo, ya que será solventado por todos los demás.

Distintos es, como sostenemos, poner la mano en la propia billetera o dedicar su propio tiempo: el costo se recibe completo.

No es de extrañar, entonces, que encontremos a muchos personajes (sobre todo de la farándula) fomentando este tipo de ayuda para luego subirse a sus Mercedes o Porsches.

Digamos, entonces, que proponer al estado como solución para la pobreza es “barato”. Por eso hay tantos que lo hacen.

2. En cuanto a que el sistema económico genera o no resuelve la pobreza, parece que el gráfico del primer post no fue suficiente para sepultar la discusión para siempre. Veámoslo de otra forma:

  1. En 1800, el 80% de la población del planeta (de unos 1000 millones de personas), era pobre. Es decir, había unos 800 millones de pobres.
  2. En 2000, luego de dos siglos de capitalismo (más o menos, por supuesto), el 20% de la población del planeta es pobre (de unos 7000 millones de personas). Es decir, hay unos 1400 millones de pobres.

En cantidad, hay más pobres que antes (pasamos de 800 a 1400 millones). Porcentualmente ha caído drásticamente, de 80 a 20%. Este argumento no solo deja de considerar que los “no pobres” pasaron en ese lapso de 200 a 5600 millones de personas (un logro que ningún otro sistema económico ha podido ni siquiera plantearse), sino tampoco toma en cuenta que si no fuera por el progreso económico capitalista esas personas ni siquiera existirían, seríamos todavía unos 1000 o 1200 millones.

3. En los últimos 30 años la cantidad de pobres se ha reducido en términos absolutos y porcentuales, en particular porque dos países muy poblados, China e India, abandonaron ya sea el socialismo o el estatismo ampliando las oportunidades de los puntos a y b que se comentan a continuación. Más libertad económica ha sacado a cientos de millones de la pobreza. ¿Ocurrió esto por algún tipo de plan social? Ningún programa social ha sacado a tantos pobres de la pobreza como el crecimiento económico promovido por la mayor libertad en los mercados.

4. En cuanto a las soluciones que la EA propone para la pobreza son varias:

  1. La primera es la empresarialidad, la posibilidad de desarrollar alguna actividad productiva que le permite a la persona salir de la pobreza proveyendo bienes y servicios a otros. Las economías más libres dan más oportunidades en este sentido.
  2. La segunda es la enorme cantidad de empleos que se generan a partir del proceso de inversión de capital (esperemos que nuestros críticos no tengan todavía temor a las máquinas o a las tecnologías, porque han pasado 250 años de destrucción de empleos por parte de ellas y cada vez hay más trabajos posibles).
  3. La tercera es la ayuda mutua, es cuando los pobres se ayudan entre sí: antes a través de sociedades mutuales o de socorro mutuo, ahora a través de las “remesas” de quienes se vuelven más productivos en países económicamente más libres y envían su ahorro a los familiares pobres que quedaron atrás.
  4. La cuarta es la beneficencia, con una larga tradición de ayuda voluntaria en todos nuestros países. Se argumenta que ésta no es suficiente, pero el tema es que dado el éxito de los tres elementos anteriores, esta actividad ha de cubrir solamente un pequeño sector. Cuanto más riqueza se genera hay más gente con capacidad de dar y menos con necesidad de recibir.
  5. En quinto lugar, y solamente ahora, consideran los autores austriacos la necesidad de implementar un programa estatal, que sería limitado, implementado a nivel gobierno locales, transitorio y tipo voucher, para así evitar, en la medida de lo posible el clientelismo, la politización, la dependencia y otras consecuencias evidentes.

Quienes nos critican comienzan con este último punto, y terminan debilitando o destruyendo los puntos A, B y C de arriba. Convierten al estado en un estado benefactor que es más bien una piñata según la cual todos intentamos vivir de los demás. Ese estado benefactor no reparte solamente a lo Robin Hood, sino en cualquier dirección, y en el medio de esto una clase política crece y vive de eso.

 

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