El Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (CEDICE), de Venezuela, difunde una entrevista publicada en Estrategia, Chile, donde entrevistan al economista Steven Hanke sobre el “Índice de la Miseria” que elabora y muestra a Venezuela y Argentina en las primeras (y peores) situaciones, aunque Venezuela está lejos del resto. Curiosamente, afirma que la perspectiva a largo plazo es peor en Argentina que en Venezuela, cuando por aquí suele predominar la opinión contraria debido a las perspectivas del inevitable cambio de gobierno a fin de este año. Sus comentarios:
“En el “Misery Index 2014”, elaborado por el economista estadounidense Steve H. Hanke, Venezuela y Argentina ocupan los dos primeros lugares en el mundo. En conversación con ESTRATEGIA, el ex asesor gubernamental y académico de la Johns Hopkins University entrega su visión del por qué los países latinoamericanos se ubican tan alto.
Steve H. Hanke es académico en Economía Aplicada y Codirector del Instituto de Economía Aplicada, Salud Global y Estudios Empresariales en The Johns Hopkins University, Baltimore. También asesora al Instituto de Investigación Monetaria Internacional en Pekín, al Centro de Estabilidad Financiera de Nueva York y es miembro de Consejo Asesor Financiero de Emiratos Árabes.
Hanke se especializa en política monetaria, argumentando que este factor es determinante para el equilibrio de cualquier economía. Entre los años 1976 y 2002 Hanke asesoró en esta materia a los gobiernos de Estados Unidos, Ecuador, Argentina, Estonia, Lituania, Montenegro, Bulgaria, Venezuela, Albania, Bosnia-Herzegovina, Kazajistán, Indonesia y la ex Yugoslavia.
Ha evolucionado el “Misery Index” del economista Arthur Okun a una ecuación que suma las tasas de interés, inflación y desempleo, a las cuales resta el PIB per cápita, rankeando 108 países según información del FMI. Mientras más alta la puntuación, peor es el clima económico.
Venezuela y Argentina están al tope de la lista en el “Misery Index” ¿Cómo es posible que estos dos países clasifiquen más alto que naciones que están en guerra, como Siria y Ucrania?
En ambos casos se debe a una totalmente errada conducción económica. ¿Qué hicieron en Argentina con las compañías privadas de previsión social? Las nacionalizaron. ¿Qué hicieron la semana pasada con algunas tiendas de abarrotes en Venezuela? Las nacionalizaron. Estos países están viviendo en el oscurantismo y son completamente corruptos. Realmente han retrocedido y ahora Venezuela y Argentina tienen políticas inadecuadas que son anti mercado y libertad, que se han probado inefectivas y van a favor de la corrupción. El gran problema en Latinoamérica en general, y en particular en Argentina y Venezuela, donde fui consejero de Domingo Cavallo y del presidente Rafael Caldera, es que las monedas han sido siempre un desastre, significando que no tienen ninguna disciplina en la economía. Ese es el problema fundamental con casi todas las economías latinoamericanas: no tienen disciplina fiscal, porque no hay disciplina monetaria. Y si se mira el “Misery Index” y se observa a los países latinoamericanos mejor posicionados en él, tres de los cuatro mejores están dolarizados. Panamá es el mejor, y luego México, que usa el peso, después Ecuador y El Salvador, que usan el dólar. En mi visión la única manera de obtener disciplina en una base sostenida en Latinoamérica es que la mayoría de los países usen el dólar estadounidense y dejen su moneda doméstica. Esa es la única manera en que Venezuela o Argentina podrían salvarse.
En el caso de Venezuela ¿Cuáles son sus proyecciones para este año en esta economía?
Va a empeorar. Están en lo que llamo el “espiral de la muerte”, y podría tomar mucho tiempo antes de que haya un cambio en el régimen de gobierno. Por ejemplo, en Zimbabue, donde Robert Mugabe ha sido presidente por décadas teniendo una enorme hiperinflación, donde en el peak los precios se duplicaban cada 48 horas en noviembre de 2008, y aún sigue Mugabe como presidente. Lo interesante y la razón por la cual, irónicamente, sigue siendo presidente, fue que los ciudadanos de Zimbabue se rehusaron a usar el dólar zimbabuense y de forma espontánea dolarizaron ellos mismos el país. Ahora hasta usan el dólar estadounidense de forma oficial. Un proceso diferente ocurrió en Ecuador, donde fui consejero del ministro de Finanzas cuando dolarizamos en 2001, pero esa fue una dolarización oficial reemplazando el sucre. En Zimbabue la gente reemplazó el dólar zimbabuense simplemente dejando de usarlo.
Eso es similar a lo que está pasando actualmente en Venezuela. La gente está buscando dólares y no confía en el bolívar.
La dolarización espontánea está aumentando, pero pasará mucho tiempo antes de que paren de usar el bolívar por completo, como ocurrió en Zimbabue. El problema global en Latinoamérica es la moneda y los bancos centrales que tienen. Éstos deberían eliminar las monedas locales y reemplazarlas con el dólar estadounidense, lo que forzaría disciplina en el sistema fiscal, porque entonces los políticos y autoridades fiscales no podrían ir a los bancos centrales para conseguir financiamiento.
¿Es el mismo caso para Argentina?
Argentina, en la perspectiva de largo plazo, está aún peor que Venezuela. Es un mal endémico: la moneda es un enorme problema y la única solución es reemplazarla con el dólar estadounidense. Tenían convertibilidad entre 1991 y 2001, y hasta cuando empezaron a romper las reglas de la convertibilidad les funcionó bastante bien. El problema es que las reglas eran flexibles, y como en muchos otros casos en Argentina, simplemente las rompieron.
¿Cuál es su evaluación de Chile en este aspecto?
Chile no ha operado como el resto de los países, aunque no estoy sugiriendo que lo esté haciendo todo correctamente. Creo que las cosas se han ido deteriorando gradualmente en el último tiempo con la erosión de las ideas de los “Chicago Boys” sobre el libre mercado, lo que no creo que sea bueno para el país. Pero cuando lo comparamos con el resto de Latinoamérica Chile es diferente, pero hay un deterioro del sistema básico que hizo a Chile una historia de éxito. Logró separar su modelo económico del resto de Latinoamérica y eso le dio una imagen muy positiva, lo cual se ha erosionado en el último tiempo, incluso desde el gobierno de Sebastián Piñera.
Chile se ubica en el lugar número 70 en el “Misery Index” y usted culpa a las altas tasas de interés por esto.
El cálculo del índice de miseria es una suma de desempleo, inflación, tasa de interés y luego se le resta el crecimiento del PIB. Si sumas esos componentes, la tasa de interés en Chile es el mayor peso negativo. Si la tasa de interés es el problema, esto sugiere que incluso Chile tendría que dolarizarse. Si usara el dólar sus tasas de interés estarían muy cerca de las tasas que hay en Estados Unidos. Sería como en Hong Kong, que tiene una autoridad monetaria ortodoxa en donde 7,2 dólares hongkoneses equivalen a US$1, y las tasas de interés son muy parecidas a las de Estados Unidos. O si ves a Panamá, El Salvador o Ecuador, ajustadas por riesgo, las tasas de interés son las mismas.
La situación en cuanto a la política monetaria me parece correcta, no obstante creo que raya solamente la superficie del problema mayor.
Podría afirmarse que entre economía y política existe una relación casi intrínseca. Si tomamos la obra de Acemoglo y Robinson, podríamos decir que no se puede concebir a una sin la otra.
No es azaroso que mencionase a ambos autores. El Banco Central de la República Argentina, es una de las principales instituciones económicas del país, así como lo es la Reserva Federal en los Estados Unidos. Por lo tanto, creo que el mal que describe su artículo aqueja no solamente a Latinoamérica, sino al mundo en su conjunto, pero ya llegaré a eso.
Como bien mencioné, el BCRA es una institución económica, es por eso que no podemos entender su funcionalidad dentro de la sociedad sino comprendemos cual ha sido el contexto político en el que ha sido gestado. En una palabra, la función del BCRA es el control. Es un ente que se encarga de manejar la emisión monetaria, el atesoramiento de las reservas y las tasas de interés (una enumeración muy escueta de sus funciones pero afín a mis palabras). Su creación, en parte fue una consecuencia colateral de la gran depresión del 29 y la funcionalidad de la cual se podían servir los gobernantes del momento.
En ávidas cuentas, mi punto es que el BCRA, así como todas las entidades cuya función es el control monetario, han surgido de la mano de instituciones políticas que lo que buscaban era generar un mayor control sobre los mercados. Fueron producto de una política restrictiva, que buscaba manipular la libre fluctuación de la oferta y la demanda, para servir a los intereses de las cúpulas políticas imperantes. Después de todo, fue la misma Ayn Rand la que ha dicho «Dios salve al capitalismo de los defensores del capitalismo».
No obstante, no puede medirse a estas entidades con la misma vara, y he ahí el motivo del porque Argentina y Venezuela figuran detrás de, por ejemplo, Estados Unidos. En dicho país, existe una autonomía e independencia mayor de la Reserva Federal respecto del Gobierno Central. De hecho, solamente podría ser perturbado en su accionar por el Congreso de dicha Nación.
En Argentina la situación no podría estar más apartada. El BCRA se ha convertido en un órgano afín al Poder Ejecutivo. Responde a sus intereses, los cuales son parciales.
¿Tomaría el poder ejecutivo una medida económica que favoreciera al conjunto de la economía pero cuyo costo político le arrebate poder? ¿Irían los gobernantes de Argentina contra sus propios intereses políticos?
Por eso es correcto decir que la política monetaria ha sido planteada desatinadamente. Pero es tan solo un síntoma. Es un reflejo de lo que ocurre cuando el Estado intenta ejercer controles sobre la economía, para servir a un interés político que busca incrementar y mantener el poder, diría Maquiavelo (No por ninguna valoración del gobierno actual, es un rasgo característico de la política).
Podemos decir la política monetaria es incorrecta, pero antes tenemos que cuestionar al órgano que se ha encargado de su gestión, al poder que lo controla y a que intereses responde.
Si bien estoy de acuerdo en varias cuestiones que plantea el articulo, no creo que la solución sea la que se plantea, es decir, dolarizar la economía.
Centrándome en la situación de Argentina, creo que podemos identificar distintas causas que expliquen la mala situación en la que se encuentra en el «misery ranking». Si bien debo admitir que el común de la población y particularmente aquellos que tienen capacidad de ahorro, prefieren hacerlo en la moneda estadounidense y no en la moneda local, esto se debe precisamente a una situación de ausencia de estabilidad, la ausencia de un rumbo claro a nivel político y más aun en los aspectos económicos y monetarios.
Los últimos 12 años hemos tenido una misma conducción desde el punto de vista político, hemos tenido 3 gobiernos con los mismos dirigentes que, nos debería haber dado la posibilidad de establecer planes económicos y monetarios a largo plazo que produciesen efectos positivos en una economía dañada como lo estaba cuando asumieron el gobierno.
La situación actual del país, es la consecuencia directa de esto, es decir, la falta de rumbos claros y planes a largo plazo de políticas económicas, monetarias, sociales, como si ocurre en otros grandes países como China que luego de muchos años de desarrollo de planes claros y específicos han logrado un desarrollo económico importantisimo, donde no han tenido que dolarizar su economía, sino que le han dado un gran apoyo a su moneda hasta el punto de que muchos especialista plantean al Yuan como la moneda del futuro .
Creo que hemos dejado pasar una gran oportunidad de fortalecer nuestra economía y hoy en día estamos pagando las consecuencias. Afortunadamente dentro de algunos meses, habrán elecciones en nuestro país y tendremos la oportunidad de elegir que destino queremos para nuestro país. Un «cambio de cara» a nivel presidencial puede darnos un gran impulso y mayor confianza a nivel internacional que se traduzca en un renacer y una nueva oportunidad para corregir el rumbo de nuestro país y poder mejorar estos indices que nos arrojan una triste realidad.
Aun hay tiempo de cambiar el rumbo, solo es cuestión de votar con conciencia.
Estoy de acuerdo con que las políticas económicas en Argentina no han sido las ideales en los últimos años, sin embargo, considero un poco radical la idea de dolarizar la economía. Creo que mantener una moneda propia puede ser una herramienta extremadamente útil (y, por el contrario, carecer de la misma puede dejarnos vulnerables frente a cambios externos). En mi opinión, el problema no yace en la utilización del peso argentino, sino en la ineficacia y corrupción de las instituciones que lo controlan y regulan.
El BCRA es una institución que ha sido manipulada por el poder de turno en los últimos años. Los dirigentes se han concentrado en desarrollar políticas que apuntan al corto plazo y que aparentan beneficiar al pueblo (ganando el apoyo de los que no logran vislumbrar los problemas intrínsecos de las mismas al mediano y largo plazo). Por esto es que considero de vital importancia lograr, en primer lugar y como condición sine qua non, una total independencia de las entidades que regulan la actividad monetaria. Es en este punto en el que hay que trabajar, ya que cualquier tipo de política económica está condenada al fracaso si sus dirigentes son corruptos y funcionales al poder ejecutivo. En segundo lugar, considero imprescindible que se planteen políticas pensadas en el largo plazo y terminar con el pensamiento cortoplacista.
Llegado el momento en el que contemos con un BCRA independiente y con dirigentes decididos y lúcidos, creo que llegaría el momento de dirimir el tipo de políticas económicas que se emplearan. Este punto considero que es subjetivo y deberá ser debatido. Sin embargo, creo que hay un elemento que no está en discusión y es que ninguna política debe violar la libertad de los individuos. El Estado no debe acotar las libertades de los ciudadanos que, justamente, debe proteger. Es por esto que, personalmente, considero como políticas anti-republicanas y anti-liberales (en el sentido político) las que se destinan a privar a los individuos del ejercicio de sus libertades, en este caso de comercio (por medio de impuestos o cepos como es en Argentina).
Creo, firmemente (y hago hincapié que este punto ya es subjetivo) que el país debe seguir los consejos de los liberales de la escuela austríaca. Un Estado mínimo con impuestos bajos que no intervenga en las instituciones financieras (ni de ningún otro tipo), que no proteja a sus socios ni estafe al pueblo con sus negociados y corrupción; un gobierno con políticas económicas dirigidas al largo plazo y que tengan siempre en cuenta la libertad de sus ciudadanos ante todo. Con esto creo dejar en claro que, por el contrario, la forma de llevar a un país a la ruina es tratar de implementar el comunismo. Citando a Ayn Rand: «El derecho a la vida es la fuente de todos los derechos, y el derecho a la propiedad es solo su realización. Sin derechos de propiedad, ningún otro derecho es posible. Ya que el hombre tiene que sostener su vida por su propio esfuerzo, el hombre que no tiene derecho al producto de su esfuerzo no tiene medios de sostener su vida. El hombre que produce mientras otros disponen de su producto es un esclavo.»
A modo de resumen, sostengo la idea de que tanto Venezuela como Argentina deben cambiar el rumbo de sus estrategias económicas. Creo fielmente que la solución es promover un giro en las instituciones encargadas de regular la actividad económica para que estas dejen de ser funcionales al poder ejecutivo y puedan trabajar de manera independiente. Este pre-requisito lo creo indispensable para una planificación económica coherente, efectiva y que además tenga como resultado la emergencia de la propiedad, disminuyendo así los índices de miseria que azotan a ambos países.
Más allá de que exista una falta de confianza en la economía local, en su estabilidad, no me parece que dolarizar la moneda corriente sea una solución. Si bien la dolarización estabilizaría los precios, fomentaría la inversión, mantendría las tasas de interés en un mismo nivel… No sería conveniente, porque se perdería una herramienta de gestión que es la regulación monetaria, se pierde el poder de emitir, absorber dinero, manejar la tasa de interés, etc., atándose a la regulación de Estados Unidos. Se perdería la capacidad de hacer política cambiaria y política monetaria. Es decir, devaluar (política cambiaria), como hace un país normal en una emergencia para no perder competitividad. Y también de emitir moneda (política monetaria), como pueden hacer los Estados Unidos.