Fallas de mercado y equilibrio general: ¿fallas o ausencia de mercados y derechos de propiedad?

Estaremos viendo las así llamadas “fallas de mercado”. Hay dos visiones al respecto: la visión austriaca es que las imperfecciones son inevitables dadas las limitaciones del conocimiento. EL mercado es precisamente el gran proceso que permite el descubrimiento y distribución de ese conocimiento. Pero la visión tradicional encuentra gran cantidad de fallas. Por supuesto que existen tales cosas como oligopolios, externalidades, bienes ‘públicos’, y otros, pero hecho de que se consideren “fallas” de los mercados (y en muchos casos son en verdad “ausencia de mercados” por la falta de derechos de propiedad claramente definidos o la presencia de barreras regulatorias al ingreso de competidores}. Y son “fallas” también por pretender que la “perfección” del modelo ideal del equilibrio general “deba” existir en la realidad. Algunos comentarios del libro al respecto:

“Si el punto de equilibrio de un mercado es óptimo en el sentido de Pareto, ¿no ha de ser óptima una situación en la que todos los mercados estén en equilibrio? Imaginemos una situación así: se maximiza el superávit de los demandantes y el de los oferentes, no existen excedentes involuntarios en el mercado ya que todo el que quiso comprar lo hizo y todo el que quiso vender también, y los productos quedaron en manos de quienes más los valoran: los compradores, quienes adquirieron de los oferentes que los valoraban en menos y los vendedores, cuando sus valoraciones eran superiores a las de los compradores.

Por supuesto que el equilibrio general es un modelo “ideal”, una configuración imaginada, no descubierta en el mundo real. ¿Cuál sería el sentido de considerar mundos ideales que no existen? Pues como en las ciencias sociales no pueden realizarse experimentos como en las ciencias naturales, el uso de este tipo de construcciones imaginarias permite deducir lógicamente algunas conclusiones, suponiendo algún tipo de cambio mientras que todo lo demás se mantiene igual. Esto es lo que solemos describir con las palabras latinas “céteris páribus” con la cual se quiere decir que todo lo demás sigue igual, no ha cambiado. Un modelo ideal de este tipo nos permite deducir cuáles son los efectos de alguna modificación en alguna de las variables.

… el problema es que el modelo del mercado competitivo en equilibrio como suele ser presentado demanda unas condiciones de imposible realización en el mundo limitado y real en el que los humanos vivimos.

En particular, dicho modelo demanda que (Kirzner, 1973):

  • Todas las acciones deben estar perfectamente coordinadas

o             Las decisiones de los dueños de los recursos con las de los empresarios que los compran

o             Las decisiones de los consumidores para la compra de cada producto o servicio con las decisiones de producción y venta de los empresarios

o             Las decisiones de cada empresario con las del resto por lo que no habría actividad más lucrativa que ésa

o             No existiría un mejor método de producción, tecnología o escala

Por otro lado,

  • Los precios de los productos y recursos deben ser los que permitan esta coordinación universal

o             El precio de cada recurso debe ser tal que la cantidad que los dueños están dispuestos a vender sea la misma que los empresarios quieren comprar

o             El precio de cada producto debe ser tal que la cantidad que los empresarios desean vender sea igual a la que los consumidores quieren comprar

o             Cada empresario debe estar produciendo en el nivel en que su ingreso marginal sea igual a su costo marginal

 

Esto exige que ni las dotaciones de recursos, ni las posibilidades tecnológicas ni preferencias de los consumidores cambien. No existe un beneficio empresarial sino una tasa de remuneración de los factores que es igual a todos ellos. Es una economía sin cambios, sin innovación, sin emprendedores. Demanda, adicionalmente, el conocimiento omnisciente; todas las decisiones antes mencionadas sólo pueden cumplirse con conocimiento perfecto y anticipado de las acciones y reacciones de los demás actores del mercado.

Al respecto, dice Varian, en uno de los textos de microeconomía neoclásica más importantes:

“…un conjunto de precios tal que cada consumidor elige la cesta que prefiere de entre las que son asequibles y todas las decisiones de los individuos son compatibles en el sentido de que la demanda es igual a la oferta en todos los mercados” (Varian 1993, p. 509)

…fue elevada posteriormente a la categoría de “óptimo” según el Primer Teorema de la Economía del Bienestar, al lado de la cual todo lo demás es un “fracaso”:

“Este teorema garantiza que un mercado competitivo obtiene todas las ganancias derivadas del comercio: la asignación de equilibrio lograda por un conjunto de mercados competitivos es necesariamente eficiente en el sentido de Pareto. Quizá no tenga ninguna otra propiedad deseable, pero es necesariamente eficiente” (Varian 1993, p. 518).

Se pregunta Varian: “La existencia de un equilibrio competitivo es importante en la medida en que sirve para comprobar la coherencia de los diferentes modelos que hemos analizado en los capítulos anteriores. ¿De qué serviría desarrollar complejas teorías del funcionamiento de un equilibrio competitivo si éste normalmente no existiera?” (p. 515).

Parece un razonamiento de este tipo: tenemos una linda teoría, la realidad tendría que ser como ella indica…, y si así no es, es la realidad la que tiene problemas. La teoría, sin embargo, tiene que ayudarnos a comprender la realidad, lo cual es muy distinto que pretender que ésta se acomode a ella.

28 pensamientos en “Fallas de mercado y equilibrio general: ¿fallas o ausencia de mercados y derechos de propiedad?

  1. RESUMEN

    Los modelos de equilibrio en el mercado suscitan una serie de problemas al considerar que en el intercambio de ciertos servicios o productos no se alcanzaría el óptimo paretiano. La complejidad de las sociedades imposibilita un diagnóstico claro y el uso metodológico del “ceteris paribus” o de la economía de giro uniforme no es suficiente para obtener una respuesta adecuada. Las fallas del mercado, tales como las externalidades (tanto negativas como positivas), los bienes públicos, así como la competencia imperfecta, condicionan la intervención Estatal, mayormente aceptada por buena parte de la sociedad. La intromisión estatal debería analizarse en cada una de las situaciones descritas como “imperfectas”. Tanto el equilibrio como la competencia perfecta son situaciones hipotéticas e inalcanzables ya que nadie posee la totalidad de la información. La valoración subjetiva de los bienes o servicios que afectan a la sociedad pueden ser percibidos como negativos o positivos dependiendo de cada persona, lo que agrava el problema al afectar valores éticos distintos.

    TEMAS RELEVANTES

    Desde mi punto de vista, la premisa “generalmente aceptada” de que el mercado no es perfecto tiene dos implicaciones importantes: la primera es la “sacralización” del Estado como resolutorio de imperfecciones y la segunda es la “satanización” del mercado, atribuyéndole características morales erróneas, las cuales condicionan acciones políticas subjetivas para el ciudadano.

    Otro elemento esencial, y muy significativo para entender los problemas políticos, es la subjetividad de las decisiones políticas, afectando éstas de forma diferente ya que tanto las ganancias como los costes derivados de esas normativas son subjetivas, tanto para emisores (funcionarios y políticos) como para los ciudadanos. El término “subjetividad” ha sido borrado de los temas político-sociales y la dictadura del “bien común” o “interés general” o “Estado del bienestar” copan la mayoría de debates, tanto académicos como no académicos.

    PREGUNTAS AL AUTOR

    ¿Es posible un Estado no intervencionista en el que cualquier servicio sería ofertado por la iniciativa privada?. En caso negativo, ¿cuáles serían los servicios que inevitablemente tendría que prestar este Estado?

    Al ser las normas estatales siempre coactivas, ¿puede considerarse que jamás se conseguirá el punto óptimo de satisfacción? En todos los casos de intrusión normativa existirán “compradores” insatisfechos, por tanto ¿sería la ineficiencia una característica inherente al Estado? La liberalización y privatización harían más eficiente los servicios estatales?

    ¿Son los Estados de reducido tamaño más eficientes al tener acceso más fácilmente a la información?

  2. Resumen Capitulo II
    En la búsqueda de equilibrio presentado según el optimo de Pareto, existen varios problemas ya que tal modelo demanda condiciones difíciles de realizar en un mundo en constante movimiento y evolución. Algunas de las condiciones que requiere son por ejemplo, la no existencia de un mejor método de producción o que exista una coordinación estática entre los recursos de los empresarios y las necesidades de los consumidores. Los factores determinantes de los precios no se dan en un solo instante sino a través de varios instantes, lo cual hace difícil terminar el punto de equilibrio ya que los cambios se suscitan en esos distintos momentos. En respuesta a las fallas del mercado,como la competencia imperfecta, las externalidades, los bienes públicos y la falta de información, la intervención estatal sucede y es aceptada bajo el precepto que el estado esta conformado por un grupo de personas que buscan el bien común para la sociedad a la que sirven. De ahí es necesario hacer un explicación a lo que es un bien publico y si este es un fracaso del mercado, por el cual el estado debe intervenir para asegurar que ese bien cubra a la sociedad o que ciertas industrias tengan competencia libre o acceso libre al mercado.
    1)Seria fácil desmantelar la economía de lobbying firms?
    2)Si el estado debe intervenir tiene “accountability” si su intervención es un fracaso?
    3)Que sistema de balances aseguraría esta ” accountability”? –

  3. Definitivamente, la existencia de mercados es inherente a la subsistencia del ser humano, ya que todos los individuos necesitan verse involucrados en el intercambio de bienes y servicios para satisfacer sus necesidades. En consecuencia, no puede hablarse de ausencia de mercado, sino de fallas que atentan contra su natural funcionamiento.
    Una de las fallas tiene que ver con la información, que es imperfecta, asimétrica y que de acuerdo con Hayek, se encuentra dispersa entre la sociedad. Nadie es capaz de reunir todo el conocimiento, por lo que el conocimiento no se haya concentrado. Este fenómeno implica que a fin de llevar a cabo una planificación adecuada del mercado, debe existir algún método por el cual pueda proveerse a todos los individuos, conocedores de las circunstancias de tiempo y lugar, de información adicional que les permita actuar en el mercado coordinadamente con el resto de los participantes. En este sentido, entra a jugar el sistema de precios, aquel que surge de la existencia de dos condiciones: la libertad de contratar por los individuos y del derecho de propiedad, ya que lo que se intercambia es el derecho de propiedad sobre la cosa, no la cosa en sí necesariamente.
    Al hablar de información asimétrica, surge automáticamente la idea de un consumidor desprotegido, que está en inferioridad de condiciones respecto del vendedor que oculta información. Atento a que estamos frente a una falla del mercado, habrá soluciones voluntarias y/o soluciones que provengan de la acción estatal. Esta última suele ser la más recurrente, por ejemplo, a través del control de calidad que puede imponerse sobre los productos, evitando que los consumidores vean frustradas sus expectativas. En relación a las voluntarias, entiendo que son aquellas que surgen del propio mercado, del accionar de sus propios participantes: en caso de que algún consumidor se vea engañado al adquirir un producto determinado, no solamente no volverá a comprar al vendedor infiel, sino que mediante la difusión de su experiencia engañosa, podría lograr que otros individuos tampoco vuelvan a adquirir productos de aquel. Así, la «mala fama» opera como correctivo frente al vendedor que opera negligentemente, aprovechándose de la información asimétrica propia del mercado.

  4. Sin embargo, de darse en la realidad el equilibrio general, esto generaría la perdida de eficiencia, de espíritu emprendedor, de superación.
    No valdría la pena esforzarse por un nuevo producto, por llegar a más consumidores, por ser más eficientes en la fabricación o prestación de un servicio.

    La teoría no se ve en la realidad por la complejidad de los mercados mundiales y por las consecuencias que esto traería.

    Haciendo una analogía de esto con la economía política, vemos que la unanimidad que podría ser pensada como el equilibrio general, solo puede darse en modelos descentralizados y no muy numerosos.

    El optimo al igual que en el mercado seria el equilibrio general, el cual sería más difícil de alcanzar en política que en el mercado mismo.

    ¿Cuál sería el equilibrio entre las necesidades y reclamos de las mayorías y las minorías?

    ¿Cuál sería el interés de los lobbyes de intereses y de los políticos, que persiguen su interés personal que puede no coincidir con el interés colectivo, en alcanzar el equilibrio?

  5. Todos los seres humanos necesitamos involucrarnos en el intercambio de bienes y servicios para satisfacer nuestras necesidades (Como sabeos cumplimos un doble roll, siendo productores y consumidores todos), por ende no puede haber una ausencia de mercados, sino que como tal, al no ser perfectos porque carecen de infomacion, estos mercados tienen FALLAS.
    Esta informacion de la que escacean los mercados es asimetrica, y decimos que es de tal forma por que se puede notar la desigualdad que hay entre el comprador que se encuentra desprotegido por no tener la informacion necesaria, y el vendedor que si la posee y la oculta; Con esto decimos que ante la falla de mercado por esta falta de informacion existen dos tipos de soluciones posibles, las voluntarias que provengan de las personas mismas o soluciones que vengan de una accion estatal.

  6. Las fallas que aparecen en el mercado como la competencia imperfecta, las externalidades ya sean positivas o negativas, la existencia de bienes públicos, la información asimétrica y la dependencia del camino, lo alejan a este de un modelo ideal, en el cual el sistema funcionaría perfectamente en base a lo que Adam Smith definió como «la mano invisible»: cada individuo al perseguir su interés personal, termina contribuyendo al bien general. Como solución a este problema, entraría el Estado para regular el mercado a través de políticas públicas. La mayoría de las veces, este fracasa por intentar amoldar la realidad económica a modelos y fórmulas predeterminadas, como proponen algunas escuelas económicas como la alemana. Estas escuelas se especializan en construir modelos matemáticos que solo son accesibles para aquellos que dominan esta práctica. Como hemos visto, un ente centralizado no tiene el conocimiento total de lo que pasa en los mercados, puesto que los conocimientos son difusos. Pero para contrarrestar esto, podemos considerar a los economistas de la denominada Escuela Económica Austríaca, entre ellos Menger, Jevons y Walras, que buscan analizar el mercado en base a las acciones de los individuos, a través de preferencias subjetivas individuales y elecciones. Sostienen que la lógica de la elección, es el elemento esencial para el desarrolloo de una economía de validéz universal. Estos criterios alejan a la economía de las ciencias duras, como buscaban en escuelas anteriores. Las políticas públicas, que suelen buscar fórmulas para socavar las fallas de los mercados, suelen caer en el error de las fórmulas de las ciencias exactas, sin considerar que la economía es una ciencia social y como tal, esta está sujeta a cambios. No es la realidad la que tiene que adaptarse a una teoría, sino que las teorías deben ir explicando lo que va pasando en el mundo real, con los cambios que se producen en el mercado, en base a las preferencias de los consumidores, a las fallas mencionadas, a los avances tecnológicos, a los nuevos descubrimientos y a las necesidades diferentes de un mundo que está en constante evolución.

  7. Con respecto al articulo,si bien el estado a traves de politicas publicas siempre quiere llegar a lograr el optimo de pareto en el mercado,en lo cual es casi imposible lograrlo,lo que ocacionaria es la perdida de incentivos,los precios,preferencias,la informacion acerca que quieren los individuos en el intercambio dentro del mercado,los empresarios y las empresas monopolicas solo se concentraria en su interes personal,y no en el interes colectivo en dejar participar en la economia de mercado a los individuos. Lo mejor que podria hacer el estado es intervenir en cuando a las externalidades positivas y negrativas solamente cuando sea necesaria como un auxiliar del el mercado,y este mismo en cuanto a las fallas del mercado,es trata que no haya desequilibrio entre la oferta y la demanda,quienes ofrecen,y proporcionar una adecuada informacion de los precios,y conocer las preferencias de los consumidores,para que los demandantes puedan a travez de sus acciones poder elegir que recursos consumir.

  8. No puede sostenerse que no hay mercado aunque haya fracasos en el mismo es porque el óptimo al cual se intenta llegar (siendo igual un modelo ideal), considera a dicho mercado como estático, sin variaciones de producción o en la preferencias de los consumidores, con conocimiento perfecto y hasta futuro el cual según Hayek está disperso, sin monopolios sean naturales o legales , sin innovaciones tecnológicas lo cual llega a ser algo contradictorio con el “espíritu emprendedor” siendo este el estado de alerta ante las oportunidades parece morir ante un hipotético equilibrio sin evolución tecnológica la cual ayuda a la disminución de los costes ,sumándole a esto la rentabilidad mínima para poder cubrir los costos. Y sumándose a esto los bienes públicos con los free riders y las externalidades positivas que según Cowen son dos caras de la misma moneda, no pudiéndose reflejar los beneficios en los precios del mercado.
    Se puede considerar la intervención del Estado como el restaurador de un equilibrio hipotético? No será guiado el Estado, según Bastiat, a la redistribución con destrucción de la producción? trayendo más perjuicios a la sociedad que beneficios.
    Puede verse tambien que sin intervencion del estado hombres de negocios han resuelto problemas de usuarios gratuitos desarrollando metodos a quienes no pagan de los beneficios de bienes o servicios.
    No es momento para dejar actuar la politica de «Laissez Faire»,esta completa libertad en la economia,con bajos o nulos impuestos y minima intervencion de los gobiernos.

  9. En ausencia de externalidades, los mercados competitivos conducen a una eficiente asignación de los recursos, bienes y servicios y en ese sentido el precio –de equilibrio- es el indicador que posibilita el aprovechamiento y la producción de las cantidades socialmente optimas de estos y aquellos. Cuando el sistema de precios falla y no se produce ni el aprovechamiento de los recursos ni la producción de bienes y servicios en las cantidades socialmente óptimas, ocurre una falla o fracaso del mercado. La experiencia empírica indica que los bienes y servicios públicos están condenados a sufrir las fallas del mercado.

  10. La teoría puede ayudar a comprender y anticipar ciertos patrones de comportamientos que se repiten en una determinada sociedad, pero que no son absolutos.
    Este es el problema de toda ciencia social, que es la imposibilidad de conocer la naturaleza humana.
    Se tendrá una determinada concepción de la esencia del individuo, que será útil solamente a la hora de intentar esgrimir una teoría social para explicar su objeto, pero que se encuentra en el ámbito de la creencia. En este sentido la psicología tiene que ir de la mana de toda ciencia social.
    Y creo en la posibilidad de mejorar la realidad desde tipos ideales, ya que no todos los órdenes espontáneos son beneficiosos.

  11. Resumen:

    Los mercados están en una permanente situación de cambio y movimiento. Siendo cierto que tienden al equilibrio, esto no ocurre nunca al ser inalcanzable y tampoco estoy muy seguro que fuese deseable, por más que muchos autores lo consideren un ideal. Pero son ellos los que se empeñan en pretender que la realidad se adapte a la teoría y si no ocurre, entonces el problema es de la sociedad que no encaja en sus rígidos patrones.

    De ahí a considerar la existencia de un amplio catálogo de fallos de mercado hay un paso y los han dado sin ningún rubor. Se incorporan, por tanto, múltiples elementos para atacar estas ineficiencias de mercado desde una posición de omnisciencia, donde el Estado se presenta como un corrector de aquellos con su capacidad para intervenir coactivamente, con la fuerza de la ley. Conviene resaltar que un fallo en el mercado puede ser una excelenta oportunidad de ganancia para un empresario alerta en el sentido de Kizner y su flexibilidad y creatividad le puede permitir actuar mucho antes de que el Estado ‘metomentodo’ lo intente corregir. Es decir, de no producirse la incursión del Estado -a menudo creando una falsa solución rígida y burocrática difícil de cambiar- el propio mercado puede corregir errores preexistentes. Al interferir el Estado, la solución -más dinámica y flexible- del mercado puede encontrarse con serias dificultades para ser puesta en marcha.

    Preguntas:

    1) Un ejemplo de bien libre comunmente aceptado sería el aire, al cumplir las condiciones necesarias para que tal afirmación no pueda ser rebatida. Sin embargo, vemos cómo en países donde hay demasiada contaminación existen bares donde sirven aire puro para quienes lo demandan. ¿Demostraría lo anterior que existe una tendencia natural a la apropiación de esos recursos, otorgando usos privativos que hasta ahora habrían pasado desapercibidos?
    2) No se cuestiona -comúnmente- la defensa como caso de bien público. En España y en estos días, se ha abierto y cerrado un debate sobre el Ministerio de Defensa en apenas 24 horas. Pero las innovaciones tecnológicas también permiten cada vez más excluir en la defensa a los free riders, es decir, no proteger a aquellos que no considerándolo útil, prefieren no pagar su parte. Si esto prosigue en esa dirección, ¿debemos prescindir de los Ministerios de Defensa?
    3) Como continuación a lo anterior, si cada vez observamos que un número mayor de bienes pueden ser ofrecidos por el mercado, ¿qué papel otorgamos al Estado? (puede ser que anticipe un debate futuro. Si es así, ruego me disculpen)

  12. Las utopías son inalcanzables .. es imaginable un mundo ideal pero asi lo es también de inexistente… igualmente si existiera y todo marcharía perfecto, no habria emprendedores ni motivacion para la superacion ni para la competencia, y es eso en lo que se basa la economia , el mercado es básicamente competencia, un producto mejor va a ser mas pretendido, (tendra mas demanda) y puede tener un precio mayor comparado con otro similar de menos calidad …
    pero la competencia no es perfecta, los mercados tienen fallas y es imposible sanear todas, ni con las voluntades libradas a las necesidades y objetivos personales ni con politicas publicas reguladoras..Hay diferentes teorías que pretenden explicar las fallas y brindar posibles soluciones sea la de la Escuela austríaca y el liberalismo económico o la de Escuela neoclásica keynesiana o por otro lado la Escuela marxista todas brindando diferentes puntos de vista ; pero como la economía es una ciencia social y no una ciencia exacta .que estudia el intercambio la produccion los bienes etc; y todo esto es variable solo queda dejar que las cosas fluyan y que el mercado se autorregule siguiendo a Adam Smith y su mano invisible

  13. 1. Resumen del Capítulo II: Las fallas del Mercado.
    Los Economistas construyen modelos para estudiar, bajo determinadas condiciones y supuestos, el funcionamiento de una Economía (pero la teoría elaborada de estos modelos tiene que ayudarnos a comprender la realidad, lo cual es completamente distinto de pretender que se acomode a ella). Así uno de esto modelos es el basado en el equilibrio general competitivo, que analiza las condiciones de una Economía en la que no se producen cambios porque se han agotado todas las posibilidades de mejorar la coordinación de las decisiones entre oferentes y demandantes en todos los mercados.
    En la realidad, los mercados siempre están en cambio y movimiento, con tendencia al equilibrio que no alcanzan nunca. Por ello, es imposible concretar el modelo ideal basado en el equilibrio general competitivo, por la imperfección del conocimiento y la consiguiente posibilidad de cometer errores de los agentes económicos.
    El equilibrio general es un modelo ideal que no se da en el mundo real (el punto de equilibrio es el óptimo de Pareto) porque implica que no cambian: las dotaciones de recursos, las posibilidades tecnológicas, ni las preferencias de los consumidores. Tampoco existe un beneficio empresarial, sino una tasa de remuneración que es igual a todos los empresarios. Es decir, sería una economía sin cambios, sin innovación, sin emprendedores; con una demanda de un conocimiento perfecto y anticipado de las acciones y reacciones de los demás actores del mercado.
    Por otra parte, existen los problemas de fallas de mercado, que impiden alcanzar el óptimo de la eficiencia. Estas fallas del mercado se pueden concretar en:
    • Las imperfecciones de la competencia.
    • Las externalidades.
    • Los bienes públicos.
    • Y la información asimétrica.
    Las fallas del mercado presentan problemas que deben ser corregidos. Además, junto con el modelo de equilibrio general, es una justificación para la intervención del Estado en el mercado. Esta intervención parece una salida obvia para mejorar la coordinación entre los planes entre los consumidores y productores, y lograr de esta forma una mejor satisfacción de sus necesidades.
    La intervención estatal a través de políticas públicas no está exenta de problemas. Y se concreta en regulaciones de todo tipo (creando marañas de burocracia, inasumible algunas veces por la mente humana), en el caso de imperfecciones de la competencia, impuestos o subsidios en el caso de externalidades, provisión estatal en el caso de bienes públicos y servicios públicos de control de calidad en el caso de información asimétrica. Para que estas soluciones funcionen es preciso “eficientes y trasparentes” instituciones públicas, que permitan la selección e implementación adecuadas de tales políticas. No obstante, existen también alternativas privadas, con instituciones que funcionan correctamente.

    2. Preguntas:
    2.1. Hemos visto que una de las excusas para la intervención del Estado en el mercado son las fallas del mercado y que el Estado, en base al interés general, coordinaría los planes de consumidores y productores para la mejor satisfacción de sus necesidades. Pero: ¿Cómo y quién (funcionarios y políticos) saben lo que mejor conviene a la sociedad? Cuando se equivocan: ¿Quiénes pagan sus errores? ¿Qué repercusiones tienen para ellos sus errores?
    2.2. La definición de bien público implica una determinada falla del mercado, que se supone que el Estado ha de resolver. Entonces, parece lógico que a mayor extensión de los bienes públicos, mayor intervención del Estado en el mercado, y si disminuye la libertad económica también disminuye la libertad individual. ¿Cómo podemos limitar la definición de bienes públicos y la intromisión del Estado en nuestras vidas (de la cuna a la tumba)?.
    2.3. La intervención estatal tiene el poder de coacción, y suele eliminar o distorsionar los mercados, que funcionan por el sistema de precios y sus incentivos. Estos incentivos impiden que recursos escasos se agoten. Pero, si el Estado interviene: ¿Cómo se impediría que recursos escasos se agoten, si no existe o limitadamente los incentivos de precios? ¿Podríamos conocer las preferencias de los consumidores?

  14. Con respecto al medio ambiente y los bienes públicos, del Capítulo 2 quiero hacer un comentario. Hemos visto que generalmente se acepta, sobre todo por los intervencionistas, que bienes públicos serían: defensa y seguridad, la provisión de justicia, los espectáculos de fuegos artificiales, los faros, el aire limpio y otros temas medioambientales. Y si consideramos los bienes públicos globales, pocas cosas quedarían que no fuesen bienes públicos.
    Bien, con respecto al medio ambiente, en el caso de las emisiones de efecto invernadero, el ámbito regulatorio deberá ser internacional (requiriendo tratados internacionales, que no los respetan ni los que los firman). En este caso entiendo que estaría justificada la la intervención estatal, pero solo con la condición de que: sólo debería implementarse cuando esta alternativa sea menos dañina para el conjunto de la sociedad y de un modo subsidirio a la misma.
    En el caso del calentamiento global del planeta, como en el caso anterior el Estado solo debería prevenirlo regulatoriamente, cuando se produzca un consenso, sin tintes políticos ni ideológicos, sobre su existencia y sus causas dentro de las sociedades afectadas, y los costes regulatorios no superen la adaptación futura al cambio climático.
    Hay que advertir que la intervención del Estado lejos de ser mágica, presenta siempre los problemas de coordinación muy similares a los del sector privado.También tendríamos que tener en cuenta que donde el sector privado no alcance un acuerdo, tampoco es probable que lo terminen haciendo los estados.
    Por ello, soy de la opinión que los Estados, en términos generales, no tienen que desplegar políticas medioambientales. Y que solo en el supuesto de extenalidades muy difusas que resulte más asequible regular que soportar, el Estado subsidiariamente dictar normativas con la mínima intervención necesaria.
    Lo que pueda hacerlo el sector privado, lo hará más eficiente que el Estado. Y si el sector privado fracasa a la hora de coordinar a los individuos en sus negociaciones voluntarias, probablemente fracasará el Estado a la hora de coodinar coactivamente a esos individuos.

    Por último, creo que la mayoría de los denominados bienes públicos, sin contar la defensa y con limitaciones, las podría desarrollar el sector privado, con mayores beneficios para todos los consumidores.

    Un saludo y gracias.

  15. OMMA
    Economía e Instituciones
    Alumno: Miguel Ángel Guevara
    Profesor. Martín Krause
    Resumen de la lectura del documento: Capítulo 2. El Foro y el Bazar
    En este capítulo del libro El Foro y El Bazar, se trata uno de los temas más polémicos de la economía como lo es el de las fallas de los mercados. Es interesante estudiar y profundizar en dicho tema porque en el mismo modelo de competencia perfecta está implícita la falla del mercado. Partiendo del supuesto de que hay un punto de máxima eficiencia en la asignación de recursos y de máxima satisfacción, es lógico pensar que en un mundo dinámico, de cambios constantes en las decisiones y preferencias de los individuos guiados por los precios del mercado es imposible que esta utópica situación de equilibrio sea alcanzada. A partir de esta supuesta falla es donde los demagogos y populistas aprovechan para plantear esquemas y modelos donde una mano visible y omnisciente puede planificar la vida de los sujetos económicos mejor que el mercado.
    Aspectos importantes
    Me parece que es de vital importancia para el funcionamiento de una economía la mayor libertad de acción posible para que el carácter empresarial pueda desarrollar todo su potencial. Sin embargo, aquellas situaciones naturales e inherentes al propio mercado, o motivadas por las instituciones creadas por los gobiernos, son presentadas como fallas insalvables y que requieren de la intervención de un planificador central que con toda seguridad crea un estado peor que el que pretende corregir.

    Preguntas

    1. ¿Por qué se considera que situaciones coyunturales o transitorias que pueden ser resueltas por el mismo mercado, son fallas o imperfecciones que necesitan la regulación de quien menos información posee sobre las mismas?
    2. El equilibrio general es inalcanzable. Todos lo sabemos. Sin embargo, los políticos insisten en corregir las imperfecciones de la competencia con obstáculos a la competencia, creando un caos que genera escasez, inflación y estancamiento. Caso Venezuela. Por qué, habiendo evidencias históricas repetimos el ciclo de errores?
    3. ¿Existen los bienes públicos o sólo son excusas intervencionistas?

  16. Según el capítulo 2 de “El Foro y el Bazar”, a partir del modelo ideal competitivo, entendido como “objetivo” o “meta” a la que tiende el mercado y en el que se cumple el óptimo paretiano, surge el planteamiento de las “fallas de mercado”, entendidas como los motivos por los que en el mundo real los mercados no alcanzan ese óptimo ideal, y que generan una serie de problemas que “obligan” a adoptar medidas para corregirlos. Dentro de éstas medidas, la más defendida suele ser la intervención del Estado, si bien dicha intervención sólo puede funcionar si en la sociedad correspondiente se dan unas instituciones públicas sólidas que permitan la selección e implementación de las políticas públicas adecuadas, aunque en la mayor parte de los casos hay soluciones “voluntarias” para esos mismos problemas. Dichas “fallas” son: la competencia imperfecta, las externalidades, los bienes públicos y la información asimétrica.

    El tema más interesante que se deduce del capítulo, es, a mi juicio el debate sobre si realmente puede hablarse de «fallas de mercado» como excusa/motivo para imponer medidas públicas en la economía. En línea con lo anterior, me parecen interesantes las afirmaciones contenidas en el mismo y según las cuales:

    – La intervención estatal suele eliminar o distorsionar los mercados, lo que hace que disminuya, de hecho, la información, creando, muchas veces, un problema mayor que el que se trata de solucionar. El ejemplo de la falta de precios en las economías planificadas desde el poder es un ejemplo muy claro y que fue la base de las críticas de los modelos socialistas planteados, entre otros, por Mises.
    – Cuando los teóricos hablan de la necesidad de que intervenga el Estado para solucionar esas “fallas de mercado», dan por hecho la buena utilización de los poderes del Estado, sin la cual su efectividad, en la línea que persiguen (alcanzar el óptimo paretiano), sería imposible. Lo cierto es que, tal y como se señala también en el capítulo, “¿y cuál es la seguridad de que esto ocurra? En verdad, poca”.

    Preguntas:
    1) ¿Acaso el uso de la denominación “fallas de mercado” no parece pretender indisponer contra los “mercados” (y, en consecuencia, contra la “economía de mercado”), como si fuesen aquéllos los culpables de que la realidad no sea “perfecta”, al «generar», según se afirma, una serie de «problemas» que hay que corregir, cuando realmente es una denominación de todo punto imprecisa ya que se refiere, en realidad, a una serie de “limitaciones” del hombre -no del mercado-, impuestas por su propia realidad y la naturaleza de las cosas (básicamente, que el hombre en este mundo no es ni omnipotente ni omnisciente y que necesita colaborar con el otro, lo que no siempre es fácil, para sobrevivir y progresar)? De hecho, si como se afirma en el capítulo, el propio juego del mercado y la iniciativa individual es capaz de buscar soluciones “voluntarias” (dentro y gracias al mercado) a los presuntos problemas generados por esas mal llamadas “fallas de mercado”, la citada denominación es claramente mejorable y habría que combatirla por imprecisa y porque tiene una fuerte carga ideológica -no científica- y una serie de connotaciones que confunden, en lugar de aclarar.
    2) Toda intervención estatal en la economía supone necesariamente una limitación de la libertad individual y de los derechos de propiedad de los individuos en el mercado. Tal y como vimos en el capítulo 1 del libro, hay una serie de instituciones (defensa de la propiedad privada, sistema libre de precios, libertad contractual etc) que son imprescindibles para que el mercado pueda realizar la labor de coordinación de los planes de los individuos permitiendo satisfacer una mayor cantidad de preferencias. ¿Acaso es defendible, basándose en criterios de “eficiencia”, la citada intervención estatal para alcanzar un presunto punto ideal, cuando con la misma se está limitando y constriñendo el normal funcionamiento del mercado (al atacar y perjudicar las instituciones necesarias para su funcionamiento), con el consiguiente riesgo general que supone eso para que se pueda realizar debidamente en el futuro esa labor de coordinación? O, dicho de otra manera, ¿no es cierto que el tratar de corregir esos presuntos «fallos de mercado» con intervención estatal afecta, necesariamente, a las «partes» teóricamente «sanas» del mismo (las instituciones a las que arriba nos referíamos), lo que hace que el problema que se trata de corregir sea realmente insoluble, ya que nunca se alcanzará la perfección (precisamente por la propia naturaleza de las cosas y no del mercado)?
    3) ¿Puede asegurarse que la adopción de medidas públicas pueden realmente solucionar los problemas generados por las mal llamadas “fallas de mercado”, consiguiendo que el coste de su implantación sea inferior a los beneficios que se obtienen de ellas? ¿Acaso para poder hacer esa valoración no sería necesario comparar dos futuribles hipotéticos e imaginados (la realidad futura sin intervención, y la realidad futura con intervención), lo que es imposible (y eso sin tener en cuenta que, como comentábamos arriba, la intervención del Estado alterna necesariamente el sistema de precios, impidiendo, por tanto, la valoración)?
    4) ¿No es cierto que si para alcanzar ese presunto punto óptimo ideal (o acercarse mucho a él) los costes son mayores que los beneficios, ese punto alcanzado podrá ser óptimo en el sentido paretiano si se trata de una situación en la que ya nadie pueda mejorar sin que empeore otro, pero jamás se puede afirmar, objetivamente, y sin ninguna duda, que se ha alcanzado una situación mejor y preferible a la inicial, ya que la sociedad en su conjunto está peor –al disponer de menos recursos, bienes y servicios según las valoraciones subjetivas de los ciudadanos- que cuando se empezó el proceso, y ello se ha conseguido, además, a través de la coacción –estatal-?

  17. 1. Resumen
    Partiendo del concepto de equilibrio paretiano introducido en el capítulo anterior, se explican las razones por las que ese equilibrio no puede alcanzarse nunca en el mundo real. Dado que éste no se comporta como el modelo ideal en el que la competencia sería perfecta, se deduce que el mercado es imperfecto en la optimización para asignar los recursos escasos, que era el objetivo inicial del modelo.
    Esa imperfección es lo que se conoce como fallos del mercado: prácticas monopolísticas (que permitirían un precio superior al de equilibrio en competencia perfecta), externalidades (que provocarían costes y beneficios distintos de los que se producirían en su ausencia), bienes públicos (que no podrían ser provistos por el mercado en la cantidad deseada) e información limitada (que impediría el conocimiento perfecto requerido por el modelo de competencia perfecta) y asimétrica (que no permitiría a los agentes económicos estar en igualdad de condiciones a la hora de tomar sus decisiones).
    Una opción para solucionar cada uno de estos supuestos fallos del mercado es la intervención estatal mediante regulaciones (monopolios), impuestos o subsidios (externalidades), provisión estatal (bienes públicos) y controles de calidad (información), pero estas soluciones requieren la existencia de instituciones públicas transparentes y eficaces.

    2. Conceptos relevantes (a mi juicio)
    La pregunta de Varian para justificar el equilibrio en competencia perfecta. Lo importante para analizar el fenómeno económico no es que se utilice un modelo teórico: eso mismo ocurre en otros campos de la ciencia donde también se utilizan modelos ideales que nos permiten obtener ciertas conclusiones. Sirva de ejemplo el grado de ecuaciones diferenciales que le pueden servir a un ingeniero y a un físico para describir el movimiento de un objeto: el ingeniero asumirá que los cambios a partir de cierto grado de exactitud no son relevantes para su objetivo, mientras que el físico buscará definir el movimiento lo más exactamente posible, puesto que su trabajo es más teórico que práctico.
    En mi opinión, lo importante es si el modelo teórico es coherente con la realidad: en el ejemplo del ingeniero y el físico, pueden obtener resultados diferentes, pero ambos reflejarán, con mayor o menor grado de exactitud, lo que pasa en la realidad cuando analizan el movimiento del objeto que están estudiando. Si no fuera así, rechazarían el modelo teórico que les ha llevado a obtener resultados que no se parecen a lo que ocurre en la realidad.
    El modelo de competencia perfecta neoclásico adolece de esa característica fundamental, ya que no se ajusta a la realidad: ninguna empresa tiene una curva de demanda completamente elástica en todos sus tramos, todas las empresas tienen alguna capacidad, por mínima que sea, de influir en el precio del producto, ningún monopolio natural ha sobrevivido eternamente a las innovaciones tecnológicas, etc.
    El resultado que nos proporciona dicho modelo en forma de equilibrio estático, no se parece a la realidad del mercado, pero en vez de cambiar el modelo, se culpa al mercado de no responder como se esperaba. Volviendo al ejemplo, es como si el ingeniero y el físico reprendieran a la persona que disparó la bala porque ésta no cayó exactamente donde la solución del sistema de ecuaciones predecía que debía caer, independientemente de que uno utilizara simplemente un tiro parabólico y el otro algo más sofisticado.
    Por lo tanto, creo que los fallos del mercado no son tales: de hecho, creo que el modelo ideal tiene muchos más y son fácilmente rebatibles, lo cual limita las conclusiones que se obtienen a partir del mismo, tal y como demuestran los ejemplos de la tragedia de los comunes o los servicios de bomberos voluntarios (esto me hizo recordar que en uno de esos veranos californianos repletos de horribles incendios, las únicas casas que no fueron pasto de las llamas fueron aquéllas atendidas por empresas de bomberos privadas, no públicas).
    En cualquier caso, si la intervención estatal es impuesta, no puede funcionar sin instituciones fuertes, controladas por otro tipo de instituciones como las que se analizaron el capítulo anterior, no ligadas al exclusivamente poder político.

    3. Preguntas
    a) ¿Debería el Estado proporcionar, únicamente, servicios de justicia, policía y defensa, tal y como argumentaba Ayn Rand? ¿Hay registros históricos exitosos de estos servicios siendo privados?
    b) ¿Se puede realmente limitar el poder del Estado? ¿Es factible, o simplemente otro ideal más, el anarco-capitalismo?
    c) ¿No fallamos los liberales, intelectualmente, desde el momento en que aceptamos que el mercado tiene fallos? ¿No sería más fácil rebatirlos, en vez de negar que el Estado los resuelva?

  18. (i) En el presente capítulo se presenta el análisis que se hace del mercado perfectamente competitivo desde la concepción pigouana de eficiencia. El modelo idealizado que esto implica para el análisis económico se encuentra, en la realidad, con numerosas «fallas» de mercado. Estas son cualquier desviación del modelo perfecto, el cual se admite como ideal. En respuesta, es decir para corregir los fallos, el estado debe tomar las riendas para devolver el mercado al cauce en el que debería estar. Aparentemente, el estado tiene la información de cómo debería verse el mercado y por lo tanto hará lo que deba para corregirlo.

    (ii) Me parece relevante las consecuencias de lo que se sigue de la competencia perfecta, ya que en aras de ella, se requiere mayor intervención estatal. El modelo de competencia perfecta, que puede haber servido como mecanismo heurístico, se ha vuelto la vara de medición de la economía. Asimismo, creo que es peculiar la taxonomía que se establece para reconocer las fallas. Digamos monopolio: es Uber un monopolio? Lo es Snapchat? La determinación de cuánta diferenciación debe haber para que sea considerado un bien monopolístico da también labor al estado.

    (iii) ¿Si la eficiencia pigouiana fuese reemplazada, qué alternativas hay (e.g. Huerta de Soto)?
    ¿Puede considerarse el concepto de «precio natural» al que tienden los bienes de Smith como predecesor?¿Ya que de qué sirven los precios naturales si ese «equilibrio» nunca se alcanza?
    ¿Hay alguna instancia en la economía en la que se pueda justificar, fuera de las fallas de mercado, la intervención estatal?

  19. RESUMEN
    El capítulo plantea la capacidad que, por sí solo, el mercado puede tener para llegar una situación de equilibrio perfecto, en el que la asignación de recursos y la obtención de beneficios por parte de todos los individuos fuese óptima, de forma que no hubiese excedentes sin utilizar en ningún lugar de la economía, y todos los agentes tuviesen unas compensaciones homogéneas.
    Frente a la información dispersa y asimétrica, debido a las preferencias dispares de los individuos, que sólo el mercado parece poder solucionar a través del sistema de precios, de la propiedad privada y del libre intercambio, el texto muestra posibles debilidades apuntadas por ciertos autores, como son las fallas de mercado, los bienes públicos y las externalidades, que según ellos, exigirían la intervención del Estado o de otro tipo de instituciones que de forma dirigida las solventase.

    IDEAS NOVEDOSAS O IMPORTANTES
    – Bienes públicos, privados, tipo club o recursos comunes
    PREGUNTAS
    – Más que una pregunta, una reflexión: Aun con todos los fallos que puedan atribuirse al mercado, lo que parece claro es que la planificación, no es capaz de dar respuesta a las necesidades particulares de millones de individuos, como lo han demostrado los sistemas de planificación llevada al extremo, es decir los de planificación central. En todo caso parece razonable que las instituciones, sin arrogarse la función de llevar a cabo esa planificación para la que nunca tendrán la necesaria información, puedan fijar una “reglas de juego” que den garantía a los agentes económicos, quienes libremente tratarán de hacer la mejor asignación de sus recursos disponibles

  20. La realidad es que no se puede hablar de competencia perfecta. Por ejemplo, no hay tal de un producto homogéneo. Acaso son homogéneas o idénticas las lechugas producidas en diferentes fincas de una misma región? No hay diferencias de modos de cultivo y por tanto de características físicas y químicas? Acaso cada porción de tierra es igual a cada una de las demás y la aplicación de una determinada cantidad de insumos produce los mismos resultados en las características de las lechugas?

    Existen los mercados de tantos vendedores y compradores que ninguno puede ejercer por su propia cuenta individual influencia determinante en los precios? Tómese el caso del pan en una ciudad. Acaso el pan de cada panadería es igual al de cada otra? Acaso la panadería de barrio no tiene un área de influencia en la que ejerce un poder de mercado importante? Será que los compradores tienen la opción de buscar otro proveedor de otro sector de la ciudad donde pueda ser, por ejemplo, más barato sin tener que correr con los costos de búsqueda, información y acceso? No están acaso segmentados los mercados por propiedades de los productos, costos y accesibilidad?

    Al ser el caso que la competencia perfecta es una abstracción irreal (que no ideal, por qué habría de serlo?) tiene sentido hablar de fallas del mercado cuando se trata de apreciar los mercados reales que se caracterizan por los productos diferenciados y la segmentación?

    Posiblemente se podría hablar de abusos de posición dominante y a prácticas desleales o excluyentes y esos casos están vinculados con alarmante frecuencia a privilegios otorgados por el estado o a la búsqueda de rentas por los funcionarios estatales. El asunto no es fácil y requiere mucha ponderación, reflexión y análisis.

  21. En efecto esta vision de corriente economica austriaca anticipa que las «fallas de mercado» son inevitables quiza por ausencia de los mismos y derechos de propiedad no definidos. Desde la teoria del equilibrio general de Keynes se ha observado que para lograr el pleno empleo, una fuerza externa debe intervenir; es decir, que frente a un desequilibrio entre el gasto y la produccion el pleno empleo no puede ser alcanzado a menos que una fuerza externa (como el ajuste en el nivel de precios o el aumento del gasto publico) intervenga. Esto puede considerarse tambien como fallas del mercado ya que contrariamente a lo que sostenia Adam Smith de que el libre mercado se autorregula sin necesidad de alguna intervencion externa (equilibrio natural), la evolucion del intervencionismo en los mercados ha crecido por desgracia.

  22. Con respecto a lo que nos cuenta el articulo, recuerdo que en clases vimos la teoría de Pareto, en el cual nos dice que el optimo se alcanza con un equilibrio de mercado, es decir, la misma cantidad de demandantes y la misma cantidad de oferentes, pero en la realidad no se da dicha teoría, ya que no ocurre en los mercados por las fallas de éste, como por ejemplo, las externalidades, bienes públicos, competencia imperfecta, etc. Como bien exprese anteriormente , la teoría no se aplica en la realidad, ya que es imposible lograr un punto de equilibrio y un mercado que no tenga fallas, ya que los individuos tienen determinadas preferencias que son cubiertas con sus escasos recursos, y ademas poseen poca información al respecto. Es importante y muy necesario el intercambio entre los productores y consumidores, ya que se puede ver las necesidades y los gusto y o preferencias de los individuos y así el mercado, puede lograr tener datos para un mejor funcionamiento. Por ultimo, con respecto a las políticas publicas se debería regularizar dichas fallas de mercado, pero en algunos casos esto tampoco se da.

  23. Es lógico que existan fallas del Mercado ya que en la realidad este no es perfecto y si bien tiende al equilibrio, no lo alcanza. Sabemos que es imposible coordinar todas y cada una de las acciones individuales de las personas. Como sostiene Hayek en «El uso del conocimiento en la sociedad», «…el conocimiento de las circunstancias que debemos utilizar nunca existe en una forma concentrada, sino solamente en la forma de elementos dispersos, incompletos y frecuentemente contradictorios, que diferentes individuos poseen». Coincido en que nadie posee absolutamente todo el conocimiento necesario para manejar la economía sin que se presenten fallas. Ni el mercado ni la vía de la política son inmunes. Es por eso que los economistas cuestionan a aquellos que ven al Estado como aquel que puede resolver todos los problemas que se presenten.
    Tyler Cowen sostiene que «las imperfecciones de las soluciones de mercado… deben ser sopesadas contra las imperfecciones de las soluciones del gobierno», y que las soluciones privadas, cuando son posibles, suelen ser mas eficientes que las soluciones del gobierno.
    Obviamente todo entra en crisis si tenemos en cuenta el mercado de equilibrio competitivo, donde todos los mercados son perfectos, como así también la información, la coordinación de las acciones de los individuos y los precios. Esta situación en la realidad es imposible, es un modelo «ideal» que sirve de guía para tratar de acercarse hasta donde se pueda, y ayudarnos a comprender lo que en la realidad sucede.

  24. Al comparar la realidad (inevitablemente imperfecta) con un punto de equilibrio imposible de alcanzar, la conclusión consistirá necesariamente en el caos de la realidad. Es decir, si bien hay fallas, no todo está perdido, no todo es blanco o negro.
    Cualquier estadío será defectuoso al compararlo con una utopía. El punto óptimo debe tenerse como un modelo a seguir, aunque se sepa que nunca se llegará a él. Las fallas deben considerarse como puntos de partida a partir de los cuales analizar la realidad y tratar de corregirla lo mejor posible.

  25. FALLAS DEL MERCADO Y DEGRADACIÓN DEL AMBIENTE
    Los mercados que funcionan en forma satisfactoria suelen ser mecanismos eficaces para asignar los recursos entre los diferentes usos y a través del tiempo. Para que los mercados funcionen bien, es preciso que se cumplan ciertas condiciones esenciales. P. ej., los derechos de propiedad sobre todos los recursos deben ser claros y seguros. Todos los recursos escasos se deben manejar en mercados activos, que les asignen un precio de acuerdo con la oferta y la demanda. Las decisiones no deben tener efectos colaterales negativos apreciables. Es preciso que la competencia prevalezca. Los bienes públicos tienen que ser sólo raras excepciones. No se debe dar cabida a la miopía, la incertidumbre o las decisiones irreversibles. Si esas condiciones no se cumplen, el mercado libre no podrá asignar con eficacia los recursos entre los distintos usos y a través del tiempo. En ese caso, se gastarán demasiados recursos hoy y se dejará muy poco para el futuro.
    Gran parte de la mala administración y el uso ineficaz de los recursos naturales y del medio ambiente se puede atribuir a que los mercados funcionan mal, están distorsionados o son del todo inexistentes. Los precios generados por esos mercados no reflejan los verdaderos costos y beneficios sociales que implica el uso del recurso. Esos precios trasmiten información desorientadora acerca de la escasez de los recursos y no brindan incentivos adecuados para la administración, el uso eficaz y la conservación de los recursos naturales.
    Las fallas más importantes del mercado, que afectan el uso y la administración de recursos son las siguientes:
    • derechos de propiedad mal definidos o no existentes
    • recursos sin precio y mercados inexistentes o precarios
    • efectos persistentes de dispersión o nexos entre sectores, que se mantienen fuera del dominio de los mercados
    • altos costos de transacción que desalientan los intercambios benéficos, que en otras condiciones permitirían conservar los recursos y aumentar el bienestar social (entre esos costos de transacción figuran los de información, negociación, vigilancia y cumplimiento)
    • bienes públicos que el sector privado no puede o no debe proveer a través del mercado, ya sea porque no es posible excluir a los oportunistas y recuperar el costo de la provisión de esos bienes, o porque la exclusión de tales oportunistas, aun cuando sea técnicamente posible, puede reducir el bienestar social.
    • Imperfecciones del mercado, sobre todo la falta de competencia a causa de monopolios, oligopolios y mercados segmentados en la localidad (es decir, mercados fragmentados a causa de barreras físicas o políticas para la movilidad de los recursos, lo cual impide un reparto equitativo de los dividendos)
    • la miopía, entendida como la presencia de horizontes de planificación demasiado cortos o tasas de descuento demasiado altas, ya sea a causa de la pobreza o la impaciencia, o por el riesgo o la incertidumbre que afectan a ciertos individuos, mas no a la sociedad en conjunto
    • incertidumbre y deseo de evitar riesgos, lo cual pueden llevar no sólo a las altas tasas de descuento, sino también a la decisión de no hacer inversiones que tienen grandes variaciones en cuanto a dividendos, pero que, por lo demás, serían productivas
    • irreversibilidad (cuando las decisiones que se toman en el mercado en condiciones de incertidumbre dan lugar a resultados irreversibles, el mercado tal vez no sea capaz de asignar con prudencia los recursos)

  26. Resumen:

    En este segundo capítulo se analizan los fallos de mercado que encuentra el modelo de equilibrio. En su propia definición de equilibrio estático se empiezan a entrever los problemas que acarrea un modelo rígido -como una foto fija- imposible de adaptar la complejidad y riqueza de la realidad -que siguiendo la metáfora sería como una película siempre en movimiento-. Según el mainstream de los economistas, la solución a estos fallos sería la intervención de un poder público capaz de corregirlos y reequilibrar el modelo.

    Temas a resaltar:

    Como el positivismo y los modelos matemáticos han impregnado de cuantitivismo, ciencias que por su propia naturaleza son subjetivas y difícilmente modelizables.

    La presunción de que es el mercado el que está fallando y no los modelos estáticos incapaces de aprehender la realidad.

    La creatividad de los planificadores que en lugar de utilizar indicadores como los precios -fruto de la interacción libre y voluntaria- se las ingenian para crear nuevas entelequias artificiales a modo de indicadores que no aportan tanta información como algo tan sencillo y natural como los precios.

    Preguntas:

    Sobre los bienes comunales, ¿son siempre un fracaso? ¿No se ha conseguido paralizar la extinción los elefantes al otorgar títulos de propiedad a tribus africanas?

    ¿No existe una confusión entre bien público y no económico? ¿Todos los bienes tienden a ser económicos con el avance de la civilización y la tecnología?

  27. Hemos visto ya, que un mercado en equilibrio general es un mercado en donde no se producen cambios y se han agotado todas las posibilidades de mejorar la coordinación de las decisiones entre oferentes y demandantes, para lo cual se necesitaría un conocimiento omnisciente; pero recordemos que en términos de Hayek, el conocimiento se encuentra disperso, incompleto y frecuentemente es contradictorio… Por lo cual, este equilibrio general es un modelo ideal, no visto en el mundo real. A través del uso de estas “construcciones imaginadas” es que se puede llegar a ciertas conclusiones, en el mundo de las ciencias sociales, deduciendo cuales son los efectos de cambiar alguna variante si todas las demás siguen igual. El mercado competitivo en equilibrio, demanda ciertas condiciones imposibles de alcanzar en la realidad y esto hace que se considere que el “mercado falla”. Por fallas nos referimos: a la competencia imperfecta, las externalidades, los bienes públicos, la asimetría de la información; las cuales producen errores que deberán ser corregidos para poder acercarnos a lo que conocemos como el” Optimo de Pareto”.

  28. Resumen:

    Los mercados se mantienen en una permanente situación de cambio y movimiento. Tienden hacia el equilibrio, aunque no lo alcanzan. Habiendo supuesto que el equilibrio es el óptimo de la eficiencia y, en particular, habiéndolo hecho extensible a todos los mercados en lo que se llama “equilibrio general”, surgen como contraste las “fallas”, que impiden alcanzar ese punto. Al encontrar la realidad lejos del modelo ideal de equilibrio general con competencia perfecta, se considera que el mercado fracasa. Los economistas comienzan a descubrir numerosas instancias de “fallas de mercado”, en particular aquellas presentes por imperfecciones de la competencia, externalidades, bienes públicos e información asimétrica. Considerando el tiempo, este es irreversible y avanza sin poder retroceder, hay procesos secuenciales que se desarrollan y restringen las opciones disponibles en el futuro, pudiendo llegar a generarse asignaciones ineficientes de recursos. Nadie cambia dichos procesos por lo que el mercado “fracasa”. Todos estos casos son “fallas” que socavan el el concepto básico de funcionamiento de los mercados planteado por Adam Smith, y que el denominó “la mano invisible”.

    Puntos importantes:

    Las externalidades, según Arthur C. Pigou, se entienden como un efecto hacia terceros de las acciones de los individuos en el mercado. Estos efectos pueden ser positivos o negativos y recaen en terceras personas, sin que ellas hayan sido parte de la acción que los origina. Se considera que un bien público es un “fracaso del mercado”, porque este no lograría proporcionarlo en la cantidad deseada, debido a la actitud de los freeriders, ya que sería del interés personal de cada individuo enviar señales falsas respecto a su demanda de ese bien, para que otros carguen con el costo de su provisión. Un camino normal para solucionar las fallas del mercado es a través de la acción estatal, a través de políticas públicas. No obstante, para que las estas soluciones funcionen se necesitan, sólidas instituciones públicas, que permitan la selección e implementación adecuadas de tales políticas.

    Dudas/preguntas:

    1. ¿Existe también el modelo ideal de un Estado no intervencionista en donde los denominados bienes públicos pueden ser suministrados por agentes de mercado?

    2. ¿Se podría seguir considerando el aire como un bien puro dado el nivel de polución que existe hoy en día en donde el Estado se ha visto en la necesidad de intervenir para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos? Por ejemplo, en México y China el nivel de polución es tal que el Estado se ha visto en la necesidad de montar e instalar equipo y maquinaria para purificar el aire en las zonas de mayor concentración de habitantes.

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