El diario La Nación reproduce un artículo publicado originalmente por el diario español El País, sobre el crowdfunding, notable ejemplo de innovación y cambio que muestra el desarrollo de los mercados modernos y los “órdenes espontáneos”, sobre los que tanto hablara tanto Adam Smith como F. A. Hayek. El artículo puede verse acá: http://elpaissemanal.elpais.com/documentos/la-vanguardia-del-crowdfunding/
Alguno párrafos:
“El crowdfunding, en español llamado micromecenazgo, viene duplicando sus dígitos de año en año desde 2012. Entonces se recaudaban en el mundo 2.700 millones de dólares por esta vía (2.450 millones de euros). La última cifra lanzada por la consultora Massolution, que recoge una estimación de 2015, calcula 34.400 millones de dólares (31.200 millones de euros), más del doble que en 2014. Los expertos señalan que estamos, simplemente, ante la punta del iceberg.
Ideas que nos cambian la vida, ideas que, ahí es nada, pretenden cambiar el mundo. El crowdfunding impulsa todo tipo de iniciativas y la de Laurence Kemball-Cook encierra un gran potencial transformador: iluminar las calles con la energía de nuestros pasos.
El día que nos recibe en las oficinas de su start-up, Pavegen, en Londres, cerca de Kings Cross, se muestra un poco nervioso: está a punto de cerrar una inversión de un millón de dólares en su proyecto.
Ingeniero de formación, diseñó a los 22 años una baldosa que recoge la energía cinética (creada a través del movimiento) para transformarla en vatios. Al principio nadie creía en ella. Nadie salvo él. Kemball-Cook, de 31 años, procede de una familia de emprendedores e inventores. Su bisabuelo, sir Basil Kemball-Cook, aristócrata e ingeniero, estuvo detrás del paso de los buques de la Royal Navy del carbón al petróleo. Su abuelo inventó una tecnología de detección de sonar para los barcos. Lo cuenta a toda velocidad. Con voz profunda y firme.
Sus baldosas, mullidas cuando uno apoya en ellas el pie, son ahora 200 veces más potentes que cuando puso en marcha un prototipo confeccionado con tablas de madera y cinta adhesiva. En julio del año pasado recaudó 1.903.400 libras (2.700 millones de euros) en una ronda de crowdfunding de inversión, fenómeno que está revolucionando la escena de los emprendedores tecnológicos y en la que Reino Unido es territorio de vanguardia. Hasta 1.474 inversores apostaron por su proyecto.
Pavegen ya sirve para iluminar un pasillo de la terminal 3 del aeropuerto de Heathrow. Para generar 10 horas de luz en el campo de fútbol de una favela de Río de Janeiro. Hay 200 instalaciones en marcha por todo el mundo. En 2009, contaba con 4 empleados. Ahora son 40.
“Creo que durante mucho tiempo ha habido barreras para que la gente pudiera transformar sus ideas en compañías de un millón de dólares que puedan cambiar el mundo”, asegura, con su mirada intensa. “Antes solo lo podían hacer los bancos, las firmas de capital riesgo, los business angels. La democratización de las finanzas es el movimiento más poderoso de la última década”.
El micromecenazgo, en realidad, no es tan nuevo. La primera campaña de este tipo fue una colecta para construir el pedestal sobre el que se sostiene la estatua de la Libertad en Nueva York y data de 1883. Pero nunca había resultado tan fácil, a golpe de clic. Internet y la tecnología lo han simplificado todo. El emprendedor tiene que hacer un buen vídeo en el que explique el proyecto, diseñar una buena campaña en redes sociales y esperar a que su idea triunfe.
Indiegogo y Kickstarter, nacidas en 2007 la primera y en 2009 la segunda, son las compañías que lo cambiaron todo. Ambas se han centrado hasta ahora en la modalidad de recompensa, la tradicional. “El crowdfunding ha facilitado que miles de emprendedores pudieran crear su proyecto”, dice orgulloso y con aplomo, en conversación telefónica desde Silicon Valley, David Mandelbrot, consejero delegado de Indiegogo. “Ha permitido que las comunidades decidan”. Cuando se le pregunta cuál ha sido el proyecto más asombroso que ha alumbrado su plataforma, no duda un segundo: Flow Hive.”