La emisión monetaria genera ganadores y perdedores. En nuestro caso es claro: gana el Estado y perdemos los demás

La política monetaria no es neutral, el dinero que la autoridad monetaria genera beneficia a algunos y castiga a otros, lo cual desata una puja de distintos sectores para recibir los beneficios y no tanto los costos de la emisión. En el caso argentino la cuestión parece clara, el beneficiario de la creación de moneda es el Estado, que tiene para cubrir los gastos que interesan a los políticos que estén en su control. EL tema es tratado en este artículo: Rouanet, L., de Western Kentucky University y Hazlett, P., de George Mason University:  “The redistributive politics of monetary policy”. Public Choice 194, 1–26 (2023). https://doi.org/10.1007/s11127-022-01009-w

“Si bien la ausencia de un efecto sistemático de la política monetaria sobre la riqueza y la distribución del ingreso puede parecer desalentadora para los investigadores, esta ausencia tiene, paradójicamente, importantes consecuencias para la economía política de las instituciones monetarias. En este artículo, argumentamos que el efecto de la creación de dinero en la distribución del ingreso y la riqueza dependerá tanto del equilibrio económico como político prevaleciente. En otras palabras, las consecuencias distributivas de la inflación dependerán de qué grupos de interés sean capaces de controlar el proceso de creación de dinero para su propio beneficio. Sin embargo, es precisamente debido a la dificultad de identificar a los perdedores de la inflación que es poco probable que los perjudicados por la política monetaria desempeñen un papel en su formación. La política monetaria puede entenderse como un proceso que brinda beneficios concentrados a grupos de intereses especiales mientras impone pérdidas dispersas y no fácilmente identificables a otros grupos. Por lo tanto, mientras que algunos economistas, especialmente los economistas de la tradición austriaca, han enfatizado cómo el impacto de los cambios en la oferta monetaria depende de los canales a través de los cuales el dinero se “inyecta” en la economía (Hayek, 1931; Mises, 1949; Garrison, 2000). ), es probable que la selección de tales canales esté determinada por la lógica de los grupos de interés. Por otro lado, mientras que la literatura existente sobre la economía política del dinero se ha centrado principalmente en el impacto del ciclo electoral (Abrams & Iossifov, 2006; Nordhaus et al., 1989; Drazen, 2000), así como en cuestiones de tiempo inconsistencia (Kydland & Prescott, 1977; Barro & Gordon, 1983) y la maximización del señoreaje (Cagan, 1956), tiende a dejar de lado el papel de los grupos de interés en la configuración tanto de las herramientas como de los objetivos que subyacen a la política monetaria. Las políticas de creación de dinero y asignación de crédito, por otro lado, permiten aplicar la lógica de los grupos de interés a la organización de la producción de dinero. Los efectos Cantillon son una cuestión de elección pública.”

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