David Ricardo y John Stuart Mill sobre las monedas fiduciarias y los bancos centrales

Se denomina a las actuales monedas de todos los países, “fiduciarias”, por no estar respaldadas por nada (oro, plata) que no sea la confianza en quienes las emiten. De hecho, la primera acepción del adjetivo fiduciaria en el Diccionario de la Real Academia dice: “Que depende del crédito y confianza que merezca”.

Por cierto que las monedas metálicas también estaban basadas en la confianza, sobre todo por no depender de la política. Dos economistas clásicos opinan sobre las monedas fiduciarias. En primer lugar David Ricardo, de un artículo titulado “The High Price of Bullion”(1811):

David Ricardo

“Se dice…., que el Banco de Inglaterra es independiente del Gobierno… Pero puede cuestionarse si un banco que presta muchos millones más que su capital y ahorros al Gobierno puede llamarse independiente…. Este es un peligro al que el Banco, dada su naturaleza, es confiable en todo momento. Ninguna prudencia de sus directores podría haberlo evitado… Era en última instancia debido a la estrecha conexión entre el Banco y el Gobierno que la restricción [la suspensión de la convertibilidad de sus billetes por oro metálico] fue necesaria… La única seguridad legítima que el público puede tener contra la indiscreción del Banco es obligarlos a pagar sus billetes con metálico.”

EL otro autor clásico es John Stuart Mill, en su libro Principles of Political Economy (1871):

john_stuart_mill

“Ninguna doctrina de la economía política descansa en fundamentos más obvios que la manipulación de una moneda papel que no se mantenga al mismo valor que la metálica, ya sea por convertibilidad, o por algún principio de limitación equivalente… Todas las variaciones en el valor de un medio circulante son manipulaciones que distorsionan los contratos y las expectativas y la carga de esos cambios hace que todo compromiso pecuniario de largo plazo sea totalmente precario. Grande como sería este inconveniente si dependiera de un accidente (la producción de oro), es mayor cuando está arbitrariamente a disposición de una persona o un grupo de ellas; quienes pueden tener cualquier clase o grado de interés en emitir cuanto [billetes inconvertibles] como sea posible, dando cada uno que se emita una ganancia. Sin agregar que los emisores tienen, y en el caso de billetes gubernamentales siempre tienen, un interés directo en devaluar el valor de la moneda porque es ésa el medio en que se computan sus deudas…. Dicho poder, quienquiera que lo posea, es un mal intolerable.”

5 pensamientos en “David Ricardo y John Stuart Mill sobre las monedas fiduciarias y los bancos centrales

  1. Este poder al que John Stuart Mill llama «mal intolerable», es el que una gran cantidad de emisores tienen, alrededor del mundo, con mayor o menor independencia del gobierno nacional. Todo lo demás que dice el autor se relaciona con la Proposición 8 de Peter J. Boettke en La Economía Austríaca en 10 Principios, el cual dice «El dinero no es neutral», y es explicado de la siguiente manera, por el autor recientemente citado: «El dinero es definido como el medio de intercambio comúnmente aceptado. Si la política gubernamental distorsiona la unidad monetaria, el intercambio también resulta distorsionado. Cualquier aumento en la oferta monetaria (emisión) no compensado por un incremento en la demanda monetaria conducirá irremediablemente a un aumento en el sistema general de precios. Pero los precios no se ajustan de manera inmediata en todos los ámbitos de la economía. Algunos ajustes de precio se producen antes que otros; ello conduce a una distorsión en los precios relativos.» (esto se relaciona con el famoso dicho: todo sube, pero los precios de los productos suben en ascensor, y los salarios en escalera).
    Y el problema también se genera que al ser monedas “fiduciarias”, que precisamente no están respaldadas por nada (oro, plata) que no sea la confianza en quienes las emiten, es que esta confianza en quien la emite puede perderse, lo que conllevaría a perder la confianza en la moneda también, y el buscar monedas extranjeras para resguardar nuestro patrimonio (¿nos suena familiar?…)
    Además, Peter Boettke continúa diciendo: «La inflación es socialmente destructiva a varios niveles. En primer lugar, incluso la inflación prevista daña la confianza básica entre el gobierno y sus ciudadanos, porque implica que el gobierno utiliza la inflación para confiscar la riqueza de las personas.» (en realidad quizás no es ese el fin principal de la emisión, pero sin lugar a dudas es una consecuencia de la emisión, y está en miras de quien emite). Y sigue: «En segundo lugar, la inflación imprevista cumple un rol redistributivo (negativo) en la medida en que los deudores ganan a expensas de los acreedores. En tercer lugar, en tanto las personas no pueden anticipar perfectamente el proceso inflacionario y en tanto el dinero se introduce en algún lugar específico del sistema, algunos precios se ajustan antes que otros, lo que significa que la inflación distorsiona los patrones de intercambio y de producción. En la medida en que el dinero es el vínculo para casi todas las transacciones en la economía moderna, las distorsiones monetarias afectan a esas transacciones. El fin de la política monetaria, por tanto, debería ser el de minimizar estas distorsiones monetarias, precisamente porque la moneda no es neutral.»

  2. Buenos días.

    Al leer el artículo, observo como las decisiones políticas de los gobernantes sobre los asuntos económicos impactan sobre la sociedad aún sabiendo que pueden perjudicarle, en busca de su propio beneficio.

    Considero que la emisión de billetes inconvertibles, es parte de una decisión política-económica que tiene como fines, entre otros, atender a los beneficios personales de quienes tienen el poder de tomar tal decisión. Esta, a su vez puede estar pensada para beneficiar a estos grupos de personas a corto plazo (y a mediano, y largo plazo cuando ya no están en el poder Estatal); pero a nivel social una determinación que implica la devaluación casi constante de la moneda local, puede provocar tanto a corto, como mediano y largo plazo que no exista confianza a la hora de realizar un contrato comercial entre las personas, como así también que menos emprendedores locales optarían por invertir su dinero para crear sociedades en su país. Estas consecuencias perjudicarían notablemente la situación económica-financiera tanto del Estado, como de las personas que allí habitan.

    De lo expuesto, se puede desprender que el incentivo que motiva a los políticos en obtener beneficios personales a corto plazo y si es posible a mediano y largo plazo también, lleva a tomar decisiones políticas-económicas que impliquen más emisión de lo que Adam Smith llama , de lo que realmente de se debe emitir, esto produciría una devaluación del papel moneda, que genera la pérdida de confianza para la celebración de contratos comerciales, la falta de expectativas positiva para los locales que quieran invertir, y la inestabilidad social-económica que perjudica al progreso de un Estado, producida por la deficiente toma de decisiones de los que en ese momento ocupen un cargo en él, sumado a la obligada falta de independencia de los profesionales de los Bancos Centrales para poder a través de sus conocimientos específicos conjugados con los conocimientos de tiempo y lugar, determinar si conviene emitir o no, y si en caso de ser necesario sopesar las consecuencias tomando en cuenta la variable a corto, a mediano y a largo plazo, para a partir de estos parámetros establecer un margen de restricción de la emisión de monedas inconvertibles.

    Alan D. Ricco.

  3. En las economías modernas de todos los países del mundo la moneda fiduciaria se ha adoptado como un estándar incuestionable. Los bancos centrales tienen, por lo tanto, un poder considerable, ya que manejan el flujo dinero sin estar sujetos a límite material alguno, puesto que los billetes que emiten no son convertibles a objetos con valor intrínseco, sino que su valor deriva exclusivamente en la confianza que el público tenga respecto de la moneda. Pero si las necesidades de financiamiento empujan al banco central a emitir más allá de lo razonable, la inexistencia de la posibilidad de convertir el dinero hará que la gente vaya perdiendo la confianza en los billetes que tiene en su poder, y que cada vez se parecen más a «papeles pintados».
    David Ricardo y John Stuart Mill temen que el banco central, y por ende el gobierno, tengan esta clase de poder. Si el dinero emitido tuviese un respaldo en metálicos, y fuese convertible a esos materiales de valor intrínseco, dicho poder ser vería severamente limitado, y la moneda conservaría un valor estable, permitiendo que la economía sea predecible y que los actores tengan mejores incentivos para ahorrar, invertir y consumir.

  4. Políticas de Estados o políticos que se quieren quedar en el Estado.
    A largo plazo o a corto plazo.
    Los políticos compiten por quedarse con el monopolio de autoridad, fuerza, decisión, manipulación, poder, coerción que da el Estado, y una vez en el, en cada elección siguen compitiendo para quedarse. Una vez ahí cuentan con mas herramientas para la despiadada competencia, y una de ellas es la emisión.
    Ya en el, manipularan la reglamentación a mas no poder para poder crear esa imagen y juntar esos votos que les posibilite prolongar el uso del Estado por un periodo mas, o buscaran de sacar el mayor provecho posible sabiendo que se tendrán que ir, buscando los beneficios hoy y trasladando los costos lo mas lejos posibles.
    La posibilidad que el dinero en circulación no tenga que estar respaldado por nada solo por la confianza de quienes lo emiten , abre la posibilidad de que esta herramienta se vuelva mas importante para ellos y mas peligrosa para todos.
    El comportamiento, nuestro comportamiento, afecta el crédito, la confianza, llevándonos a un debilitamiento económico / financiero.
    Lamentablemente como dijo algún economista, no somos ángeles, por eso es que la solución no pasa por no emitir, sino controlar , regular el patrimonio de quienes tienen el poder de emitir, además del destino que se le da, y analizando si ese destino es el realmente mas eficiente y si con el mismo valor no podríamos sacar mas provecho, por ejemplo, si la sociedad subsidia al desocupado para que se quede en la casa y los vote o los subsidia para que busquen trabajo mientras realizan trabajos para el estado.

    No somos angeles.

    No encuentro respuesta, ni justificativo, que el patrimonio de funcionarios puedan acrecentarse en mas de lo que sus salarios económica, financiera y matemáticamente lo permiten.
    Es esta la regulación que debería existir, la imposibilidad absoluta de tal enriquecimiento ILICITO.

  5. Acerca de la neutralidad o no del dinero, el principio 8 de la economia austriaca es tajante: «el dinero no es neutral»
    Como entes, los bancos centrales de los paises son autarquicos y autonomos del gobierno nacional, pero los funcionarios que integran estas instituciones guardan estrachas relaciones y vinculos de intereses politicos. Por esta razon puede darse y se da que el gobierno nacional pueda manipular la moneda en busca de estrategias competitivas o posiciones favorables en el entorno micro y macro.
    De esta manera se cumple el principio 8.

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