Lenin y Mises sobre la planificación de la economía: ¿todavía hay que discutir esto?

Con los alumnos de UCEMA, Historia del Pensamiento Económico y Social, vemos a Lenin sobre la planificación económica en el socialismo en un artículo de 1919 titulado “La política y la economía en la dictadura del proletariado”, y luego un artículo de Mises de un año después sobre la planificación y el cálculo económico en el socialismo.

Dice Lenin:
El trabajo está mancomunado en Rusia a la manera comunista por cuanto, primero, está abolida la propiedad privada sobre los medios de producción y, segundo, porque el Poder proletario del Estado organiza en escala nacional la gran producción en las tierras y empresas estatales, distribuye la mano de obra entre las diferentes ramas de la economía y entre las empresas, distribuye entre los trabajadores inmensas cantidades de artículos de consumo pertenecientes al Estado.

Dice Mises:

Las tentativas de los bolcheviques rusos de hacer del Socialismo algo de la vida real y no un simple programa de partido, no se han enfrentado con el problema del cálculo económico bajo el Socialismo porque las Repúblicas Soviéticas existen en un mundo que crea precios en dinero para todos los medios de producción. Los gobernantes de las Repúblicas Soviéticas basan en esos precios los cálculos de acuerdo a los cuales toman sus decisiones. Si no fuera por esos precios, sus acciones carecerían de objetivos y de planificación. Sólo pueden calcular, llevar libros de contaduría y hacer planes si tienen como referencia ese sistema de precios. Su posición es la misma que la del estado y de las municipalidades socialistas de otros países: no ha surgido aún para ellos el problema del cálculo económico socialista.

Las empresas estatales y municipales calculan en base a los precios de los medios de producción y de bienes de consumo que crea el mercado. Pero sería precipitado deducir que porque existen empresas estatales y municipales, es posible el cálculo económico socialista.

Sabemos que las empresas socialistas de un solo rubro deproducción resultan únicamente porque reciben ayuda de su entorno no socialista. El estado y las municipalidades pueden mantener sus empresas propias porque los impuestos pagados por las empresas capitalistas cubren sus pérdidas. En la misma forma, Rusia ya se habría derrumbado si no hubiera sido apoyada financieramente por los países capitalistas. Pero mucho más importante que esta ayuda material prestada por la economía capitalista a las empresas socialistas es la asistencia mental. Sin las bases para el cálculo que el Capitalismo pone a disposición del Socialismo bajo la forma de precios de mercado, las empresas socialistas no podrían mantenerse, ni siquiera en rubros únicos de producción o en países individuales.

Los escritores socialistas podrán seguir publicando libros acerca de la decadencia del Capitalismo y el advenimiento del milenio socialista; podrán describir los males del Capitalismo en tonos dramáticos y compararlos con tentadores informes de las bendiciones de una sociedad socialista. Sus escritos podrán  seguir impresionando a los insensatos, pero todo eso no cambiará el destino de la idea socialista. El intento de reformar al mundo en tal sentido podría destruir la civilización, pero nunca lograría establecer una comunidad socialista que resultara exitosa.

Mises sobre el cálculo económico en el socialismo y el fracaso de la planificación y regulación de la economía

Con los alumnos de la materia Escuelas Económicas, de Eseade, vemos a Ludwig von Mises sobre el cálculo económico. Aunque se refiere a la posibilidad de dicho cálculo en el socialismo, explica también las diferencias entre valoraciones subjetivas y precios, y siendo que los precios no reflejan la totalidad de las valoraciones, son sin embargo el mejor instrumento para calcular y tomar decisiones:

“En una economía de intercambio, el valor objetivo de intercambio de los bienes de consumo pasa a ser la unidad de cálculo. Esto encierra tres ventajas. En primer lugar, podemos tomar como base del cálculo la evaluación de todos los individuos que participan en el comercio. La evaluación subjetiva de un individuo no es directamente comparable con la evaluación subjetiva de otros. Sólo llega a serlo como valor de intercambio surgido del juego de las evaluaciones subjetivas de todos aquellos que participan en la compra y venta. En segundo lugar, los cálculos de esta índole proporcionan control sobre el uso apropiado de los medios de producción. Permiten a aquellos que desean calcular el costo de complicados procesos de producción, distinguir inmediatamente si están trabajando tan económicamente como otros. Si a los precios del mercado no logran sacar ganancias del proceso, queda demostrado que los otros son más capaces de sacar provecho de los bienes instrumentales a que nos referimos. Finalmente, los cálculos basados sobre valores de intercambio nos permiten reducir los valores a una unidad común. Desde el momento que las variaciones del mercado establecen relaciones sustitutivas entre los bienes de consumo, se puede elegir para ello cualquier bien de consumo que se desee. En una economía de dinero, el dinero es el bien elegido. Mas, los cálculos de dinero tienen su límite. El dinero no es una medida de valor o de precios. El dinero no «mide» el valor. Tampoco se miden los precios en dinero: son cantidades de dinero. Y aunque aquellos que describen el dinero como «standard de pago diferido» lo crean ingenuamente, un bien de consumo no es un valor estable. La relación entre el dinero y los bienes de consumo no sólo fluctúa en cuanto a los bienes de consumo, sino también en cuanto al dinero. En general, tales fluctuaciones no son muy violentas. No perjudican en forma importante a los cálculos económicos, porque en un estado de continuo cambio de las condiciones económicas, este cálculo sólo abarca períodos relativamente cortos, en los que la «moneda dura», por lo menos, no cambia su valor adquisitivo en forma importante.

Las deficiencias de los cálculos en dinero surgen, generalmente, no porque se hayan hecho en términos de un medio de intercambio general, sino porque se basaron en valores de intercambio más que en valores subjetivos de uso. Por ejemplo, si estamos estudiando las conveniencias de una planta hidroeléctrica, no podremos incluir en los cómputos el perjuicio que ella podría significar en la belleza misma de la caída de agua, salvo que tomáramos en cuenta la baja del valor que produciría la disminución del movimiento turístico en esa región. Sin embargo, tendremos forzosamente que tomarlo en cuenta cuando decidamos si se llevará a cabo la empresa. Tales consideraciones son frecuentemente juzgadas como «no-económicas». Aceptaremos la terminología, porque la discusión respecto a términos no nos llevaría a ninguna parte. Pero no se puede decir que todas las consideraciones de esa índole sean irracionales. La belleza de un lugar o de un edificio, la salud de toda una raza, el honor de los individuos o de todo un país, aun cuando no tienen relaciones de intercambio (porque no se comercian en el mercado), son otros tantos motivos de acción racional, siempre que la gente las considere significativas como aquellas llamadas normalmente económicas.

El que ellas no entren en los cálculos de dinero se debe a la naturaleza misma de tales cálculos. Pero eso no disminuye en absoluto el valor de los cálculos de dinero en los asuntos generales de la economía. Porque todos esos bienes morales son bienes de primer orden. Podemos valorizarlos directamente y luego no encontrar dificultad para tomarlos en cuenta, aunque no caigan dentro de la esfera de los cómputos de dinero. El hecho de que escapen de dichos cómputos no presenta mayores dificultades para tomarlos en cuenta. Si sabemos exactamente cuánto hay que pagar por la belleza, por el honor, por la salud, por el orgullo, etc., nada nos impide tomarlos en cuenta. La gente muy sensible sufrirá al tener que elegir entre lo ideal y lo material, pero no se puede culpar de ello a la economía del dinero. Está dentro de la naturaleza misma de las cosas. Cuando logramos llegar a juicios de valor, sin recurrir a cómputos de dinero, no podemos evitar esa elección. Tanto el individuo como las comunidades socialistas tendrían que hacer lo mismo, y las personas verdaderamente sensibles no lo encontrarían doloroso. Llamados a elegir entre el pan y el honor, sabrán siempre cómo actuar. Si no se puede comer el honor, se puede, por lo menos, dejar de comer por el honor. Sólo aquellos que temen la angustia de la decisión, porque saben en su fuero interno que no pueden prescindir de lo material, considerarán la necesidad de elección como una profanación.”

Lecturas de Mises: teoría económica y las seis conferencias que dictó en la Universidad de Buenos Aires

Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca y Economía Institucional vemos a uno de los grandes nombres de la primera, Ludwig von Mises, en dos de sus características: por un lado, como economista teórico en su obra magna, Acción Humana, donde no habla solamente de economía sino, como todo economista austriaco, con una perspectiva más filosófica y amplia, que comienza con cuestiones de metodología de las ciencias y abarca al resto de las ciencias sociales. Allí vemos dos capítulos.

Pero también está el Mises del debate público de ideas, en cuyo caso lo encontramos escribiendo sobre asuntos más coyunturales en el área de la política económica, o sea, de la teoría económica aplicada a un particular momento histórico. Aquí incluimos las seis conferencias que Mises dictó en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, durante su visita a la Argentina. Estas son las lecturas:

  1. Acción Humana
  2. Mises, Ludwig: Acción Humana; Resumen capítulo por capítulo https://mises.org/es/library/accion-humana-un-resumen-capitulo-por-capitulo 
  3. Mises; La Acción Humana; Cap. XVI: “Los precios”   http://vonhumboldt.org/LAACCIONHUMANALUDWIGVONMISES.pdf   
  4. Mises; “La Acción Humana; Cap XVII: “Cambio indirecto”  

 

  1. Mises y la política económica   
  2. Mises, Reconstrucción Monetaria http://www.eseade.edu.ar/files/riim/Libertas/Mises-Reconstruccion-Monetaria-Revista-Libertas-No-39.pdf  
  3. Mises, Seis lecciones sobre el capitalismo: http://www.hacer.org/pdf/Mises00.pdf 

 

Más sobre el socialismo, a 100 años de la publicación del libro de Mises que destruyó el mito

Más sobre el socialismo, en esta oportunidad porque se cumplen 100 años de un libro fundamental en la materia, de Ludwig von Mises, traducido como “Socialismo”. Lo comenta en un artículo titulado “Ludwig von Mises’ Socialism: A Proper Defense of Liberalism”, Rosolino Candela, Senior Fellow en el F.A. Hayek Program for Advanced Study in Philosophy, Politics, and Economics, y Program Director of Academic and Student Programs en  Mercatus Center at George Mason University: https://www.econlib.org/library/columns/y2022/candelasocialism.html

“El sello distintivo de un gran libro es su capacidad para resistir el paso del tiempo, para que sus lecciones se apliquen a través del lugar y el tiempo, y para que sus principios subyacentes resuenen con las generaciones futuras. Con motivo del centenario de la publicación de Die Gemeinwirtschaft de Ludwig von Mises, traducido como Socialismo, es importante preguntarse por qué el socialismo cumple con este estándar intelectual y cómo su relevancia sigue siendo perenne.

Ha pasado poco más de una generación desde el colapso del comunismo en Europa del Este y Central, y desde entonces, otros países como China e India se han ido alejando gradualmente de la planificación central como base predominante para organizar la producción económica. Aunque las aspiraciones al socialismo en la práctica pueden haber muerto con la caída del Muro de Berlín en 1989, sus aspiraciones teóricas nunca han sido completamente enterradas. En este sentido, uno de los primeros estudiantes de Mises en Estados Unidos, Richard Cournelle, advirtió que, aunque Mises siempre pudo haber tenido razón sobre la imposibilidad del cálculo económico racional bajo el socialismo, una preocupación exclusiva entre los libertarios con este argumento después del colapso del comunismo haría que el caso del liberalismo fuera irrelevante. Como dice Cournelle, “a pesar de estas desilusiones, la creencia en la propiedad de la acusación marxista del capitalismo persiste con notable intensidad, ciertamente en Oriente y en gran medida en todas partes. La prescripción marxista, o al menos su ingrediente económico, puede estar en descrédito, pero Marx continúa controlando lo social desde su tumba en Highgate” (1992, pp. 3-4). Por lo tanto, «necesitamos ahora entender el proceso social voluntario tan completamente como entendemos el proceso de mercado, y los libertarios podrían mostrar nuevamente el camino» (1992, p. 7), y es Mises, quien «sabía que la economía es el comienzo de la investigación». en la naturaleza y el metabolismo de la acción humana y ciertamente no el final de la misma.”

Así es, los liberales discuten entre sí tan fuerte como con los opositores, y? Rothbard discute a Mises

Los liberales discuten entre sí, no aceptan que por el hecho de que uno de ellos sea un prócer sus ideas estén fuera de todo debate. Veamos este ejemplo: Murray Rothbard fue uno de los discípulos más cercanos a Mises. Sin embargo, no duda en criticar cuando su visión es diferente. Al margen de quien esté en lo correcto, simplemente quiero destacar la actitud, la amplitud de pensamiento y la libertad. Esto dice Rothbard de Mises en un artículo que publica el Mises Institute, titulado “On Mises’s Ethical Relativism”: https://mises.org/library/misess-ethical-relativism

“En resumen, es ilegítimo que Mises asuma que, conociendo todas las consecuencias que muestra la economía, todos se considerarán peor a partir de la medida estatal. Cuando Mises dice que la derogación de tales medidas «beneficiaría los intereses bien entendidos o a largo plazo de todas las personas» y son defendidas por «intereses creados a corto plazo», supongamos, como acabamos de indicar, las preferencias temporales de los estos últimos son altos; o supongamos, incluso al margen de la preferencia temporal, que la cantidad que X puede exigir a cada uno mediante alguna medida intervencionista es mayor que la cantidad que perderá como consumidor.

Lo que he estado tratando de decir es que el enfoque utilitario y relativista de la ética de Mises no es suficiente para establecer un caso completo a favor de la libertad. Debe complementarse con una ética absolutista, una ética de la libertad, así como de otros valores necesarios para la salud y el desarrollo del individuo, basada en la ley natural, es decir, el descubrimiento de las leyes de la naturaleza del hombre. No reconocer esto es el mayor defecto de la cosmovisión filosófica de Mises.

En su sección final, Mises dice que «hay autores que combinan el relativismo praxeológico con el relativismo ético… también hay autores que muestran absolutismo ético mientras rechazan el concepto de leyes praxeológicas universalmente válidas».

Sí, y también hay una tercera categoría de escritores: aquellos que aceptan tanto el absolutismo praxeológico como el ético, y reconocen que ambos son vitalmente necesarios para una visión filosófica completa, así como para el logro de la libertad.

Espero que quede claro que esta extensa discusión no pretende negar los grandes méritos generales del artículo de Mises y su importancia para todos los estudiosos de la acción humana.”

Más sobre el libro de Mises, Socialismo, a 100 años de su publicación

Al cumplirse los 100 años del libro Socialismo, de Mises, Albeto Mingardi comenta su contribución en Alberto Mingardi, The Tempting Certainties Offered by Socialism: https://oll.libertyfund.org/page/liberty-matters-perspectives-on-mises-socialism-after-100-years#essay2

“Es bastante triste que los hombres de saber tiendan a preferir escritores oscuros. Las obras escritas en un idioma conocido sólo por los iniciados permiten a la persona culta levantar un muro entre ella y el resto del mundo. Sentirse superior, en cierto sentido. Pero una prosa enrevesada rara vez es el producto de una mente concisa.

Se necesita bastante esfuerzo para malinterpretar a Ludwig von Mises (1881-1973). Socialismo (1922) no es una excepción. Este libro amplía el ensayo pionero de Mises de 1920, “El cálculo económico en la Commonwealth socialista”, que abrió el llamado “debate del cálculo socialista”, una de las grandes controversias en las ciencias sociales del siglo XX. Pero el libro es, como sugiere su subtítulo, “un análisis económico y sociológico”. El núcleo de los argumentos de Mises sigue siendo su gran descubrimiento de dos años antes. Storr lo resume brillantemente:

En ausencia de propiedad privada de los medios de producción, no puede haber rivalidad entre diferentes productores por los insumos. En ausencia de rivalidad no habrá precios significativos, no habrá precios que reflejen la escasez relativa de insumos. En ausencia de precios que reflejen escaseces relativas, no puede haber determinaciones de pérdidas y ganancias, no puede haber comparaciones entre el valor de todos los insumos necesarios para producir un bien y el valor del producto final que se va a producir. En ausencia de determinaciones de pérdidas y ganancias, no puede haber cálculos económicos racionales. Las decisiones sobre qué producir no estarán guiadas por lo que es socialmente beneficioso o socialmente derrochador.”

Se cumplen 100 años de la publicación del libro Socialismo, de Mises. Los puntos más importantes

Se cumplen 100 años de la publicación del extraordinario libro de Mises, Socialismo. Con ese motivo Virgil Henry Storr, Alberto Mingardi, y Yana Chernyak lo comentan en un artículo titulado “Perspectives on Mises’ Socialism After 100 Years” (August 2022). Son tres ensayos, uno de cada autor. Para Storr estos son los principales puntos del texto:

  1. Los precios son necesarios para superar el problema del cálculo y así emprender una acción económica racional.
  2. El socialismo, al eliminar la propiedad privada de los medios de producción, hace imposible el cálculo económico racional.
  3. Una comunidad socialista no solo es impracticable; también es probable que sea tiránico.
  4. Sin embargo, se culpa al capitalismo por errores que nunca cometió.
  5. Los mercados son democracias.

Y termina así:

“Hay otras partes del socialismo que continúan siendo profundamente relevantes y merecedoras de nuestra atención. Vale la pena considerar su discusión sobre la relación entre los mercados y el amor, en particular sus observaciones de que los mercados hicieron posibles los matrimonios basados ​​en el amor, y que los mercados probablemente sean más tolerantes con la diversidad sexual y de género. De manera similar, vale la pena explorar su breve discusión sobre las diferentes moralidades exigidas por el socialismo y el capitalismo y anticipa los escritos recientes sobre este tema. Y su discusión sobre la relación entre el individuo y la sociedad en las comunidades capitalistas y socialistas es fascinante. Cien años después de su publicación, Socialismo de Mises: un análisis económico y sociológico sigue siendo un libro que vale la pena leer.”

 

https://oll.libertyfund.org/page/liberty-matters-perspectives-on-mises-socialism-after-100-years#essay3

Lenin y Mises sobre la planificación económica en el socialismo

Con los alumnos de UCEMA, Historia del Pensamiento Económico y Social, vemos a Lenin sobre la planificación económica en el socialismo en un artículo de 1919 titulado “La política y la economía en la dictadura del proletariado”, y luego un artículo de Mises de un año después sobre la planificación y el cálculo económico en el socialismo.

Dice Lenin:
El trabajo está mancomunado en Rusia a la manera comunista por cuanto, primero, está abolida la propiedad privada sobre los medios de producción y, segundo, porque el Poder proletario del Estado organiza en escala nacional la gran producción en las tierras y empresas estatales, distribuye la mano de obra entre las diferentes ramas de la economía y entre las empresas, distribuye entre los trabajadores inmensas cantidades de artículos de consumo pertenecientes al Estado.

Dice Mises:

Las tentativas de los bolcheviques rusos de hacer del Socialismo algo de la vida real y no un simple programa de partido, no se han enfrentado con el problema del cálculo económico bajo el Socialismo porque las Repúblicas Soviéticas existen en un mundo que crea precios en dinero para todos los medios de producción. Los gobernantes de las Repúblicas Soviéticas basan en esos precios los cálculos de acuerdo a los cuales toman sus decisiones. Si no fuera por esos precios, sus acciones carecerían de objetivos y de planificación. Sólo pueden calcular, llevar libros de contaduría y hacer planes si tienen como referencia ese sistema de precios. Su posición es la misma que la del estado y de las municipalidades socialistas de otros países: no ha surgido aún para ellos el problema del cálculo económico socialista.

Las empresas estatales y municipales calculan en base a los precios de los medios de producción y de bienes de consumo que crea el mercado. Pero sería precipitado deducir que porque existen empresas estatales y municipales, es posible el cálculo económico socialista.

Sabemos que las empresas socialistas de un solo rubro deproducción resultan únicamente porque reciben ayuda de su entorno no socialista. El estado y las municipalidades pueden mantener sus empresas propias porque los impuestos pagados por las empresas capitalistas cubren sus pérdidas. En la misma forma, Rusia ya se habría derrumbado si no hubiera sido apoyada financieramente por los países capitalistas. Pero mucho más importante que esta ayuda material prestada por la economía capitalista a las empresas socialistas es la asistencia mental. Sin las bases para el cálculo que el Capitalismo pone a disposición del Socialismo bajo la forma de precios de mercado, las empresas socialistas no podrían mantenerse, ni siquiera en rubros únicos de producción o en países individuales.

Los escritores socialistas podrán seguir publicando libros acerca de la decadencia del Capitalismo y el advenimiento del milenio socialista; podrán describir los males del Capitalismo en tonos dramáticos y compararlos con tentadores informes de las bendiciones de una sociedad socialista. Sus escritos podrán  seguir impresionando a los insensatos, pero todo eso no cambiará el destino de la idea socialista. El intento de reformar al mundo en tal sentido podría destruir la civilización, pero nunca lograría establecer una comunidad socialista que resultara exitosa.

Ludwig von Mises en Buenos Aires: seis lecciones que serían las mismas que debería darnos hoy

En Junio de 1959, Ludwig von Mises dictó seis conferencias en Buenos Aires. Éstas fueron luego publicadas y las consideramos con los alumnos de UCEMA, Escuela Austriaca. Su tercera conferencia se tituló “Intervencionismo” y trata ahora sobre ese supuesto “tercer camino”. Mises comenta:

Mises3

“La idea que existe un tercer sistema – entre el socialismo y el capitalismo – como sus sostenedores dicen, un sistema tan alejado del socialismo como lo está del capitalismo pero que retiene las ventajas y evita las desventajas de cada uno, es puro disparate. La gente que cree en tan mítico sistema puede convertirse en realmente poética cuando  elogian la gloria del intervencionismo. Se puede decir, solamente, que están equivocados.

La interferencia del gobierno, que ellos elogian, provoca condiciones que a ellos mismos les disgustan. Uno de los problemas que trataré más adelante es el proteccionismo. El gobierno trata de aislar el mercado doméstico respecto al mercado mundial. Impone tarifas que elevan el precio doméstico de un producto por sobre el precio en el mercado mundial, haciendo posible a los productores domésticos formar cárteles. Los cárteles entonces son atacados por el gobierno declarando: ‘Bajo estas condiciones, es necesaria una legislación anti – cártel’

Esta es precisamente la situación con la mayoría de los gobiernos europeos. En los EEUU, hay además otras razones para la legislación anti – trust y la campaña del gobierno contra el fantasma del monopolio Es absurdo ver al gobierno – que crea por su propia intervención las condiciones que hacen posible la emergencia de cárteles domésticos – señalar con el dedo a las empresas, diciendo: ‘Hay cárteles, por lo tanto la interferencia del gobierno en los negocios es necesaria’. Sería mucho más simple evitar los cárteles terminando la interferencia del gobierno en el mercado – una interferencia que hace posibles estos cárteles.

La idea de la interferencia del gobierno como una ‘solución’ a los problemas económicos lleva, en cada país, a condiciones que, por lo menos, son bastante insatisfactorias y, a menudo, caóticas. Si el gobierno no se detiene a tiempo, fomentará el socialismo. Sin embargo, la interferencia del gobierno en los negocios es todavía muy popular. Tan pronto como a alguien no le gusta algo que sucede en el mundo, dice: ‘El gobierno debería hacer algo al respecto. ¿Para qué tenemos un gobierno? El gobierno debería hacerlo.’ Y este es un resabio de pensamiento característico de épocas pasadas, de épocas que precedían a la libertad moderna, al moderno gobierno constitucional, antes del gobierno representativo o del republicanismo moderno.

Por siglos existió la doctrina – sostenida y aceptada por todos – que un rey, un rey ungido – era el mensajero de Dios; tenía más sabiduría que sus súbditos; y tenía poderes sobrenaturales. Tan recientemente como a principios del Siglo XIX, la gente que sufría de ciertas enfermedades esperaba ser curada por el toque real, por la mano del rey. Los doctores eran generalmente mejores; sin embargo, hacían que sus pacientes se trataran con el rey.

Esta doctrina de la superioridad del gobierno paternal, de los poderes sobrenaturales y sobrehumanos de los reyes hereditarios, ha desaparecido gradualmente – o por lo menos eso creíamos. Pero apareció nuevamente. Hubo un profesor alemán llamado Werner Sombart (lo conocí muy bien), que era conocido en todo el mundo; era doctor honorario de muchas universidades y miembro honorario de la American Economic Association. Ese profesor escribió un libro que se encuentra disponible en una traducción al inglés, publicada por la Princeton University Press; también existe una traducción al francés, y probablemente exista una versión en español. Y espero que exista porque deseo que verifiquen lo que estoy diciendo. En este libro – publicado en nuestro siglo y no en la Edad Media – Werner Sombart, profesor de Economía, simplemente dice: ‘El Führer, nuestro Führer,’ – desde ya se refiere a Hitler – ‘recibe sus órdenes directamente de Dios, el Führer del Universo’

Antes ya mencioné esta jerarquía de Führers, y en esta jerarquía mencioné a Hitler como el ‘Supremo Führer’… Pero existe, de acuerdo con Werner Sombart, un más alto Führer: Dios, el Führer del Universo. Y Dios, escribió, le da Sus órdenes directamente a Hitler. Desde ya, el Profesor Sombart dijo, bastante modestamente; ‘No sabemos cómo Dios se comunica con el Führer. Pero el hecho no puede negarse’

Ahora, si oyen que dicho libro puede ser publicado en idioma alemán, el idioma de una nación que una vez fue aclamada como ‘la nación de los filósofos y de los poetas’, y ven que puede ser traducido al inglés y al francés, no podrán asombrarse del hecho que un pequeño burócrata se considere a sí mismo mejor y más inteligente que los ciudadanos y desee interferir en todo, aunque sea solamente un pobre minúsculo burócrata, y no el famoso Profesor Werner Sombart, miembro honorario de lo que sea.

¿Existe un remedio contra estas cosas? Yo diría que sí, que hay un remedio. Y este remedio es el poder los ciudadanos; tienen que impedir que se establezca un régimen tan autocrático que se arroga una mayor sabiduría que la del ciudadano común. Esta es la diferencia fundamental entre la libertad y la servidumbre. Las naciones socialistas han usurpado para sí mismas el término democracia. Los rusos llaman a su sistema Democracia Popular, probablemente sostienen que la gente está representada en la persona del dictador.”

Mises y la inflación, los precios, la emisión de moneda y la teoría cuantitativa

Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca, de UCEMA, vemos a Mises en Acción Humana. Un capítulo que se titula “Intercambio Indirecto” y que, trata gran parte de los temas relacionados con la moneda. Mises, por supuesto, entendía que la inflación es un fenómeno monetario, pero era crítico de muchos aspectos de la llamada “teoría cuantitativa del dinero”. Aquí algunos comentarios:

Mises1

“Si tantos economistas no hubieran tan lastimosamente errado en estas materias atinentes a los problemas monetarios, aferrándose después con obcecación a sus yerros, difícilmente podrían hoy prevalecer todas esas perniciosas prácticas, inspiradas en populares doctrinas monetarias, que han desorganizado la política dineraria en casi todos los países.

Error, en este sentido, de grave trascendencia fue el de suponer constituía el dinero factor de índole neutral. Tal idea indujo a muchos a creer que el «nivel» de los precios sube y baja proporcionalmente al incremento o disminución de la cantidad de dinero en circulación. Olvidábase que jamás puede variación alguna que las existencias dineradas registren afectar a los precios de todos los bienes y servicios al mismo tiempo y en idéntica proporción. No se quería advertir que las mutaciones del poder adquisitivo del dinero forzosamente han de ser función de cambios sufridos por las relaciones entre compradores y vendedores. Con miras a demostrar la procedencia de esa idea según la cual la cantidad de dinero existente y los precios proporcionalmente han de aumentar o disminuir siempre, adoptóse, al abordar la teoría del dinero, una sistemática totalmente distinta a la que la moderna economía emplea para dilucidar todos los demás problemas. En vez de comenzar examinando, como la cataláctica invariablemente hace, las actuaciones individuales, pretendióse estudiar el tema analizando la economía de mercado en su total conjunto. Ello obligaba a manejar conceptos como la cantidad total de dinero existente en la economía; el volumen comercial, es decir, el equivalente monetario de todas las transacciones de mercancías y servicios practicados en la economía-, la velocidad media de circulación de la unidad monetaria; el nivel de precios, en fin.

Tales arbitrios aparentemente hacían aceptable la doctrina del nivel de precios. Ese modo de razonar, sin embargo, meramente supone lucubrar en típico círculo vicioso. La ecuación de intercambio, en efecto, presupone la propia doctrina del nivel de precios que pretende demostrar. No es más que una expresión matemática de aquella —insostenible’— tesis según la cual existe uniforme proporcionalidad entre los precios y las variaciones cuantitativas del dinero.

Al examinar la ecuación de intercambio, presupónese que uno de sus elementos —la cantidad total de dinero, el volumen comercial, la velocidad de circulación— varía, sin que nadie se pregunte cuál sea la causa motivadora de tal cambio. Esas mutaciones indudablemente no aparecen, en la economía, por generación espontánea; lo que cambia en verdad es la disposición personal de los individuos que en la correspondiente economía actúan, siendo las múltiples actuaciones de tales personas lo que provoca las aludidas variaciones que la estructura de los precios registra. Los economistas matemáticos escamotean esa efectiva demanda y oferta de dinero desatada por cada una de las personas en la economía intervinientes. Recurren, en cambio, al engañoso concepto de la velocidad de la circulación basado en ideas tomadas de la mecánica.

No interesa, de momento, discutir si los economistas matemáticos tienen o no tienen razón cuando proclaman que los servicios que el dinero presta estriban, exclusivamente, o fundamentalmente al menos, en el rodar del mismo, en su circular. Aun cuando el aserto fuera cierto, no por ello dejaría de resultar ilógico pretender basar en tales servicios la capacidad adquisitiva —el precio— de la unidad monetaria. Los servicios que el agua, el whisky o el café prestan al hombre no determinan los precios que el mercado efectivamente paga por tales mercancías. Dichos servicios nos hacen comprender por qué las gentes, una vez advierten las propiedades de aquellas mercancías, demandan, en específicos casos, cantidades determinadas de las mismas. Es invariablemente la demanda, no el valor objetivo en uso, lo que determina los precios.