Hace un mes, en una reunóon de empresarios, uno de ellos propuso un brindis por el capitalismo: http://www.lanacion.com.ar/1784796-un-debate-sobre-como-ajustar-la-economia-incomodo-a-empresarios
Los demás se escandalizaron. ¿A quién se le ocurre reivindicar un Sistema que sacó de pobres a cientos de miles?
En Junio de 1959, Ludwig von Mises dictó seis conferencias en Buenos Aires. Éstas fueron luego publicadas y las estaremos considerando con los alumnos de la UBA en Derecho. Comienza con una exposición sobre el Capitalismo. Algunos párrafos:
Los términos descriptivos que la gente utiliza son a menudo muy engañosos. Hablando de los modernos capitanes de industria y de los líderes de los grandes negocios, por ejemplo, llaman a una persona el ‘rey del chocolate’ o el ‘rey del algodón’ o el ‘rey del automóvil’. Su utilización de dicha terminología implica que no ven prácticamente diferencia alguna entre los modernos líderes de la industria y aquellos reyes, duques o señores feudales del pasado. Pero la diferencia, de hecho, es muy grande, ya que un ‘rey del chocolate’ no gobierna de manera alguna, sino que sirve. No reina sobre un territorio conquistado, independiente del mercado, independiente de sus clientes. El ‘rey del chocolate’ – o el ‘rey del acero’ o el ‘rey del automóvil’ o cualquier otro rey de la moderna industria – depende de la industria en la que opera y de los clientes a los cuales sirve. Este ‘rey’ debe mantenerse en buenos términos con sus ‘súbditos’, los consumidores; pierde su ‘reino’ tan pronto no pueda dar a sus clientes un mejor servicio, y proveerlo a un menor costo, que los otros con quienes debe competir.
Hace doscientos años, antes de la llegada del capitalismo, la posición social de un hombre estaba fijada desde el comienzo hasta el final de su vida; la heredaba de sus ancestros y nunca cambiaba. Si nacía pobre, siempre permanecía siendo pobre; y si nacía rico – un lord, un duque – mantenía su ducado y las propiedades correspondientes por el resto de su vida.
En lo que respecta a la manufactura, las primitivas industrias procesadoras de esos tiempos existían casi exclusivamente para beneficio de los ricos. La mayor parte de la gente (noventa por ciento o más de la población europea) trabajaba la tierra y no entraba en contacto con las industrias procesadoras, orientadas hacia las ciudades. Este rígido sistema de sociedad feudal prevaleció en la mayor parte de las áreas desarrolladas de Europa por muchos cientos de años.
Sin embargo, como la población rural se expandía, se desarrolló un exceso de gente en la tierra. Este exceso de población, sin herencia de tierras o establecimientos rurales, no tenía mucho para hacer, ni le era posible trabajar en las industrias procesadoras; los reyes en las ciudades le negaban el acceso a las mismas. La cantidad de estos ‘marginados’ continuaba creciendo y todavía nadie sabía qué hacer con ellos. Eran – en el total sentido de la palabra – ‘proletarios’, a quienes el gobierno atinaba solamente a ponerlos en un asilo o casa para pobres. En algunos lugares de Europa, especialmente en Holanda y en Inglaterra, llegaron a ser tan numerosos que – para el siglo XVIII – eran una real amenaza para la preservación del sistema social prevaleciente.
Hoy en día, analizando condiciones similares en lugares como India y otros países en desarrollo, no debemos olvidar que – en la Inglaterra del Siglo XVIII – las condiciones eran mucho peores. En ese tiempo Inglaterra tenía una población de seis o siete millones de personas, pero de esos seis o siete millones de personas, más de un millón, probablemente dos millones eran simplemente pobres marginados para los cuales no hacía provisión alguna el sistema social entonces prevaleciente. Qué hacer con estos marginados era uno de los grandes problemas de la Inglaterra del Siglo XVIII.
Otro gran problema era la falta de materias primas. Los Británicos, con mucha seriedad, se hacían a sí mismos esta pregunta: ¿Qué vamos a hacer en el futuro cuando nuestros bosques no nos provean más la madera que necesitamos para nuestras industrias y para calentar nuestros hogares? Para las clases dirigentes era una situación desesperante. Los hombres de estado no sabían qué hacer y la aristocracia no tenía idea alguna sobre como mejorar las condiciones.
De esta preocupante situación social emergieron los comienzos del capitalismo moderno. Hubo algunas personas entre estos marginados, entre esta gente pobre, que trató de organizar a otros para instalar pequeños talleres que pudieran producir algo. Esto fue una innovación. Estos innovadores no producían cosas caras apropiadas solamente para las clases altas; producían cosas más baratas para cubrir las necesidades de todos. Y esto fue el origen del capitalismo tal como opera hoy. Fue el comienzo de la producción masiva, el principio fundamental de la industria capitalista. En tanto las antiguas industrias procesadoras que servían a la gente rica en las ciudades habían existido casi exclusivamente para cubrir la demanda de las clases altas, las nuevas industrias capitalistas comenzaron a producir cosas que pudieran ser compradas por la población en general. Era producción masiva para satisfacer las necesidades de las masas.
“-“No, no quiero que mi actitud sea mal interpretada. Al contrario, tendré sumo agrado en declarar para que quede asentado en el expediente de esta causa que estoy totalmente de acuerdo con todo lo que los periódicos han dicho sobre mi persona, con los hechos, pero no con la valoración que se ha hecho de ellos. Solo trabajo para mi propio beneficio, que obtengo vendiendo un producto que necesitan a quienes pueden pagarlo y están dispuestos a hacerlo. No lo produzco para su beneficio a expensas del mío, y ellos no lo compran para mi beneficio a expensas del de ellos; yo no sacrifico mis intereses a ellos, ni ellos a mi; tratamos de igual a igual por consentimiento y beneficio mutuo, y estoy orgulloso de cada centavo que he ganado de esta forma. Soy rico, y me siento satisfecho de cada centavo. He obtenido mi riqueza por mi propio esfuerzo, por intercambio libre, y gracias al consentimiento voluntario de todos aquellos con quienes he hecho negocios; el de quienes me dieron trabajo en mis comienzos, el de quienes ahora trabajan para mi y el de quienes adquieren mis productos. Contestaré a todas las preguntas que temen ustedes formularme. ¿Deseo pagar a mis obreros más de lo que vale para mi su trabajo? No. ¿Deseo vender mis productos a un precio menos del que mis clientes están dispuestos a pagar? No. ¿Deseo venderlos a pérdida o desvalorizándolos? No…Si esto está mal, hagan lo que quieran conmigo, según las normas que prefieran. Las mías son estas: me gano la vida como toda persona honrada. Me niego a sentirme culpable por existir y trabajar para mantenerme. Me niego a aceptar que ser capaz de trabajar así es algo malo.
Me niego a considerar detestable el hecho de trabajar mejor que otra gente, realizar un producto de mayor valor que el de mis vecinos y ver que hay personas dispuestas a pagarme más que a ellos. Me niego a pedir perdón por mi idoneidad, por mi éxito, o por el dinero que gano. Si esto es maldad, obren en consecuencia. Si esto es lo que la gente considera perjudicial para sus intereses, dejen que la sociedad me destruya. Este es mi código y no aceptaré otro. Podría afirmar aquí que he beneficiado a mi prójimo más de lo que puedan imaginarse, pero no lo haré, porque no busco el beneficio de los otros como justificación de mi derecho a existir, ni reconozco el beneficio de los demás como justificación para que se apoderen de mis bienes o destruyan mi vida. No diré que el beneficio ajeno fue el propósito de mi tarea, sino que he trabajado para mi propio beneficio, y desprecio a quien sacrifique el suyo. Podría decirles que ustedes no sirven para el bienestar público, que no puede conseguirse el bienestar de nadie por medio de sacrificios humanos, que cuando violan los derechos de un hombre, violan los de todos, y una muchedumbre de criaturas sin derecho alguno queda condenada a la destrucción. Podría decirles que acabarán provocando una devastación universal, como sucede con todo saqueador cuando se queda sin víctimas. Podría decirlo, pero no lo haré. No desafío su política particular, sino sus premisas morales. Si fuera cierto que los seres humanos pueden conseguir su bienestar convirtiendo a otros en chivos expiatorios y se me pidiera que me inmolara en beneficio de aquellas criaturas que desean sobrevivir al precio de mi sangre; si se me rogara servir los intereses de la sociedad cuando esos intereses se sitúen aparte, por encima y en contra de los míos, me negaría por considerarlo el más despreciable de los males, lucharía contra ellos con todas mis fuerzas, me opondría a la humanidad entera, aunque fuese lo último que hiciera; combatiría con la plena confianza en la justicia de mi misión y el derecho que tengo , como ser viviente, a la existencia. Que no haya malentendidos acerca de mí. Si mis semejantes, que se hacen llamar sociedad, creen realmente que su bienestar requiere víctimas, puedo decirles: ¡Al demonio con el bienestar público! No seré parte de él”
Los presentes estallaron en aplausos. Rearden se volvió, más asombrado todavía que los jueces…”
La Rebelión de Atlas, pág 467-468.
Excelente! Maravilloso!
En la antigüedad la mayor parte de la gente nacía y moría pobre,luego desde la revolución industrial y el inicio del capitalismo y gracias a la propia capacidad de las personas ,comenzaron a salir de la pobreza.
En la actualidad como se sale de la pobreza?
Las soluciones estatales a través de políticas sociales , son una solución a corto plazo ,se implementan todo tipo de planes sociales para la gente y con eso creen estar solucionando el problema de la pobreza ,si bien las personas reciben el beneficio éste tiene un muy bajo costo para el gobierno , ya que esta solventado por todos los demás Ningún plan social saca a los pobres de la pobreza. Mientras haya mala gestión política y no se luche contra la corrupción el problema no se va a solucionar. Solo se podría solucionar, en cierta forma, fomentando un crecimiento económico,ya que los países que utilizan en forma eficiente sus recursos ,tienen mas producción y mas incentivos para el consumo, crecen mas rápido, siempre y cuando la sociedad y el mercado sean libres y exista la propiedad privada (nadie esta obligado a comprar o vender sino quiere).
Para esto las instituciones deben manejarse en forma efectiva y sin corrupción
Es interesantísimo lo que describe Mises en el primer párrafo:
Quienes están en el punto más alto del mundo de la política son calificados, como estudiamos, de dictadores benevolentes.
En cambio, quienes están en el punto más alto del mundo del mercado son calificados de reyes, de emperadores, en definitiva, parafraseando, de dictadores malevolentes.
Y es rarísimo, si se lo piensa…
Quienes están en el punto más alto de la política no tienen ningún incentivo para gobernar en beneficio de todos, principalmente, porque tienen una perspectiva de gobierno a corto plazo, porque los gobernados son racionalmente apáticos (sino irracionales) a su gobierno, y porque la posibilidad que tienen de abusar de su poder en provecho propio es ilimitada.
Entonces, quienes están en el punto más alto de la política tienen incentivos para ser dictadores malevolentes.
En cambio, quienes están en el punto más alto del mercado ejercen su actividad en beneficio propio. Pero todos quienes intervienen en el mercado lo hacen en beneficio propio. Por esa razón, quienes están en el punto más alto del mercado lo están porque ejerciendo su actividad en beneficio propio hicieron posible que todos quienes interactuaron con ellos en el mercado en beneficio propio lo obtuvieran.
Si quien ejerce su actividad en el mercado intentara obtener un beneficio propio en perjuicio del beneficio de quienes interactúan con él en mercado, si traicionara como el prisionero del dilema, como el mercado es un juego de múltiples interacciones, no podría obtener su beneficio, porque, como dijimos, únicamente puede hacerlo quien ejerciendo su actividad en beneficio propio hace posible que todos quienes interactúan con él buscando el suyo lo obtengan.
Quien traiciona en el mercado, pierde el juego, y nunca puede alcanzar su punto más alto.
Por estas razones, quienes están en el punto más alto del mercado tienen incentivos no para ser dictadores malevolentes, como el imaginario social pareciera representarlos, sino para ser «dictadores» benevolentes.
Sin sostener ninguna postura fervientemente capitalista, coincido con la idea de los introducido por este texto.
Cuando se asemeja a los empresarios y productores con los monarcas, detentadores de poderes absolutos y perversos que monopolizan y mueven las fuerzas del mercado, me recordó a los representantes políticos. Éstos cumplirían un rol similar. Lo que me llamó la atención es cómo se trae a la luz un argumento que queda oculto en lo que los prejuicios sobre el capitalismo nos hacen creer. Estos sujetos tienen el poder que tienen porque nosotros se lo proveemos, nosotros consumidores, nosotros votantes. ¿Excesivos precios? Abstengámosnos de consumir bienes y servicios. Pero tampoco queremos resignar la satisfacción de nuestras necesidades.
Los prejuicios contra el capitalismos siempre existieron, pero quién es capaz de negar su eficiencia? La historia ha probado como otros sistemas se fueron desmoronando, sobreviviendo éste. Sí, es cierto que el capitalismo acarrea numerosas falencias, principalmente relacionadas con la inequitativa distribución de recursos, pero yo no soy capaz de imaginar un mundo regido económicamente de otra manera.
Tal vez la solución no sea desterrarlo, sino emparchar los defectos que acarrea. Tal vez sea un «mal necesario», que neutralizadas sus falencias, sea el único que logró llevar a las «masas» como dice el texto, las provisiones necesarias para la satisfacción de las necesidades que hasta el momento, solo podían ser resignadas.
Los críticos del capitalismo sostienen que éste es básica e irremediablemente inmoral, y que ninguna modificación o reforma puede alterar esa característica fundamental; es inmoral porque la economía de mercado esencial para su funcionamiento recompensa en forma irregular, creando desigualdad e injusticia.
Según los críticos, hay por lo menos seis características que hacen del capitalismo un sistema inmoral:
1) El capitalismo conduce a una disparidad de oportunidades y recompensas, a una injusta desigualdad en la distribución.
2) El capitalismo responde a motivaciones no éticas y socialmente indeseables -codicia, egoísmo-, al mismo tiempo que las estimula.
3) El capitalismo produce bienes destinados a los consumidores, sin tener en cuenta la calidad de dichos bienes, ni el efecto social que ejercen sobre el consumo.
4) El capitalismo destruye los vínculos humanos éticamente deseables al relacionar exclusivamente a la gente por medio del “nexo del dinero”.
5) El capitalismo desacredita la costumbre y la tradición, debilitando instituciones humanas consagradas como la familia, alienando a los individuos y privándolos de sus raíces y su paz interior.
Sin embargo, no se estarían tomando en consideración las libertades del capitalismo, que fueron especialmente importantes para la clase trabajadora, ya que por primera vez en la historia tuvo la posibilidad de prosperar tanto política como económicamente. La moralidad del capitalismo reside en que permite al individuo dirigir sus propios asuntos de acuerdo con su propio interés personal.
Cuanto mayores son las oportunidades disponibles y más ampliamente son distribuidas, tanto mayores serán las posibilidades de que se desarrollen y recompensen las naturales diferencias de aptitudes, lo cual acentúa la desigualdad distributiva. Visto desde el marco del óptimo de Pareto, una buena sociedad es aquella en la que el individuo puede desarrollar plenamente el potencial de sus capacidades innatas, siempre que ese desarrollo no perjudique a los demás.
Como afirmó J. S. Mill: “La gente conoce sus propios asuntos y sus propios intereses, y cuida de ellos mejor que lo que lo hace, o se espera que lo haga, el gobierno. Esta máxima mantiene su vigencia durante la mayor parte de nuestra vida, y siempre que sea válida debemos condenar toda intervención gubernamental que entre en pugna con ella” (The Principles of Political Economy, Londres, 1949, libro V).
Creo que lo mejor del Capitalismo es que cualquier individuo tiene la oportunidad de invertir y generar utilidad sin que tenga que compartir los beneficios de los riesgos que solamente el está tomando.
Las diferentes posturas de los sectores empresariales del artículo podrían dividirse entre la Escuela de la Economía tradicional y la Escuela Austríaca. La Escuela Tradicional planteó al estudio de la economía desde sus agregados, siendo que se tienden a repetir los fenómenos económicos en todo tiempo y lugar; lo cual es una falacia porque, si bien hay ciertos aspectos que se reiteran, se deben al mantenimiento de las mismas políticas a nivel presupuestario. En la reunión de empresarios se mencionaron aspectos como promover el libre comercio; devolver los impuestos en servicios eficientes; eliminar el impuesto inflacionario y el cepo al dólar. Todas estas medidas se reducen a una apertura a la competencia, dejando que las fuerzas del mercado sean quienes dirijan las distintas demandas de los votantes y controlen el gasto público.
De todos modos, estas medidas tienen un sesgo claramente electoralista, lo cual nos retrotrae al concepto de Ciclo Político Presupuestario. Quedó claro que no existe la figura del Dictador Benevolente, sino que, en realidad, los políticos persiguen el objetivo de ser elegidos o reelegidos, de acuerdo a la visión del Public Choice; y de que las medidas que quieren adoptar serán para satisfacer las demandas de los votantes temporalmente, siendo que luego serán cambiadas ya sea para obtener rentas propias o para implementar sus políticas preferidas.
Desde la perspectiva de von Mises, uno de los principales exponentes de la Escuela Austríaca, los “empresarios” (las comillas se deben a una terminología propia) son quienes “depende de la industria en la que opera y de los clientes a los cuales sirve”, es decir los consumidores, sino éstos últimos dejarán de consumir sus productos.
Con el caso de la política, esto sucedería si no fuera por los votantes racionalmente apáticos, que sostienen que su voto no generará un cambio de trascendencia; y porque las políticas están planteadas para el corto plazo, extendiendo más allá del político de turno las consecuencias de sus actos sobre otro representante electo.
1)Realiza una comparacion del sistema basado en la propiedad privada y el sistema socialista como ser de las empresas nacionalizadas dentro un sistema capitalista , no constituyen socialismo, y ademas que el consumidor establece valores a los bienes, y que el productor para el consumo y que esta produccion es la mas rendidora, el autor dice » bajo el socialismo esto no ocurre » y plantea que
en el sistema socialista se da contradicciones entre la teoria del valor-trabajo y la teoria de los precios de produccion.Y que los calculos en dinero que se deverian llevarse comparando gastos y ahorro , para una planificacion dentro de los dos sistemas y que este calculo no se da en el sistema socialista.
2) Lo interesante es la comparacion de empresas capitalistas y socialistas y que este sistema socialista , no tiene ni pies ni cabeza, y que todo el que lleva adelante y lo practica este sistema entra en fracaso y es insensato,como el ruso que se convirtio en un programa de partidos y que en tal sentido VON MISES dice » que se destruira a la civilizacion y que nunca se lograràn establecer una comunidad socialista que resulta exitosa».
3) A..Se puede decir que las ideas de la escuela austriaca se incorporan a la terminologia econòmica de manera definitiva y que forman parte de la escuela
ortodoxia.
B..Cuàl es el limite que enfrenta las determinaciones de la utilizacion de la mercancìa y el capital, en la relacion de produccion en el sistema socialista.
C..Los costos que influyen en las decisiones , son importantes cuando se emplean recursos productivos para un determinado fin. Cuàl es el costo de oportunidad en el sistema socialista.
Se podría hacer una analogía entre aquellos marginados del feudalismo que «el capitalismo salvó» y los hoy en día desocupados,¿o acaso no son marginados por su salvador en el mercado del trabajo? Se que es polémico, pero llama a la reflexión.
Investigando en internet encontré un documento realizado por dos Licenciadas: Lic. María Angélica Zarazaga y laLicenciada en Trabajo Social, ambas de la Universidad Católica de Córdoba. «Poseer una ocupación estable, es la base principal de la cual se derivan las condiciones materiales de vida de la población de un país. En efecto, sólo pueden alcanzarse niveles de consumo de los hogares compatibles con un desarrollo adecuado de las posibilidades de realización de las personas cuando exista un número suficiente de buenas ocupaciones. Por esto último debe entender formas de inserción ocupacional que sean, al mismo tiempo, económicamente eficientes y socialmente equitativas. Por el contrario, la escasez de tales oportunidades – o lo que viene a ser equivalente – la proliferación de formas de inserción ocupacional inadecuadas constituyen el antecedente de la pobreza y la frustración de oportunidades de desarrollo personal».