La empresa corporativa en el siglo XX: de estructura jerárquica a más incentivos de mercado

Richard Langlois es profesor de Economía de la Universidad de Connecticut, y escribe sobre la empresa y su papel en la economía. Su argumento es que la empresa ha evolucionado desde estructuras jerárquicas basadas en el management directivo hacia estructuras más laxas y abiertas, con más incentivos de mercado. Publica un muy completo libro sobre el tema titulado The Corporation and the Twentieth Century: The History of American Business Enterprise (The Princeton Economic History of the Western World, 119), que es presentado de esta forma en Amazon:

“El siglo XX fue el siglo gerencial en los Estados Unidos. Una transformación organizacional, del capitalismo empresarial al gerencial, dio lugar a lo que se convirtió en una narrativa dominante: que la coordinación administrativa por parte de gerentes profesionales capacitados es esencial para el funcionamiento eficiente de las organizaciones tanto públicas como privadas. Y, sin embargo, si el gerencialismo fue la apoteosis de la eficiencia administrativa, ¿por qué tanto su práctica como la narrativa que la acompaña quedaron en ruinas a finales de siglo? En The Corporation and the Twentieth Century, Richard Langlois ofrece una versión alternativa: un replanteamiento y una reevaluación completos y matizados de la historia económica, institucional e intelectual de la era gerencial.

Langlois argumenta que el gerencialismo saltó a la fama no por su superioridad inherente sino por su valor contingente en una economía estadounidense joven y en rápido desarrollo. Las estructuras del gerencialismo solidificaron su dominio solo porque las grandes catástrofes de la guerra, la depresión y la guerra nuevamente reemplazaron a los mercados, revolvieron los precios relativos y debilitaron las instituciones de apoyo al mercado. A fines del siglo XX, escribe Langlois, estas instituciones de apoyo al mercado habían resurgido para cambiar la ventaja hacia modos de organización empresariales e impulsados ​​por el mercado.

Este nuevo relato magistral del ascenso y la caída del gerencialismo tiene implicaciones significativas para los debates contemporáneos sobre las políticas industriales y antimonopolio y el papel de la corporación en el siglo XXI.”

El ocaso de las jerarquías y el ascenso de los mercados dentro de las empresas

Si tomamos una perspectiva de muy largo plazo, las sociedades avanzan hacia mayores grados de libertad económica. Algo similar estaría sucediendo en las organizaciones, donde la visión jerárquica poco a poco da lugar a un mayor grado de descentralización, bajo nombres tales como “empowerment”. Esto dicen Tyler Cowen y David Parker en un interesante artículo titulado: “Los mercados en las empresas: un enfoque gerencial”.

«A partir de la Revolución Industrial las empresas crecieron y se desarrollaron en gran medida sobre una base funcional. Algunos departamentos se encargaban directamente de la atención de los consumidores o de los proveedores (por ejemplo, los de ventas o los de compras), mientras que otros proveían servicios internos dentro de la organización (como los de finanzas, tecnología de la información [TI] y personal). Alfred Sloan introdujo una estructura adecuada para este funcionalismo en General Motors en la década del veinte.  Sloan consideraba que los administradores debían determinar la estrategia de la empresa, diseñar su estructura y elegir sus sistemas de control. La organización debería ser controlada de arriba hacia abajo mediante una estructura funcional que conformaría una jerarquía administrativa clásica, o una pirámide de control. Los administradores principales deberían ejercer firmemente el control de la estrategia y de las operaciones, y con este fin el flujo de la información debería realizarse principalmente de arriba hacia abajo. Tendrían que planificar y controlar sus empresas de una manera similar a aquella en que los commisars soviéticos de la década del ’20 planificaban y controlaban sus imperios. En los niveles inferiores de la organización, los administradores locales tendrían que dirigir cada una de las plantas y ser responsables, principalmente, de las cuestiones operativas.

El apogeo de “la autoridad y el control”

Las modernas corporaciones, con su énfasis sobre “la autoridad y el control”, son sistemas de planificación y cuando las empresas llegan a ser demasiado grandes como para que un estrato administrativo pueda ejercer un control efectivo sobre ellas, se las fracciona en divisiones y subdivisiones. No obstante esto, los que ocupan los más altos puestos directivos, a los que podría llamarse “los estrategas”, mantienen el control sobre toda la estrategia empresarial. Resulta significativo el hecho de que esta corporación planificada, monolítica, alcanzara su apogeo entre las décadas del ’20 y del ’70, un período en el cual los empresarios estadounidenses y europeos dominaban los mercados mundiales con la ayuda de los carteles, las estructuras de mercado oligopólicas, los derechos arancelarios y una relativa escasez de competencia global. Por entonces también se puso de moda la “planificación económica” en el nivel macroeconómico.

Sin embargo, a partir de la década del ’60 surgieron en los Estados Unidos y en Europa occidental presiones en favor de una mayor competencia, y el cambio se hizo inevitable. Al principio los administradores (con el apoyo de los teóricos en administración empresarial y de los consultores) intentaron refinar el proceso y la estructura de control. Para ello desarrollaron innovaciones tales como “la administración mediante objetivos” y favorecieron matrices estereotípicas de estructura organizativa. (2) Raras veces fue cuestionada en su totalidad la concepción de autoridad, control y planificación estratégica centralizada.

Hoy, sin embargo, la empresa concebida por Sloan se encuentra en retroceso, ya que se ha demostrado que es demasiado onerosa en lo que respecta a los costos administrativos y excesivamente lenta e inflexible como para adaptarse a los rápidos cambios del mercado. Algunas compañías muy exitosas (como Canon, Intel, 3M y ABB) han desechado la idea de que los administradores de primer nivel tienen el monopolio de la sabiduría y de que los trabajadores deben ponerla en práctica. En las grandes empresas organizadas jerárquicamente, estructuradas en torno a funciones especializadas, el grueso de los empleados a menudo tenían muy poco contacto directo con los consumidores externos y con el mercado. En organizaciones como ésas el crecimiento llegaba hasta el punto en que había muy pocas conexiones efectivas entre la organización y el mercado, y a los empleados no les resultaba sencillo ver una relación directa entre la actuación de la empresa en el mercado y sus empleos y salarios. En consecuencia, no es sorprendente que se haya perdido la ventaja competitiva. Una organización exitosa necesita un flujo constante de señales de mercado que llegue a todas partes, y no sólo de arriba hacia abajo, para poder dar las respuestas apropiadas. Si se le niega este tipo de información la empresa deja de aprender o, al menos, aprende a tontas y a locas.