Los Estados son monopólicos por definición. Así los describe Max Weber (1919):
“…debemos decir, sin embargo, que un estado es una comunidad humana que (exitosamente) reclama el monopolio del uso legítimo de la fuerza física en un cierto territorio”.
No obstante, de la misma forma que podemos afirmar que un monopolio en el mercado sería “ineficiente” en la medida que la falta de competencia podría permitirle cobrar “precios de monopolio” por productos o servicios que serían de cuestionable calidad, lo mismo puede suceder en el caso de un Estado. No sólo eso, en el mercado puede darse la situación de que en un momento determinado exista un solo oferente, quien ha alcanzado esa posición por ser más eficiente que los demás, pero no podría cobrar “precios de monopolio” porque eso alentaría el ingreso de competidores y el desvío de las decisiones de los consumidores hacia ellos, pero el monopolio del Estado, por ser el monopolio del uso de la fuerza, por definición impide el ingreso de otro competidor. Y cuando sucede lo llamamos “guerra” o “sedición interna”.
Sin embargo, aun cuando los gobiernos son organizaciones monopólicas y no están expuestas a la competencia, se encuentran compitiendo con otros estados en el ámbito internacional, ya que los recursos productivos tienen movilidad y cierta capacidad de decidir dónde instalarse. Incluso un cierto grado de competencia se daría a nivel interno entre los distintos niveles de gobierno, particularmente en los estados de carácter federal.
La competencia es un proceso, no un estado final. En ese proceso competitivo se demuestran en el mercado las preferencias de los consumidores y se moviliza el accionar de los oferentes para satisfacerlas. Es un proceso que genera alta creatividad e innovación.
La competencia en la política, no obstante, es diferente de la competencia en el mercado por el carácter monopólico del estado. Por ello, se trata de una competencia por el monopolio, en la cual el ganador se lleva todo por un determinado período de tiempo. En el mercado pueden obtener el producto o servicio de su preferencia tanto aquellos que compran “A”, como los que prefieren “B” o “C”. En la política, inevitablemente, todos obtendrán “A” si es el que ha obtenido la mayor cantidad de votos. Pero existe, por supuesto, competencia para ser el elegido.
Gordon Tullock (1965) ha sido el primero en presentar a la competencia política como algo similar a las subastas periódicas que se realizan para otorgar una licencia exclusiva, en particular con aquellos servicios que se cree poseen un monopolio natural. La “licitación” periódica de ese monopolio (elecciones) permitiría limitar algunos abusos del gobierno. La competencia en este caso no es “en el campo de juego”, sino “por el campo de juego”.
La competencia política tendría estas similitudes respecto a las licitaciones por un monopolio: estaría basada en declaraciones de promesas sobre un desempeño futuro, realizadas por potenciales productores, uno de los cuales obtiene el derecho exclusivo de proveer ciertos bienes y servicios por un determinado período de tiempo.
No obstante, Wohlgemuth (2000, p. 278), señala diferencias con el modelo de la licitación porque existen problemas para evaluar la calidad y la eficiencia de los contendientes, luego para asegurar eso una vez que hayan ganado y para que las ofertas sean suficientemente competitivas. Estas licitaciones se vuelven muy complejas debido a que el futuro es incierto y el servicio que se contrata es muy complejo. Es muy difícil especificar las condiciones de lo que se está licitando, y esto lo es más en el ámbito de la política donde estamos hablando de todos los servicios del Estado, no ya de uno solo. Los que tienen que decidir entre diferentes “paquetes” propuestos por distintos proveedores son los votantes, y hemos visto antes los problemas existentes de racionalidad y conocimiento para tomar tales decisiones. En el caso de las licitaciones de servicios públicos se podría reducir la cotización simplemente a un precio, pero esto exige una definición casi perfecta de lo que se licita. Si esto no es así, se introducen criterios cualitativos que abren la puerta a la manipulación del resultado por parte de los expertos llamados a seleccionar la mejor oferta, problemas generados por la falta de conocimiento o directamente por la corrupción.
En el caso de la política, es prácticamente imposible llegar a ese “precio”. ¿Cuál sería, la tasa de un determinado impuesto? ¿O la presión impositiva como porcentaje del PIB? Ya esta segunda hace más difícil al votante evaluar el impacto personal de las distintas propuestas. ¿Será mejor para mí una propuesta de 22%/PIB que otra de 18%/PIB? ¿Y cuál será la calidad del servicio que finalmente obtendré de uno u otro? En verdad, de “los servicios” ya que estamos eligiendo por un gran paquete. Tampoco las ofertas se harán sobre un lote determinado de servicios, ya que muchos políticos prometen nuevos, o eliminar otros.
La “licencia” es un contrato incompleto, y en el caso de la política no solamente sería incompleto, sino además implícito o hasta inexistente (Wohlgemuth, 2000, p. 279). Y pese a todas las connotaciones negativas que sugiere esta ausencia de un “contrato” que comprometa al agente a cumplir con el mandato del principal, es esa misma latitud la que permite al “emprendedor político” realizar innovaciones que los votantes ni siquiera imaginaron y que incluso no hubieran aprobado de conocerlas. Por cierto que éstas pueden terminar bien o mal, o esas innovaciones pueden dirigirse a satisfacer el interés del político y no del votante.
Resumen:
En este capítulo se analiza la competencia institucional dentro de los estados y también entre estados así como los efectos que ha acarreado la globalización. También se detallan una serie de indicadores útiles para evaluar la calidad institucional de los estados y poder hacer estudios comparados.
Temas a resaltar:
Los conceptos de “salida” y “voz” propuestos por Hirschman para analizar la interacción de los ciudadanos en un mundo globalizado de estados que compiten entre sí.
La importancia de instituciones previas al Estado, como el Imperio de la Ley, para controlarlo y respetar los derechos individuales ya que la todos los pesos y contrapesos que emanan del poder estatal no dejan de ser el fruto de su monopolio.
Preguntas:
¿Nos movemos hacia un mundo con mayor o menor competencia entre estados? En la Unión Europea se promueve la “armonización fiscal” que pretende llevar a toda la unión a un infierno fiscal que impida votar con los pies dentro de sus fronteras. ¿No existe también la amenaza de un gobierno mundial auspiciado por la ONU?
¿Otra salida ante el monopolio estatal y sus excesos no es el mercado negro? Es posible que la tendencia mundial nos lleve a una economía todavía más regulado con un aumento del mercado negro?
¿No son los indicadores una simplificación de una realidad más compleja? ¿Hasta que punto son fiables? ¿Hasta qué punto se pueden establecer relaciones entre ellos? En el caso de la percepción de la corrupción los países bajo dictaduras en los que no hay libertad de prensa no tendrán esa percepción porque es una información censurada.
Tal como lo indica el articulo en su comienzo, «los estados son monopolios», si bien ello es cierto, podemos pensarlo como el monopolio de la fuerza de coercion , también debemos pensarlo desde otro parámetro.
Desde ya podemos pensar como nos indica al principio del articulo que el Estado no tiene competencia. Esto resulta interesante, porque al menos, a primera vista, esto parece que es así. Sin embargo, la competencia se demuestra antes de llegar al poder. Al momento de las elecciones cada uno de los candidatos efectúa promesas para lograr obtener el mandato.
Pero, una vez que este llega al poder, parece no existir mas competencia, ya que durante ese periodo por el cual fue elegido no tendrá que preocuparse, ya que tiene garantizado, aunque sea en teoría, su puesto.
Lo que podemos destacar sin dudas es que en el articulo se hace referencia a que en verdad, los Estados están en permanente competencia. Sencillamente debido a que son los recursos por los cuales compiten. Claramente los recursos tienen movilidad, no solo hablamos del Capital como recurso, sino muchos otros, como por ejemplo, uno de los mas importantes: las personas.
Es así como los Estados compiten día a día, para atraer recursos y evitar que estos terminen por irse. Resulta importante destacar que aquellos países que lograr atraer mayor cantidad de recursos, son aquellos los cuales tienen mayor calidad institucional.
1. Resumen
La praxeología estudia las consecuencias de la acción humana intencional: sabemos que en un mercado libre, los precios coordinan esas acciones individuales en la asignación de recursos, dando lugar a la competencia. Pero los individuos también actúan en el ámbito político: en ausencia de precios de mercado, sus actuaciones pueden expresarse a través del voto (eligiendo una opción más acorde con sus intereses) o del traslado (moviéndose a otro territorio).
Al igual que en el caso del mercado, esta respuesta competitiva contra la ineficiencia del Estado como monopolio, necesita de una serie de instituciones sociales (no planificadas) que permitan la coordinación de dichas acciones individuales. La calidad institucional se puede medir tanto desde el punto de vista político (garantía de derechos, seguridad jurídica, libertad de prensa, percepción de corrupción) como económico (facilidad para hacer negocios, competitividad, libertad económica).
La crítica asociada a esta competencia institucional, tanto entre gobiernos centrales como entre gobiernos locales, se ve desmentida por la relación existente entre dichos elementos institucionales, ya que las clasificaciones de los países analizados son similares, independientemente del indicador.
2. Conceptos relevantes (a mi juicio)
Concepto de globalización como competencia entre estados debido a la movilidad de los factores productivos.
Competencia por el monopolio estatal: subastas periódicas (Tullock) como licitaciones por medio de las elecciones. Problemas asociados (Wohlgemuth): control y aseguramiento de la calidad de la oferta pública. Aparición del emprendedor político que identifica estas oportunidades.
Competencia entre monopolios: por comparación o por traslado.
Conceptos de salida (mercado) y voz (política) no son exclusivos: problemas cuando los incentivos son contradictorios.
Efecto Tiebout: equivalencia entre consumidor (bienes privados) y votante (bienes públicos). En el caso del gobierno central, las preferencias del votante se consideran dadas y por tanto el ajuste se produce por el lado del gobierno, mientras que en el lado del gobierno local, es el gasto público lo que está determinado, luego es el votante el que tiene que adaptarse mediante el traslado.
El federalismo y la descentralización actúan como contrapesos del abuso y de la ineficiencia del Estado.
3. Preguntas
a) ¿Es lícito el argumento, usado por algunos libertarios, de que se puede negociar con dictaduras, sabiendo que es el entorno político el que permite quién puede hacer negocios y quién no?
b) ¿Por qué la mayoría de las economías libres consideran a China casi como un país capitalista más, cuando ocupa el lugar 115 de 152 en el último informe Libertad Económica publicado por el Fraser Institute en 2014?
c) Si la descentralización mejora la competencia institucional, ¿por qué la opinión mayoritaria es que los ciudadanos de Escocia o Cataluña vivirán peor si son independientes del Reino Unido o de España? ¿No tiene cierto peso en la calidad de las instituciones el pasado histórico y cultural de las naciones?
El foro y el bazar. Capítulo 10. Globalización y competencia institucional.
Juan M. Delafuente
Hayek estudia las instituciones como resultado de la acción humana espontánea y evolutiva, así el lenguaje, el dinero, la propiedad, el comercio, la lex mercatoria, la common law,… todas estas instituciones para Hayek aparecen de forma evolutiva, de millones de actos voluntarios y de forma natural, pero el Estado es, sin duda, otra institución que tiene el monopolio de la coerción en el territorio donde impera. De alguna forma el Estado así definido está en el punto de mira por su ineficiencia. Ahora bien los estados numerosos (195) compiten entre ellos, y el control del comercio y cooperación internacional es cada vez más complicado pues hay un gran movilidad de recursos y avances tecnológicos que propician la competencia y lleva a los estados a competir por atraer recursos haciendo las instituciones más creíbles.
En realidad la comparación de la competencia de los mercados con la de la competencia política es un símil muy forzado, en el mercado la competencia es un proceso voluntario y creativo, en política es una competencia por el poder del monopolio de coerción de muy pocos, nada creativos, basado en múltiples promesas genéricas de unos frente a similares promesas también genéricas de los otros y que los teóricos detentadores de la soberanía tienen que decidir.
Algunos políticos en campaña electoral aseguran que su programa es un contrato con los electores, la realidad después de la elección es muy otra el contrato no existe y dependerá de circunstancias y de la voluntad del político. Es un juego desigual.
Quizás, en un mundo global, en el traspaso de competencias y tributos a regiones la competencia por rebajar tributos y externalizar servicios y cualificar las instituciones sea una forma de competencia pues el proceso conlleva eficiencia, quizás este proceso sea inestable e incluso subóptimo pero evitaría el mayor mal la demagogia para conseguir estar en el poder por el poder.
PREGUNTAS
¿El proceso de globalización, acaso no es forma de obligar por parte de los estados más eficientes que basan sus economías en la libertad, a que otros estados compitan liberalizando?
¿Quizás instituciones como la seguridad jurídica, además de los procesos de prueba y error, podrían exigirse internacionalmente por ejemplo en la Organización Mundial del Comercio (OMC)?
Uno de los peligros de las democracias y de las instituciones -acendradas a lo largo de miles de años- es el deterioro social y la confusión que produce la distorsión económica del incremento de gasto año tras año -ley de Wagner, ley del crecimiento secular del gasto público-, ¿no cree que este clima de confusión produzca un deterioro democrático y una mayor separación entre sociedades eficientes y sociedades populistas?
Como hemos visto en clase y como refleja el presente texto el Estado es por excelencia un monopolio pero aquellos tienden a ser ineficaces en virtud de que al no existir competencia no se producen incentivos para invertir en pos de poder ofrecer un mejor servicio y a un menor costo. Sin embargo no es del todo cierto que entre las jurisdicciones no existía competencia, claramente ello no es así los recursos no son estáticos y cuando hablamos de recursos nos referimos tanto a capital financiero como humano, aquellos tienden a cambiar de lugar con mayor o menor frecuencia pero en definitiva a fin de cuentas si un sujeto puede obtener mejores beneficios en otra jurisdicción lo hará. El capital financiero se traslada con una mayor facilidad mientras que el capital invertido resulta más dificultoso pero no imposible de producirse. Esta situación es denominada salida. Entonces las diversas jurisdicciones están sometidas a cierta competencia de la que hemos hablado previamente y si bien para ciertos autores esta competencia tenderá a perjudicar a las jurisdicciones ya que tendería a bajar las recaudaciones de cada uno en virtud de que se pelean por obtener recursos y de esta manera tienden a bajar las recaudaciones. Sin embargo otros autores defienden esta competencia ya que si es la falta de competencia la que hace ineficaz al Estado este problema quedaría resuelto. Una de las herramientas que las jurisdicciones tienen para atraer recursos en mediante el aumento de la calidad de sus instituciones.
Hablamos de jurisdicciones y no de Estados ya que esta competencia se da tanto a nivel de municipalidades, provincias, Estados, etc.
Lo importante es que la competencia ya sea en el mercado o en la política limita el abuso de los productores o de los políticos. En el mercado tal vez resulta ser más evidente, pero en la política no difiere cuanto más seguido se produzcan las elecciones aquella competencia entre políticos limita sus poderes, porque si el hombre sabe que se puede quedar en ese puesto de poder por el resto de su vida o por un periodo extenso de tiempo, no tendrá ningún incentivo para controlar su conducta y es así que se configuran los gobiernos totalitarios. Sin límites a la política el resultado finalmente termina siendo la pérdida de la libertad y de los derechos de propiedad.
Con respecto a la pregunta que realiza el texto sobre cuál sería el porcentaje de la presión impositiva, resulta ser imposible dar una respuesta uniforme para toda la sociedad, los hombres somos individuales y tenemos necesidades diversas y diferentes, no se puede llegar a una única solución siempre habrá alguien descontento, por ello es que suele ser la mejor solución en cualquier gobierno las decisiones tomadas por consenso donde todos ceden en parte algo.
RESUMEN
El Estado es, por naturaleza, monopolístico y coercitivo. Aún así es posible que la competencia entre departamentos, cantones o en Estados federales, así como la competencia por el monopolio en las contiendas electorales, pueda mejorar su eficacia. La competencia puede darse entre Estados pero dependerá del grado de información comparativa que tenga el ciudadano. Los votantes y usuarios pueden ejercer sus “preferencias” mediante la “voz” o la “salida”, es decir, votaciones, manifestaciones, quejas, asociaciones, etc, o bien desplazándose física o jurídicamente (cambiando de localidad, ayuntamiento, cantón…).
Las instituciones tales como los derechos de propiedad, el derecho, las normas, el lenguaje, etc) son mecanismos de comunicación para el individuo. El buen funcionamiento de éstas es esencial para una buena calidad institucional. Los indicadores de calidad, tales como la libertad de prensa, la seguridad jurídica o la percepción de la corrupción permiten evaluar países y regiones. Los estudios demuestran que los países con mejor calidad institucional son los de mayor progreso.
TEMAS RELEVANTES
-El concepto de instituciones como elementos que transmiten información y que de facto reducen su dispersión, mejoran la capacidad decisiva del ciudadano al estar mejor informado, tanto en el “foro” como en el “mercado”.
-La descentralización y el federalismo permiten un mejor control sobre las instituciones y a la vez condicionan la posibilidad de la competencia institucional. Cuando el consumidor se convierte en el soberano, los resultados son mucho más satisfactorios para el ciudadano. Si bien no es posible modificar el sentido monopolístico del estado, el votante-ciudadano puede cambiar sus preferencias fiscales y con ello la mejora es inapelable.
-El hecho de poder evaluar la calidad institucional mediante un método adecuado es también un paso importante para que gobiernos y administraciones mejoren su eficacia, trasladando sus incentivos individuales de corto plazo (ganar elecciones) a otros de largo plazo mucho más eficaces socialmente. Es una información relevante más para el votante que tiende a estar desinformado
PREGUNTAS
¿Se producen realmente cambios significativos en las administraciones y organismos públicos por el sólo hecho de evaluar periódicamente su calidad institucional?
Vista la amplia extensión del Estado en diferentes administraciones territoriales, ¿no deberían los ciudadanos poder escoger en sus declaraciones tributarias los destinos de sus impuestos, incentivando de esto modo a las administraciones más eficientes?
Desde la izquierda se tiende a dar valor a países con gran peso del Estado, tomándose en consideración, por ejemplo, el porcentaje de funcionarios como “indicador” de progreso. ¿No sería más adecuado hablar de países eficientes mediante la relación “calidad institucional / coste estatal”?
OMMA
Economía e Instituciones
Alumno: Miguel Ángel Guevara
Profesor. Martín Krause
Resumen de la lectura del documento: Capítulo 10. Globalización y competencia institucional
En este capítulo del libro El Foro y El Bazar se ha tratado el tema correspondiente al carácter monopolista del Estado y la ausencia de competencia que se produce en un determinado territorio cuando éste a través de la coerción impide que ahí donde ejerce su carácter de proveedor único surja algún otro competidor, inclusive se impide el cuestionamiento de esta condición de monopolista. Sin embargo, hay que considerar que en un mundo globalizado cada vez más los capitales, tecnologías e información gozan de mayor movilidad y de esta manera los Estados se ven sometidos a una inevitable competencia, igualmente puede darse esta situación en estados federados donde se compite por la obtención de recursos o entre instituciones dentro de un mismo Estado.
Aspectos importantes
Me parece muy importante el planteamiento de que la competencia política puede compararse con la licitación de alguna obra o servicio donde se establece un ganador único con derecho a monopolizar el suministro del bien o servicio, como lo señala Gordon Tullock. Sin embargo, aunque las bases de la licitación estén muy definidas se presenta la duda de si el ganador estará dispuesto a cumplir sus promesas con los electores o a satisfacer sus ambiciones políticas y personales. Pero, siempre existe la esperanza de romper este monopolio del poder cada cierto tiempo cuando hay elecciones y limitar así algunos abusos del gobierno.
Preguntas
1. Si bien es cierto que las elecciones periódicas son una especie de presión para que los gobiernos cumplan sus promesas o exponerse a ser desalojados del poder ¿Por qué con demasiada frecuencia se reelige gobernantes que incumplen sus promesas o cada cierto tiempo retornan aquellos que han fracasado en el pasado?
2. Está demostrado que los monopolios estatales al estar divorciados del proceso competitivo del mercado son ineficientes ¿Por qué los votantes suelen escoger reiteradamente a quienes prometen más nacionalización de empresas, mayores impuestos, más regulación y más Estado?
3. ¿Son los indicadores de desenvolvimiento económico y social de un país una guía adecuada para contribuir a la captación de capitales o éstos asumen el riesgo y se dirigen con frecuencia hacia países con institucionalidad de dudosa credibilidad?
El estado es un monopolio de coerción y la competencia es un proceso y no un estado final. Sin embargo en la politica ya que el estado es tiene el monopolio de coercion esto es diferente. en la politica/estado existe una desvinculación entre la prestacion de un servicio y su pago lo cual hace que surga el abuso del poder y que este se institucionalice. Gracias a la globalizacion se abre una puerta de movimiento de recursos, pero de igual forma se habra una puerta que ayuda a la comparacion de instituciones, en ese sentido podriamos decir que existe competencia entre estados. Existen varios mecanismos y reportes que nos permiten comparar instituciones de los distintos estados, como el reporte sobre competitividad y el liberty index.
Conceptos relevantes:
Las instituciones son formales e informales.
La competencia es un proceso y no un estado final
Preguntas:
1. En estados como Holanda para atraer a talento existe una politica que indica que se les puede restar el 30% del impuesto al salario si se viene a trabajar a este pais. Claro que existe un criterio para la eleccion de que extranjeros pueden optar a esta opcion. Esto deja afuera a los ciudadanos comunes que tienen que pagar un 35, 42 y 52 por ciento de impuestos. Como podria llamarsele a esta institucion? es este un ejemplo de incentivos contradictorios?
2. Los indicadores y distintos reportes tienen un estandard universal aceptado por todos los implicados en los rankings?
Capítulo X
Competencia institucional
Antonio Salazar
Alumno Máster Economía OMMA-UFM
El Estado no puede ser fruto de la evolución y el orden espontáneo por la sencilla razón que requiere de la fuerza para su legitimación. Solo puede imponerse, se hace usando la violencia y es a posteriori cuando se legitima. De hecho, Weber habla de la aspiración al monopolio de la violencia legítima, es decir, requiere consentimiento, lo que sí explicaría mejor la existencia de los Estados.
Otra cosa es que hoy ofrezcan un abanico enorme de servicios que nos son impuestos gracias a su habilidad para detectar grupos de presión o personas insatisfechas a las que ofrecerles lo que desean por una fracción de su coste (cuando es posible establecerlo).
Parece, además, que lejos de apostar por una descentralización que lleva a unidades administrativas más pequeñas, los países más pequeños en número de habitantes pueden llegar a ser más eficientes (Noruega, Suecia, Holanda, Luxemburgo, Dinamarca, Nueva Zelanda, Finlandia, Suiza, Islandia y Canada), lo que tenemos son reiterados debates sobre gobernanza mundial u homogeneización en espacios cada vez más grandes (Unión Europea).
Por lo anterior, se me antoja complicado comparar competencia entre estados con la competencia que se da en el mercado. En este último, nunca es un asunto de todo o nada. Puedo tener un contrato con la telefonía móvil con un operador y uno en telefonía fija e internet con su competencia, sin quebranto alguno. Entre territorios, siempre habrá que elegir todo o nada, pues no puedo optar a vivir en un estado, trabajar en otro y tributar en un tercero. Otra cosa que aquellas cosas que más son valoradas por los ciudadanos sean emuladas por los dirigentes pero, a diferencia del mercado, lo harán con retraso y a regañadientes.
1) Observo un cierto empeño en identificar mercado y democracia cuando están en órdenes distintos. Una cosa es que nos parezca mejor una democracia que una dictadura pero, más allá de esas preferencias personales, no sé porqué no podrían hacerse negocios con países en los que existen millones de personas ávidas por conseguir los productos que están a disposición de consumidores de otros lugares. Es más, no comerciar con esos países, ¿acaso no estaría perjudicando a esos mismos habitantes para los que deseamos lo mejor? ¿Lo mejor solo puede estar a su disposición en el supuesto que adapten nuestras formas de gobiernos, aunque sean tan cleptócrata como es la democracia española?
2) Siempre me han llamado la atención los índices de libertad de prensa en que usa como fuente de información las propias consideraciones de los periodistas. Sospecho que su fiabilidad requiere de muchos matices, no obstante, son los periodistas un colectivo muy refractario al capitalismo y sorprende observar que aquellos que viven en países bien puntuados en esos índices de libertad de prensa, la mayor amenaza que observan con frecuencia procede, o bien de sus empresas, o bien de sus anunciantes, sin creer que el gobierno tiene alguna influencia sobre sus informaciones.
3) Sabemos que es misión imposible definir ‘precio’ en los servicios públicos pero da cara a la batalla por ganar el aprecio de los votantes, ¿valdría solo con preguntarles a los votantes si pagarían por el servicio que ahora las parece ‘gratis’? Al menos, si no tenemos precios sí que tendremos una valoración sobre el servicio que le ofrecen como un gran gancho electoral así sea educación o sanidad universal.
El foro y el Bazar. Capítulo 10: Globalización y competencia institucional.
RESUMEN:
Tal y como se señala en el post, los Estados son “monopolios” por definición. Ello no obstante, la movilidad de los recursos somete a las jurisdicciones (marcos constitucionales) a un proceso de competencia mediante los mecanismos de “voz” o “salida”. No obstante lo anterior, algunos teóricos critican este proceso competitivo porque fomenta una carrera, según afirman, “hacia el fondo”, fijando el nivel de los servicios públicos en un nivel subóptimo (). Por otra parte, tal y como se veía en capítulos anteriores, un aspecto fundamental de la calidad institucional son los componentes cívico-políticos que permiten al mecanismo de representación política alinearse con los intereses de los representados, debiendo resaltarse que las mejoras institucionales no necesitan ser generales, ya que los cambios se van produciendo de manera paulatina y gradual, y cada cambio en un aspecto concreto puede generar mejorar en los demás.
ASPECTOS MÁS INTERESANTES:
Son varios los aspectos relevantes que se tratan en el texto. Entre otros quiero destacar dos:
En primer lugar hay que destacar el repaso que se hace de los distintos indicadores con los que se hace referencia a la calidad institucional y que revelan esa relación entre unos elementos institucionales y otros. Ello no obstante, y como se deduce del texto, dichos indicadores no son infalibles, aunque sirven para hacerse una idea de conjunto.
Por otra parte me ha parecido también interesante la crítica que se hace en el texto a la postura de quienes consideran que el proceso competitivo entre jurisdicciones fomenta una carrera “hacia el fondo”, fundamentalmente por poner de manifiesto, entre otras cosas, que i) que el gasto público no tiene por qué ser perfectamente eficiente y ii) el coste de oportunidad de que sean los ciudadanos y no el Estado quienes apliquen dichos recursos-. Al final, como señala el texto, la competencia es quien permite controlar los excesos del gasto público.
PREGUNTAS:
1) En el texto se señala que: “entre otros [bienes que no pueden ser provistos por el mercado] que suelen mencionarse, se hace referencia a menudo al marco jurídico institucional”. ¿Realmente ese marco jurídico-institucional no puede ser provisto más que por el Estado? ¿No es, a fin de cuentas, la estructura del Estado –como monopolio de la fuerza- una estructura jurídico-institucional en sí misma, ya que, al final, el Estado está constituido por una serie de normas que regulan una parcela de la vida en común –fundamentalmente el monopolio del poder- y que, por tanto, permiten coordinar las acciones de los individuos y prever el comportamiento de los demás (es decir, es una “institución”)? Si eso es así, el Estado, en cuento estructura institucional, no ha sido proveído por el propio Estado (ya que es evidente que ni es eterno ni anterior a la vida del hombre en sociedad) ¿no invalida eso el planteamiento de quienes consideran que es el Estado el único proveedor posible del marco jurídico-institucional?
2) Arriba veíamos que, para algunos, el proceso competitivo entre jurisdicciones fomenta una carrera “hacia el fondo” que fija los niveles de los servicios públicos en un nivel subóptimo. La crítica que se hace en el texto lo hace desde los presupuestos del propio modelo –señalando que no está garantizada la eficiencia del gasto público, haciendo referencia al coste de oportunidad respecto del gasto privado, y fijando la competencia como mecanismo de control etc…- partiendo de la idea de que no siempre los gobiernos son perfectamente benevolentes, y, de hecho, casi nunca lo son ¿No es más sencilla, o, al menos, complementaria, una crítica de aquella postura en la que se niegue, de hecho, esa posibilidad del gobierno perfectamente benevolente desde el momento en el que la omnisciencia (por parte del Estado, del monopolista, o de quien sea) es metafísicamente imposible, siendo, por tanto, imposible determinar cuál es el “precio óptimo”, el “precio de monopolio”, etc… y menos en una realidad que no es estática, sino dinámica y cambiante? De hecho, por la propia naturaleza de las cosas, aunque el Estado alcanzase en un momento puntual la provisión óptima de bienes públicos (si es que eso fuese posible), dada la propia naturaleza de toda organización, y la lentitud lógica en la toma de sus decisiones, dicho nivel de provisión quedaría desfasado al segundo siguiente, en una realidad terriblemente dinámica. ¿No es el mercado el “mecanismo” más dinámico (aunque tampoco infalible) y con más capacidad para ajustarse a los deseos y necesidades de la gente?
3) En el texto se afirma también que “siendo que la complejidad de la sociedad crece en tanto se multiplican sus componentes y las posibilidades de interacción entre sí, podríamos suponer que existe una demanda de normas que lleva a un stock creciente (…) La existencia de mayor número de normas formales reduciría esos costos de adjudicación”. Dando por hecho que la sociedad es cada vez más compleja y que, por tanto, también lo son las relaciones entre sus miembros, ¿es realmente necesario que aumente el stock de normas “formales” emanadas del legislativo? ¿reduce, realmente, ese mayor stock los costos de adjudicación? Si aumenta de manera importante ese “stock” de normas, se necesita más tiempo para conocerlas, lo que sólo estará al alcance de los especialistas, a los que habrá que recurrir permanentemente; además, el hecho de que se trate de normas “formalizadas” rigidiza el proceso de adaptación de los individuos a la realidad cambiante. ¿Realmente no basta con unas “pocas” normas formales que recojan los principios generales del derecho de esa sociedad (derivados de sus costumbres), y se deje a los individuos que regulen voluntariamente sus relaciones interpersonales como quieran a partir de esos principios?¿Acaso no sería el propio mercado capaz de solucionar los problemas de costos elevados de transacción/adjudicación por no existir normas formales que lo regulen todo, sin necesidad de que sea el Estado quien provea también ese servicio de “formalización” de las normas?
La respuesta tiene una relación con la calidad institucional, y al mismo tiempo con el oportunismo político, sus limites, los desincentivos de los votantes, todo enmarcado en una ideología que variara de acuerdo de donde y en que lugar estemos parados, y siempre y cuando consideremos que estamos dentro de un mismo mercado y no en dos donde en uno se compite por los recursos que gozan de movilidad ya sea trabajo, capital, tecnología e ideas y en otro por el monopolio legitimo de la fuerza.
Entonces si es un solo mercado encontramos, por una lado (a) mejor calidad institucional, mayor descentralización, jurisdicciones pequeñas, importancia de la voz, mayor importancia al voto, a la mejor información, políticas de estado, y por el otro (b) peor calidad institucional, corto plazo, compra votos.
Si lo trasladamos a un grafico, encontraremos como a mas A, nos acercamos a las competencia de jurisdicciones y nos alejamos de la competencia por quedarse con la licitación, mientras que si nos alejamos de A y nos acercamos a B pareciera ser que estamos mucho mas cerca de políticos que quieren todo por un tiempo.
Entonces, la movilidad de los recursos que facilito la globalización, ¿es suficiente incentivo para ganarle al incentivo del corto plazo?.
Cual es la competencia que genera esta movilidad, es de jurisdicciones, es de gobiernos, es de grupos de interés, que papel juega el estado realmente, el estado que es licitado, y quien gana la licitación se lleva todo por un tiempo, y quien gana la licitación persigue su beneficio, el de su grupo de interés, y el lobby, todo vuelve a empezar.
Cuales son los incentivos que reciben los políticos para optar por una u otra competencia, o caso las dos competencias se tendrían que completar acercándonos a la eficiencia, o son competencias de diferentes mercados, de una u otra forma pareciera ser determinante la calidad institucional.
Todos los Estados son monopólicos. Mediante el uso de la fuerza legítima se impide que haya competencia. No sucede lo mismo con el mercado como vimos ya que ante una empresa monopólica o precio monopólico se genera competencia que a su vez es mejor para el mercado que posibilita que las necesidades sean satisfechas por más de una empresa o precio único. Se desvían las preferencias de los consumidores a oferentes que están dispuestos a satisfacerlas.
Pero podría decirse que los Estados si tienen competencia con otros Estados, donde compiten por su producto, movilidad en las transacciones, poder, etc. Y es mas dentro de los Estados federales también se compite para ver a quien le corresponde más por ejemplo con el régimen de coparticipación federal donde el Estado Nacional cobra la totalidad de los impuestos y reparte a los gobiernos provinciales para que la gasten en sus necesidades. Claramente el porcentaje de ingresos varía según las condiciones territoriales de cada provincia.
La competencia en la política no es igual a la del mercado. En la política, en cuanto a nuestros derechos civiles, no hay preferencias, ya que el resultado no lo alcanza el individuo; no hay opciones porque se vota a un paquete (una lista, un programa único) y además nadie se informa acerca de esa plataforma política elegida. Y esto pasa porque los votantes tienen bajos incentivos para participar en la política, no en cambio los políticos que tienen enormes incentivos porque buscan su reelección ya que les gusta permanecer en el poder. (Relacionado con el texto de Richard L. Stroup » Comportamiento Político»).
A su vez en este artículo Gordon Tullock compara al comportamiento político con las licitaciones de los monopolios naturales y establece que estos tienen que seguir determinadas pautas, en otras palabras limitar los abusos del gobierno. Hay además promesas por el desempeño a futuro las cuales hacen al momento de la licitación pero como el futuro el incierto tanto aquí como en política no se sabe si se cumplirá con lo prometido. Y aquí el problema más grave, a mi forma de verlo, es que el político propone una plataforma con proyectos a futuro los cuales durante su mandato cumple mínimamente, pero el votante ni sabe que propone por lo tanto al no tener esa información y el conocimiento de su proyecto, nada se le puede reclamar.
Para poder reclamar que deben hacer los políticos y que no en sus mandatos primero deberíamos tener las herramientas fundamentales para poder hacer reclamos, no ser racionalmente apáticos a ser informados.
El Estado por medio del Gobierno cumple con el monopolio del uso de la fuerza, ellos son mandatarios, quiere decir que deben hacer lo que los ciudadanos le pidan que hagan por ser mandantes ellos. Y eso lo realizan mediante el voto. Claramente en la práctica la relación mandante/mandatario se da al revés y terminamos sublevados por las órdenes del Estado.
Los Estados compiten entre sí atrayendo o expulsando recursos, una competencia que también se presenta dentro de ellos entre los distintos niveles de gobierno, sobre todo en países federales y descentralizados.
El proceso competitivo en el mercado genera eficiencia porque fuerza a los proveedores a prestar atención a los consumidores y sus necesidades. Esto sucede así porque ellos necesitan la aprobación voluntaria de estos últimos para poder realizar un intercambio que ha de resultar mutuamente beneficioso para que llegue a realizarse. En el ámbito de las acciones del Estado esto no sucede porque quien ofrece los servicios no requiere esa aprobación, al menos en forma directa.
En tal sentido, el proceso de competencia jurisdiccional actúa como un mecanismo adicional de control ya que establece límites a lo que se puede realizar sin el consentimiento explícito de los ciudadanos. En la medida que la movilidad de los factores ejerce presiones positivas y negativas, introduce un mecanismo de premios y castigos que fuerzan al gobernante a prestar atención a esos movimientos y actuar en consecuencia.
La ciencia económica había concentrado su análisis en el mecanismo de “salida”, el cual promueve la eficiencia en el mercado, interpretando tal salida como la decisión del consumidor de dejar de lado un determinado producto o servicio cuando su calidad no le satisface o también cuando ciertas personas abandonan una firma. Como resultado de esto, los ingresos de la firma caen, se reducen sus clientes o miembros y los administradores son forzados a buscar formas de corregir las fallas que ocasionaran esta deserción.
Por otro lado, la ciencia política se ha concentrado en el mecanismo de “voz”, es decir, de la forma en que los individuos, como ciudadanos, expresan su aprobación o descontento con determinadas políticas y proceden a la elección de sus representantes.
No obstante, ambos mecanismos están vigentes tanto en uno como en otro campo.
Resumen Omma-UFM:
I.
En el presente texto se ha presentado la cantidad de competencias que tienen los estados. Para ello se puede ver las distintas instituciones que se han desarrollado para poder «verificar» las decisiones dentro del ámbito político. Por ejemplo el «voto», la salida etc. Asimismo se hizo una presentación de indicadores vitales para poder determinar la estabilidad institucional y su competencia en general. Los indicadores funcionan mejor cuando se combinan para dar una mejor visión del objeto de estudio.
II.
Un tema bastante interesante es el de la competencia interna que ocurre entre las instituciones. Por otro lado, la competencia entre jurisdicciones es bastante relevante y puede ser usado para poder «revisar» los costes de oportunidad a los cuales se somete a los ciudadanos. En general, a pesar de «existir» de forma distinta al mercado el ámbito público tiene un efecto en el marcado a nivel subjetivo
III.
¿Existen realmente funciones que son únicamente realizables por el estado?
¿No tendría la competencia entre jurisdicciones más sentido si hubiera muchas más jurisdicciones?
¿Cuales son los incentivos para que no se genere una especie de estado de estados?
Resumen:
La ciencia política define al Estado como el “monopolio de coerción”. La palabra monopolio implica ausencia de competencia y esto ocurre así en un determinado territorio. No obstante, la creciente movilidad de los factores de producción, trabajo, capital, tecnologías e ideas somete a esos monopolios a una mayor competencia. Ello es resultado de lo ahora denominamos “globalización”. La competencia en la política es diferente de la competencia de mercado, por el carácter monopólico del Estado. Por ello, se trata de una competencia por el monopolio, en el cual el ganador se lleva todo por un determinado periodo de tiempo. Cuando compiten países o niveles similares de gobierno, la competencia se denomina “horizontal”. La globalización somete a los países a la competencia, y estos compiten ofreciendo “marcos institucionales” para atraer los recursos cuya movilidad ha acelerado la globalización misma, sea tanto para atraer recursos externos como para retener los propios. Las jurisdicciones, entonces, entran en competencia debido a la movilidad de los recursos. Esto lleva a evaluar la calidad institucional y comparar como están unos países respecto de otros. Para ello se evalúan varios indicadores los cuales reflejan el estado de salud de los dos principales mecanismos con que contamos para coordinar nuestras acciones: los mercados y la política. Entre estos indicadores podemos encontrar “voz y rendición de cuentas”, seguridad jurídica, libertad de prensa, índice de percepción de la corrupción para evaluar aspectos cívico – políticos y el “Doing Business”, índice de competitividad global, entorno macroeconómico, la eficiencia de los mercados y el índice de libertad económica evalúan el mercado.
Puntos importantes:
Los gobiernos son organizaciones monopólicas y no están expuestas a la competencia, sin embargo estos compiten en el ámbito internacional, ya que los recursos productivos tienen movilidad y cierta capacidad de decidir dónde instalarse. Incluso se daría a nivel interno cierto grado de competencia entre los niveles de gobierno, particularmente en los Estados de carácter federal. Ganar ante dicha competencia para atraer o mantener los recursos de movilidad constante depende de la calidad de las instituciones bajo la cual se rige la gobernabilidad de un país, entre los índices de mayor interés para mí, los cuales reflejan el estado de salud de las instituciones y de la gobernabilidad como tal, está la libertad de prensa. La libre circulación y publicación de ideas es de fundamental importancia pues se trata de la posibilidad de opinar sobre las instituciones mismas y sobre las autoridades designadas para gestionarlas. En este sentido, la libertad de prensa es un elemento clave en el control y la limitación del poder otorgado a los gobernantes, y como tal, el grado en que se mantenga es un factor de peso respecto de la calidad institucional. Adicional, los indicadores en términos generales dan una idea de la posición relativa de la calidad institucional de los países dado que los indicadores parecen estar relacionados unos con otros.
Dudas/preguntas:
1. ¿Es la descentralización un medio de competencia que puede resultar en una atracción de capital de inversión el cual puede promover el desarrollo político, social y económico de un país?
2. ¿Pueden presentar una comportamiento de acción – reacción los resultados de los indicadores que evalúan la calidad institucional cívico – políticas sobre aquellos evalúan el mercado y viceversa?