Con los alumnos de la materia Escuela Austriaca, de UCEMA, vemos un texto de Hayek titulado «Los intelectuales y el socialismo», que va más allá para discutir el papel que juegan las ideas en la sociedad. Así comienza:
En todos los países democráticos, y en los Estados Unidos más que en otras partes, prevalece la firme creencia de que la influencia de los intelectuales en la política es insignificante. Esto es sin duda cierto acerca del poder de los intelectuales para influir con sus opiniones peculiares sobre las decisiones del momento en la medida en
que puede modificar en el voto popular en cuestiones sobre las que difieren de la
visión actual de las masas. Sin embargo, de alguna manera durante períodos de cierta duración, probablemente nunca han ejercido una influencia tan grande como lo hacen hoy en esos países. Este poder lo ejercen por dar forma a la opinión pública.
A la luz de la historia reciente es un poco curioso que este decisivo poder de los
distribuidores profesionales de ideas de segunda mano no sea más generalmente reconocido. El desarrollo político del mundo occidental durante los últimos cien años proporciona la más clara demostración. El Socialismo nunca y en ninguna
parte ha sido un movimiento de la clase obrera. De ninguna manera es una solución obvia para los obvios males que los intereses de esa clase necesariamente exigirían. Es una construcción de teóricos, que se derivan de ciertas tendencias del pensamiento abstracto con el que durante un largo tiempo sólo los intelectuales estaban
familiarizados, y que requirió grandes esfuerzos por los intelectuales antes de que la clase obrera pudiera ser persuadida para que lo adoptaran como su programa.
Resumen:
Los intelectuales son definidos por Hayek como “the secondhand dealers in ideas” y el término refiere a quienes, sin necesidad de ser expertos en algún tema (no poseen conocimiento “de primera mano”) ni particularmente inteligentes, pueden hablar y escribir fácilmente, aunque superficialmente, sobre una amplia gama de temas y se familiarizan con nuevas ideas antes que aquellos a quienes se dirigen, de modo que cumplen el rol de intermediarios en la difusión de ideas (su juicio, convicciones y opiniones constituyen el “filtro” por el que a las masas le llegan los resultados del trabajo de los pensadores y expertos). Son ellos, a pesar de todo, quienes ejercen el poder de formar y moldear la opinión pública, el “clima de opinión”, y, consecuentemente, las políticas que mañana se consideren “progresivas”, apropiadas.
Resulta importante, pues, comprender las razones que tienden a inclinar a la mayoría de los intelectuales hacia el socialismo, para así poder contrarrestar efectivamente tales ideas que constituyen, Hayek considera, una amenaza para nuestra civilización.
En primer lugar, es característico del intelectual el juzgar nuevas ideas, no por sus méritos específicos, sino por la facilidad con que encajan en sus concepciones generales de lo que es “moderno” o “avanzado” (concepciones que, en conjunto, suelen determinar, y ser determinadas por, el “clima de opinión”), así como también la aplicación y generalización a otros campos de alguna nueva idea que han descubierto, que ha probado su valor en algún campo particular; tal criterio es esperable, en tanto el intelectual, en general, sabe poco sobre los temas particulares en cuestión. Y es por esta razón que las ideas que propugna son de carácter general, abstracto e, incluso, vago, en tanto suelen ser poco específicas, precisas o entendibles. Naturalmente, esto aplica también a las ideas sociales, con lo cual no resulta extraño que los intelectuales se vean especialmente atraídos por el socialismo: sus teorías son derivadas de ideas más generales, abstractas y especulativas; además, tienden a creer, dados los logros de las ciencias naturales y los avances históricos recientes en lo que a controlar las fuerzas de la naturaleza refiere, que un control similar al conseguido allí podría ser ejercido sobre las fuerzas de la sociedad, sobre la actividad humana, lo cual consideran traería aparejado mejoras comparables en las condiciones humanas (racionalismo constructivista).
Segundo, resulta que una proporción mucho mayor de socialistas que de no socialistas de entre las más grandes mentes se dedican a la labor del intelectual, lo cual es entendible en tanto, para los primeros, tal resulta el camino más prometedor para influenciar y conseguir el poder para contribuir a la consecución de sus ideales (lo ven como un medio), mientras que, para los segundos, tales aspiraciones por lo general no existen, la labor intelectual le atrae solo si la disfruta en sí misma (lo ven como un fin), de modo que le resulta más atractiva la labor del académico experto.
En contraste, su contraparte teórica, los pensadores liberales (no los “liberals”), se ven privados de la influencia popular puesto que, en una sociedad en que la libertad esté esencialmente asegurada y hasta el momento en que el socialismo se haya finalmente instaurado, no tiene incentivos para convertirse en intelectual puesto que puede contribuir relativamente más a su causa influenciando directamente las decisiones de política actual, con lo cual no se ve tentado a inmiscuirse en especulación teórica más abstracta de largo plazo (aparte de que, en general, tienen una profunda desconfianza hacia ella y una tendencia hacia la ortodoxia), haciéndosele consecuentemente imposible influenciar el desarrollo de la opinión pública en la dirección que él desea.
Por tanto, si queremos evitar que esta tendencia, la de los intelectuales socialistas determinando la opinión pública en el largo plazo, continúe, debemos estar dispuestos a ofrecer un nuevo programa liberal verdaderamente radical, profundo (estableciendo sus bases filosóficas sólidamente), ideal (y no pragmático), que atraiga a la imaginación, una “utopia liberal”. De este modo, estos ideales podrán ganar el apoyo de los intelectuales y, por tanto, influenciar en la opinión pública, de modo que podrá hacerse posible aquello que recientemente parecía completamente remoto e impracticable.
Interesante/Novedoso:
Me pareció muy acertado el siguiente fragmento: “Who does not know the practical man who in his own field denounces socialism as ‘pernicious rot’ but, when he steps outside his subject, sputs socialism like any left journalist?”. Y es que, al menos en mi experiencia, en mi opinión muchas veces personas que en principio defienden la libertad se terminan dejando llevar en cierta medida por las visiones políticas consideradas “progresivas”, por lo que el “clima de opinión” sostiene, por lo que terminan siendo incapaces de “radicalizar”, en el buen sentido las ideas que propugnan (el ser coherente con ellas). Un ejemplo que se me viene a la mente rápido, porque me interesa, es la total desconsideración de la (muy probable) conveniencia de instituciones monetarias y bancarias libres.
También me resulto interesante, y lamentablemente poco alentador, este otro fragmento: “It may be that as a free society as we have known it carries in itself the forces of its own destruction, that once freedom has been achieved it is taken for granted and ceases to be valued, and that the free growth of ideas which is the essence of a free society will bring about the destruction of the foundations on which it depends”. Parece que la única manera de controlar y contrarrestar, en forma efectiva y sostenible en el largo plazo, esta inevitable y natural tendencia es principalmente, como usted señala, preocuparse en forma permanente por elaborar bases filosóficas sólidas para un liberalismo radical e ideal (no-pragmático).
3 preguntas al autor:
1) ¿Cómo explicaría el “fenómeno Milei” que ha sucedido en estos últimos años en Argentina, el cual, al parecer, viene teniendo un efecto positivo para la causa de la libertad? ¿Cree que en parte pueda explicarse por el continuo distanciamiento de la libertad en el país, lo que llevaría, como usted explica, a añorarla más?
2) ¿Qué comentaría sobre el gran avance tecnológico que ha habido en los últimos años (sobre todo, celulares e internet) en relación a la difusión e influencia de las ideas?
3) ¿Cómo contrasta su planteo con otras visiones reconocidas de la difusión e influencia de las ideas?
En este texto titulado “The Intellectuals and Socialism”, Hayek se dedica a explicar el rol de los intelectuales y el impacto que pueden generar en la sociedad. De acuerdo al autor, muy poca gente tiene conciencia de cuán grande puede ser el papel de los intelectuales en la vida política transformando realidades sociales. Hayek entiende a los intelectuales como aquellas personas que tienen una amplia gama de temas sobre los que puede hablar y escribir fácilmente, y una posición a través de la cual se familiariza con nuevas ideas. Estos intelectuales vendrían a jugarían un papel de “filtro” en las sociedades enseñándoles a las personas corrientes que visiones o teorías son las correctas en determinadas áreas, que hechos son importantes para analizar un fenómeno histórico, o simplemente transmitir el conocimiento que tienen esas personas en ese momento. Sin embargo, en el texto se rescata la importancia de los filósofos como, probablemente, la mayor influencia sobre los intelectuales a la hora de decidir qué es lo que debe ser tomado y lo que debe ser dejado. Los intelectuales necesitan buscar permanentemente nuevos desafíos y explorar otros horizontes; además poseen una gran habilidad para criticar conceptos o teorías preexistentes.
Los intelectuales han sido determinantes en la construcción de la opinión pública; particularmente en la creación del ideal socialista. El socialismo no surgió de un movimiento popular o del hombre corriente, sino que fue creado por intelectuales pensando en un mundo diferente. En los últimos años, el hombre ha sido capaz de manipular u organizar distintas fuerzas de la naturaleza para lograr sus fines personales y mejorar su situación; por eso muchos han caído en la creencia de que pueden conseguir lo mismo en el ámbito de las fuerzas sociales, organizando la sociedad como si fuese un trabajo de ingeniería. De aquí salen las ideas de la planificación y el socialismo. Según Hayek, los intelectuales más inteligentes y originales son los más propensos a caer en el ideal socialista, mientras que sus oponentes suelen ser los de “un menor calibre”. Por estas razones y muchas otras más, Hayek dice que las sociedades libres pueden llevar consigo la semilla de su propia destrucción ya que se toman como dados los beneficios de las sociedades libres y por ende dejan de valorarse. Estas sociedades libres son las que permiten el surgimiento de nuevas ideas, las cuales paradójicamente se caracterizan más por ser de carácter socialista. De esta forma, el autor se pregunta si las sociedades deben pasar por procesos de socialismos totalitarios para valorar la libertad, generando así ciclos de libertad y totalitarismo.
INTERESANTE:
Muchas cosas de este texto me han parecido interesantes para entender la realidad en la que estamos inmersos hoy en día, especialmente por vivir en Argentina. Desde mi punto de vista el rol de los intelectuales en la sociedad juega un rol importante, y es evidente en instituciones educativas como colegios o universidades. Si tuviera que decir lo que me resulto más interesante, sería el análisis de Hayek de como en las sociedades que han alcanzado la libertad, con el paso tiempo le dejan de dar valor. Pareciera tener un gran correlato con la realidad.
Otro punto que se menciona en el texto es el hecho de que los teóricos socialistas rara vez asumen la culpa por los errores cometidos a raíz de sus propuestas. A pesar de que es un tema demasiado extenso como para poder ser fundamentado aquí (si es que tiene fundamento alguno), me llama la atención que Hayek diga esto porque también creo que sea así en líneas generales. No sé por qué razón será, pero pareciera que siempre tienen una excusa o un culpable para justificar por qué su plan no ha tenido éxito.
Para terminar, me gustaría destacar una lección o consejo que da Hayek para los liberales del futuro. Este consiste en aprender del éxito de los socialistas que se han animado a pensar en un mundo distinto a pesar de que en su momento parecía una utopía conseguirlo. Esta utopía gano el apoyo de los intelectuales y con el tiempo se ha vuelto realidad. Como bien ha dicho Herbert Marcuse: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”
PREGUNTAS:
1) ¿Cómo ha llegado a conocer a los Benegas Lynch y que opinión tenia de la Argentina en esos tiempos con respecto al ámbito académico?
2) Usted ha hablado de como los intelectuales influencian la vida política. ¿Qué opina de las influencias que tiene la vida la política en los intelectuales?
3) Si es que existe alguno, ¿Cuál es el filósofo que más lo ha influido en su vida?