El reciente fallecimiento del sociólogo Zygmunt Bauman ha desatado una cantidad de artículos homenajeando su pensamiento y su obra. Algunos han sido críticos. Esta nota también lo será, pero, aparentemente, desde una perspectiva diferente. Me referiré a un artículo publicado en La Nación por Mariano Schuster con el título “Zigmunt Bauman, por una izquierda humanista”.
Por ejemplo, dice Schuster que quienes lo han criticado son “los odiadores; los que, sin más ideas que las de la injuria, lo acusan de llevar hasta el paroxismo la condición líquida de estos tiempos, transformando sus propios trabajos en un objeto de compraventa. «No hay mayor contradicción que la de criticar el efecto perverso de las redes sociales y construir frases capaces de ser vulgarizadas y difundidas a través de ellas», dicen, con saña, los envidiosos de siempre.”. En fin, no será mi caso, no me interesa eso.
Los críticos parecen señalar algo que no es menor, pero es incompleto: “se afilió al ultrasoviético Partido Obrero Unificado Polaco y fue funcionario del régimen comunista polaco. Fue sociólogo oficial, dedicado a defender con vehemencia aquello en lo que entonces creía: el marxismo-leninismo en la patética versión de dictadores como Wladyslaw Gomulka. Es cierto: trabajó como burócrata del servicio de inteligencia militar aunque afirmó no haber delatado nunca a nadie.”
Pero se alejó de esto, fue revisionista y, finalmente, forzado a abandonar su país, Polonia.
Mi comentario se va a centrar en que, su “revisión” del totalitarismo socialista fue muy pobre y limitada, ya que quiso mantener un cierto socialismo, como dice el título de la nota “humanista” que adolece de las mismas raíces anti-humanistas del modelo soviético que finalmente abandonó. Esas raíces se expresan en este párrafo de Schuster:
“En 1976, publicó una obra capital y, quizás por ello, algo silenciada y olvidada. Su título es Socialismo. Una utopía activa. Allí, trazó un mapa para una ideología con porvenir: la de una izquierda que se reencontraba con Babeuf y Gramsci, con Karl Korsch y Jean Jaurès. Una izquierda que confiaba en el progreso y la razón, pero también en la dimensión utópica y en la lucha por evitar la barbarie.”
El problema está en querer continuar con una “utopía” cuando tuvo varias décadas de habitar una de ellas y podría haberse dado cuenta de los estragos que se producen en la sociedad cuando un grupo de iluminados, por ‘el progreso y la razón’ buscan imponerle un modelo a todos los demás. Tal vez no llegó a leer al filósofo de Harvard, Robert Nozick, quien en Anarquía, Estado y Utopía, planteaba con muy buen criterio que la única utopía compatible con la libertad del ser humano sería una “meta-utopía” que permitiera a cada grupo afín de personas perseguir la utopía que deseara sin entrometerse en la vida de los demás, sin querer imponer la propia. La única condición sería garantizar el derecho a la salida de quien ya no quiera seguir perteneciendo a una de ellas. Es decir, los que están por la droga libre podrían juntarse y vivir en un entorno donde fuera libre, y los que quisieran que fuera ilegal lo mismo. Otro tanto con los abortistas y con los anti-abortistas. Y lo mismo con los socialistas, incluso los humanistas, quienes podrían juntarse y redistribuirse los ingresos entre sí hasta el cansancio.
Un mundo libre sería aquél en el que nadie me quiere imponer su utopía, por más que se considere humanista, sino que elijo la propia. El socialismo siempre ha usado esos adjetivos; recordemos que sus gobiernos eran «repúblicas democráticas».
Dice la nota: “Vivimos, como decía Bauman, en la más completa incertidumbre. Nacen nuevos autoritarismos y se reproducen los viejos.” Bauman no parece haberse sacado del todo el que asumió de joven.
Por último, la nota afirma que Bauman admiraba a cuatro personas, una de ellas Borges. Será literariamente, no por su filosofía política, en las antípodas de las de Bauman. Recordemos tan sólo una frase de Borges:
“Sigo siendo discípulo de Spencer; no digamos el individuo contra el Estado, pero sí el individuo sin el Estado. “
Pilar Bravo & Mario Paoletti, Borges Verbal, (Buenos Aires: Emecé Editores, 1999), p. 168.
Yo quisiera recomendar un autor, no es los nuestros (lo que debe ser hasta mejor, conocer al Otro), ya acabé toda su obra traducida, y a la espera de su libro Shanzhai donde explica el famoso «Capitalismo autoritario» o Capitalismo de valores asiáticos haciendo crítica de la propiedad intelectual.
Se supone que en el mundo impera el capitalismo democrático.
Su nombre es Byung-Chul Han, crítico cultural, como Bauman o Žižek, también crítico del potencial revolucionario de las redes sociales, y la falta del otro. Sus obras son cortas , aquí algunos títulos.
Psicología, Neoliberalismo y nuevas formas de poder. La sociedad del cansancio, la sociedad de la transparencia. En el enjambre.
En estos días subo un artículo al Instituto Mises sobe él, se me han ido 12 o 13 páginas, donde explico parte de su pensamiento recogido en todas sus obras respecto al comunismo, la revolución y el poder.
Espero que puedas darle una ojeada a este autor. Me ha sorprendido la verdad. No es Comunista ni Libertario, parece ser que es Budista Zen, es estrella en Europa.
Psicopolítica, perdón.